EN EL 475º ANIVERSARIO DE LA MUERTE DE SAN JUAN DE DIOS (y II)

El Hospital que fue pagado con cientos de esportillas de calderilla

Ciudadanía - Gabriel Pozo Felguera - Domingo, 9 de Marzo de 2025
Gabriel Pozo Felguera cierra con este magnífico reportaje la serie dedicada a San Juan de Dios con la historia de los albergues y hospitales que fundó el santo, con detalles poco conocidos del que lleva su nombre, como lo que costó y cómo lo pagó y los litigios con los jerónimos, que te sorprenderán.
Patio primero del Hospital de los hermanos de Juan de Dios, destacado en color, según el dibujo de Van Der Aerden en 1567. Estaba sin acabar una crujía alta.
TRATAMIENTO GRÁFICO LUIS RUIZ RODRÍGUEZ.
Patio primero del Hospital de los hermanos de Juan de Dios, destacado en color, según el dibujo de Van Der Aerden en 1567. Estaba sin acabar una crujía alta.
  • La Orden Hospitalaria entregó varios miles de kilos de moneda fraccionaria de vellón durante dieciocho años, hasta pagar la deuda de 12.000 ducados a los Jerónimos por el solar y cimientos

  • Cuatro fueron los albergues y hospitales que fundó Juan de Dios con sus hermanos en Granada durante los once años efectivos que duró su misión con los pobres y enfermos

San Juan de Dios es el santo granadino de mayor repercusión mundial. Le sigue cierto público que llega a Granada queriendo conocer esos 102 lugares que los historiadores identifican relacionados con su presencia en Granada (1537-50). Aunque la ruta es muy difícil de seguir por tanto cambio urbanístico y ausencia de señalización. El lugar más potente de esa ruta juanista es el Hospital de San Juan de Dios, precisamente en el que no llegó a ejercer la caridad con los desfavorecidos. Su construcción la empezó el Santo en 1544 con la cesión de los terrenos propiedad de los monjes jerónimos, a base de pedir por media España y, sobre todo, por Granada. Juan de Dios fue el personaje que levantó mayores simpatías y apoyo en sus plegarias callejeras porque su fin no era construir un monasterio más, sino hacer un hospital para los pobres que no tenían cabida en ningún otro lugar. Monedilla a monedilla, los hermanos de San Juan de Dios acopiaron miles de kilos de piezas donadas por millones de personas. Consiguieron levantar el edificio y la propiedad del solar del Hospital tras un largo pleito y pagos aplazados entre 1544 y 1611, a base de esportillas llenas de calderilla de vellón.

Cuatro fueron las sedes de refugios y hospitales de acogida que montó Juan Ciudad o Juan de Dios en Granada desde que, en 1539, decidió dar un vuelco a su vida para recoger y auxiliar enfermos y necesitados por las calles de Granada

Cuatro fueron las sedes de refugios y hospitales de acogida que montó Juan Ciudad o Juan de Dios en Granada desde que, en 1539, decidió dar un vuelco a su vida para recoger y auxiliar enfermos y necesitados por las calles de Granada. Empezó solo su tarea asistencial; posteriormente se le fueron añadiendo hombres y algunas mujeres que formaron una hermandad. Abrió esas cuatro casas/hospitales en tan sólo once años de dedicación a su tarea caritativa.

El primer lugar donde ya auxilió del frío y quitó las primeras hambres a los pobres fue en el zaguán de la familia Granada Venegas, muy posiblemente la que hoy es Casa de los Tiros. Pero aquello fue muy circunstancial y no podemos incluirlo en su obra hospitalaria.

No eran más que esteras y jergones repartidos por los suelos. Allí iba colocando a los desarrapados que se refugiaban en los soportales de la Plaza de Bibarrambla para cobijarse del frío y la lluvia de la noche

La Pescadería. La primera casa de acogida estuvo ubicada en la zona de la Pescadería. No se puede llamar a aquel lugar como su primer hospital, ya que no lo fue. Sus contemporáneos lo describen como una pequeña casa alquilada en esta zona tan céntrica y comercial. No eran más que esteras y jergones repartidos por los suelos. Allí iba colocando a los desarrapados que se refugiaban en los soportales de la Plaza de Bibarrambla para cobijarse del frío y la lluvia de la noche. Habilitó una cocina para calentar alguna comida y alimentarlos. También empezó a vestirlos con las primeras ropas que recogía o conseguía comprar con los donativos.

No podemos ubicar aquella casa de la Pescadería. Es prácticamente imposible porque esta zona está completamente desfigurada desde el punto de vista urbanístico en los últimos cinco siglos. Podemos especular: la muralla estaba todavía intacta; discurría por la cara Sur, haciendo el rincón y quiebro que existe todavía antes de penetrar por detrás de las casas de Bibarrambla. Pegados a este paño de muralla estuvieron los puestos de los pescaderos, no había más casas que una con fachada a la Casa de la Tercia, al lado de lo que hoy son escaleras de la calle Sillería. La cara norte de la Pescadería la formaban entrantes y salientes, con tres callejones que daban a ella y que se llamaron Provincias (que sigue), Mariparda (ensanchada como Marqués de Gerona) y un callejón ciego al lado del actual Restaurante Cunini.

El óvalo verde marca la fachada de la Pescadería donde debió estar ubicado el primer albergue de Juan de Dios. Después alquiló su primera casa en el callejón del Arcipreste (óvalo rojo), con entrada por la calle Lucena. PLANO DE BERTUCHI. 1910.

En alguna de las casillas de esta zona, o incluso entrando a alguna de estas tres perpendiculares de la cara Norte, debió ubicarse la primera casilla de acogida de Juan de Dios

Esta zona de Pescadería fue profundamente reformada en 1607. Más tarde, mediado el siglo XIX, fue abierta la calle Marqués de Gerona entre la Catedral (a base de ensanchar Mariparda) y la calle Mesones (que partió la muralla y los corrales de la Casa de la Tercia). Y en el tercio final del siglo XIX fueron realineadas la mayoría de fachadas, derribada toda la muralla y construidos los tres grandes kioscos exentos de pescado a lo largo de este espacio.

En alguna de las casillas de esta zona, o incluso entrando a alguna de estas tres perpendiculares de la cara Norte, debió ubicarse la primera casilla de acogida de Juan de Dios.

El primer lugar al que podemos llamar hospital de Juan de Dios fue el que abrieron en la zona de la calle Lucena, a menos de un centenar de metros del primero

Calle Lucena. El primer lugar al que podemos llamar hospital de Juan de Dios fue el que abrieron en la zona de la calle Lucena, a menos de un centenar de metros del primero. Escribo “zona” porque no se trató realmente de una casa que tenía fachada a esta calle, sino a la que se accedía por su embocadura. Conocemos que Juan de Dios iba a buscar agua al aljibe que había junto a la Bib-Almazán, la Puerta de la Trinidad. Ese aljibe estuvo situado justo enfrente de donde empieza la calle Lucena; sus cimientos están bajo parte del edificio de Sombreros Miroc y hasta mitad de la calle Capuchinas.

Aquel ramillete de adarves ha sido conocido de varias maneras desde el siglo XVI hasta principios del siglo XX

Este hospitalillo se localizó en el interior de este vericueto de callejas con acceso por Lucena, al que hoy se accede por el inmundo Callejón de Lucena (convertido en vertedero y foco de aguas mayores y menores, en el corazón de Granada). Aquel ramillete de adarves ha sido conocido de varias maneras desde el siglo XVI hasta principios del siglo XX: primero fue Callejón del Verdugo (imaginamos que allí vivió el encargado de ajusticiamientos); después Callejuela del Arcipreste (porque también residió el sacerdote Juan Maxuelo); en el siglo XIX fue rebautizada como Calle Sucia. Y actualmente es Callejón de Lucena (aunque debería volver a ser la Calle Sucísima). Hoy queda prácticamente lindera por detrás con el flamante Centro García Lorca.

También ocurrió entonces, posiblemente, el supuesto milagro de la aparición del arcángel San Rafael cuando no podía cargar con un mendigo y un joven le descargó el peso; esto habría ocurrido en la zona de la actual calle del Milagro

Las referencias que tenemos sobre aquel hospitalillo indican que era muy estrecho, con pocas camas y gentes tiradas por el suelo. Estaba saturado. Juan de Dios ya no estaba solo, se le habían sumado al menos Antón Martín y dos más, y pasan a llamarse Hermanos de Juan de Dios. Por esas fechas tuvo lugar la captación de Antón Martín en la calle Colcha, cuando se empeñaba en ejecutar al asesino de su hermano. También ocurrió entonces, posiblemente, el supuesto milagro de la aparición del arcángel San Rafael cuando no podía cargar con un mendigo y un joven le descargó el peso; esto habría ocurrido en la zona de la actual calle del Milagro.

En el año 1896, por iniciativa del Ayuntamiento, fue colocada una placa sobre el umbral de la casa número 10 de la calle Lucena. Se hizo para recordar que “allí” estuvo ubicado el primer hospital de San Juan de Dios. Obviamente, los próceres la colocaron conociendo que no estuvo exactamente allí, pero era esquina más digna que el inmundo Callejón Sucio de al lado. Aquella casa del siglo XVI había sido derribada en 1882 y vuelta a reconstruir con las tres plantas actuales.

Placa ilegible sobre el número 10 de la calle Lucena, colocada en 1896.
Corrales y ruinas en las traseras del callejón de Lucena y Horno de Marina, donde estuvo realmente el primer hospitalillo de Juan de Dios.

El mármol estuvo más o menos legible hasta hace una década, cuando la empresa propietaria rehabilitó la fachada para viviendas vacacionales. El resultado fue nefasto; lijaron tanto la inscripción que ahora es prácticamente imposible saber su contenido

La placa sobre la puerta dice: “En el año 1537 el insigne padre de los pobres San Juan de Dios, fundó en esta casa su primer hospital. El Excmo. Ayuntamiento de Granada acordó la colocación de esta lápida para conmemorar tan notable hecho. 1896”. El mármol estuvo más o menos legible hasta hace una década, cuando la empresa propietaria rehabilitó la fachada para viviendas vacacionales. El resultado fue nefasto; lijaron tanto la inscripción que ahora es prácticamente imposible saber su contenido. Está necesitada de un repinte con tinta oscura. O recolocarla a la entrada del callejón de Lucena, más cerca del lugar real. Tampoco la fecha de 1537 es correcta, ya que se supone que es la de llegada aproximada de Juan Duarte a Granada. Todo habría comenzado tras su “conversión” a una nueva vida a partir del sermón de Juan de Ávila en Plaza Nueva (20 de enero de 1539).

Cuesta de Gomérez. El éxito de las predicaciones del protector Juan de Ávila y el pedigüeñeo machacón de Juan de Dios surtían efecto. La casa de Lucena estaba a rebosar de tanto pobre. Las familias protectoras, especialmente mujeres de buena posición y religiosidad, reunieron 400 ducados para comprar un sitio más amplio. Lo encontraron en enero de 1542.

Era un antiguo palacete en la Cuesta de Gomérez, muy cerca de donde Pedro Machuca acababa de construir la Puerta de las Granadas (1526). La segunda casa de la derecha, según se baja

Era un antiguo palacete en la Cuesta de Gomérez, muy cerca de donde Pedro Machuca acababa de construir la Puerta de las Granadas (1526). La segunda casa de la derecha, según se baja. Fue el primer Convento de Nuestra Señora de los Ángeles, fundado en 1540 por Leonor Saavedra e Inés de Jesús, franciscanas terceras. Lo abandonaron para trasladarse al nuevo de la calle Molinos, casi en las Vistillas.

Se trataba de una casa con patio central y un jardín trasero, lindante con el bosque de la Alhambra por atrás. Tenía toma de agua de la ciudadela y un gran pozo en un ángulo del claustrillo. Sus vecinos por arriba fueron la familia Torres, más tarde los Herrasti y ya en el XIX los Marqueses de Cartagena. Por debajo lindaba con Mariano Gallego Burín, ya a finales del XIX.

La Cuesta de Gomérez era un lugar muy frecuentado por haberse convertido en el acceso más directo a la Alhambra y concentrar varias pensiones para viajeros litigantes en la Real Chancillería, que estaba situada por entonces en el bajo Albayzín. La fonda más famosa era La Toledana.

Fachada de segundo hospital, en Cuesta de Gomérez, 45, junto al palacio del Marqués de Cartagena. Ninguna señal externa lo relaciona con el Santo, que estuvo aquí desde 1542 hasta diez días antes de su muerte en 1550.
El patio del hospital antiguo de Gomérez conserva la estructura porticada similar a la del siglo XVI.
Una placa sobre el pilar recuerda que aquí estuvo el hospital de San Juan de Dios hasta su traslado en 1552. Este edificio, antes llamado Carmen de San Juan de Dios, fue reconvertido en viviendas de alquiler en 1990.

Fue el momento en que varias damas, capitaneadas por Francisca de Cáceres, empezaron a buscar un lugar más adecuado

Aquel segundo hospital de Juan de Dios y sus hermanos no estaba todo lo céntrico que deseaban. Era incómodo por la cuesta que lo conectaba con Plaza Nueva y el centro de actividad comercial. A pesar de ello, llegaron a concentrar hasta 150 camas, jergones y esteras ocupadas por otros tantos menesterosos y enfermos. Para 1543 ya se consideraba colmatado. Fue el momento en que varias damas, capitaneadas por Francisca de Cáceres, empezaron a buscar un lugar más adecuado. Se sucedieron gestiones en la Alhambra con el capitán general, Marqués de Tendilla y el prior de San Jerónimo; más tarde implicaron al arzobispo Pedro Guerrero. La presencia del jerónimo era imprescindible, como se verá más adelante. El obispo fue el primero en donar 1.600 ducados para el inicio del proyecto de gran hospital al Oeste de la ciudad, en la parte opuesta a Gomérez.

De las Cinco Llagas a Hospital de San Juan de Dios

El Hospital de San Juan de Dios actual fue el cuarto sitio de Granada al que Juan Ciudad llevó, o quiso llevar, a sus enfermos. Aunque en este último caso no llegó a verlo lleno de enfermos, ya que falleció pocos años antes de tenerlo disponible. Es la historia de un edificio y de unos terrenos que nació con polémica y que, al día de hoy, todavía colea en cierto aspecto. (Ver: San Juan de Dios, el Hospital “okupado”).

Es el que se corresponde con la ubicación actual del segundo patio del Hospital de San Juan de Dios. Aquel embrión de hospital jerónimo se iba a llamar de las Cinco Llagas

La gestación del primer hospital moderno de los Hermanos de San Juan de Dios empezó en 1544 tras las reuniones a que me refería anteriormente en la curia del arzobispo Pedro Guerrero. La orden jerónima había recibido de los Reyes Católicos, o de la ciudad de Granada, unos extensos terrenos tras la conquista cristiana de Granada. Muy pronto empezaron la construcción de su edificio junto al camino que iba a la Puerta de San Jerónimo, en la zona del Morabito del Quemado. Querían hacer claustro, iglesia y hospital. Hicieron modificaciones en su proyecto inicial por cuestiones de humedades y una epidemia. Los jerónimos al final trasladaron el lugar definitivo donde están ahora las jerónimas, en tanto dejaron empezado un claustro al otro lado del camino. Es el que se corresponde con la ubicación actual del segundo patio del Hospital de San Juan de Dios. Aquel embrión de hospital jerónimo se iba a llamar de las Cinco Llagas; había colaborado la hermandad homónima, además de utilizar 1.600 ducados de una donación del obispo de Guadix, García de Quijada. No se sabe exactamente por qué los jerónimos lo abandonaron hacia 1520-22.

La orden jerónima los cedió gustosamente al ilusionado grupo de legos que se adentraban en la práctica de la caridad con pobres y enfermos

Esas cimentaciones y muros semirruinosos fueron los que solicitaron las personalidades poderosas que ayudaban a Juan de Dios y sus hermanos. La orden jerónima los cedió gustosamente al ilusionado grupo de legos que se adentraban en la práctica de la caridad con pobres y enfermos. No mediaron contratos ni papeles de ningún tipo entre ambas partes, donde se reconociera cesión o donación.

Última carta remitida por Juan de Dios a la Duquesa de Sesa a Cabra, cuando ya estaba enfermo en marzo de 1550. Le dice “no sé si nos veremos más”. Lleva su firma autógrafa. ARCHIVO CASA DE LOS PISA.

Fue una especie de ¿subcontrata? ¿encomienda de gestión? ¿un protectorado? De hecho, eligieron como arquitecto tracista del Hospital de San Juan de Dios a su propio aparejador, a Juan de Maeda (1513-76)

Aquel mismo año 1544 empezaron las obras Juan de Dios y sus hermanos. Lo hicieron con el dinero que recibían de donaciones importantes, pero sobre todo con miles de monedas, joyas y pequeñas aportaciones de los granadinos. Aunque los administradores, gestores y coordinadores de la obra eran los monjes jerónimos. Los frailes vecinos hacían y deshacían porque tenían experiencia en la construcción de un gran monasterio e iglesia que tenían al lado. Fue una especie de ¿subcontrata? ¿encomienda de gestión? ¿un protectorado? De hecho, eligieron como arquitecto tracista del Hospital de San Juan de Dios a su propio aparejador, a Juan de Maeda (1513-76). Éste era un joven ayudante de Diego de Siloé, que levantaba por entonces la Catedral y la iglesia de los Jerónimos.  

Es conocido que las obras del Hospital estaban acabadas en sus dos primeros patios ya para cuando falleció Juan de Maeda. Fueron relativamente rápidas teniendo en cuenta lo complejo del edificio y la financiación monedilla a monedilla. No obstante, hay que destacar también que muchas familias pudientes aportaron sumas importantes de dinero y por testamentos; el caso más conocido fue el propio Diego de Siloé, que dejó una renta de 800 ducados anuales para las obras del Hospital, más luego todo su patrimonio (valorado en 14.000 ducados) cuando falleciera su mujer.

Toda la ciudad colaboró acarreando enfermos a cuestas o en camilla. En menos de diez años de obras habían conseguido tener disponible buena parte del moderno hospital de dos plantas de alzado y distribuido en dos patios

Unas crónicas fechan el 24 de enero de 1552 y otras el 14 de agosto de 1553 el momento en que los Hermanos de San Juan de Dios decidieron abandonar el hospital de la Cuesta de Gomérez y trasladarse al de la huerta de los Jerónimos, como se le conoció al principio. Llevaba ya muerto Juan de Dios por lo menos dos años. Toda la ciudad colaboró acarreando enfermos a cuestas o en camilla. En menos de diez años de obras habían conseguido tener disponible buena parte del moderno hospital de dos plantas de alzado y distribuido en dos patios.

Fragmento del dibujo alzado de Antón Van der Aerden (1567) en el que aparece en primer término el claustro e iglesia de San Jerónimo y detrás el primer claustro del Hospital de San Juan de Dios (todavía sin acabar). La iglesia tapa el segundo claustro, que fue el iniciado por los Jerónimos.

Ese espaldarazo explícito por el Vaticano les llegó el 1 de enero de 1572 con la promulgación de la bula de Pío V Licet. Roma les reconocía como institución religiosa, de carácter hospitalario y caritativo

En el año 1571 estaban ya completamente acabados los dos patios. Los hermanos Hospitalarios habían empezado a expandirse por España, abrieron hospitales en Madrid, Ocaña, Toledo, etc. Y también uno pequeño en Roma. Deseaban estar cerca de donde se tomaban las grandes decisiones, además de procurar que se conociera su obra en la estructura de la Iglesia y le fuese reconocida. Ese espaldarazo explícito por el Vaticano les llegó el 1 de enero de 1572 con la promulgación de la bula de Pío V Licet et debitoRoma les reconocía como institución religiosa, de carácter hospitalario y caritativo. O sea, les concedía entidad jurídica a la altura de las demás órdenes.

Su reacción fue reclamar sus derechos de propiedad y patronazgo sobre lo construido y los terrenos donde había erigido el nuevo hospital de pobres y menesterosos

Por 1571 una de las pocas discrepancias entre los Jerónimos patrocinadores/protectores y sus pupilos Hospitalarios se resumían a la forma de llamar al Hospital: los primeros deseaban que se denominara de las Cinco Llagas, mientras los segundos y el pueblo empezaban a conocerlo como el hospital de Juan de Dios. Pero la bula de Pío V Licet et debito y la elevación de estatus jurídico y canónico no cayó bien a los jerónimos. Su reacción fue reclamar sus derechos de propiedad y patronazgo sobre lo construido y los terrenos donde había erigido el nuevo hospital de pobres y menesterosos.

Largo juicio entre jerónimos y hospitalarios

Se inició en 1572 un largo proceso judicial que se prolongó durante nada menos que veintiún años. Los jerónimos, que se consideraban humillados, aducían que había intromisión y despojo en la decisión papal. Plantearon una demanda ante la Curia granadina reclamando su patronazgo. El fallo del arzobispo fue rápido, a favor de la Orden Hospitalaria. Pedro Guerrero se alineó con la opinión del Papado, garantizó la independencia de la O. H., pero no aclaró de quién era la propiedad.

Aquella laguna abrió una compleja vía judicial de tiras y aflojas que se iba a prolongar hasta 1593 entre los abogados jerónimos y hospitalarios

Aquella laguna abrió una compleja vía judicial de tiras y aflojas que se iba a prolongar hasta 1593 entre los abogados jerónimos y hospitalarios.

La Orden Hospitalaria creció como la espuma en la recta final del XVI. Empezó a extenderse también por las Indias y Asia, acompañando a los conquistadores del imperio español. Triunfaron porque llevaban un modelo asistencial y sanitario desconocido hasta entonces. Eran algo más que simples predicadores del cristianismo.

Tras esos veinte años de pleitos, miles de folios y cientos de testigos, monjes jerónimos y hermanos de Juan de Dios se convencieron finalmente de que los litigios eran dudosos y costosos “e no es justo que entre religiosos, como lo es el ospital y el monesterio, se traiga el dicho pleito”. Así fue como llegaron finalmente a firmar un documento que se llamó Acuerdo Arbitral, pactado entre abogados mediadores. Fue un laudo en toda regla.

Sin embargo, toda la construcción y los grandes solares de los alrededores debían ser escriturados a favor de los hospitalarios por un precio de 12.000 ducados

El fallo estipulaba que el Hospital de Juan de Dios pertenecía al Monasterio de San Jerónimo. Los jerónimos habían labrado el edificio desde los fundamentos (cimientos), con dinero propio y el dinero que les dio el obispo de Guadix. Sin embargo, toda la construcción y los grandes solares de los alrededores debían ser escriturados a favor de los hospitalarios por un precio de 12.000 ducados. Aquella importantísima cantidad debería ser abonada en los meses de diciembre de los siguientes 24 años, a razón de 500 cada anualidad. Ese precio era el equivalente a 43,2 kilos de oro.

A partir de ahora, por añadidura, debían destinar la mayor parte de su colectas y donaciones a pagar los cimientos y las inmensas extensiones de alrededor

En diciembre de 1593 empezaba un nuevo calvario. Habían conseguido acabar con cierta rapidez el Hospital con importantes donaciones de poderosos y millones de óbolos de la gente humilde. A partir de ahora, por añadidura, debían destinar la mayor parte de su colectas y donaciones a pagar los cimientos y las inmensas extensiones de alrededor. Recordemos que las huertas iniciales equivalían a toda la manzana actual comprendida entre las calles San Juan de Dios, Rector López Argüeta, Santa Bárbara y Fuentenueva. Y lo peor de todo era que tenían fijados plazos y cantidades fijas para los pagos. (En la actualidad, esas antiguas parcelas suman más de 37.700 metros cuadrados).

El ducado de oro no era una moneda que solía llevar la gente en los bolsillos. Aunque se acuñaron con un peso de 3,6 gramos, funcionaba más como una referencia. A finales del XVI se subdividía en 11 reales. Cada real, a su vez, se componía de la suma de 34 maravedíes. Y cada maravedí volvía a convertirse en moneda fraccionaria, que era la de mayor circulación en los mercados: en cuarto, medio cuarto, cuartillo, etc. Los maravedíes se acuñaban en una aleación de plata y cobre en tiempos de Felipe II, que fue reduciéndose en porcentaje de plata y aumentando en cobre con las inflaciones y quiebras de la época. Hasta llegar a quedar el vellón solo. De ahí que proliferasen mucho las falsificaciones.

Eran las que habitualmente donaba la gente, las que rebosaban los “cepillos” de las iglesias y las que recibían los frailes hospitalarios en sus colectas callejeras para llenar las esportillas

La moneda fraccionaria, lo que hoy podríamos calificar como calderilla (aunque para aquellos tiempos tuviesen más valor que las monedas de ahora), tenía pesos que oscilaban de 0,68 gramos el medio cuarto y 2,87 el cuartillo. Eran las que habitualmente donaba la gente, las que rebosaban los “cepillos” de las iglesias y las que recibían los frailes hospitalarios en sus colectas callejeras para llenar las esportillas.

Un real de plata acuñado en la ceca de Granada (Maristán) en tiempos de Felipe II. Pesa 3,38 gramos. De estos caerían pocos a las esportillas.
Cuartillo, también de Felipe II, 2,8 gramos en vellón.
Cuarto, acuñado en Cuenca a finales del XVI, con un peso de 1,35 gramos en cobre.

Eso nos arrojaría que dieron a los jerónimos 12.227,6 kilos de monedas (resultado de multiplicar 12.000 ducados X 11 reales X 34 ms X 2,7 gramos)

Resulta imposible conocer el número y peso de las monedas que recogieron los hermanos de Juan de Dios para poder ir pagando su deuda anual con los jerónimos. Pero echando mano de las conjeturas, podemos imaginar que la mayoría era moneda pequeña, muy fraccionaria. Supongamos que pagaron los 12.000 ducados en submúltiplos de maravedís de vellón; cada maravedí (ms) pesaba una media de 2,70 gramos. Eso nos arrojaría que dieron a los jerónimos 12.227,6 kilos de monedas (resultado de multiplicar 12.000 ducados X 11 reales X 34 ms X 2,7 gramos).

La ecuación se complica si suponemos que los entregaron en monedas pequeñas de cuartos y cuartillos. En este caso habría que multiplicar por cuatro o por ocho las monedas de vellón. Llegaríamos a la conclusión de que los 12.227,6 kilos de monedillas de vellón también se nos multiplicarían por cuatro o por ocho. Una exageración.

La solución tan curiosa que ya avanzo en el titular de este artículo la desvela la carta de pago final de la deuda

Con estos cálculos y elucubraciones llego a la conclusión que buscaba: tantos kilos de monedas y monedillas no se entregaban a puñados en los bolsillos ni liados en canutos de papel como ahora. La solución tan curiosa que ya avanzo en el titular de este artículo la desvela la carta de pago final de la deuda: los hermanos de Juan de Dios pagaban a los jerónimos con decenas, cientos o quizás miles de esportillas llenas de monedillas. Lo recoge textualmente la última entrega.

Lo pagaron todo en dieciocho años. La carta de pago en que se da por saldada la totalidad de la deuda lleva fecha de 18 de mayo de 1611

Recordemos que ambas partes pactaron entregar 500 ducados durante 24 años. Pero se constata que la recaudación y donaciones debieron funcionar mejor de lo que pensaron. Redujeron el periodo de amortización de la deuda en una tercera parte (que fue sin intereses); lo pagaron todo en dieciocho años. La carta de pago en que se da por saldada la totalidad de la deuda lleva fecha de 18 de mayo de 1611.

Al haberse reducido el plazo en seis años, es de suponer que hubo entregas de bastante más de 500 ducados. Y, por supuesto, algunas de ellas debieron estar formadas por decenas o cientos de esportillas

No se especifica en aquella escritura cómo fueron repartidas las cantidades, si se respetaron tramos de 500 en 500 cada diciembre. Sólo sabemos que la última entrega fue de 275 ducados. Al haberse reducido el plazo en seis años, es de suponer que hubo entregas de bastante más de 500 ducados. Y, por supuesto, algunas de ellas debieron estar formadas por decenas o cientos de esportillas. Si adjudicamos a cada esportilla de medida un peso de 10 kilos de monedas de vellón, los hospitalarios habrían entregado a los jerónimos nada menos que 1.222 esportillas de calderilla; si elevamos la carga media de cada esportilla a 15 kilos, la entrega habría ascendido a unas 815 capachas.

La carta pago fue redactada en el Monasterio de San Jerónimo el 11 de mayo de 1611 por el escribano público (notario) Juan Montesinos de Solís. Recibió el pago el arquero (cajero) del Monasterio, padre Gaspar de Úbeda; hicieron la entrega el hermano mayor del Hospital, Fray Juan Copado, el fraile Pedro Medina.

Los datos más interesantes son que recibió… “doscientos e setenta e cinco ducados, con los quales declaró estar pagado el dicho monesterio del señor san Xerónimo, su parte, de los doce mil ducados en que el dicho ospital de Juan de Dios fue condenado por sentencia de los jueces…”

Y … “Yo, el dicho escribano, doy fee que el dicho Fray Gaspar de Úbeda los reçibió en mi presencia e de los dichos testigos, en esportillas de monedas de bellón”. (Esta frase está subrayada en amarillo en la ilustración de arriba) A. HISTÓRICO DIPUTACIÓN PROVINCIAL.

Los anteriores números serían aproximados, salvo error de cálculo. Cuanto menos, resulta llamativa la forma de hacer entrega de monedas en envases al peso para pagar el Hospital de San Juan de Dios.

Lo más espectacular de aquella compra fue la voluntad de colaborar y el esfuerzo de miles de granadinos, españoles y extranjeros

Lo más espectacular de aquella compra fue la voluntad de colaborar y el esfuerzo de miles de granadinos, españoles y extranjeros. Con sus donaciones levantaron este hospital benéfico en recuerdo de San Juan de Dios. Los biógrafos y cronistas destacaron que todos los granadinos habían puesto al menos una piedra del Hospital. Bermúdez de Pedraza escribió: “Las limosnas que con larga mano dio toda la ciudad levantó tres cuartos de este Hospital”. El obispo Antolínez de Burgos, en su Historia Eclesiástica de Granada, reflejó que San Juan de Ávila y San Juan de Dios ayudaron con sus sermones: “… unos daban dineros en cantidad, otros bastimentos, las mujeres daban sus manillas, zarcillos, sortijas y todo género de galas (…) con tanto favor que en breve se acabaron los tres cuartos de la casa”.

El concepto de que el Hospital de San Juan de Dios estaba al servicio de todos ─no sólo era un convento para rezar─ fue lo que lo salvó de su destrucción en las desamortizaciones del XIX

El concepto de que el Hospital de San Juan de Dios estaba al servicio de todos ─no sólo era un convento para rezar─ fue lo que lo salvó de su destrucción en las desamortizaciones del XIX. A otros muchos de Granada se los llevó la piqueta. Continuó siendo hospital, pero ya no regentado por la Orden Hospitalaria, sino por la Corporación provincial. Por eso buena parte de su documentación está depositada en el Archivo Histórico Provincial.

Esportilla terrera de anea como las que fueron empleadas en las obras de construcción de edificios del siglo XVI. En recipientes como estos acumulaban las monedas para pagar la deuda de 12.000 ducados.

[¿Eran mucho o poco 12.000 ducados para entonces? Tenemos una referencia muy certera de lo que eran sueldos de los profesionales mejor pagados por entonces. Diego de Siloé cobraba 200 ducados anuales por dirigir las obras de la Catedral, otros 200 por San Jerónimo y casi 100 por trabajos sueltos. O sea, que el salario del mejor profesional de la arquitectura granadina equivalía a un plazo del Hospital. Su ayudante Juan de Maeda cobraba 230 ducados por dirigir las obras del Hospital y unos 50 como aparejador de San Jerónimo. Aunque había arquitectos que cobraban mucho menos y maestros que recibían más (Juan de Herrera, en El Escorial, percibía 1.000 ducados)].

NOTAS:

1.     Queda claro que es muy difícil visitar los lugares emblemáticos que recorrió San Juan de Dios en sus algo más de doce años de estancia en Granada. Solamente su Basílica y la primera crujía del Hospital recién recuperada. Queda el recurso de visitar la Casa-Museo de los Pisa, donde está la santa cámara de su fallecimiento.

2.     Las casas de las calles Lucena y Gomérez están convertidas en apartamentos de alquiler. El primero en realidad no tiene ninguna relación, más allá de la placa. El segundo tiene portero automático y es difícil acceder.

3.     La celda del Santo en el Hospital Real, donde lo encerraron y pegaron acusado de locura en 1539, es prácticamente desconocida. Está ausente de indicaciones por parte de la UGR. Se ubica dentro de una sala de reuniones de la Biblioteca General. Se puede visitar, previo paso por el arco de seguridad, dar el DNI y pedir el favor a los bibliotecarios. Si no está ocupada la sala, la dejan ver sin problema en horario lectivo.

4.     El poyo donde solía descansar Juan de Dios en la casa Ágreda sigue en su sitio. Siempre estuvo abierto cuando el edificio era colegio de monjas. Pero cuando se permutó y pasó a propiedad municipal, quedó clausurado. Está pendiente de reforma. Es de esperar que el arquitecto de turno no tenga la tentación de eliminarlo.

La Asociación Paseando por Granada consiguió este viernes la llave de la casa Agreda y visitó el zaguán donde está el poyo y la pequeña capilla que recuerdan donde dormía el santo algunas veces.

5.     La calle del Milagro sigue existiendo en la zona, aunque no es la original del siglo XVI, pues este solar fue reconstruido tras el derribo del teatro de Comedias. Son más de medio centenar los milagros que se cuentan que hizo Juan de Dios por las calles de Granada, una exageración.

6.     Tampoco hay que creerse a pies juntillas la aparición de un niño que le advirtió que no viniera a Granada, porque esta ciudad sería su cruz. Caminaba por un pueblo malagueño. Por mucho que el emblema de la Orden sea una cruz que brota de una Granada. Es un símbolo para asociar dos conceptos relacionados con el Santo: su fe en Cristo crucificado y su dedicación a los granos de la ciudad. Una mera invención de escritores barrocos.

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