La peli porno de Alfonso XIII que calentó Granada en 1917 y fulminó el Teatro Alhambra
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Estaba producida por Royal Films, dirigida por Ricardo de Ramos, con producción y guion del rey Alfonso XIII, gran aficionado y mecenas
Ver un simple pie desnudo femenino o unos centímetros más arriba era toda una proeza. De ahí que los hombres recurriesen a las acciones más arriesgadas para poder ver partes desnudas de una mujer
El sexo masculino español se volvía loco por ver una pantorrilla femenina. Sobre todo, a partir del mediado el siglo XVI en que el Concilio de Trento decidió enlutar a los españoles y tapar todo atisbo carnal de la mujer. Ver un simple pie desnudo femenino o unos centímetros más arriba era toda una proeza. De ahí que los hombres recurriesen a las acciones más arriesgadas para poder ver partes desnudas de una mujer: practicando agujeros en tabiques de habitaciones, trepando por balcones, escudriñando bajo las rendijas de los asientos de madera de la plaza de toros, metiéndose bajo los vagones de tren cuando descendían las viajeras (más de un accidente provocó esta temeridad), etc. Todas estas acciones las solían protagonizar jóvenes o gentes sin medios, ya que quienes podían pagarlo acudían a la infinidad de casas de citas repartidas por la ciudad, principalmente la Manigua y el barrio de la Virgen.
Los granadinos más pudientes que no querían, no se atrevían o deseaban curiosear descubrieron hacia 1857 las primeras piernas de mujeres en los bailes de salón cuando llegó la moda del can-can
Los granadinos más pudientes que no querían, no se atrevían o deseaban curiosear descubrieron hacia 1857 las primeras piernas de mujeres en los bailes de salón cuando llegó la moda del can-can. Los cafés se llenaban cada noche para ver bailar a unas cuantas mujeres que, en determinados momentos, alzaban sus piernas o levantaban los vestidos para dejar ver fugazmente algo de carne por encima de las medias. Con un poco de suerte, un poco más, hasta los pololos de puntillas. Con esas visiones nuestros tatarabuelos se daban por satisfechos.
Fueron famosas las animadoras que actuaban y se paseaban por los escenarios montados en los cafés Suizo y Alameda (en la terraza del Campillo)
La moda de los bailes del can-can continuó en cafés y teatros hasta finales del siglo XIX. Les tomaron el relevo las populares “animadoras de café”. No se trataba de compañías de fuera que llegaban, actuaban unos días enseñando las piernas y se iban a otra ciudad. En este caso eran más estables, casi como camareras formando parte de las plantillas de locales para adultos. Fueron famosas las animadoras que actuaban y se paseaban por los escenarios montados en los cafés Suizo y Alameda (en la terraza del Campillo). Incluso sus actuaciones no se limitaban a llevar faldas vaporosas por encima de la rodilla y levantar las piernas en el escenario para enseñar algo de carne, también iban recorriendo las mesas para dar conversación a clientes y fomentar el consumo.
El régimen franquista fue bastante permisivo con el erotismo comedido y la prostitución como método de contribuir a la “paz social”
Aquellas animadoras de principios del siglo XX desaparecieron en tiempos de la II República. Pero curiosamente volvieron a aparecer, con permiso gubernativo o autorización tácita, en los años cincuenta, en el periodo más duro de la dictadura. El régimen franquista fue bastante permisivo con el erotismo comedido y la prostitución como método de contribuir a la “paz social”. Siempre que no llamaran mucho la atención.
Los salones verdes fueron una forma más de lupanar en las ciudades
A principios del siglo XX se recuerdan en Granada una especie de mezcla de chicas del can-can y animadoras a las que se llamó “salón verde”. El más famoso de los que existieron en Granada fue el Café del León (calle Mesones, actual edificio de Desigual). Aquellos espectáculos supusieron un paso más en las funciones eróticas-prostitución , según solía denunciar la prensa conservadora. En 1902, el Café León trajo a su “salón verde” nocturno a la Compañía Internacional de Varietés. Se trataba de varias señoritas que cantaban, bailaban lo que sabían, decían picardías, incitaban a consumir a los clientes… Igual que las imágenes que vemos en los “saloones” de las películas del Oeste americano.La segunda parte de la función tenía lugar cuando las señoritas invitaban a ser felicitadas personalmente o recibir regalos en sus respectivos camerinos. El diario El Anunciador comparaba aquellos salones verdes con la mismísima Sodoma y Gomorra. Los salones verdes fueron una forma más de lupanar en las ciudades.
Las películas del oeste americano no inventaron nada que no existiera en Granada
Los salones verdes de segunda, tercera o décima categoría también llegaron a pueblos grandes durante sus fiestas patronales. Bien en casas que alquilaban o en carromatos que tenían una o dos pequeñas habitaciones en su interior. O sea, que las películas del oeste americano no inventaron nada que no existiera en Granada.
Era una organización religiosa que arremetía contra todo lo que se moviera, especialmente contra lo erótico, sicalíptico y pornográfico por entender que ofendía a la religión
La permisividad política con este tipo de espectáculos de principios del siglo XX hizo que naciera en las principales ciudades La Liga contra la Pornografía. En Granada no llegó a llamarse así. En 1911 se le había adelantado un grupo de mujeres, muy numeroso que rondaba el millar; formaron lo que se llamó Obra de Conservación y Defensa de la Fe. Era una organización religiosa que arremetía contra todo lo que se moviera, especialmente contra lo erótico, sicalíptico y pornográfico por entender que ofendía a la religión. Estuvo dirigida casi desde sus inicios por la Condesa de Calatrava y Vizcondesa de las Torrecillas (Elisa Chacón Pérez del Pulgar Peralta y Fernández de Córdoba, 1842-1930, viuda joven por haberse casado con su tío Manuel María Benavides y Chacón).
En la prensa de aquellos años se leen noticias por denuncias a librerías que ofrecían a sus clientes de confianza revistas con mujeres en paños menores; a vendedores callejeros de prensa que llevaban en su catálogo un folleto sicalíptico titulado 'Amores de viaje' o las revistas de 'Bataclán'
La Obra se dedicaba a denunciar ante las autoridades cualquier manifestación que considerase erotismo y, por tanto, grave pecado. Lo hacían con las tiendas y vendedores de prensa que solían ofrecer (de tapadillo) las primeras revistas eróticas y colecciones de postales de mujeres en actitud pecaminosa. Las primeras impresiones de revistas llegaban con origen francés o alemán, pero pronto nacieron imprentas españolas que vieron negocio en el asunto. En la prensa de aquellos años se leen noticias por denuncias a librerías que ofrecían a sus clientes de confianza revistas con mujeres en paños menores; a vendedores callejeros de prensa que llevaban en su catálogo un folleto sicalíptico titulado Amores de viaje o las revistas de Bataclán.
“En Granada -escribía- se ha perdido el decoro y la dignidad. En el Teatro Cervantes actúan vedettes cuyas letras infaman”
En 1910, ya el periódico católico La Gaceta del Sur venía denunciando de manera reiterada que el teatro tradicional se había convertido en sesiones sicalípticas ante la pasividad de las autoridades: “En Granada -escribía- se ha perdido el decoro y la dignidad. En el Teatro Cervantes actúan vedettes cuyas letras infaman”. Consecuencia de aquellas denuncias continuas del grupo de mujeres fue que, por primera vez (en junio de 1912), el gobernador civil diera orden el jefe de vigilancia para que se persiguiera la venta de libros y postales del género erótico.
Entre la gente con dinero circulaban y se intercambiaban decenas de colecciones de postales y revistas eróticas
No obstante, entre la gente con dinero circulaban y se intercambiaban decenas de colecciones de postales y revistas eróticas. Costumbre que continuó con los calendarios de bolsillo y de colgar hasta no hace muchos años. Aunque la concesión del gobernador fue sólo eso, un detalle para La Obra, porque en la práctica el comercio de pornografía gráfica continuó igual e incluso se incrementó con el perfeccionamiento de la impresión y la aparición de postales coloreadas.
También se dio un paso más: de erotismo con mujeres ligeras de ropa se fue pasando a fotografías de porno duro
También se dio un paso más: de erotismo con mujeres ligeras de ropa se fue pasando a fotografías de porno duro. Lo más curioso de todo era que no todo el mundo tenía acceso a aquellas colecciones de postales/revistas eróticas, era gente con dinero y con acceso a los canales restringidos de suministro; los niños se intercambiaban los cromos y sus padres, las postales porno. En buena parte eran maridos de las señoras bien que formaban La Obra contra la pornografía. (La mayoría de las postales y revistas a que he tenido acceso proceden de casas nobiliarias granadinas del primer tercio del siglo XX).
1900: el cinematógrafo asombra a Granada
El invento de los hermanos Lumiere de filmar imágenes en movimiento y después reproducirlas sobre una pantalla llegó relativamente pronto a Granada. En 1897, a dos años del invento, ya hubo en el Paseo del Violón un cinematógrafo llamado Lumiere. En el año 1900 aparece el segundo espectáculo cinematográfico en la feria del Corpus. Se trataba de barracones en los que se mezclaban inicialmente cortas exhibiciones de cine mudo, con teatro, circo, mujeres barbudas y animales raros. En 1901 la caseta instalada para mostrar imágenes en movimiento se llamaba Biofonógrafo.
Se trató de cinematógrafos asociados siempre a la feria o en giras de verano. Se establecieron aquellos barracones en el Embovedado, la Carrera, el Humilladero y los paseos junto al Genil
Se trató de cinematógrafos asociados siempre a la feria o en giras de verano. Se establecieron aquellos barracones en el Embovedado, la Carrera, el Humilladero y los paseos junto al Genil. Hasta que en 1908 ya había mejorado considerablemente la tecnología cinematográfica, se exhibían imágenes documentales y empezaban a hacerse películas con guion. Se estructuraban en cuadros y escenas, siguiendo la técnica teatral. Su duración era cada vez era mayor, pero casi nunca superior a diez minutos. Con lo cual los cinematógrafos debían proyectar dos o tres de esas películas seguidas para competir con los teatros.
El primer cinematógrafo que puede llevar ese nombre con toda propiedad apareció en Granada en 1908. Fue el Lux Eden
El primer cinematógrafo que puede llevar ese nombre con toda propiedad apareció en Granada en 1908. Fue el Lux Eden. Se trató de un barracón estable ubicado en el solar de Gran Vía 1, lindero con la calle Zacatín (posterior Banco Hispano Americano). Allí permaneció proyectando hasta 1915 en que empezaron a preparar el solar para el banco. El siguiente cinematógrafo fue el Salón Regio, junto al Ayuntamiento, que perduró como cine casi ininterrumpidamente (en una época se llamó Nacional) hasta su destrucción por incendio en 1984. De aquella época también fueron el cine de verano Bola de Oro (1912), Petit Trianon (1912-13) en la Plaza del Campillo y el cinematógrafo Colón o Victoria (1916-21), ubicado en el número 26 de Gran Vía y promovido por el Círculo de Obreros Católicos.
Todos aquellos cines-barracones de Corpus y verano sirvieron para que nuestros abuelos y bisabuelos pudiesen conocer el cine mudo que se hacía, principalmente, en Estados Unidos, Francia y Alemania. En España surgieron muy pocas empresas cinematográficas, radicadas en Barcelona y Madrid. Una de las pioneras fue Hispano Films.
Junto a los anteriores cinematógrafos convivió el Teatro Alhambra (inicialmente llamado Renator) situado junto al Banco del Salón, al final de la calle Concepción y pegando a la fila de chalés que había levantado el arquitecto Giménez Arévalo para su familia
Junto a los anteriores cinematógrafos convivió el Teatro Alhambra (inicialmente llamado Renator) situado junto al Banco del Salón, al final de la calle Concepción y pegando a la fila de chalés que había levantado el arquitecto Giménez Arévalo para su familia. La historia constructiva de aquel Teatro Alhambra es un tanto curiosa. Tenía armada la zona del escenario y estructura de obra y el resto era completamente de madera, con sobretecho corredizo. Parecía un secadero de tabaco. Fue un edificio que ya estuvo montado a finales del siglo XIX en Gibraltar y su propietario (Restituto Alonso) decidió desmontarlo y traérselo a Granada, para volver a montarlo en 1897 en una zona de huerta que regaba la Acequia Gorda. Tenía fachada trasera a la Placeta del Lavadero, tres accesos/salidas principales a calle Alcantarilla. Sus dimensiones eran de 20 metros de largo por 13,50 de ancho (sin contar una especie de porche y un templete delanteros); oficialmente disponía de una capacidad para más de 1.100 espectadores (440 en plantea, 70 de preferente y 600 de grada), pero la realidad es que solía abarrotarse con unas cuatro mil personas cuando se trataba de mítines políticos o reuniones sindicales (por ejemplo, la de La Obra Obrera el 1 de mayo de 1900).
En esta sala se vio por vez primera 'Quo Vadis' en versión muda (1913); la 'Alondra y el Milano' (1915); y 'Los Miserables'
El Teatro Alhambra de madera acogió primero teatro, después reuniones y mítines políticos, hasta funciones de circo en su amplio escenario de 12 metros de fondo por 8,5 de embocadura.
Pero de manera paralela al Lux y al Regio decidió también instalar un proyector y empezar a utilizar la sala como cinematógrafo. En esta sala se vio por vez primera Quo Vadis en versión muda (1913); la Alondra y el Milano (1915); y Los Miserables. El cine empezaba a competir con las compañías teatrales; los empresarios del sector peleaban por conseguir las mejores películas y documentales.
1917: Debuta el cine porno en Granada
En 1913 ya empezaban a circular pequeñas películas por España que tenían una particularidad: eran las llamadas cintas sicalípticas. No era otra cosa que imágenes de mujeres desnudas, que muy pronto se convirtieron en pequeñas escenas con guion en las que se repetía la historia: un cura se liaba con su feligresa; un médico auscultaba a su paciente en pelota; el político abusaba de su sirvienta. Empezaba el negocio del cine erótico o sicalíptico, que en cuestión de meses se convirtió en pornografía en blanco y negro, muda y acelerada.
Las reclutaban fundamentalmente entre las que ejercían la prostitución en el Barrio Chino de Barcelona. La productora que crearon se llamó Royal Films
Aquella industria del cine pornográfico la habían iniciado en Barcelona los hermanos Ricardo y Ramón Baños Martínez. Habían aprendido en Estados Unidos y París; y a su regreso a Cataluña empezaron en una empresa filmando documentales. Hasta que en 1916 se aventuraron a tomar imágenes de mujeres y hombres en actitud erótica. Las reclutaban fundamentalmente entre las que ejercían la prostitución en el Barrio Chino de Barcelona. La productora que crearon se llamó Royal Films.
El Rey se convirtió en productor de películas eróticas. Incluso era guionista de la trama que deseaba ver y participaba en los castings de prostitutas reconvertidas en actrices
Muy pronto cayó una de aquellas películas eróticas en manos del rey Alfonso XIII, gran aficionado a los asuntos de bragueta, en todas sus modalidades. (Tenía un proyector en el Palacio Real). Utilizó al presidente del Gobierno, Conde de Romanones, para ponerse en contacto con los hermanos Baños. El Rey se convirtió en productor de películas eróticas. Incluso era guionista de la trama que deseaba ver y participaba en los castings de prostitutas reconvertidas en actrices. Todo esto se conoció muchos años después porque lo contaron y escribieron los hermanos Baños.
Se cree que esta productora llegó a filmar en torno a medio centenar de cintas durante los años que permaneció activa
Para finales del año 1916 ya había circulando por salas privadas de poderosos y por algunos cines de Madrid y Barcelona las primeras películas porno de Royal Films (¿lo de Royal sería una pista oculta de quién estaba detrás?). Se cree que esta productora llegó a filmar en torno a medio centenar de cintas porno durante los años que permaneció activa (aproximadamente entre 1916 y 1924). Aunque las tres únicas que han llegado a la actualidad son El confesor, Consultorio de señoras y El ministro, las tres rodadas en 1920.
Con la productora de Royal Films llegó el escándalo a Granada. Ocurrió la noche del 21 de enero de 1917. El Teatro-Cinematógrafo Alhambra se había atrevido a exhibir una de las películas porno, la primera, que iba a verse en la ciudad de Granada. No conocemos el título exacto que llevaba (si es que llegó a tenerlo), sólo que su duración era de unos siete minutos y fue proyectada en medio de otras dos de tipo documental.
La primera película pornográfica que fue exhibida en Granada no fue anunciada en la cartelería habitual ni en prensa
La primera película pornográfica que fue exhibida en Granada no fue anunciada en la cartelería habitual ni en prensa. Las invitaciones se fueron repartiendo con mucho cuidado entre hombres maduros mediante la venta de tikets que controlaron los camareros de las principales cafeterías. Eso sí, el precio de cada entrada se disparó hasta las dos pesetas por asiento (el salario de un obrero). Una exageración, pero debió merecer la pena porque se llenó el Teatro Alhambra. Téngase en cuenta que las sesiones de aquellos días en el Salón Regio, por ejemplo, costaban 1,5 pesetas el palco de cuatro/cinco asientos, 0,30 la butaca, 0,15 la general de tabla y el anfiteatro, 0,10. Por cierto el 22 de enero de 1917 el Salón Regio estuvo abarrotado para exhibir El regalo del muerto, El filón misterioso (en tres partes) y varias películas breves de risa, entre ellas Fatty y Mabel en el café.
El cinematógrafo Alhambra había osado proyectar una película pornográfica por vez primera en la historia de la ciudad
Los rumores que circularon días antes por Granada se habían hecho realidad. El cinematógrafo Alhambra había osado proyectar una película pornográfica por vez primera en la historia de la ciudad. Y parecía que iba a repetirla algunas noches más. Granada se equiparaba con Barcelona y Madrid, donde ya se conocía el cine porno desde semanas antes.
La prensa local se opuso radicalmente a ello. Lo denunció en cuanto surgió el rumor el 21 de enero y lo siguió haciendo unos cuantos días más. No cejarían hasta que se consiguiera expulsar esa cinta del término municipal de Granada. El primero en hacerlo fue El Defensor, que publicó el siguiente suelto:
Y los granadinos sin conocer las aficiones ocultas de su rey, entre ellas a este arte pornográfico inicial
¡Qué vergüenza tan grande! Justo se estaba proyectando una película pornográfica en Granada sólo una semana antes de que el rey Alfonso XIII y su séquito pasaran unos días de visita por la ciudad y cazaran en la finca del Duque de San Pedro de Peñuelas. Porque, efectivamente, Alfonso XIII vino el 31 de enero de 1917 a Granada para visitar la Alhambra, la Fábrica de Pólvora de El Fargue y la Basílica de la Virgen de las Angustias. Seguro que desde el Humilladero tuvo oportunidad de ver al fondo de la calle Alcantarilla (hoy Maestro Alonso) el Teatro Alhambra donde unos días antes se había proyectado una película porno producida por él, quizás con su guion, su visto bueno por ser el primero que veía todas las cintas.
Inmediatamente secundaron la iniciativa crítica de 'El Defensor' los otros diarios locales, especialmente los más relacionados con lectores conservadores y religiosos
Y los granadinos sin conocer las aficiones ocultas de su rey, entre ellas a este arte pornográfico inicial.
Inmediatamente secundaron la iniciativa crítica de El Defensor los otros diarios locales, especialmente los más relacionados con lectores conservadores y religiosos. El periódico tradicionalista (carlista) La Verdad publicó un largo comentario que comenzaba con este titular y el siguiente párrafo:
Decía que habían acudido doscientos espectadores, cuando la realidad es que estuvo lleno el cine
Por su parte, el diario católico La Gaceta del Sur abría su edición del día 22 de enero repitiendo la nota de advertencia sobre el rumor que corría por la ciudad, a la que añadió de madrugada la confirmación de que la película había sido proyectada el 21 de enero anterior sin que nadie lo impidiera. Decía que habían acudido doscientos espectadores, cuando la realidad es que estuvo lleno el cine. Y lo único que consiguieron fue darle publicidad para que volviera a llenarse las dos noches siguientes.
Por su parte, La Obra consideró que la exhibición de la película pornográfica a doscientos metros de la iglesia de las Angustias ofendía a los católicos. Su presidenta redactó un comunicado en nombre del millar de asociadas y protestó ante las autoridades.
La Obra inició, a partir de aquella afrenta del Teatro Alhambra, una campaña de presión para que la gente no acudiese a sus funciones teatrales, de cine o circo de los que organizaba esta caseta de madera, como la llamaban despectivamente
La Obra inició, a partir de aquella afrenta del Teatro Alhambra, una campaña de presión para que la gente no acudiese a sus funciones teatrales, de cine o circo de los que organizaba esta caseta de madera, como la llamaban despectivamente. Presionaron para que empresas y colectivos no contrataran sus instalaciones para ninguna actividad. El millar de mujeres asociadas debieron poner mucho empeño, pues a lo largo de 1918 se ve cada vez menos publicidad del Teatro Alhambra. Y para febrero de 1919, con la huelga general de estudiantes y cruenta represión del caciquismo, se intentó prenderle fuego. Sin éxito.
En el año 1920 estuvo prácticamente sin actividad. Solamente destacó su utilización como sede de una exposición de perros de caza el 4 de junio de ese año, dentro del programa de actos de las fiestas del Corpus.
Era evidente que el Teatro Alhambra estaba acabado como salón de multitudes. Sus propietarios decidieron dedicar el solar a otro negocio más rentable
Era evidente que el Teatro Alhambra estaba acabado como salón de multitudes. Sus propietarios decidieron dedicar el solar a otro negocio más rentable. El empresario Antonio Martín Martín encargó un proyecto de garaje (Garaje Alhambra) al arquitecto José Felipe Giménez Lacal, que obtuvo licencia municipal el 14 de enero de 1921. Fueron construidas 100 cocheras individuales en el solar, una gasolinera y varios talleres de reparaciones. Empezaba a haber automóviles por las calles y la mayoría de los propietarios no tenían lugar adecuado dónde guardarlos. El local de espectáculos que trajo el cine porno por vez primera a Granada cambiaba radicalmente de destino.
Los aficionados a este tipo de espectáculos eróticos no volvieron a ver nunca más una película porno en un cine público de Granada… hasta que comenzó la época del destape a finales de los años setenta y llegaron las primeras cintas porno al Gran Vía, Astoria, Sala Séneca, etc.
En fin, el primitivo Teatro Alhambra pasó a la historia, con poco más de veinte años de actividad, ante la alegría de muchas y el desconsuelo de unos cuantos. Los aficionados a este tipo de espectáculos eróticos no volvieron a ver nunca más una película porno en un cine público de Granada… hasta que comenzó la época del destape a finales de los años setenta y llegaron las primeras cintas porno al Gran Vía, Astoria, Sala Séneca, etc., etc.
Me pregunto cómo reaccionaría la señora Elisa Chacón si levantara la cabeza y viera a nuestros nietos accediendo con toda facilidad a porno más que duro que inunda las redes sociales.