¿Y por qué no resucitamos el sistema de aguas de Aynadamar para el Albayzín?
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Los 27 aljibes que lo componían están en perfecto estado, sólo falta volver a conectarlos con tuberías y al canal principal
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La Universidad ha recuperado el agua de Fuente Grande hasta Cartuja, tras más de medio siglo de abandono de la acequia
Me repregunto si en la actualidad sería posible recuperarla. Volver a resucitarla por motivos históricos, culturales y prácticos
Algunas veces me he preguntado por qué Granada dejó morir el sistema de abastecimiento de aguas de Aynadamar. Una estructura más que milenaria, única del mundo, ingeniosa. Una obra maestra de los ingenieros del agua. Me repregunto si en la actualidad sería posible recuperarla. Volver a resucitarla por motivos históricos, culturales y prácticos. Para utilizar su agua en el riego de zonas públicas y privadas, como fue desde principios del siglo XI. Devolver a la vida el patrimonio granadino más antiguo y valioso que ha tenido jamás.
Sólo falta rematar la conexión del sistema desde la Golilla de Cartuja hasta la compleja red capilar que se repartía por todo el Albayzín, llegaba hasta los hospitales Real, San Juan de Dios y Monasterio de San Jerónimo; incluso llenaba el aljibe situado bajo el atrio de la Capilla Real
Me he animado a reflexionar y escribir sobre este asunto tras ver cómo la Universidad ha conseguido devolver el agua de la Acequia Aynadamar al Albercón del Moro que corona los terrenos que fueron de Jesuitas y hoy son del Campus Universitario de Cartuja. Una iniciativa loable y que hay que aplaudir. Que no debería morir aquí; habría que culminarla con la devolución del agua de Fuente Grande hasta los aljibes públicos del Albayzín, que continúan siendo 27, están todos rehabilitados y en muy buen estado de conservación. Sólo falta rematar la conexión del sistema desde la Golilla de Cartuja hasta la compleja red capilar que se repartía por todo el Albayzín, llegaba hasta los hospitales Real, San Juan de Dios y Monasterio de San Jerónimo; incluso llenaba el aljibe situado bajo el atrio de la Capilla Real.
La mitad de los que quedan estuvieron relacionados con la existencia de una mezquita u oratorio islámico
Conservamos tres aljibes bastante grandes: el del Rey (300 m3) y el de la Mezquita mayor (Capilla Real); medianos (entre 50 y 100 m3): San Miguel, San Nicolás San José, Trillo y Polo; los restantes son inferiores a 50 m3. El más pequeño es el de San Luis, de sólo 4,5 m3. En cuanto a su antigüedad, hay al menos cuatro que son de época zirí, entre los años 1013 y 1091 (el del Rey, Tomasas, San José y Capilla Real); algunos del periodo almohade/almorávide; el resto son nazaríes, excepto el del Zenete que es cristiano. La mitad de los que quedan estuvieron relacionados con la existencia de una mezquita u oratorio islámico. En cuanto a sus formas, los grandes están soportados con pilares centrales, casi como si fuesen una iglesia subterránea de varias naves. Se accede a ellos a través de brocales en uno de sus extremos. Son verdaderas joyas arquitectónicas, ninguno igual a otro. Al de San Cristóbal hay que descender varios metros para llegar a su nivel de brocal. El único que es circular es el situado en frente a la casa Abén Humeya, una especie de gran tinaja subterránea.
Se trató de un sistema hidráulico sorprendente que el Ayuntamiento de Granada dejó perderse hace ahora medio siglo, pero del que no han prescrito sus derechos de aguas
Se trató de un sistema hidráulico sorprendente que el Ayuntamiento de Granada dejó perderse hace ahora medio siglo, pero del que no han prescrito sus derechos de aguas. Tampoco los de cientos de propietarios de la comunidad de regantes de la capital que conservan ese derecho al agua en sus escrituras de propiedad. El agua de Aynadamar ha regresado casi a las puertas de la ciudad, por iniciativa de la Universidad. Otra cosa muy diferente sería poder llevarla de nuevo hasta los aljibes; lo que fueron sus estanques decantadores y conducciones antes de la muralla han desaparecido, han sido ocupados, en buena parte, por construcciones privadas.
La candidatura de Granada a la capitalidad cultural 2031 sería un buen motivo para elaborar un proyecto de recuperación de este patrimonio etnográfico, cultural y turístico de primer orden
La candidatura de Granada a la capitalidad cultural 2031 sería un buen motivo para elaborar un proyecto de recuperación de este patrimonio etnográfico, cultural y turístico de primer orden. Pero no nos engañemos, aquellos centenares de litros por segundo que traía la acequia a finales del XIX hasta el kilómetro cero (muralla de Fajalauza), hoy quedarían reducidos a un hilillo. Y eso en épocas de abundante pluviometría. Si en 1501, la concesión de los Reyes Católicos otorgó el 75% del agua de Fuente Grande al consumo de Granada, en la actualidad estaría reducido a una quinta parte. En el mejor de los casos.
Sistema hidráulico único: ¿romano o zirí?
Sobre el origen del sistema de abastecimiento de aguas a partir de la surgencia de la Fuente Grande −también de las Lágrimas o Aynadamar− existe una sospecha muy fundada y una realidad demostrada. Los avances de la arqueología en las últimas décadas están sacando a la luz cada vez mayor número de restos romanos; demostrarían que la ciudad ibero-romana de Ilíberis-Florentia fue de mediana importancia. Con población entre 15.000 y 20.000 habitantes, concentrados en su mayoría en lo que es el cerro del Albayzín, y desparramándose por infinidad de villaes en las zonas bajas. Han aparecido canalizaciones romanas de importancia, de hasta noventa centímetros de anchura, termas, estanques, etc. Había un foro y una muralla potente de origen romano. Los ciudadanos de Roma no se asentaban en ningún sitio ni creaban ciudades sin tener asegurado previamente el suministro de agua. Y debía ser agua de manantial o subterránea, preferentemente. Las pocas minas del cerro de San Miguel (hoy secas) no fueron suficientes como para alimentar una población tan numerosa. Y elevar el agua del Darro hasta lo alto de la colina no parece factible, a lo sumo la llevarían hasta la cota del Camino del Sacromonte y su tradicional continuación por la calle San Juan de los Reyes, a través de la conocida acequia de San Juan.
El origen de la idea de conducir el agua desde la ladera de la sierra de la Alfaguara hasta el cerro del Albayzín apunta a autoría romana
El origen de la idea de conducir el agua desde la ladera de la sierra de la Alfaguara hasta el cerro del Albayzín apunta a autoría romana. Los ingenieros romanos que llegaron a Iliberri en el siglo II a. C. ya tenían larga experiencia en llevar agua desde cientos de kilómetros hasta Roma; sus refinados chorobates le permitían calcular pendientes y túneles con precisión milimétrica. Cómo no iban a ser capaces de captarla a 13,4 kilómetros de Florentia (a 1.100 metros de altitud), hacerla serpentear por las laderas hasta entregarla a las puertas del antiguo oppidum ibero, a 788 metros (medidos en albercón/partidor que tenía el estanque del Manflor).
Hay restos de obras romanas un poco por encima del barrio de las Canteras, donde está hoy el campo de tiro
Los romanos ya andaban por la sierra de la Alfaguara hace dos mil años; no solamente controlaron el nacimiento de Fuente Grande para conducirlo a Granada; también lo hicieron con la Fuente del Piojo para suministrar agua a la pequeña villa que debía ser por entonces Alfacar. Hay restos de obras romanas un poco por encima del barrio de las Canteras, donde está hoy el campo de tiro; allí apareció un pie de prensa en 1964 (Manuel Pellicer Catalán, en el Anuario Arqueológico VI).
No obstante, aquellas presuntas conducciones romanas cayeron en el abandono cuando Ilíberis decayó en favor de Medina Elvira. No fue hasta la refundación de Garnatha en el 1013 por la dinastía Zirí cuando se volvió a poner los ojos de nuevo en el promontorio semiamurallado por iberos y romanos. Era lugar para organizar mejor defensa ante la descomposición del primer periodo taifa musulmán.
El sistema de abastecimiento de aguas para la nueva capital zirí estuvo acabado en un santiamén. Empezaron las construcciones masivas de aljibes de almacenamiento, cerrados en vez de abiertos como las cisternas romanas
El sistema de abastecimiento de aguas para la nueva capital zirí estuvo acabado en un santiamén. Empezaron las construcciones masivas de aljibes de almacenamiento, cerrados en vez de abiertos como las cisternas romanas. Resulta extraña tanta rapidez de los ziríes en conducir el agua y construir una acequia ex novo. A no ser que se tratara de rehabilitar un proyecto que ya llevaba mil años funcionando y había caído en el abandono.
La realidad es que en el siglo XI, con la primera dinastía independiente de Granada, se comenzó un ambicioso programa de obras públicas. Esto incluyó en primer lugar el aseguramiento del suministro de agua a partir de Aynadamar, el reparto de aljibes por todo el casco urbano −generalmente asociado a las mezquitas− y la fortificación con nuevas murallas.
Su caudal medio de surgencia estaba fijado en 240 litros/segundo hasta mediado el siglo XX, decían que manaba un caño como el cuerpo de un buey
Dejemos aparte los pagos de Alfacar, Víznar, El Fargue, tomas del Beiro y frailes cartujos-jesuitas, donde la Acequia movía molinos, regaba campos y llenaba tinajas de consumo humano. Centrémonos en la acequia cuando ya estaba próxima a la ciudad de Granada. Su caudal medio de surgencia estaba fijado en 240 litros/segundo hasta mediado el siglo XX, decían que manaba un caño como el cuerpo de un buey; descontados usos y pérdidas en los más de 13 kilómetros de recorrido, al estanque de Tallacarne (por debajo de la Golilla) se entregaban algo más de 100 litros. Ese caudal tan considerable ya cedía una parte por su izquierda buscando la Puerta de Fajalauza mediante un túnel, donde llenaba los aljibes de Cruz de Piedra, San Luis, Santa Isabel de los Abades, de la Vieja y moría en la Vereda de Enmedio.
El canal principal atravesaba el Camino Viejo de El Fargue bordeando por arriba toda la tapia de la Cerámica Fajalauza, donde movía su molino y servía para su potente actividad alfarera; penetraba por la muralla y continuaba por el Callejón de la Alberzana, rozando la iglesia de San Gregorio Alto
El canal principal pasaba por un sifón o mina que atravesaba el montículo de Gadeo; vaciaba todo su contenido en el partidor de Manflor (situado aproximadamente a mitad del actual Callejón Aynadamar, cerca del patio del colegio Hijas de Cristo Rey, hacia mitad de la calle Consuelo).
El estanque del Manflor actuaba como decantador de impurezas. De él partía, por su derecha, un ramal que bajaba por la Cuesta de San Antonio hacia el Hospital Real y se dirigía por la calle San Juan de Dios. El canal principal atravesaba el Camino Viejo de El Fargue bordeando por arriba toda la tapia de la Cerámica Fajalauza, donde movía su molino y servía para su potente actividad alfarera; penetraba por la muralla y continuaba por el Callejón de la Alberzana, rozando la iglesia de San Gregorio Alto.
El primer aljibe que llenaba era el del Paso o San Gregorio Alto. Desde aquí seguía por la calle Estrellas, atravesaba el jardín de Soto de Rojas (casa de los Mascarones) hasta desembocar en la calle Pagés
El primer aljibe que llenaba era el del Paso o San Gregorio Alto. Desde aquí seguía por la calle Estrellas, atravesaba el jardín de Soto de Rojas (casa de los Mascarones) hasta desembocar en la calle Pagés. Aquí estaba uno de los partidores más importantes: empezaba el reparto hacia su derecha a los aljibes de San Bartolomé, Colorao, San Cristóbal y San Ildefonso. En este caso, mediante una mina que obligó a rebajar San Cristóbal a una especie de pozo de cinco metros, una de las obras más difíciles del sistema.
El Aljibe del Rey (el más antiguo y el de mayor capacidad, 300 metros cúbicos), fue el mayor porque se encargaba de nutrir toda la zona palaciega de la dinastía zirí, ubicada en esta parte de la Alcazaba Cadima
El ramal principal continuaba por la calle Agua hasta desembocar en el partidor de Plaza Larga. Por la derecha daba agua a toda la Cuesta Alhacaba, Barrichuelo y la Merced. E infinidad de pilares para lavar y fuentes. Por la izquierda nutría al aljibe de Polo, Mezquita del Salvador, Tomasas, Peso de la Harina, Abén Humeya (o Negros) y Trillo. El partidor de Plaza Larga fue quizás la obra de ingeniería más llamativa de los ingenieros musulmanes: debía elevar el agua varios metros para subirla hasta el aljibe de San Nicolás mediante un sistema de tapones de madera; y a su lado, otra elevación bajo la Puerta de las Pesas que la llevaba hasta el Aljibe de la Gitana (bajo la casa donde está Guadalinfo actualmente), y desde aquí bajaba hasta el gran Aljibe del Rey (el más antiguo y el de mayor capacidad, 300 metros cúbicos). Fue el mayor porque se encargaba de nutrir toda la zona palaciega de la dinastía zirí, ubicada en esta parte de la Alcazaba Cadima; posteriormente, propiedad de las reinas nazaritas, de las monjas de Santa Isabel y de la casa de los obispos (la Tiña). Este ramal llenaba los aljibes de San Miguel, San José, Oidores, Cruz Verde, San Gregorio y Placeta de Porras. Ya en tiempos cristianos (hacia 1517) fue construido el único aljibe cristiano, el del Zenete.
El sistema de reparto de agua de uso público para la población del Albayzín llegaba prácticamente a todos los rincones
El sistema de reparto de agua de uso público para la población del Albayzín llegaba prácticamente a todos los rincones. Pero no sólo alimentaba los 27 aljibes que se conservan (hubo algunos más, hoy desaparecidos), también llenaban infinidad de aljibes y tinajas particulares, regaban huertas y jardines. Los derrames o sobrantes corrían calle abajo en busca del río Darro o la Vega.
Los RR CC crean el Tribunal de Aguas en 1501
Aquel complejo sistema de suministro de agua de época musulmana se rigió durante cinco siglos de dominio musulmán mediante la costumbre y el uso. No se conoce con exactitud la legislación a que estaba sometido, pero se sospecha que los cristianos no hicieron otra cosa que replicar lo que encontraron de épocas anteriores. La normativa de regulación de este sistema de suministro y reparto del agua comenzó con la cédula real de los Reyes Católicos de 2 de octubre de 1501; fue refrendada y ampliada con posterioridad por Juana I y Carlos V. Uno de los aspectos más importantes de aquella normativa fue la creación del Tribunal Privativo de Aguas de Granada. Era una institución encargada de impartir justicia y entender en todos los conflictos, organización de obras y garantizar el correcto funcionamiento.
Aquel Tribunal de Aguas de Granada estuvo funcionando desde 1501 hasta 1835, en que sus competencias fueron adjudicadas al Ayuntamiento. Y a partir de 1941, el Ayuntamiento delegó estas funciones en una Junta de Usuarios y Regantes
Aquel Tribunal de Aguas de Granada estuvo funcionando desde 1501 hasta 1835, en que sus competencias fueron adjudicadas al Ayuntamiento. Y a partir de 1941, el Ayuntamiento delegó estas funciones en una Junta de Usuarios y Regantes. El Tribunal era presidido por el corregidor de la capital, auxiliado por 3 vocales (solían ser caballeros XXIV); después había un administrador de aguas, era una especie de director general que se encargaba de llevar el buen funcionamiento de aquella primitiva empresa municipal de aguas; se ayudaba de alcaldes de aguas, acequieros, cañeros, aljiberos, mozos, aprendices, etc. Los salarios del personal al servicio de las aguas oscilaban entre los 20.000 maravedís el administrador y entre 4.000 y 9.000 los cañeros. Los gastos se repartían anualmente entre los usuarios, en cantidades muy pequeñas. El uso del agua era muy barato. Hasta el siglo XVIII no apareció la figura del fontanero mayor de la ciudad.
El Tribunal de Aguas se reunía en la Madraza dos veces por semana, los miércoles y los sábados. Eran sesiones públicas, ya que estaban inspiradas en el tribunal de Valencia
El Tribunal de Aguas se reunía en la Madraza dos veces por semana, los miércoles y los sábados. Eran sesiones públicas, ya que estaban inspiradas en el tribunal de Valencia. O quizás en otro islámico granadino, del que no tenemos referencia. Con el tiempo y con el aumento de litigios y problemas, se añadió también la tercera sesión de los lunes. El personal al servicio del Tribunal de Aguas gozaba de unos poderes muy especiales; podían acceder por la fuerza al interior de casas y huertos a comprobar si había fraude; sólo ellos podían dar y cortar el agua a aljibes, campos y casas; podían encarcelar directamente a quienes causasen daños a las aguas; había un extenso repertorio de multas y sanciones relativas al abuso o mal uso del agua: oscilaban de 5.000 maravedís por alterar partidores o abrir tomas ilegales, 3.000 por hacer un vertido de residuos o arrojar un animal muerto a la acequia o aljibe y 500 por infracciones más breves. El archivo del Tribunal de Aguas de Granada está repleto de denuncias de oficio o entre particulares.
Siempre prevalecía el derecho del agua de boca al de riego; lo primero era mantener llenos los aljibes para uso doméstico y después el regadío
Siempre prevalecía el derecho del agua de boca al de riego; lo primero era mantener llenos los aljibes para uso doméstico y después el regadío. Había establecido un férreo y detallado cuadrante de horas y días en que cada pueblo (Alfacar, Víznar, El Fargue) y cada pago podía hacer uso de su parte de agua. También prevaleció siempre el derecho de la capital al uso de esa agua, frente a las huertas de Alfacar, Beiro y Almanjáyar. De hecho, inicialmente Alfacar no tenía ningún derecho sobre Fuente Grande, porque ya tenía otras fuentes más bajas; solamente se le reconoció en 1501 a Víznar (25%) y a Granada (75%). De este 75%, la capital debía dar una parte a la alquería de El Fargue y a la Fábrica de Pólvoras.
La estructura de funcionamiento de la Acequia Aynadamar no se modificó prácticamente nada hasta finales del siglo XIX
La estructura de funcionamiento de la Acequia Aynadamar no se modificó prácticamente nada hasta finales del siglo XIX. En el XVI quedó configurado el sistema con la incorporación del suministro a edificios cristianos, el Hospital Real, San Juan de Dios, San Jerónimo, aljibe del Zenete y, ya a principios del XVII fue abierta una mina que tomaba agua en El Fargue y aparece por encima de la Abadía del Sacromonte. Los suministros de los jesuitas y cartujos son herederos de las derivaciones que había desde tiempo inmemorial para las almunias de los ricos musulmanes.
Cuando se urbanizó el Campus de Cartuja aparecieron trazas de aquella canalización, quizás anterior al siglo I a. C.
Una muestra más de que la acequia Aynadamar ya funcionaba en tiempos de Roma son las aportaciones ingentes de agua que necesitaron los once alfares de la ladera de Cartuja, a través de la torna que siempre se llamó Beiro. Incluso es probable que otro primitivo trazado romano de estas aguas discurriese un poco por debajo del actual; cuando se urbanizó el Campus de Cartuja aparecieron trazas de aquella canalización, quizás anterior al siglo I a. C.
Los daños del Terremoto de 1884 y la placa destrozada
El fuerte terremoto que sacudió Andalucía la Navidad de 1884 (conocido como el seísmo de Alhama) también afectó severamente al borde norte de la Vega de Granada. Güevéjar fue la población más afectada. Pero también la sierra de la Alfaguara tembló. El movimiento afectó a la Fuente Grande provocando desencaje de los sillares que rodean el nacimiento y el derrumbe total del muro de contención que circundaba todo el contorno. No se tienen noticias de que ninguna grieta interior mermara cantidades a la surgencia.
Fue contratada la empresa de García Villaescusa para que hiciera presupuesto en diciembre de 1885. Las obras empezaron, por fin, en marzo de 1886, con un presupuesto de 2.619,49 pesetas con cargo al Ayuntamiento de Granada
El Ayuntamiento de Granada, como responsable y propietario del nacimiento desde tiempo inmemorial, estuvo dando vueltas al proyecto de reconstrucción de lo destruido durante más de un año. Se encargó al concejal José Cañas García de la gestión de la obra. Fue contratada la empresa de García Villaescusa para que hiciera presupuesto en diciembre de 1885. Las obras empezaron, por fin, en marzo de 1886, con un presupuesto de 2.619,49 pesetas con cargo al Ayuntamiento de Granada. Los trabajos de reforma de la Fuente Grande para dejarla con un aspecto muy similar al que todavía presenta hoy se alargaron por falta de dinero; hubo que recurrir a un préstamo del Pósito granadino para poder finalizarlas.
Aquella comilona de munícipes les valió una cancioncilla popular; la juerga fue un miércoles y el jueves había convocado pleno, con lo cual hubo que suspenderlo por falta de asistentes y quizás el efecto de atracones
Aquello dio motivo a chanzas entre liberales y conservadores que por entonces se alternaban en el gobierno municipal. Por fin, el 18 de julio de 1886 informaba el concejal Cañas que se recepcionaba la obra. Y el 24 de septiembre subió toda la corporación granadina a festejarlo con una comida campestre. Era alcalde Mariano Zayas Madrid. Inauguró una lápida en la cabecera de la fuente como recuerdo de aquella reforma y marcando la propiedad y la financiación del aprovechamiento del agua. Aquella comilona de munícipes les valió una cancioncilla popular; la juerga fue un miércoles y el jueves había convocado pleno, con lo cual hubo que suspenderlo por falta de asistentes y quizás el efecto de atracones. La música de aquella murga era de Los Feos, y la letra decía así:
“Y Zayas y compañía/con frescura sin igual/continúan siendo ediles/pero ediles de verdad/por arriba/por abajo/por delante/y por detrás/
Por entonces, el municipio de Alfacar quedaba muy abajo, tenía pocos más de 1.200 habitantes y suficiente con una pequeña toma de agua de este manantial, pero se nutría principalmente de la fuente del Morquí y otros pequeños manantiales por debajo de la cota de los 1.100 metros de la surgencia de Aynadamar
Por entonces, el municipio de Alfacar quedaba muy abajo, tenía pocos más de 1.200 habitantes y suficiente con una pequeña toma de agua de este manantial, pero se nutría principalmente de la fuente del Morquí y otros pequeños manantiales por debajo de la cota de los 1.100 metros de la surgencia de Aynadamar. Relataba el cronista Henríquez de Jorquera, que vivió dieciséis años en Alfacar, que a principios del siglo XVII eran unos doscientos sus vecinos (unos 800 habitantes) y que las aguas de Jalimar (Aynadamar) no eran menester por sus muchas fuentes más abajo. El pueblo tenía cinco molinos de harina movidos por la fuerza de la Fuente Chica. Ya por entonces, Alfacar enviaba más de cien cargas de pan a la ciudad de Granada.
La placa conmemorativa estuvo colocada en el marco pétreo que todavía sigue en el lugar. Pero fue eliminada en el año 1996 por orden del entonces alcalde de Alfacar
La placa conmemorativa estuvo colocada en el marco pétreo que todavía sigue en el lugar. Pero fue eliminada en el año 1996 por orden del entonces alcalde de Alfacar. Este pueblo había dejado de ser pequeño, sus casas y su población habían ido subiendo hasta el barrio de las Canteras y demandaban su lógico derecho a más agua. No tuvieron la prevención de respetar la placa histórica y ubicar la actual al lado.
1941: Cambio radical en la gestión de la Acequia
El año 1941 trajo varias noticias trascendentales para el presente y futuro de las aguas de la Acequia Aynadamar y el sistema de abastecimiento del Albayzín. La primera fue una orden del alcalde Gallego Burín para limpiar y rehabilitar los aljibes tras los destrozos de años de guerra. La segunda, el Ayuntamiento se decidió al fin −tras infinidad de proyectos frustrados− a canalizar aguas de los ríos Aguas Blancas y Genil, potabilizarlas y construir una red de agua potable para repartirla a presión por toda la ciudad. También se acompañó de otra red paralela de saneamiento. Fue una iniciativa que todavía necesitó de una década para comenzar a llegar a los grifos de las casas. El uso de agua potable empezó a generalizarse a partir de la década de los cincuenta; a razón de una sola toma de agua por casa, que los vecinos se la repartían como si fuesen a cualquier fuente con sus cántaros.
El uso de agua potable empezó a generalizarse a partir de la década de los cincuenta; a razón de una sola toma de agua por casa, que los vecinos se la repartían como si fuesen a cualquier fuente con sus cántaros
[La única calle que gozó de agua de red desde principios del siglo XX fue la Gran Vía. Todos los edificios de esta nueva avenida disponen en su sótano de una alberca cubierta. Una de las principales tareas de los porteros de los edificios consistía en bombear el agua a unos depósitos en las terrazas, primero a mano y más tarde con bombas eléctricas. Cada piso de la Gran Vía disfrutaba de dos puntos de agua, uno en la cocina y otro en el aseo.]
La otra noticia importante ocurrida en 1941 fue la promulgación de una ley estatal que ordenaba la creación de comunidades de regantes y usuarios de las acequias. Les quitaba las competencias a los ayuntamientos. Fue una ley pensada para ordenar regadíos, no contemplaba el caso tan peculiar del uso doméstico que se venía haciendo con los aljibes de Granada. Si bien, para entonces, el agua de Aynadamar ya se usaba poquísimo como agua de boca debido a los riesgos que entrañaba su ingesta tras trece kilómetros de discurrir al aire libre. Los riesgos sanitarios eran evidentes, de ahí que hubiese montado un complejo sistema de aguadores que la cargaban en fuentes más seguras.
Si ya en 1835 el Tribunal de Aguas fue eliminado, se quitó un problemón de en medio y se lo echó a la justicia ordinaria, a partir de 1941 esa responsabilidad dejó de recaer sobre el Ayuntamiento de la capital
La comunidad de regantes de Aynadamar fue constituida por los tres ayuntamientos afectados (Alfacar, Víznar y Granada), los propietarios de 442 hectáreas de terrenos susceptibles de regar, la Confederación Hidrográfica, algunos grandes propietarios de industrias (molinos y fábrica de Pólvoras), etc. Si ya en 1835 el Tribunal de Aguas fue eliminado, se quitó un problemón de en medio y se lo echó a la justicia ordinaria, a partir de 1941 esa responsabilidad dejó de recaer sobre el Ayuntamiento de la capital.
Hubo que recurrir incluso a colocar vigilantes privados para evitar rotos, desvíos y “ratoneras”. Los tres acequieros oficiales, uno por pueblo, no daban abasto para controlar el trazado
Los problemas con el agua han llevado siempre paralela una guerra por el líquido elemento. Sobre todo, causados por su escasez. Por poner un ejemplo, en el año 1949 se quejaba la ciudad de Granada de que llevaba casi tres meses sin que le llegara el agua de Aynadamar, los aljibes estaban secos, se aproximaba el verano y las plantas pedían agua. El asunto de aquella extrema falta de agua abrió la vía de denuncias en la Audiencia que se prolongó durante las décadas siguientes. Hubo que recurrir incluso a colocar vigilantes privados para evitar rotos, desvíos y “ratoneras”. Los tres acequieros oficiales, uno por pueblo, no daban abasto para controlar el trazado.
Alfacar tenía varias fuentes y muchos pozos, unos más legales que otros, pero pronto empezó a reclamar un derecho a un agua que los Reyes Católicos no habían contemplado en 1501
El municipio de Alfacar empezaba su explosión demográfica. En 1941 construyeron chalés incluso por encima del trazado de la acequia; ahí fue la primera vez que se detectaron vertidos fecales. Nacieron urbanizaciones y más urbanizaciones hasta completar el barrio de las Canteras. Alfacar tenía varias fuentes y muchos pozos, unos más legales que otros, pero pronto empezó a reclamar un derecho a un agua que los Reyes Católicos no habían contemplado en 1501. Era lógico y lícito que así lo hicieran los alfacareños, pues cuando se amojonaron los términos municipales y se compartimentó el alfoz de Granada, la Fuente Grande quedó en la demarcación de Alfacar. Desde entonces, todos los alcaldes centraron sus esfuerzos en reclamar cada vez más agua de Aynadamar. Y sus agricultores también, unas veces por vía legal y la mayoría por tomas ilegales.
Granada pierde interés por Aynadamar
Ya sabemos que a Aynadamar le adjudicaban un aforo medio de 240 litros/segundo a principios de siglo. Con el paso del tiempo, esa cifra ya no se ha vuelto a alcanzar casi nunca.
En tanto que Alfacar, y algo menos Víznar, reclamaba cada vez mayor participación de flujo de Fuente Grande, en la ciudad de Granada estaba empezando a ocurrir todo lo contrario: para el año 1950 empezó a llegar el agua potable por tuberías a las casas
En tanto que Alfacar, y algo menos Víznar, reclamaba cada vez mayor participación de flujo de Fuente Grande, en la ciudad de Granada estaba empezando a ocurrir todo lo contrario: para el año 1950 empezó a llegar el agua potable por tuberías a las casas; la red continuó expandiéndose con rapidez, de manera que en los años sesenta ya estaba en el Albayzín y en 1968 casi se daba por concluido el trazado básico.
El Ayuntamiento de Granada había empezado a perder el interés por el agua de Aynadamar. Y la mayoría de los vecinos del Albayzín, también. Solamente les interesaba su defensa a los usuarios que la tomaban antes de llegar a la ciudad, es decir, agricultores. Quienes quedaron desamparados fueron los vecinos que tenían grandes cármenes o paratas de regadío dentro del Albayzín o en las inmediaciones. El barrio originario de la ciudad cambió definitivamente un sistema de suministro de agua de fundación milenaria por otro que le llegaba por una tubería de hierro o cobre. Al principio, este hecho no importó demasiado, ya que el agua que salía por el grifo instalado por fontaneros del Ayuntamiento tenía un coste bastante barato. Y no se cobraba por los conceptos de depuración ni alcantarillado. Incluso escaseaban los contadores.
Las infraestructuras del sistema hidráulico zirí empezaron pronto a deteriorarse y ser abandonadas. Para empezar, el último tramo de la Acequia antes de entrar a Granada fue ocupado por viviendas o por calles y jardines
Las infraestructuras del sistema hidráulico zirí empezaron pronto a deteriorarse y ser abandonadas. Para empezar, el último tramo de la Acequia antes de entrar a Granada fue ocupado por viviendas o por calles y jardines. Varias casas están encima de lo que fue albercón/partidor de Manflor; el sifón que lo antecedía fue eliminado para crear el Parque del Agua (1994) que hay en la urbanización de adosados de Cármenes de Gadeo; se conserva la franja de dominio público de los cien metros anteriores a la penetración de la Acequia bajo la muralla, justo emparedada entre el Sagrado Corazón y Cerámica Fajalauza; a continuación, en el Carmen siguiente, queda todavía un pequeño tramo, pero una piscina y una casa hicieron desaparecer el trazado. Ya el resto que discurría por el Callejón de la Alberzana hasta el primer aljibe, el de Paso, está cegado bajo el callejón que parte de la iglesia de San Gregorio.
Paralelamente han ido desapareciendo las canalizaciones antiguas, armadas a base de atanores cerámicos de distinto calibre
Desde hace medio siglo han sido levantadas y renovadas todas las redes de agua, desagües, telefonía y electricidad. Varias veces en algunas calles. Se han puesto los empedrados patas arriba. Paralelamente han ido desapareciendo las canalizaciones antiguas, armadas a base de atanores cerámicos de distinto calibre. Prácticamente nada queda de la red de tuberías históricas, partidores, compuertas, cauchiles y elevadores. Incluso las minas están semicegadas o impracticables.
La llegada de la red de tuberías desde finales de los cincuenta propició que los aljibes quedaran como instrumentos inservibles. En cuestión de años se vieron convertidos en vertederos de basuras y algunos con daños en sus cubiertas. Eran ya un estorbo del pasado
La llegada de la red de tuberías desde finales de los cincuenta propició que los aljibes quedaran como instrumentos inservibles. En cuestión de años se vieron convertidos en vertederos de basuras y algunos con daños en sus cubiertas. Eran ya un estorbo del pasado.
El Ayuntamiento de Granada habilitó inicialmente un servicio municipal de aguas y residuales un tanto peculiar. La ciudad fue de los últimos grandes concejos de capitales españolas en completar el reparto de agua potable a todos sus vecinos. En 1968 no paraba de haber quejas en el Zaidín y Chana de que no tenían agua en las casas; al Sacromonte no llegó el primer grifo hasta aquel año. El servicio municipal tenía dos partes en su gestión: la administrativa era llevada por funcionarios municipales del departamento de recaudación, en tanto que la operativa era contratada con albañiles y fontaneros privados, siempre bajo supervisión de ingenieros municipales. Pero aquel sistema se demostró que no era demasiado funcional. La ciudad creció desmesuradamente y fue precisamente un antiguo funcionario de aguas municipal, Eloy Esperidón, quien creó una pequeña empresa constructora y de fontanería y se quedó con la parte operativa.
Nada más recobrarse la democracia, en 1979, la nueva corporación entendió como prioritario mejorar el servicio de aguas, extender el servicio hasta el último rincón y acabar con las calles terrizas
Los años sesenta y setenta estuvieron desbordados en cuanto al sistema de aguas potables de Granada. Había cortes y averías continuamente. No estaba a la altura de una ciudad moderna. Nada más recobrarse la democracia, en 1979, la nueva corporación entendió como prioritario mejorar el servicio de aguas, extender el servicio hasta el último rincón y acabar con las calles terrizas. Se puso manos a la obra bajo la batuta del concejal Manuel Fernández Márquez.
También de modo paralelo, aunque ya no estuvieran en funcionamiento, se decidió iniciar un programa de recuperación de los 27 aljibes que quedaban en pie en el Albayzín (más el de Rodrigo del Campo en el Realejo). Entre 1984 y 1989 se limpiaron, se enfoscaron, se repasaron sus fábricas, se les puso puerta e incluso rejas
También de modo paralelo, aunque ya no estuvieran en funcionamiento, se decidió iniciar un programa de recuperación de los 27 aljibes que quedaban en pie en el Albayzín (más el de Rodrigo del Campo en el Realejo). Entre 1984 y 1989 se limpiaron, se enfoscaron, se repasaron sus fábricas, se les puso puerta e incluso rejas. En el año 2004, la Agencia Albaicín volvió a darles un repaso. Y así están desde entonces, unos más vandalizados que otros, pero prácticamente como debieron lucir en sus mejores tiempos. Pero vacíos. Solamente es visitable por dentro el del Rey, gestionado por la Fundación Agua Granada. También el de la calle San Juan de los Reyes, bajo la plaza de la Victoria, se viene utilizando como sede de asociación de vecinos, lugar de ensayos de bandas de música, local de asociaciones culturales, gimnasio, etc. Tiene un acceso fácil a pie de calle.
La lluvia destrozó el tomadero y llenó de barro la potabilizadora de Cenes; la ciudad de Granada estuvo sin agua durante casi todo el día tres de enero. Y después continuó saliendo agua turbia por los grifos los siguientes días
En cuanto al primer servicio municipal de aguas, su muerte venía gestándose desde 1981. Ya en junio de aquel año, el concejal responsable de aguas Manuel Fernández Márquez venía barajando la necesidad de formar empresas municipales que se encargaran de llevar la gestión de determinados servicios públicos (aguas, vivienda, cementerio). La gota, o las muchas gotas, que colmaron el vaso fue una fuerte tormenta caída el 2 de enero de 1982 en el entorno de Granada. Por entonces, el tomadero de agua se hacía en una represa del río Genil, no existían todavía los canales de las presas de Quéntar ni de Canales (éste todavía en obras). La lluvia destrozó el tomadero y llenó de barro la potabilizadora de Cenes; la ciudad de Granada estuvo sin agua durante casi todo el día tres de enero. Y después continuó saliendo agua turbia por los grifos los siguientes días.
A mediados de enero de 1982, la Corporación que presidía Antonio Jara creó la Empresa Municipal de Aguas de Granada (Emasagra); se tomaron como base los antecedentes de Córdoba y Sevilla; el primer gerente fue Federico Terrón, al que siguió Francisco Bernier Morillo
A mediados de enero de 1982, la Corporación que presidía Antonio Jara creó la Empresa Municipal de Aguas de Granada (Emasagra); se tomaron como base los antecedentes de Córdoba y Sevilla; el primer gerente fue Federico Terrón, al que siguió Francisco Bernier Morillo. La empresa nació con funcionarios municipales para la parte administrativa y con operarios de Eloy Esperidón, ACSA e IASA; en total empezaron a trabajar en ella unas cuarenta personas. Para hacer algunas obras de envergadura se continuó recurriendo a constructoras y grandes grupos de fontanería. Emasagra lleva ya más de un cuarto de siglo con el 49% privatizado, con un funcionamiento excelente, pero con precios excesivamente elevados.
La milenaria Acequia Aynadamar y su sistema de abastecimiento es un recuerdo anclado en la memoria de los viejos
La milenaria Acequia Aynadamar y su sistema de abastecimiento es un recuerdo anclado en la memoria de los viejos. Las nuevas generaciones nunca llegaron a saber lo penoso que era acarrear agua desde los aljibes, ir a lavar y tender en sus alrededores o salir a la calle a comprar el agua potable a los aguadores. Todo nos lo sirven hoy en las casas por un tubo: agua, gas, electricidad, teléfono, televisión.
Emasagra elevó los precios, añadió costes de depuración y tratamiento residual. Poco a poco fueron subiendo los costes del recibo del agua. Los albaicineros que tienen la suerte, o la desgracia, de tener grandes jardines (algunos catalogados y obligados a su mantenimiento) se llevan grandes sustos con los recibos
El problema quedó desde entonces para quienes regaron sus huertos y jardines albayzineros con el agua casi gratis; las pérdidas de redes eran enormes. Emasagra elevó los precios, añadió costes de depuración y tratamiento residual. Poco a poco fueron subiendo los costes del recibo del agua. Los albaicineros que tienen la suerte, o la desgracia, de tener grandes jardines (algunos catalogados y obligados a su mantenimiento) se llevan grandes sustos con los recibos. Sobre todo, porque pagan la misma agua dos veces: en concepto de consumo y también por un vertido inexistente, ya que el agua de riego no va a las depuradoras. Este detalle, ni el Ayuntamiento ni la Emasagra de gestión privatizada actual lo tienen en cuenta; sería necesario habilitar una tarifa especial para riego de zonas verdes privadas. El Ayuntamiento nunca ha reparado en eso porque el riego de zonas verdes públicas es gratis para la administración local. O, mejor dicho, pagado con los impuestos de todos los vecinos.
La Acequia siguió adelante con sus problemas
Hace alrededor de medio siglo, Granada dio definitivamente la espalda a la Acequia Aynadamar, después de mil años de ser alimentada con sus aguas. De hecho, el Ayuntamiento se interesaba poco, ni enviaba a sus representantes a reuniones de la comunidad de usuarios. El agua pronto fue acaparada por los dos municipios de cabecera. En el año 1973 ya se consiguió tener unos estatutos con los que regular su funcionamiento como comunidad de regantes. Pero no acabaron ahí los conflictos. Aunque, repito, con el término de Granada prácticamente ausente: la ciudad ya tenía agua potable de pantanos, los campos de jesuitas habían pasado a la Universidad y las zonas regables del Manflor, Cartuja, Beiro, Rolando y Almanjáyar dejaron de cultivar trigo y viñas a pasaron a sembrar bloque de pisos.
El agua había dejado de llegar casi a El Fargue, con lo cual Emasagra tendió pronto tuberías y la bombeó a la única alquería que le queda a la capital. Los comuneros dejaron de abonar las cuotas. El que era presidente por entonces, Rafael Pérez Pire, estaba harto de poner dinero de su bolsillo y dedicarle un tiempo que le quitaba a su empresa, Puleva
El agua había dejado de llegar casi a El Fargue, con lo cual Emasagra tendió pronto tuberías y la bombeó a la única alquería que le queda a la capital. Los comuneros dejaron de abonar las cuotas. El que era presidente por entonces, Rafael Pérez Pire, estaba harto de poner dinero de su bolsillo y dedicarle un tiempo que le quitaba a su empresa, Puleva. No se podía pagar a vigilantes, el caos llegó a la gestión, la acequia empezó a deteriorarse a partir de El Fargue; los muchos molinos de Víznar y Granada se engancharon a la electricidad, ya necesitaban poco el agua; los escapes aumentaron, las tomas ilegales también; los vertidos de aguas residuales se multiplicaron; la insalubridad se disparó, etc.
La Acequia Aynadamar se moría. Sus gestores recurrieron a la Confederación Hidrográfica en 1976 solicitando ayuda. Los estudios de ingenieros concluyeron que la solución sería entubarla. Fue redactado el correspondiente proyecto en 1981 por la CHG. El Gobierno de España lo aprobó en Consejo de Ministros de 12 de noviembre de 1982; el Estado se haría cargo del 100% del coste de la obra.
El Ayuntamiento de Alfacar arreció en 1984 en su ofensiva de hacerse con mayor porcentaje del agua de Fuente Grande. Reclamó por todas las vías aprovechamientos antiguos de molinos y otras actividades. Finalmente, en 1989, el Gobierno destinó 149 millones de pesetas para entubar los trece kilómetros de acequia
El Ayuntamiento de Alfacar arreció en 1984 en su ofensiva de hacerse con mayor porcentaje del agua de Fuente Grande. Reclamó por todas las vías aprovechamientos antiguos de molinos y otras actividades. Finalmente, en 1989, el Gobierno destinó 149 millones de pesetas para entubar los trece kilómetros de acequia. Alfacar presionó para sacar mayor tajada negando licencia de obra. Surgieron también opiniones contrarias al entubamiento, sobre todo por motivos medioambientales, históricos y sentimentales. Se recrudeció la guerra por aquella agua. Aunque Granada capital permaneció totalmente ausente, no le interesaba nada el problema. A lo sumo, defendió algo a El Fargue y el derecho de la fábrica de Pólvoras. La Abadía del Sacromonte tampoco se implicó porque llevaba muchos años sin hacer uso de su derecho al agua de Aynadamar adquirido por el arzobispo Pedro de Castro en 1609.
Las obras pararon cuando arreciaron las quejas de tipo ciudadano
Las obras de entubamiento avanzaron siete kilómetros en el tramo central, el correspondiente al término de Víznar, porque Alfacar se negaba a que se entubara en su término. Las obras pararon cuando arreciaron las quejas de tipo ciudadano. A pesar de que informes del Servicio de Salud de la Junta y de Diputación también se pronunciaban a favor de entubarla.
La Junta de Andalucía estaba hecha un lío: Salud defendía el entubamiento mientras la Consejería de Cultura amenazó, y cumplió, con paralizar la obra y declarar la Acequia Bien de Interés Cultural
La Junta de Andalucía estaba hecha un lío: Salud defendía el entubamiento mientras la Consejería de Cultura amenazó, y cumplió, con paralizar la obra y declarar la Acequia Bien de Interés Cultural. Pero sólo los tramos correspondientes a Alfacar y Víznar. (Fue declarada BIC el 11 de noviembre de 1992). El cauce fue remozado e impermeabilizado entre el nacimiento y antes de llegar a Víznar. Y prácticamente así está desde entonces, con el tramo intermedio metido en tubos. Alfacar consiguió aumentar en mucho el uso de agua para el barrio de las Canteras. En 1995, el entonces alcalde de Alfacar culminó una especie de “toma” de la Fuente Grande para su causa. Quitó la placa de 1886 de la ciudad de Granada y colocó la suya, con una leyenda que huele a propaganda barata. La ciudad de Granada continuó sin tener el más mínimo interés por sus aguas milenarias de la Alfaguara.
Lejos quedó el aforo de 240 litros por segundo que daba hasta mediado el siglo XX. En la actualidad, con periodos secos cada vez más continuados, apenas se superan los 35 l/seg
El aforo de Aynadamar ha ido menguando en los últimos años. Primero porque no llueve en las sierras kársticas que le dan vida, y porque se han multiplicado los pozos en las cuencas aledañas. Lejos quedó el aforo de 240 litros por segundo que daba hasta mediado el siglo XX. En la actualidad, con periodos secos cada vez más continuados, apenas se superan los 35 l/seg.
En la evaluación de caudales hecha en agosto de 1991 para proceder a su reparto entre los interesados, la Comisaría de Aguas detectó infinidad de tomas fraudulentas, de grosor de hasta 75 mm. en El Caracolar, otra de 90 mm. del propio Ayuntamiento de Alfacar, etc. Ya por aquella época de presequía, el aforo fue sólo de 44 litros/seg. La situación empeoró mucho en los años 1994-96. El informe calculó la pérdida por robo, ratoneras, filtraciones y evaporación en aproximadamente el 50%.
Hace pocos días, en un recorrido por la Acequia, se constató una ausencia del tradicional lagrimeo y borboteo que le da el nombre de Fuente de las Lágrimas; el tránsito del agua es lentísimo
Por aquellas fechas de 1991 se decidió el siguiente reparto de agua, aproximado: al barrio de las Canteras de Alfacar 19,9 litros; para el término municipal de Granada 20,6 l.; también podían usar el agua los seis molinos que quedaban activos en Víznar, más su fábrica de tejidos; a la fábrica de Pólvoras se le reservaban 31 litros. Aquellas cifras quedaban sujetas a modificación en función de los aforos de cada temporada.
La realidad de los últimos años ha empeorado bastante, el acuífero presenta síntomas de agotamiento por falta de lluvias y nevadas. Más las decenas de pozos de los alrededores que han rebajado el nivel freático. Hace pocos días, en un recorrido por la Acequia, se constató una ausencia del tradicional lagrimeo y borboteo que le da el nombre de Fuente de las Lágrimas; el tránsito del agua es lentísimo. En lo que fue rodezno del Molino de las Pasaderas apenas caen diez litros por segundo, como se comprueba en vídeo adjunto.
El ejemplo de la fábrica de El Fargue es significativo: casi siempre se veía caer una zumbo potente y ruidoso por su famosa cascada; la semana pasada estaba sin movimiento
El ejemplo de la fábrica de El Fargue es significativo: casi siempre se veía caer un zumbo potente y ruidoso por su famosa cascada; la semana pasada estaba sin movimiento. El director de la Fábrica de Armamento nos informaba que desde 2015 todo ha cambiado en cuanto al suministro de la Acequia; de los 31 litros asignados en el año 1991 se ha ido bajando a pasos agigantados. En la actualidad le llegan unos 15 litros por segundo, los días que les llegan, que no son todos. Se echa la culpa a regantes de pagos superiores, que no dejan pasar ni gota. La fábrica de Pólvoras deja pasar toda la cantidad que les entra. Esto les ha obligado a abrir un pozo propio en la zona de Puerto Lobo.
La recuperación para la Universidad: proyecto MEMOLab
La buena noticia para devolver la vida a la Acequia Aynadamar en el último tramo, a partir de El Fargue, surgió de la Universidad de Granada hace poco más de dos años. Concretamente del MEMOLab (Laboratorio de Arqueología Biocultural) que dirige el catedrático José M. Martín Civantos.
Pusieron en marcha un proyecto que consistía en recuperar el tramo que llevaba agua de la acequia a la antigua finca de los jesuitas
Pusieron en marcha un proyecto que consistía en recuperar el tramo que llevaba agua de la acequia a la antigua finca de los jesuitas. Concretamente al inmenso Albercón del Moro que hay situado en la parte más alta de lo que hoy es el Campus Universitario de Cartuja, por debajo del tomadero del Molino Bajo de la Golilla. También se ha incluido la rehabilitación de la alberca.
Grupos de voluntarios, azada y pala en mano, estuvieron muchos fines de semana desbrozando y volviendo a abrir el cauce, que estaba prácticamente perdido en algunos tramos
Grupos de voluntarios, azada y pala en mano, estuvieron muchos fines de semana desbrozando y volviendo a abrir el cauce, que estaba prácticamente perdido en algunos tramos. En esta parte de la Acequia se trata de una canalización de tierra, que propició abundante vegetación de ribera. La limpieza ha permitido que el agua llegue ya hasta el Albercón del Moro. Se le ha devuelto la vida hasta la zona más alta de Cartuja. Ya ha sido probado con una lámina pequeña de agua. Y vuelve a funcionar, si bien el caudal todavía lo absorbe la tierra tan seca, es poca la aguada que llega. En una fase siguiente, a partir del Albercón universitario, hay que rehabilitar también las canalizaciones para su distribución por las laderas del Campus.
Ha sido todo un éxito de MEMOLab; su iniciativa anima a continuar con la recuperación del kilómetro, aproximadamente, que resta hasta llegar a la muralla de Fajalauza
Ha sido todo un éxito de MEMOLab; su iniciativa anima a continuar con la recuperación del kilómetro, aproximadamente, que resta hasta llegar a la muralla de Fajalauza. Pero eso ya son proyectos de mayor envergadura, pues la mayor parte de la infraestructura histórica está desaparecida y usurpada la zona de dominio que tuvo Aynadamar. Es factible de hacer con tuberías modernas bajo las calles hasta conectar y volver a dar vida a la tupida red de aljibes y lavaderos que tuvo la ciudad de Granada.
De conseguirlo, sería un hito histórico, turístico y medioambiental, ya que su agua serviría regar zonas verdes del Albayzín
De conseguirlo, sería un hito histórico, turístico y medioambiental, ya que su agua serviría regar zonas verdes del Albayzín. Este sistema de suministro hidráulico ha sido uno de los principales elementos identitarios que tuvo siempre Granada.
La potente y rentable empresa Emasagra, su Fundación Agua Granada o el Ayuntamiento tienen la última palabra. Hay fondos europeos de enjundia para este tipo de proyectos. Sólo hay que ponerse a trabajar en ello.