Sierra Nevada, Ahora y siempre.
LA EPIDEMIA DE TIFUS EXANTEMÁTICO Y HAMBRUNA DE 1940-42

Los más de 6.000 granadinos a quienes mataron los piojos y Franco nos ocultó

Ciudadanía - Gabriel Pozo Felguera - Domingo, 27 de Diciembre de 2020
Este es un excepcional reportaje de Gabriel Pozo Felguera, fruto de sus investigaciones, que nos descubre una epidemia que Franco mantuvo silenciada y que se llevó la vida de más seis mil personas en la provincia de Granada. Ilustrada con magníficas imágenes, tablas y gráficos y una exquisita narración, de uno de los mejores y más brillantes periodistas que ofrece en exclusiva a los lectores de El Independiente de Granada. No te lo pierdas.
Presos políticos con la cabeza rapada en el campo de concentración de San Pedro Cardeña, en 1941.
ARCHIVO HISTÓRICO NACIONAL
Presos políticos con la cabeza rapada en el campo de concentración de San Pedro Cardeña, en 1941.
  • Gracias a un informe que nos dejó el alcalde Gallego Burín conocemos algunas de sus gravísimas consecuencias en meses iniciales

  • La epidemia se llevó a la tumba incluso al alcalde Acosta Inglott, a dos monjas Apostólicas y hasta al portero del Granada CF

  • Afectó a toda Granada, pero especialmente a barrios donde imperaba el hambre, el hacinamiento y la falta de higiene; fueron peladas y bañadas miles de personas

  • Expulsaron 3.559 pordioseros de las calles de Granada entre febrero y abril de 1940, a quienes acusaban de haber traído los piojos desde zona roja

Un ministro de Franco dijo en 1940 que la mugre proletaria había invadido España. Se refería a la epidemia de tifus exantemático provocada por la hambruna y la falta de productos de higiene en la inmediata posguerra. La censura ocultó rápidamente la realidad del problema. Sólo las estadísticas del INE empezaron a arrojar alguna luz a partir de 1946. Durante los años 1940-41 y primera mitad de 1942, entre 6.000 y 7.000 granadinos perdieron la vida a causa de la bacteria que trasmitía los piojos, tal como demuestran las estadísticas posteriores y los libros de defunciones de las parroquias. La mortalidad llegó a dispararse en la capital hasta 24,4 personas por cada 1.000 habitantes. El alcalde Gallego Burín expulsó a 3.559 mendigos llegados de la zona roja como supuestos trasmisores de la enfermedad. También dejó para la Historia un detallado informe de los dos primeros meses de epidemia, que demuestra el empeño del régimen franquista en ocultar la tragedia de los granadinos menos pudientes; no dejó más detalles porque se lo prohibieron desde el Gobierno. El contagio fue de tal magnitud en la ciudad, que incluso murió infectado el alcalde Acosta Inglott y el portero del Granada C. F.

Contaba mi abuela que los refajos bullían colgados de las perchas. Eso ocurría en los años de la hambruna posterior a la guerra civil de 1936-39. Borboteaban miles de piojos que anidaban en ellos. Por eso cocían las ropas en ollas y pelaban las cabezas al cero; los más pudientes hacían jabón con sosa cáustica y aceite usado. Los pobres, ni eso. Fueron tiempos de hambruna, hacinamiento, suciedad y muerte. Y para empeorar las cosas, España estaba aislada del mundo y con malas cosechas.

Aguadores suministrando agua “potable” por las calles de Granada en la posguerra.

La Granada mugrienta, la Granada de las liendres, estuvo entre las provincias que más sufrió la epidemia de piojos, es decir, la epidemia del tifus exantemático causada por la picadura de esos bichos. Pero la Historia lo ha negado. Oficialmente, la epidemia aguda de tifus de 1940 a 1942 no existió, ni en Granada ni en ningún otro lugar de España. Así lo ordenó en incipiente Nuevo Estado franquista. Pero la terca realidad demostró poco a poco la enorme tragedia que supuso aquel brote tífico: gracias a los datos que nos dejó camuflados el director general de Estadística y fundador del INE (a partir de 1946), José Luis del Corral Sáiz; y en el caso de Granada capital, gracias a un detallado expediente legado por el alcalde Antonio Gallego Burín y por el médico decano del Ayuntamiento, Francisco Martín García. Lo que se cuenta en ese “informe Gallego Burín” sobre el tifus exantemático de Granada es aterrador. Al menos si nos referimos a los dos primeros meses de su inicio, cuando moría una media de 93 personas cada mes. Hasta que el Gobierno Civil prohibió al Ayuntamiento seguir retratando la miseria de aquella Granada de posguerra.

La epidemia que achacaron a los rojos

En España apenas se habían dado casos de tifus exantemático durante la guerra civil, ni en uno ni en otro bando. Entre 1936-39 se fueron consumiendo los alimentos y recursos acumulados, más la ayuda externa que llegó a los sectores contendientes. Lo peor vino en el invierno de 1939, cuando España quedó aislada del exterior y comenzó la autarquía. Faltaba de todo en las casas de los pobres, precisamente los identificados con el bando perdedor, los obreros, los rojos.

La primera muerte por tifus exantemático de que tenemos noticia en Granada tuvo lugar en el Campo de Concentración de Guadix (situado en la antigua Azucarera-Espartera de Benalúa). Murió infectado un preso político republicano

Pero especialmente se carecía de jabón y de productos desinfectantes. La hambruna de las clases más desfavorecidas, a la que se unía el hacinamiento en cuevas y viviendas, sin agua corriente y falta de higiene, hizo proliferar la presencia de los piojos. Ropas y cuerpos se llenaron de estos desagradables bichos. Sus picaduras producían altísimas fiebres tifoideas; la bacteria inoculada por el piojo, asociada a las patologías individuales, agravaba sus enfermedades, De ahí al hospital o la muerte había un solo paso. A mayor desgracia, el hospital y el sistema sanitario apenas existían, así es que la gente moría en las calles, en sus casas o en las instituciones de beneficencia. La responsabilidad de la sanidad pública recaía en los ayuntamientos.

Los síntomas más habituales eran fiebres altas, vértigos, temblores, alteraciones nerviosas, erupciones en la piel, coloraciones oscuras en la boca, comportamientos agresivos, delirios, infecciones internas del sistema circulatorio, aparato digestivo...

Las primeras defunciones por tifus exantemático aparecieron ya en el mes de enero de 1940. La provincia de Granada fue uno de los primeros lugares. Le acompañaron Sevilla, Málaga, Cádiz, Madrid, Valencia y Barcelona. Y desde aquí el tifus corrió como un reguero de pólvora a toda la piel de toro. La primera muerte por tifus exantemático de que tenemos noticia en Granada tuvo lugar en el Campo de Concentración de Guadix (situado en la antigua Azucarera-Espartera de Benalúa). Murió infectado un preso político republicano.

Los síntomas más habituales eran fiebres altas, vértigos, temblores, alteraciones nerviosas, erupciones en la piel, coloraciones oscuras en la boca, comportamientos agresivos, delirios, infecciones internas del sistema circulatorio, aparato digestivo, etc.

Azucarera de Benalúa de Guadix, convertida en campo de concentración, donde surgió el primer caso de tifus exantemático documentado a principios de 1940.

Todo parecía normal hasta entonces, pues la Nueva España de Franco culpaba a los rojos de haber traído la enfermedad a las zonas que secundaron el alzamiento y comieron mejor en tiempo de guerra. A su vez, a la zona roja la habrían importado las hordas rojas de las brigadas internacionales del Este, donde el tifus exantemático era endémico en el primer tercio del siglo XX.

A partir de aquella fecha empezaron a ingresar enfermos de tifus en el Hospital de San Lázaro. La Inspección Provincial de Sanidad contabilizó en el mes de abril a 23 personas contagiadas por el brote de tifus en Granada capital, todas ellas llevadas al lazareto. De las cuales fallecieron cuatro en pocos días

Pero la muerte del preso de Guadix no fue una anécdota ni un caso aislado. En el mes de febrero de 1940 empezó a haber alguna muerte aislada en Granada por culpa del tifus, por la picadura de los llamados piojos verdes. El jefe provincial de Sanidad de Granada empezó a preocuparse: los casos de tifus exantemático brotaban por todos sitios, especialmente por los barrios deprimidos de la capital; algo similar estaba ocurriendo entre la miseria de los pueblos. El día 1 de marzo de 1940 se registró oficialmente el primer fallecimiento de un hombre por tifus en Granada capital, fue el caso de Juan Fernández, con domicilio en Paseo del Rosal, número 9.

A partir de aquella fecha empezaron a ingresar enfermos de tifus en el Hospital de San Lázaro. La Inspección Provincial de Sanidad contabilizó en el mes de abril a 23 personas contagiadas por el brote de tifus en Granada capital, todas ellas llevadas al lazareto. De las cuales fallecieron cuatro en pocos días. Le siguió una religiosa en el Hospital de San Juan de Dios, se trató de Sor Consuelo Cardona Sastre.

En realidad, la voz de alarma y supongo que el puñetazo sobre la mesa acerca de lo que ocurría con la epidemia de piojos la dio el presidente de la Audiencia Territorial

En realidad, la voz de alarma y supongo que el puñetazo sobre la mesa acerca de lo que ocurría con la epidemia de piojos la dio el presidente de la Audiencia Territorial. En el “expediente Gallego Burín” figura la carta que dirigió al alcalde: “Debido a la extraordinaria acumulación de personas que asisten a presenciar los consejos de guerra que diariamente se celebran en esta Audiencia, se hace preciso mantener los medios de desinfección tanto en las salas como en los pasillos y para ello ruego a V. E. se sirva dar las órdenes oportunas para que por las tardes se desinfecten por los empleados municipales las indicadas dependencias. Granada, 1º de mayo de 1940. Jesús Marquina [Rodríguez]”.

Primera voz de alarma de lo que estaba ocurriendo, dada por el presidente de la Audiencia.

Aquel mismo 1 de mayo, el jefe provincial de Sanidad (un ayudante del gobernador civil Esteban Samaniego Rodríguez) envió un oficio al alcalde en el que pedía ropa para vestir a siete enfermas convalecientes de tifus exantemático, acogidas en el Refugio (Callejón del Pretorio), a quienes se había desparasitado y no tenían ropa que ponerse. Añadía que también había otras diez contagiadas más en el Hospital de la Cruz Roja (en el Paseo de la Bomba) en las mismas condiciones. Solicitaba al Ayuntamiento un carro de desinfección para que pasase periódicamente por estos establecimientos a recoger ropa empiojada para llevarla a lavar al hospital de San Lázaro. El jefe de Sanidad afirmaba desconocer cuántos equipos de despiojamiento había en la ciudad, ni el número de desparasitados ni cómo era el operativo que tenía montado el Ayuntamiento para tal fin.

El jefe sanitario provincial pedía al alcalde un informe diario sobre la desinfección de vehículos automóviles de servicio público y exigía una relación nominal de las personas tratadas y a dónde habían sido llevadas para su curación

El jefe sanitario provincial pedía al alcalde un informe diario sobre la desinfección de vehículos automóviles de servicio público y exigía una relación nominal de las personas tratadas y a dónde habían sido llevadas para su curación.

La máxima autoridad sanitaria reconocía explícitamente el estallido de una epidemia de tifus exantemático. Ni imaginaba que estaba al principio de una gran tragedia humana durante los siguientes años.

Gallego Burín cogió el toro por los cuernos

El alcalde solicitó inmediatamente informes a sus funcionarios municipales. Al frente de la Casa de Socorro y de la Beneficencia municipal se encontraba el veterano Francisco Martín García (entró como médico municipal en 1907). Ya el 4 de mayo, Gallego Burín envió un primer informe al Director General de Sanidad de Madrid, un médico militar llamado José Alberto Palanca, en el que trataba de quitar importancia al asunto destacando que “por fortuna, el peligro de una epidemia parece conjurado, pues ya llevamos varios días sin nuevos casos”.

Al principio, el alcalde trató de quitar importancia al asunto en carta al director general de Sanidad, pero ya había comenzado a actuar contra la epidemia de tifus desde semanas antes. AHMG (legajo 3731)

Aquella afirmación de Gallego Burín era una falsedad, contrariamente a lo que figuraba en los informes del médico decano municipal (Martín García); se estaba encargando de demostrar el reguero de enfermos y muertos con sus partes diarios. El informe del médico, asumido y rubricado por el alcalde, narraba lo ocurrido desde el 16 de febrero de 1940, del que voy a destacar varios aspectos:

  1. 1. Culpa a foráneos. “Ante la presencia de masas considerables de mendigos que habían invadido Granada, se dictó por esta Alcaldía un bando [bando de primeros de febrero, cuando ya había tifus por la ciudad] disponiendo la evacuación en plazo de quince días de cuantos pordioseros no vecinos de Granada se encontrasen en ella. Esta medida preventiva fue la primera adoptada por este Ayuntamiento para conjurar la amenaza que pesaba sobre la ciudad por la mencionada afluencia de un considerable contingente de personas, en su mayor parte procedentes de las provincias de Almería y Murcia, cuyo estado de miseria era un peligro para la sanidad de Granada”.
  2.  
  3. 2. Expulsión de 3.559 mendigos. Entre el 18 de febrero y 28 de abril, el Ayuntamiento expulsó de Granada a 3.559 personas, a sus respectivos puntos de origen. A cada uno se le pagó la cuarta parte del coste de su billete, más alimentos y ropas. La Corporación habilitó una partida presupuestaria de urgencia de 21.747 pesetas para hacer frente a tantísimas expulsiones.

No obstante, el alcalde reconocía que muchos de los expulsados se las habían ingeniado para regresar o quedarse escondidos. “Con estas medidas –valoraba– se ha alejado uno de los peligros”, si bien no del todo debido a los retornos. Ordenó a la policía que practicase continuas batidas y vigilara las entradas a la ciudad para impedir nuevas llegadas de emigrantes.

[Aquellos “mendigos” a que se refería el alcalde habían llegado a Granada desde los últimos reductos de la zona republicana ­­-murciana, almeriense y noreste granadino- pensando que hallarían mejores condiciones de subsistencia en la ciudad de la Alhambra por haber sido zona nacional. No eran mendigos, eran gentes desplazadas por la guerra].

  1. 3. Cuatro equipos móviles de desinfección. El 25 de abril, Gallego Burín ya se había adelantado al tomar la decisión de “conjurar dicho peligro” mediante el reforzamiento de medios y personal. Aprobó un crédito de 25.000 pesetas para organizar cuatro equipos extraordinarios de desinfección y desinsectación de personas, casas, vehículos e instalaciones empiojados (hasta entonces ya había dos equipos en el Ayuntamiento). Fueron adquiridas toneladas de ropas limpias de piojos.
Máquina de cianhidrización Grima, similar a las utilizadas en Granada en 1940-42, durante la desinfección de vagones de tren. CATÁLOGO GRIMA
  1. 4. Cámara de despiojamiento del Violón. Desde 1909 existía el Parque de Desinfección y Desinsectación en el Paseo del Violón, a unos 50 metros de la ermita de San Sebastián. Era un recinto donde se quemaban ropas contaminadas, muebles viejos, etc. Un vertedero. En esta ocasión, se destinaron 16.000 pesetas a modernizar las instalaciones con la adquisición de una Cámara de Despiojamiento a la Casa Grima, de Valencia. Se trataba de un enorme autoclave para matar piojos, virus y bacterias de las ropas; además, se construyeron nuevos quemaderos de prendas contaminadas. En el recinto vallado, se habilitaron cubas y barreños para lavar a la gente y un servicio de peluquería para rapar las cabezas.
En el centro de la imagen se ve la ubicación que tuvo el Centro de Desinfección, a pocos metros de la Ermita de San Sebastián. Plano de Granada en la II República. Sus cimientos yacen bajo los varios metros de tierra con que se rellenó el Paseo al levantar los muros del Genil. AHMGR
Planta de estufa de desinfección del Violón para su reforma y ampliación de 1929, según proyecto de Felipe Giménez Lacal. Además de las máquinas (autoclaves), contaba con una piscina para bañar a los infectados de piojos. También tenía una pequeña vivienda para el encargado. Era de una planta con terrazas para secar la ropa y dos torreones. En 1940 este edificio fue cercado con una tapia para ampliar la instalación y colocar más bañeras y la peluquería. ARCHIVO M. G. YANGUAS.
En primer término, abajo, a la izquierda, se ve el corralón donde se ubicaba la Cámara de Desinfección en los terrenos del Violón. Estuvo operativa entre 1909 y 1966.
  1. 5. Insalubridad de Granada y cegado de cuevas. El alcalde hizo hincapié en la insalubridad de toda la ciudad: “Que los equipos puestos en funcionamiento actúan en todos los puntos de la ciudad, en el Asilo Nocturno, tranvías, autobuses, orfelinatos, en los que se han adoptado las más rigurosas medidas (…) La existencia de numerosas cuevas en esta población –contaba al jefe de Sanidad de Madrid– que entraña asimismo un peligro para su sanidad, ocupa y preocupa a esta Alcaldía que desde hace dos meses viene desalojando cuantas habían sido ocupadas por pordioseros que, una vez desalojadas, son cegadas por cuenta del municipio”.
Zona de cuevas en la subida Camino Nuevo del Cementerio, hacia los años treinta. AHMGR

Seis equipos desplegados por Granada

Pero una cosa era lo que Gallego Burín informaba a Madrid y otra la realidad. De cara al exterior suavizaba la situación dramática que se vivía dentro. Por eso capitaneó y exigió a sus funcionarios que sus seis equipos de ayuda trabajasen día y noche contra la epidemia de tifus exantemático, que era tanto como decir contra los piojos. Exigió un informe diario de lo que se estaba haciendo por toda la ciudad. Gracias al empeño de aquel alcalde y del celo de su médico decano podemos conocer la realidad de aquella gravísima epidemia, al menos durante los dos primeros meses que le dejaron informar con exactitud. Otra cosa fue a partir del 4 de julio de 1940, cuando Franco ordenó censurar a la prensa y silenciar lo que ocurría con la salud de su Nueva España. No podía permitir un escándalo tan mayúsculo ante el escaparate internacional en el que estaba expuesto, con la II Guerra Mundial recién comenzada y él temblando ante una posible invasión de España.

Cada uno de aquellos seis equipos móviles municipales de desinfección estaba formado por varias personas, un carro-bomba de la Casa Grima, brochas, escobas y toneladas de cal viva

Cada uno de aquellos seis equipos móviles municipales de desinfección estaba formado por varias personas, un carro-bomba de la Casa Grima, brochas, escobas y toneladas de cal viva. Se desplazaban por la ciudad a los lugares donde eran detectados enfermos y/o a retirar cadáveres. Los muertos iban directamente al cementerio, mientras los enfermos eran llevados a los deficientes servicios hospitalarios con que contaba la ciudad por entonces: principalmente al Hospital de San Lázaro, al de la Cruz Roja de la Bomba y algunos a San Juan de Dios. Cuando estuvieron a rebosar, se recurrió a abrir una parte de la futura Facultad de Medicina de la Avenida de Madrid, que estaba siendo utilizada como pabellones militares. De los muchos fallecimientos que después ocurrieron en los hospitales no ha quedado relación alguna.

Hospital de San Lázaro, demolido en los años setenta del siglo pasado (Donde hoy está la Delegación de Salud de la Junta).

El modus operandi de los seis equipos de desinfección recorría a diario las casas y cuevas donde aparecían enfermos o cadáveres. Procedían a pelar, lavar y desinfectar a las personas. Inmediatamente, rociaban de cal los lugares con más piojos; las cuevas, casas y pisos eran clausurados lo más herméticamente posible y se les inyectaba gas con las bombas de cianhidrización. Este sistema de desinfección de vegetales había sido modificado por Casa Grima para aplicarlo también a personas; consistía en una mezcla de ácido sulfúrico con cianuro, que acarreaba sus peligros si se dosificaba mal. También se utilizaron soluciones de formol y fenol.

No se escaparon de la desinsectación la Plaza de Toros del Triunfo (tres veces en dos meses); el Estadio de los Cármenes (una vez por semana) y las atracciones del Ferial del Corpus, ya que coincidió la fiesta mayor por aquella época

No se escaparon de la desinsectación la Plaza de Toros del Triunfo (tres veces en dos meses); el Estadio de los Cármenes (una vez por semana) y las atracciones del Ferial del Corpus, ya que coincidió la fiesta mayor por aquella época.

La manguera  de cianhidrización se aplicaba a diario a prácticamente todos los autobuses de la Alsina y a los dos que subían al Albayzín. También a taxis, vagones de tren, chatarrerías, algunas cuadras, tiendas, etc.

Antiguo Hospital del Refugio, hoy reconvertido en residencia de tercera edad.

Especial atención prestaron a diario a centros benéficos, como el Refugio del Callejón del Pretorio, al Asilo Nocturno, un edificio de Auxilio Social que estuvo en el Postigo de Zárate, en la casa de los Luises de Gran Vía, en la Casa de Socorro del Ayuntamiento, en otro centro de beneficencia del Molino de la Corteza del Carmen, etc. De vez en cuando acudían a la Real Chancillería, al Tribunal Tutelar de Menores, Tribunal de Responsabilidades Políticas, a las cárceles de la Campana y Provincial, a escuelas y colegios, a algunos centros fabriles, etc. Prácticamente a todos los lugares donde surgía un caso o había alguien sospechoso.

El “informe Gallego Burín” contiene el trabajo de los funcionarios municipales entre el 10 de mayo y el 5 de julio de 1940, en que el Alcalde recibió la orden del jefe provincial de Sanidad de que cesara de informar, ya que la plaga –según él– había remitido

Los partes diarios que daba el médico decano del Ayuntamiento son muy detallados en cuanto a cada lugar desinfectado y desinsectado. En ellos hizo un certero retrato de la miseria en que vivía la gente humilde, semiharapientos, famélicos, mugrientos, con greñas largas y sin haberse lavado en mucho tiempo. Hubo algún caso (Lavadero de Méndez, en el Barrichuelo, el 20 de junio) en que fue necesario desinfectar toda una manzana de casas porque estaban infestados de piojos hasta los tejados. Por lo general, la epidemia se extendió por toda la ciudad, pero los barrios más pobres son los más mencionados en las relaciones diarias y, sobre todo, donde mayor número de gente era pelada, bañada y desinfectada. Hubo un día en que en el Barranco del Abogado y en la Cuesta del Pino fueron rapadas 172 cabezas.

El “informe Gallego Burín” contiene el trabajo de los funcionarios municipales entre el 10 de mayo y el 5 de julio de 1940, en que el Alcalde recibió la orden del jefe provincial de Sanidad de que cesara de informar, ya que la plaga –según él– había remitido. En realidad, la pesadilla del tifus exantemático en Granada no había hecho nada más que comenzar, como más adelante demostrarían los números. 

En los dos meses que abarca el “informe Gallego Burín” sólo los trabajadores del Ayuntamiento retiraron 185 cadáveres en sus domicilios (algunos de ellos incluso tirados en la calle). Tan sólo con esta pequeña muestra de dos meses, el alcalde de Granada deja por mentirosa a la administración nacional franquista, pues el Ministerio de Sanidad sólo reconoció 90 muertos en toda España y para todo el año 1940.

LISTA DE MUERTOS POR EL BROTE DE TIFUS, RETIRADOS POR EL AYUNTAMIENTO

(Entre 10 de mayo y 5 de julio de 1940)

FECHA

DOMICILIO DEL FALLECIDO Y DESINFECTADO POSTERIORMENTE

PATOLOGIA ASOCIADA AL TIFUS EXANTEMÁTICO

10 MAYO

Correo Viejo, 10

Nefritis

 

Cobertizo Zárate, 5

Hemorragia cerebral

11, 12, 13

Sancti Spíritus, 27, 3º

Viruela

 

Santa Ana, 3

Tumoral

 

Callejón de los Frailes

Miocarditis

 

María de la Miel, 19

Colapso

 

Real de Cartuja, 1

Arterioesclerosis

14

Fuente de las Campanas

Insuficiencia cardiaca

 

Plaza Santa Ana, 3

 

 

Reyes Católicos, 58

 

16

Plaza de los Campos, 2

 

 

San Juan de los Reyes, 40

Gripe

17

Cuesta Granados, 1

Debilidad

 

Callejón de la Merced, 2

Enteritis

 

Alcaicería, 7

Uremia

 

Cuchilleros, 11

Meningitis

 

San Antón, 18

Carcinoma

 

Pulgar, 2

Cáncer

18

Molinos, 49

Endocarditis

 

Santa Ana, 18

Cáncer

 

San Juan de los Reyes, 49

Asistolia

 

Plaza de Triviño, 2

Lesión mitral

20

Acera del Darro, 112

Cirrosis

 

Arriola, 10

Bronconeumonía

 

San Juan de Dios, 71

Enterocolitis

21

Álamo de Marqués, 28

Agotamiento fisiológico

 

Santa Paula, 20

Esclerosis

 

Casa de la Lona, 15

Fiebres

 

Plaza de Carretas, 37

Lesión orgánica

 

Molino de la Corteza, 23

Bronconeumonía

 

Horno de Haza, 24

Intervención quirúrgica

22

Carril de San Nicolás, 28

Asistolia

 

Carretera de Jaén, 2

Insuficiencia

 

Santiago, 12

Uremia

23 a 27

Cardenal Mendoza, 10

Arterioesclerosis

 

Barranco de los Negros

Debilidad

 

Grupo casas de El Fargue

Pielo nefritis

 

Carrera del Genil, 63

Infección gripal

28 y 29

Cruz de Arqueros, 3

Caquepsia

 

Carretera de la Sierra

Gastroenteritis tóxica

 

Triana, 14

Miocarditis

 

Gumiel de San José, 6

Caquepsia

 

Cuchilleros, 12

Carcinoma gástrico

 

Placeta Arenas, 8

Feto

 

Paseo de la Bomba, 2

Lesión cardíaca

 

Camino del Monte

Gastroenteritis

 

Cuevas de San Cristóbal

Hemiplejia

 

Altillo Eras, 7

Miocarditis

 

Plaza Descalzas, 2

Meningitis tuberculosa

 

Nueva del Santísimo, 15

Arterioesclerosis

 

Plaza Descalzas, 2

Endocarditis

 

Elvira, 115

Bronconeumonía

 

Real de Cartuja, 58

Miocarditis

 

San Isidro, 19

Nefritis aguda

 

Placeta Triviño, 2

Tuberculosis pulmonar

 

Gran Vía, 11

Nefritis

 

Elvira, 125

Embolia

 

Puente de la Virgen, 3

Acetonemia

 

Yeseros, 6

Asistolia

 

Parra Alta, 29

Senectud

 

Avenida Cervantes, 18

Arterioesclerosis

 

Jarrería, 3

Asistolia

30

Santa Isabel la Real, 8

Bronconeumonía

 

Placeta de Nevot, 52

Colapso

 

San Juan Baja, 9

Nefritis

 

Mesones, 10

Miocarditis

 

TOTAL FALLECIDOS MAYO..............…………..67

 

1 JUNIO

San Antón, 3

Meningitis tuberculosa

 

Avda. Calvo Sotelo, 52

Tosferina

 

Minas, 6

Hernia

 

Santa Paula, 25

Fiebres

 

Barranco de Tello, 10

Hernia estrangulada

3

Aljibe de Trillo, 7

Debilidad

 

Plaza de los Campos, 17

Coma diabético

 

Marqués de Gerona, 5

Arterioesclerosis

5

Carretera Santa Fe (Bobadilla)

Hemorragia cerebral

 

Nueva de San Antón

Neumonía

 

Carretera de El Fargue, 20

Feto

 

Duquesa, 20

Endocarditis

 

Parra Alta, 20

Bronconeumonía

 

Darrillo de la Magdalena, 1

Úlcera gástrica

 

Elvira, 19

Feto

 

Portón de Tejeiro, 1

Debilidad

6

Cuesta de San Cristóbal, 23

Gastroenteritis

 

Vereda de En medio, 16

Bronconeumonía

 

Nueva de San Antón, 10

Atropsia

 

Honda del Realejo, 9

Insuficiencia mitral

 

Horno Marina, 6

Arterioesclerosis

 

Horno del Abar, 2

Feto

 

Alhacaba, 27

Neumonía

 

Murallas de San Cristóbal, 21

Hemorragia

 

Trinidad, 13

Cirrosis

7

Avenida Cervantes, 18

Peritonitis

 

Coca, 28

Gastroenteritis

 

Tablas, 21

Diabetes

 

Alhamar, 8

Feto

10

Gumiel de San José, 6

Tosferina

 

Calderería Vieja, 16

Feto

 

Carrera del Genil, 77

Insuficiencia

 

Zenete, 44

Gastroenteritis

11

Minas de San Lázaro, 4

Gastroenteritis

 

Parra Baja, 23

Caquecia

 

Santiago, 11

Urania

 

Ancha de Cartuja, 72

Úlcera gástrica

 

Zenete, 15

Cáncer hepático

 

Real de Cartuja, 15

Gangrena

 

San Isidro, 19

Cáncer

 

Calderería Vieja, 10

Cáncer

 

Horno de la Merced, 1

Debilidad

 

Nueva del Santísimo, 8

Hemorragia

12

Casillas de Prats, 18

Carcinoma

 

Plaza Larga, 10

Distrofia

 

Lavadero de la Cruz, 1

Feto

13

Camino de la Sierra, 6

Bronconeumonía

14 a 17

Huete, 8

Arterioesclerosis

 

Puesto de Cartuja

Lesión Cardiaca

 

Sierpe Alta, 1

Asistolia

 

Junto a tapias de Cartuja

(Cadáver abandonado)

 

Callejón de Restero (Familia ambulante)

(Cadáver abandonado)

 

Callejón de Restero (Familia ambulante)

(Cadáver abandonado)

18

San Isidro, 26

Pleuresía

 

Placeta de Triviño, 2

Esclerosis

 

Ancha de Santo Domingo, 10

Apoplejía

 

Cortijo de Chinarral

Bronconeumonía

 

Gracia, 43

Debilidad

 

Placeta Rosales, 3

Meningitis

19

Carril de la Lona, 11

Basilosia

 

Paco Seco de Lucena, 12

Gastroenteritis

 

Mirador de Rolando, 2

Coma

 

Clavel, 3

Cáncer

20

Azacayas, 46

Lesión cardiaca

 

San Juan de los Reyes, 13

Asistolia

 

Camino de Cenes

Colapso

 

Honda de San Andrés, 10

Tuberculosis

 

Almona, 12

Feto

21

Puentezuelas, 31

Tuberculosis

22

Lavadero de la Manchega, 11

Miocarditis

 

Mesones, 6

Carcinoma

 

Triana Baja, 7

Miocarditis

 

Camino de Beas

Gastroenteritis

 

Minas, 6

Colapso

 

Garrido, 53

Feto

24

Camino de Beas

Gastroenteritis

 

Águila, 5

Diabetes

 

Solares, 15

Colapso cardiaco

 

Guadalajara, 6

Nefritis

 

Callejón de Fuentenueva, 3

Adenoma prostático

26

San Jacinto, 18

Tuberculosis

 

Jarrería, 6

Colapso

 

San Miguel Baja, 23

Meningitis

 

Barranco del Abogado (cueva)

Fiebre tifoidea

 

Cuesta de los Chinos, 7

Colapso

 

Fuentecilla, 7

Gastroenteritis

 

Alhondiga, 13

Esclerosis

 

Triana Baja, 9

Bronquitis aguda

27

Campo Verde, 3

Mediastinitis

 

Alta de Cartuja, 15

Miocarditis

 

Hornillo, 30

Tuberculosis

 

Candil, 3

Tuberculosis

 

Real de Cartuja, 18

Bronquitis

28

Carmen de Buenavista (Alhambra)

Diabético

 

Paseo de la Bamba

Peritonitis

29 y 30

San Jerónimo, 48

Angiocolitis

 

Convalecencia, 5

Nefritis

 

Barranco de los Negros

Colapso

 

Campillo Bajo, 43

Asistolia

 

San Sebastián, 1

Bronconeumonía

 

Palacios, 19

Bronconeumonía

 

TOTAL FALLECIDOS JUNIO….........……… 103

 

2 JULIO

Gran Capitán, 10

Cirrosis

 

Ancha de Capuchinos, 12

Tuberculosis

 

San Diego, 11

Caquexia

 

Rosario, 8

Asistolia

 

Campillo Bajo, 2

Enterocolitis

 

Huerta Castaño (Camino Armilla)

Bronconeumonía

 

Aguirre, 8

Colapso

 

Portón de Tejeiro, 5

Apoplejía

 

Cuesta del Progreso, 8

Bronquitis

 

Panaderos, 8

Nefritis

 

Aljibe de Trillo, 7

Neoplasia

5

Casa de la Lona, 45

Nefritis

 

Marmolillo, 8

Enterocolitis

 

Puerta Real, 8

Bronconeumonía

 

Candiota, 5

Estenosis mitral

 

TOTAL FALLECIDOS JULIO................………..15

 

 

TOTAL CADÁVERES RECOGIDOS DE SUS CASAS…...............................................…………….…..185

                         

A la caza de las prostitutas

El sector de la prostitución estaba muy extendido en Granada en la posguerra. No sólo la  oficial en casas conocidas y regentadas por su respectiva madame, también la prostitución encubierta causada por los centenares de viudas dejadas por la contienda.

Después de transeúntes “llegados de zona roja” y de los gitanos itinerantes (a quienes se empezó culpando de extender en brote), el siguiente colectivo a controlar fue el de prostitutas. Curiosamente, la mayoría de madames estaban apadrinadas/protegidas por gente poderosa, sobre todo policías

Después de transeúntes “llegados de zona roja” y de los gitanos itinerantes (a quienes se empezó culpando de extender en brote), el siguiente colectivo a controlar fue el de prostitutas. Curiosamente, la mayoría de madames estaban apadrinadas/protegidas por gente poderosa, sobre todo policías. El informe a que me estoy refiriendo continuamente del médico decano municipal es extremadamente detallado en cuanto a los domicilios y nombres de las titulares de todos los prostíbulos oficiales que existían en Granada en la primavera de 1940. En el caso de los difuntos que recogían en los domicilios, apenas se dan sus nombres. Pero sí lo hace con todas las jefas de los prostíbulos de Granada.

Primeros derribos en el barrio de La Manigua (1940-41), donde se concentraba la mayoría de casas de prostitución. AHMGR

A través de estos informes podemos conocer exactamente dónde estaban las casas de lenocinio de entonces y prácticamente todas las mujeres que trabajaban en ellas (excepto los dos últimos partes, en el que sólo da el nombre de la empresaria, sin que se apunte el número total de mujeres que había en esas 13 casas).

En la relación que sigue hemos localizado la existencia de, al menos, 348 mujeres trabajando a diario en las casas de prostitución de Granada en la primavera de 1940.

CASAS DE PROSTITUCIÓN PELADAS/ DESINFECTADAS DE PIOJOS

(10 de Mayo-13 Junio de 1940)

FECHA

ZONA/CALLE/ESTABLECIMIENTO

Nº DE PROSTITUTAS

DESINFECTADAS

10 Mayo

Varios pisos de prostitutas en los bloques de Almona del Campillo, números 14 y 16

 

19

11 Mayo

San Andrés del Campillo, 5

4

31 Mayo

Placeta del Negro, 1

Campillo Alto, 30

Piedra Santa, 6

San Andrés del Campillo, 9

San Andrés del Campillo, 7

Piedra Santa, 18

Sarabia, 6

Placeta del Negro, 11

Piedra Santa, 8

Piedra Santa, 4

Piedra Santa, 6

Piedra Santa, 2

Sarabia, 6

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

91

1 Junio

Naranjos, 5

Horno de San Matías, 8

Horno de San Matías, 13

Varela, 11 y 13

Horno de San Matías, 17

San Antonio, 5

 

 

 

 

 

50

5 Junio

Ruedabolas, 4

Ruedabolas, 3

Calderería Vieja, 42

Calderería Vieja, 44

Cuesta Marañas, 12

Cuesta Beteta, 16

 

 

 

 

 

25

3-4 Junio

Toril, 7

Moras,  9, 14

Cobas, 8

Fray Luis, 1

Rosario, 8, 20

Plaza Parra, 2, 4

Escudo del Carmen, 28, 45

Rector Morata, 2, 5, 6, 6 Duplicado, 7

Cuesta del Chapiz, 59

Agua del Albayzín, 7

San Juan de los Reyes, 6, 7, 8, 10, 12, 15

Piedrasanta, 6, 13

Varela, 1, 16

Mañas, 3, 8, 20, 20 Duplicado

San Antonio, 3

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

119

8 Junio

Placeta de San Andrés, 31

San Andrés del Campillo, 2

Placeta del Negro, 2

Mañas, 10

Trinidad, 15

Palacios, 13

Jazmín de San Matías, 1

Cobertizo de San Matías, 4

 

 

 

 

 

 

 

14

11 Junio

Cervantes, 10

Campillo Alto, 17

13

12 Junio

Placeta del Coso, 18

Almona del Campillo, 12

Puentezuelas, 12

Álvarez de Castro, 5

Suspiro, 1

Placeta de la Parra, 2

No se especifica número de mujeres de estas 6 casas

13 Junio

Beteta, 21

Concepción de Zafra, 12

Santa Catalina

Lucena, 15

San Juan de los Reyes, 17

Beso, 2, 10

Álamo del Marqués, 12, 22

No se especifica número de mujeres de estas 7 casas

 

 

NOTA: Omitimos el nombre de la titular de cada prostíbulo, aunque en los informes de los funcionarios municipales figuran con nombres y apellidos, o apodos.

 

 

348

(En las 13 últimas casas no se dan sumas)

A todas aquellas mujeres que trabajaban prestando servicios sexuales se les recortó el pelo, se les lavó el cuerpo a conciencia, fueron desparasitadas sus ropas personales, las ropas de los catres y desinsectadas las estancias donde ejercían. Prácticamente igual que se hacía a diario con decenas y decenas de otros granadinos.

A todas aquellas mujeres que trabajaban prestando servicios sexuales se les recortó el pelo, se les lavó el cuerpo a conciencia, fueron desparasitadas sus ropas personales, las ropas de los catres y desinsectadas las estancias donde ejercían. Prácticamente igual que se hacía a diario con decenas y decenas de otros granadinos

No he conseguido averiguar la causa de que aquellas madames o quizás algunos de sus chulos/protectores elevasen una queja al alcalde. También hay referencias a quejas de otras personas. Sospecho que fue debido a que los funcionarios municipales apuraron de más con la cuchilla de afeitar, o rasuraron zonas que no debían. El alcalde debió pedir explicaciones a los funcionarios y el inspector municipal de desinfección hubo de justificarse en un informe de fecha 14 de mayo: “Todos estos servicios se hacen con una vigilancia rigurosa por mi parte –escribió el inspector municipal–; puedo afirmar que ni un solo caso se ha dado de palado caprichoso, pues soy consultado siempre por el personal ante un caso dudoso. Igual norma se sigue en el Parque del Paseo del Violón [adonde se trasladaba a gente de la periferia a desparasitarlos]… En los barrios, pelado a rapa de hombres y niños, y después lavado con subliminado a mujeres y jóvenes, con melena a lo Balón, y en las niñas a lo Pepito o a lo Manolo, según su preferencia… En el caso de que por gran abundancia de parásitos y suciedad que el pelo pueda tener, así como sus casas, entonces se pela a rapa tanto a las mujeres como a las niñas”.

Antonio Gallego Burín y el concejal Martín Campos, durante una visita de obras al Albayzín, en1942, en  su regreso a la Alcaldía de la ciudad tras el efímero paso de Acosta Inglott y José Méndez. AHMGR

Calculo a vuelapluma, por los partes, que entre el 10 de mayo y 5 de julio de 1940 fueron rapadas unas cinco mil cabezas de granadinos/as; hasta mediado 1942 se llegó a pelar a casi 35.000 personas, obligatoriamente. Además hay que tener en cuenta que muchísima gente se rapó la cabeza voluntariamente. En algunos casos fue necesario recurrir a los guardias municipales e incluso a los “guardias de asalto” (así los calificaba el inspector que suscribía, aunque ya no existían como tales) para hacer redadas en barrios y obligar a todo el mundo a pasar ante el peluquero, el barreño y la desinfección (El 20 de mayo, los guardias tuvieron que cercar el Barrio de San Ildefonso para pelar y lavar a todo el mundo).

Anuncio del insecticida americano Flit, comercializado en Granada entre 1926 y 1936. No regresaría a las tiendas hasta los años cincuenta.

¿6.000-7.000 muertos en Granada?

Es una pena que al alcalde Gallego Burín se le ordenara tan pronto que dejase de dar partes por escrito de la marcha del tifus exantemático en la ciudad; de no haberlo hecho, hoy podríamos conocer con exactitud la realidad de aquella epidemia que se prolongó hasta mediado el año 1942. Algo similar debió comunicarse también al resto de ayuntamientos. A los medios de comunicación se le prohibió publicar sobre epidemia, sólo dar noticias de enfermedades aisladas. La estrategia del director general de Sanidad, José Alberto Palanca y Martínez-Fortún (1888-1973) fue la censura y negar la existencia del problema.

Retrato del general Alberto Palanca, director general de Sanidad en los años duros de la epidemia de tifus. Escondió la realidad del problema de los piojos. Llegó a ser presidente de la Real Academia de Medicina.

El 2 de julio de 1940, un oficio de la Jefatura Provincial de Sanidad dirigido a Gallego Burín le comunicaba que se llevaban ya cuatro días sin registrar ninguna invasión de piojos. El personal dedicado a combatirlos podía cesar en su trabajo, “pues salvo incidentes, no creo que tengamos ya en la capital la mortalidad por tifus exantemático que hemos registrado en los meses anteriores”. Se pedía que el Ayuntamiento pagase a quienes habían colaborado desde fuera (barbero, practicante, enfermero), ya que los médicos de Cruz Roja no querían cobrar nada.

El jefe de sanidad mentía descaradamente. Precisamente los cuatro últimos días a que se refería sin casos, el médico decano municipal había contabilizado nada menos que veinte fallecimientos en sus informes

El jefe de sanidad mentía descaradamente. Precisamente los cuatro últimos días a que se refería sin casos, el médico decano municipal había contabilizado nada menos que veinte fallecimientos en sus informes.

La epidemia, no obstante, no había hecho nada más que comenzar en Granada. Luego se iría extendiendo hacia toda Andalucía y resto de España.

El régimen franquista se las ingenió para ocultar los datos globales de afectados en aquellos dos duros años y medio. Pero debieron de ser muchos porque, a pesar del aislamiento, tanto Estados Unidos e Inglaterra, por parte aliada, como la Alemania nazi, desplazaron a investigadores y personal de laboratorios para utilizar la epidemia española de tifus como campo de experimentación para sus vacunas (nos nazis probaron con gases de cámaras de gas utilizados en campos de exterminio).

Presos políticos pelados en el penal del Puerto de Santa María, a principios de la década de los años cuarenta. En las dos cárceles de Granada murieron más de 30 presos por tifus en 1940.

En Granada se probaron vacunas del laboratorio Cox, de Rockefeller, de tipo Laigret (hecha en España por el Instituto de Higiene Militar), etc. Un discípulo del director general de Sanidad en el Instituto Cajal, Julián Sanz Ibáñez (1904-63) se desplazó a Granada (el 6 de mayo de 1940) a conocer la situación y dijo que las vacunas no tenían capacidad por sí mismas para detener el brote epidémico, lo más efectivo era una estricta aplicación de medidas higiénicas.

Pero algo no estaba cuadrando con el excesivo número de defunciones que se dieron en Granada durante la epidemia. Entre los años 1940 y 1942 fallecieron entre 6.000 y 7.000 personas más de lo que solía ser habitual. ¿A qué se debió aquel exceso de muertes?

No se conoció entonces el número de casos de tifus exantemático declarados oficialmente en Granada durante el año 1940; sólo se conoció la cifra de 90 muertos para toda España. Investigaciones médicas a posteriori han calculado los siguientes casos para el año 1941: 1.055 contagios en Granada; 1.830 en Málaga; 1.224 en Sevilla; 2.592 en Madrid (a partir de una publicación de Vidal Jordana en el año 1943). No se informó del grado de mortalidad de aquellos 1.055 infectados granadinos. Para el año 1942, a Granada le adjudicaron 712 contagiados. Ya para mediados del año 1942, en Granada se dio por erradicada la epidemia de tifus.

Pero algo no estaba cuadrando con el excesivo número de defunciones que se dieron en Granada durante la epidemia. Entre los años 1940 y 1942 fallecieron entre 6.000 y 7.000 personas más de lo que solía ser habitual. ¿A qué se debió aquel exceso de muertes?

Lo empezamos a saber a partir de 1946, cuando se creó el INE.

FALLECIMIENTOS TOTALES REGISTRADOS DURANTE LA EPIDEMIA 1940-42

(En la provincia de Granada)

 

1931-1935

1940

1941

1942

1943

1974

2019

Fallecidos por todas causas

 

Media defunciones/año osciló alrededor de  9.500  personas

13.146

13.558

10.474

10.121

6.116

5.405

Población de la provincia

 

643.705

(Enero de 1930)

718.182

 

 

 

744.850

919.700

Tasa de mortalidad en la provincia

 

16,3 x 1.000 habitantes

19,0 x 1.000 habitantes

13,8 x 1.000 habitantes

12,1 x1.000 habitantes

8,27 x 1.000 hab.

8,35 x 1.000 hab.

Tasa de mortalidad en la capital

 

18,3 x 1.000 habitantes

24,4 x 1.000 habitantes

14,8 x 1.000 habitantes

13,9 x 1.000 habitantes

 

 

DEFUNCIONES POR MESES

 

Ene.

Feb.

Mar.

Abr.

May.

Jun.

Jul.

Ago.

Sep.

Oct.

Nov.

Dic.

Total año

1940

s/d

s/d

s/d

s/d

s/d

s/d

s/d

s/d

s/d

s/d

s/d

     s/d

13.146

1941

1.178

1.164

1.259

1.258

1.158

1.004

1.361

1.308

1.093

908

956 

    911

13.558

1942

1.102

932

1.009

918

807

833

951

857

730

779

669

887

10.474

1943

991

777

834

677

786

942

973

798

730

784

769

1.080

10.121

Para el año 1940 no ofrecieron cifras desagregadas por meses. Se aprecia que los meses más mortíferos para la epidemia fueron los ocho primeros del año 1941, especialmente julio y agosto.

La tasa de fallecidos por 1.000 habitantes en 1940 quedó fijada en 18,3 en la provincia (la media española fue de 16,3). La tasa de fallecidos por 1.000 habitantes en la capital (con 134.216 almas) se elevó a 24,4 en el año 1941 (la media de capitales españolas fue de 17,0). Este dato indica que la incidencia fue muchísimo mayor en la ciudad que en el campo. De los 13.146 muertos totales, 2.741 (1.551 hombres+1.190 mujeres) vivían en la capital; en la provincia fallecieron aquel primer año de la epidemia 7.084 hombres y 6.002 mujeres.

Ya para 1942, el número de muertos por 1.000 habitantes bajó a 13,8 en la capital y 14,8 en la provincia.

FUENTE: Datos del Servicio de Estadística del Ministerio de Trabajo y del INE

Durante los años de la II República (1931-mitad 1936), en la provincia de Granada nunca se habían alcanzado los 9.500 fallecimientos/año. La tendencia era a que cada año se fuese recortando la cifra de muertes como consecuencia de los avances sanitarios. Los tres años de guerra civil no se pueden valorar.

Las sospechas de lo que había ocurrido con el brutal incremento de muertes durante 1940, 1941 y principios de 1942 nos las aclara un estudio pormenorizado de las fichas de mortalidad que ordenó elaborar el primer director general del Servicio de Estadística, montado en 1941 por José Luis del Corral Sáiz y convertido en Instituto Nacional de Estadística a partir de 1946

Las sospechas de lo que había ocurrido con el brutal incremento de muertes durante 1940, 1941 y principios de 1942 nos las aclara un estudio pormenorizado de las fichas de mortalidad que ordenó elaborar el primer director general del Servicio de Estadística, montado en 1941 por José Luis del Corral Sáiz y convertido en Instituto Nacional de Estadística a partir de 1946.

Según los datos del Ministerio de Trabajo, en la memoria correspondiente a 1940 sólo se reconocía que el brote de tifus exantemático en Granada se había cobrado la vida de 42 granadinos (21 hombres+21 mujeres); en cambio, la fiebre tifoidea había matado a 73+95. Según este criterio, la mitad de todos los muertos españoles por tifus en 1940 ¿habrían ocurrido en Granada?

La sorpresa vino al conocer las primeras publicaciones de población a partir de 1946, cuando se detecta un exceso de fallecimientos de más de 3.500 granadinos, en toda la provincia para el año 1940; algo similar ocurrió en el año 1941, cuando el exceso de muertos rondó los 4.000

La sorpresa vino al conocer las primeras publicaciones de población a partir de 1946, cuando se detecta un exceso de fallecimientos de más de 3.500 granadinos, en toda la provincia para el año 1940; algo similar ocurrió en el año 1941, cuando el exceso de muertos rondó los 4.000. Ya para el año 1942 se percibe que las cifras de fallecimientos provinciales iban bajando y acercándose a la media de la II República, es decir, de entre 9.000-10.000 fallecimientos/año. De todas formas, hubo que esperar todavía hasta 1945 para ver cifras de muertos/año por debajo de 9.500 personas que había durante la II República. En la actualidad, tal como se aprecia en el gráfico de arriba, la mortalidad anual en la provincia de Granada se mueve entre el 8-8,5 por 1.000 habitantes durante los últimos cuatro decenios. Y eso teniendo en cuenta que en los últimos ochenta años la población de la provincia de Granada ha aumentado en 200.000 personas. (La mortalidad media en España es ahora del 8,83 x 1.000 habitantes).

¿Dónde camuflaron tantas muertes por tifus?

El mismísimo director general de Sanidad, José Alberto Palanca, se desplazó a Granada en lo peor de la epidemia de tifus (junio de 1941) y escribió afirmando que los enfermos estaban hacinados en casas de pésimas condiciones. En la capital granadina encontró unos servicios de asistencia sanitaria lamentables, de ahí que la incidencia de la enfermedad fuese de las mayores del país.

Cuesta del Caidero durante las obras de canalización de aguas de 1943. AHMGR

El agua potable había comenzado a llegar para entonces a los barrios ricos de la ciudad, pero no se puede decir que fuera un servicio de agua corriente y con garantías (no estaba construida la depuradora y cuando llovía en la Sierra los grifos echaban agua terrosa). Las casas normales tenían sus tinajas para lavarse y los pilares para lavar ropa; el agua de consumo humano la adquirían a aguadores. En barrios pobres y cuevas el agua y la higiene estaban ausentes, las costras de roña eran un campo de cultivo de piojos.

Esas 3.500 víctimas de más, aproximadamente, que engrosaron las fosas de los cementerios en el año 1940 están camufladas en las estadísticas del INE en múltiples apartados y causas. Bien es cierto que la bacteria del tifus exantemático agrava infinidad de patologías preexistentes en las personas contagiadas;

Esas 3.500 víctimas de más, aproximadamente, que engrosaron las fosas de los cementerios en el año 1940 están camufladas en las estadísticas del INE en múltiples apartados y causas. Bien es cierto que la bacteria del tifus exantemático agrava infinidad de patologías preexistentes en las personas contagiadas; de ahí que los médicos, en los partes de defunción, indicaran infinidad de causas finales, no de tifus directamente provocado por la bacteria rickettsia prowazecki. Esta bacteria provoca fiebres altas, vasculitis, trombosis, etc.

Entonces, ¿con qué patologías preexistentes se alió la bacteria del tifus para causar tanta muerte en 1940? La relación que figura en la memoria de 1940 es muy extensa. Voy a mencionar las principales (que coinciden con el resumen del “informe Gallego Burín” de las primeros 185 muertes anotadas por el Ayuntamiento): viruela (120 hombres+90 mujeres); sarampión (20+18); tosferina (15+21); difteria (20+19); gripe (48+35); tres tipos de tuberculosis (258+225, 33+30, 26+32); lepra (5+2); septicemia (100+100); cánceres y tumores (55+30, 22+24); cáncer de útero (0+10); cáncer de pulmón (4+2); diabetes (12+31); raquitismo (82+69); anemia (57+23); meningitis (89+57); hemorragia cerebral, embolia y trombosis cerebral (205+248, 61+64, 23+28); endocarditis aguda (85+66); endocarditis crónica (27+30); enfermedades del miocardio (121+112); arterias coronarias (48+18); otras enfermedades del corazón (456+481); arterioesclerosis (166+176); gangrena (36+43); bronquitis varias (390+294); bronconeumonía (523+504); neumonía (137+130); úlceras de estómago y duodeno (83+21, 14+3); diarrea (643+587); enteritis (283+296); cirrosis (37+20); nefritis varias (127+116, 66+50, 120+98); durante el parto (0+45); debilidad congénita (254+256); senilidad (315+449); suicidio (46+6); accidentes casuales o laborales (70+12), etc.

Para el año 1941, las patologías de los difuntos fueron muy similares, si bien un tanto incrementadas en número. Ya hacia mitad de 1942 comenzó a verse una notable disminución de fallecimientos causados por inflamaciones vasculares, del aparato digestivo y del aparato respiratorio

En el año 1940 hubo que añadir bastantes muertes como consecuencia de la reciente guerra civil. Los consejos de guerra estaban funcionando a toda marcha y fueron ejecutados bastantes condenados a muerte (236+1), además de morir todavía 85 varones y 2 mujeres como consecuencia de las heridas arrastradas desde la contienda. Mas 30 presos que murieron en las cárceles por tifus. También fue un año violento en cuanto a asesinatos y venganzas, con 79 granadinos llamados por la Parca a hacerle compañía.

Para el año 1941, las patologías de los difuntos fueron muy similares, si bien un tanto incrementadas en número. Ya hacia mitad de 1942 comenzó a verse una notable disminución de fallecimientos causados por inflamaciones vasculares, del aparato digestivo y del aparato respiratorio.  La tasa bruta de mortalidad en la provincia de Granada se disparó enormemente desde principios de 1940 hasta mediados del año 1942.

Los libros parroquiales no mienten

Doy por sentado que la Administración y los políticos tienen tendencia a la mentira, la manipulación y la censura. Por eso, he indagado en libros parroquiales de defunciones de Granada capital y todos coinciden en que se dispararon enormemente los fallecimientos durante los años 1940 y 1941; y durante los dos siguientes, 1942 y 1943, ya empezaron a bajar, aunque todavía había demasiados entierros. De todas formas, la hambruna se prolongó todavía durante la década de los años cuarenta y por eso la tasa de mortalidad regresó a peor, a cifras de principios del siglo XX.

He tomado como mejor ejemplo uno de los tres distritos parroquiales que más sufrieron la epidemia de tifus exantemático. Se trata de la Parroquia de San Ildefonso. La división judicial/electoral y municipal se establecía por distritos que prácticamente coincidían con las demarcaciones eclesiásticas de cada parroquia. En el caso de San Ildefonso, su distrito era enorme: abarcaba una cuña de ciudad con vértice en la Puerta de Elvira, subía por todo el Barrichuelo, Cuesta de San Antonio, Cartuja Alta y Baja, zona del Triunfo, San Lázaro y Beiro. Era uno de los barrios más extensos y poblados; sus habitantes eran agricultores, artesanos y jornaleros en su mayoría. Gente obrera.

División parroquial y judicial de Granada durante la II República y primeros años del franquismo. Salvador era distrito judicial; San Ildefonso (11) era distrito parroquial-poblacional. AHMG.

En el gráfico de arriba se comprueba que durante los años de la Dictadura de Primo de Ribera el número de defunciones de esta parroquia oscilaba entre 106-130 por año. En el bienio 1930-31 se dio un repunte de muertes por causas que no he conseguido averiguar; no obstante, sospecho que debió tratarse de alguna epidemia que afectó a los más pequeños, ya que abundan los entierros de niños.

A finales de 1939, comenzaron a dispararse los entierros en el barrio: subieron hasta 127. Quizás se debieran a los primeros fusilamientos tras la guerra

Las condiciones sanitarias debieron mejorar en esta barriada/parroquia durante la II República y casi toda la guerra civil, ya que el número de fallecimientos decreció en algunos casos hasta sólo 26 (en el año 1935).

[Aunque lo más probable de esta importante reducción de casi dos tercios de enterramientos por la iglesia se debiera a que la Constitución de 1931 elaborada por Fernando de los Ríos transformaba la gestión de los cementerios de católicos en municipales; si antes de esa fecha, el 99,9% de los difuntos pasaban por las parroquias, durante la República se disparó el número de personas que dejaron de hacerlo y prefirieron las ceremonias fúnebres sólo civiles. No obstante, extraña que también desde el 20 de julio de 1936 y durante los años 1937 y 1938, bajo la Granada del Alzamiento, se mantuviesen cifras de mortalidad tan bajas]

A finales de 1939, comenzaron a dispararse los entierros en el barrio: subieron hasta 127. Quizás se debieran a los primeros fusilamientos tras la guerra.

No obstante, cuando se dispararon las muertes en esta barriada de Granada fue realmente durante los años 1940 y 1941, con nada menos que 313 y 303 entierros, respectivamente. Es decir, el índice de mortalidad se triplicó con relación a la Dictadura de Primo de Ribera y se multiplicó por 6-7 veces con relación a la II República-guerra civil

No obstante, cuando se dispararon las muertes en esta barriada de Granada fue realmente durante los años 1940 y 1941, con nada menos que 313 y 303 entierros, respectivamente. Es decir, el índice de mortalidad se triplicó con relación a la Dictadura de Primo de Ribera y se multiplicó por 6-7 veces con relación a la II República-guerra civil.

Ya para los años 1942-43 se experimentó una bajada de fallecimientos al ir remitiendo la epidemia de tifus, pero todavía continuaban siendo el doble que una década atrás. La conclusión final es que en la demarcación de la parroquia de San Ildefonso debieron morir entre 500-700 personas por el brote de tifus entre 1940-43. De todas formas, la mortalidad continuó siendo exagerada todavía en el año 1945.

Estos datos fueron cuidadosamente anotados por el párroco de San Ildefonso Manuel García García. Se conservan inscritos en los libros de defunciones de la iglesia correspondientes a los tomos 37, 38 y 39. Es una pena que, aparte de la edad de los fallecidos, no se consignara la causa de sus fallecimientos para sacar conclusiones más ajustadas.

Libro de actas de defunciones de la Iglesia Parroquial de San Ildefondo, del 29 de octubre de 1926 al 2 de enero de 1940.

Personalidades que mató el tifus en Granada

Entre aquellos seis o siete mil granadinos anónimos que se cobró la epidemia de tifus exantemático durante sus dos años y medio, aproximadamente, figuraron algunas muy conocidas. Repito que la inmensa mayoría de afectados se encontraban entre las clases sociales más desfavorecidas, las que no tenían acceso a alimentos, medidas higiénicas, jabón y desinfectantes. Pero el tifus no respetó a nadie que tuviera a su alcance.

Sin duda que la personalidad más conocida que murió fue la primera autoridad de la capital: su alcalde Rafael Acosta Inglott. Antonio Gallego Burín vino siendo alcalde de Granada desde que lo pusieron los golpistas en 1938 hasta el 14 de noviembre de 1940

Sin duda que la personalidad más conocida que murió fue la primera autoridad de la capital: su alcalde Rafael Acosta Inglott. Antonio Gallego Burín vino siendo alcalde de Granada desde que lo pusieron los golpistas en 1938 hasta el 14 de noviembre de 1940. Justo cuando arreciaba la epidemia de tifus, el “alcalde del siglo” fue enviado al Gobierno Civil para sustituir a un general y hacerse cargo de toda la provincia

Su puesto en la alcaldía de Granada la ocupó Rafael Acosta Inglott. Hombre de 51 años y padre de cinco hijos. Se le podía calificar de persona próxima y casi admirador del líder que le había dejado el sillón de la Plaza de Carmen. Gallego se aseguraba que la ciudad iba a continuar con la línea de reformas interiores que él había comenzado a diseñar.

Rafael Acosta tenía mezcla de origen canario (nacido en Las Palmas) y de irlandés por parte de madre. Era hijo de un magistrado que llegó a Granada durante la segunda década del siglo XX. La prensa lo pintó como hombre bondadoso y tranquilo, además de profundamente religioso y monárquico.

Rafael Acosta Inglott (sentado), Gallego Burín (izda.) y Esteban Samaniego, durante la toma de posesión el 14 de noviembre de 1940.

Contaba su familia que un día de Corpus de 1941 decidió hacer una visita a las decenas de enfermos que se cobijaban en las cuevas del Barranco del Abogado y Monte Sedeño. A los tres días, empezó a ponérsele la boca negra y a salirle manchas por todo el cuerpo. Los médicos le diagnosticaron tifus exantemático, probablemente contraído durante su contacto con enfermos. Apenas sobrevivió dos semanas, ya que el 30 de junio de 1941 falleció repentinamente. Ni su esposa ni ninguna persona más de quienes convivieron con él los últimos días de su vida había resultado contagiada de tifus exantemático.

Los médicos le diagnosticaron tifus exantemático, probablemente contraído durante su contacto con enfermos. Apenas sobrevivió dos semanas, ya que el 30 de junio de 1941 falleció repentinamente. Ni su esposa ni ninguna persona más de quienes convivieron con él los últimos días de su vida había resultado contagiada 

Fue un alcalde efímero, pues duró en la regiduría de Granada sólo siete meses y medio. El único del siglo XX que falleció durante su mandato.

Dos Damas Apostólicas. La congregación de Damas Apostólicas fue fundada en Madrid en 1924 por Luz Casanova. Su finalidad era ayudar a los más desfavorecidos desde una óptica cristiana, comenzando por la educación de niños en barrios marginales. Una de las primeras jóvenes que se sumaron a la iniciativa de la aristócrata fundadora fue la madrileña Pilar García Romanillos (Colmenar del Arroyo, 1900).

Pilar García Romanillos, superiora de las Damas Apostólicas en Granada que trabajaba para el Barranco del Abogado cuando se contagió de tifus.

Las Damas Apostólicas ya se encontraban establecidas y funcionando en Granada en 1926. En 1931 contaban con el apoyo de un grupo de mujeres seglares granadinas, de clase social acomodada, que las financiaban en lo posible. La congregación de Damas en Granada estableció su primera casa de religiosas en la calle Niños Luchando; después seguirían otras en Calderería, Santa Paula y, con el tiempo, se fueron a los nuevos barrios del Zaidín, Almanjáyar, Cartuja, etc. Fundaron el colegio Luz Casanova y también les cedieron un palacete en el Paseo del Salón (hoy Seminario Menor). Tuvieron colegios en las calles Tendilla y San Gregorio Alto en la capital, más otros en Asquerosa (Valderrubio), Escoznar cortijada de La Paz (Soto de Roma).

Quitaron el hambre a mucha gente, curaron y pusieron inyecciones a quienes se lo pedían; enseñaron a coser y a llevar la casa a muchas jóvenes sin formación. En la actualidad, la congregación sólo mantiene en Granada a tres hermanas, que colaboran con distintas instituciones de ayuda social

Además de la formación, siempre han estado al lado de los más desfavorecidos: pobres, enfermos, expresidiarios, mujeres maltratadas, etc. Quitaron el hambre a mucha gente, curaron y pusieron inyecciones a quienes se lo pedían; enseñaron a coser y a llevar la casa a muchas jóvenes sin formación. En la actualidad, la congregación sólo mantiene en Granada a tres hermanas, que colaboran con distintas instituciones de ayuda social (Proyecto Hombre, Granada Acoge, parroquia de Almanjáyar, etc.)

En 1940 regentaban un colegio de cuatro aulas en un edificio situado por encima de la Gruta de la Virgen de Lourdes, en el Barranco del Abogado, al que habían llegado llamadas por el párroco de San Cecilio. También prestaban ayuda sanitaria y ayudaban en lo que sabían y podían. Al Barranco del Abogado no se atrevían a acercarse ni los médicos durante la epidemia de tifus de 1940-42; a la mayoría les obligaban a ir a pelarse y desinfectarse a la Cámara del Violón. Además, tampoco había calles para acceder al vericueto de cuevas que era por entonces esta deprimida barriada.

Barranco del Abogado en 1957. En el círculo, escuela mantenida por las Damas Apostólicas, por encima de la Gruta de Lourdes. AHMGR

Las hermanas Pilar García Romanillos, superiora en Granada, y su compañera Soledad Reta Videgain (Pamplona, 1908) eran jóvenes y fuertes. Cargaban sobre sus espaldas a enfermos desahuciados para acercarlos a sitios donde se accediera con vehículos o carros. También para llevarlos directamente al cercano hospital de la Cruz Roja.

A principios de abril de 1941, tras un año de estar al lado de los contagiados de tifus, le apareció la enfermedad a Pilar García Romanillos. Falleció el 18 de abril de 1941. Su comunidad la enterró en el Cementerio, pero en 1959 se llevaron los huesos a su casa madre de la calle Santa Paula, 20. Hasta que en 2002 decidieron devolver sus restos al Cementerio de San José de Granada, donde descansa en la bóveda de la comunidad religiosa

A principios de abril de 1941, tras un año de estar al lado de los contagiados de tifus, le apareció la enfermedad a Pilar García Romanillos. Falleció el 18 de abril de 1941. Su comunidad la enterró en el Cementerio, pero en 1959 se llevaron los huesos a su casa madre de la calle Santa Paula, 20. Hasta que en 2002 decidieron devolver sus restos al Cementerio de San José de Granada, donde descansa en la bóveda de la comunidad religiosa.

La familia García Romanillos, a pesar de no ser originaria de Granada, fue bastante conocida y numerosa en la ciudad debido a que el ingeniero Fabriciano García Romanillos estuvo muchos años de director de la Compañía Sevillana de Electricidad.

Su compañera Soledad no tardaría mucho más en contagiarse también de tifus exantemático. Era algo más joven que Pilar, había nacido en Pamplona y profesaba en las Apostólicas desde sólo dos años atrás. La epidemia se la llevó el 13 de junio de 1941, cuando Granada celebraba su segundo día de Feria del Corpus. También está enterrada en la misma bóveda del Patio de las Angustias.

El portero del Granada C. F. Gyula (o Julio) Alberty Kyscel  (o Riskel) fue un joven jugador de fútbol nacido en Hungría. Su puesto en el equipo era de portero. En el año 1934 fue fichado por el Real Madrid, a la sombra de Ricardo Zamora. Fue uno de los primeros extranjeros en jugar en este equipo. Estuvo jugando en la capital de España hasta que en 1936, con el estallido de la guerra civil, se desplazó a un equipo francés. En 1938 regresó a la zona de Galicia a jugar en varios equipos de una liga menor de la zona nacional. Finalmente, nada más acabar la guerra, recaló en el Celta de Vigo, de regreso a la primera división.

Julio Alberty durante uno de sus partidos de fútbol.

Julio Alberty fue traspasado al Granada C. F. ya comenzada la temporada 1941-42, por primera vez militando en la división de oro. En el equipo nazarí fue titular de la portería durante al menos catorce partidos de liga. Recordemos que el campo de fútbol Viejo los Cármenes era desinfectado y desinsectado semanalmente por las fumigadoras del Ayuntamiento.

El caso es que a finales de marzo o principios de abril de 1942, Gyula contrajo el tifus exantemático y acabó falleciendo el 8 de abril. Tenía 30 años. El Ayuntamiento regaló a su familia un nicho en el cementerio de la ciudad, donde fue enterrado (Patio de las Angustias, nicho 23, sección 12, fila 3).

CURIOSIDADES VARIAS

15.000 muertos en 1489-90. El tifus es originario de la India. La primera epidemia histórica en España también se fija en Granada, en el bienio 1489-90, durante la Toma del Reino (zonas de Baza, Almería y Guadix). La habrían traído las milicias musulmanas que habían participado antes en la toma de Chipre. Se calcula que murieron unas 15.000 personas. La enfermedad era conocida como calentura maligna punticular.

Bajorrelieve de la toma de Baza en la sillería de la Catedral de Toledo.

Guerra de las Alpujarras. Nuevamente, durante la Guerra de las Alpujarras (1569-71) las crónicas hablan de una epidemia de tabardillo, sinónimo de tifus, que habría afectado bastante a la población por donde se movieron los moriscos. En este caso, también la habrían traído los turcos o berberiscos con los que se relacionaron.

Velos del Sagrado Corazón. En el Sagrado Corazón, frente a las Titas, tenían velos a la entrada para que se los pusieran las niñas al oír misa diaria. Aquellos velos se llenaron de piojos e infestaron las cabezas de la zona. Todas las madres pelaron a sus hijas. A partir de entonces, cada una se procuró su pañoleta personal. Así lo recuerda todavía Encarnación Pedraza Muñoz, una de las afectadas.

Método del hueso de aguacate. Uno de los métodos utilizados para matar piojos de las cabezas consistió en macerar hueso de aguacate en alcohol. Se frotaba la cabeza con la mezcla y se cubría con un trapo bien apretado durante la noche. Escocía a rabiar. A la mañana siguiente el trapo amanecía repleto de piojos y liendres muertos.

Estropajos de esparto. Los estropajos utilizados los hacían con esparto de atar haces de mies, muy ásperos. Con ellos se frotaba todo el cuerpo hasta enrojecerlo y casi hacerlo sangrar.

Gente escondida. Mucha gente se escondía para que no les quitaran la ropa y la despiojaran, ya que no disponían de más mudas. Esa negativa propició mayores contagios.

Talleres de liendreras. A raíz de la epidemia proliferaron en Granada los talleres artesanales de fabricar liendreras. Utilizaban láminas de celuloide, principalmente, de asta, carey, y rajados meticulosamente con seguetas finísimas. Los pudientes las encargaron de metales, maderas nobles e incluso de marfil extraído de alguna escultura antigua.

Liendrenas Emilio Hurtado. Las tiendas de Emilio Hurtado (en calle Colcha y Bibarrambla) fueron famosas durante aquellos años por vender miles de liendreras para despiojar las cabezas y extraer hasta la última liendre.

Compra de piojos. La jefatura provincial de Sanidad premiaba a quienes le presentaran en sus oficinas (junto al hospital 18 de Julio de la Plaza de Gracia) latas con miles o millones de piojos. Los niños iban a las junqueras de las zonas húmedas a recogerlos, ya que estaban infestadas del insecto.

Gente de la latilla. Las casas más pudientes eran visitadas a diario por gente con una latilla en la que la dueña del piso les vertía las sobras de la comida. La hambruna hizo proliferar los pobres a centenares. Incluso se hacían la competencia entre ellos por aquellos desperdicios.

Declive de gorras y sombreros. Hasta 1940, todo el mundo se tocaba la cabeza con sombrero o gorra. A partir de la epidemia de piojos, comenzó el declive de su uso, especialmente por parte de la gente más joven. Los sombreros y las gorras eran buenos nidos para los piojos.Un soldado alemán despioja con DDT a una prisionera en un campo de concentración nazi.

DDT. Los piojos no empezaron a estar controlados hasta 1942, tras la “reinvención” del DDT (Dicloro difenil tricloroetano), aunque se conocía desde 1872. Fue un poderoso y peligroso desinfectante, que acabó por ser prohibido treinta años después, ya que lo absorbían las grasas de los animales y tenía graves efectos secundarios.

Depuradora de agua. En 1944 se decidió iniciar la construcción de la depuradora de aguas que venían por canal del Genil (Entró en servicio en 1950). Se haría en la Lancha del Genil, antes de entrar a la capital. Así se evitarían epidemias en el futuro, como en realidad ha ocurrido. Al menos achacables al agua.
NOTA: Durante la elaboración de este artículo me han comentado que también fallecieron médicos conocidos y personal sanitario. Pero nadie me ha concretado nombres. El lector puede aportarlos si tiene conocimiento de alguno.