Grandes éxitos y fracasos de los homenajes y regalos por suscripción popular
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La compra de un carmen para el político Natalio Rivas y un monumento al empresario Juan López-Rubio quedaron en la estacada
Los granadinos se han rascado el bolsillo cuando ha habido que rascárselo para socorrer a paisanos en apuros. La época dorada de las suscripciones o cuestaciones de dinero las iniciaron los periódicos con motivo del terremoto de Alhama de 1884
Los granadinos se han rascado el bolsillo cuando ha habido que rascárselo para socorrer a paisanos en apuros. La época dorada de las suscripciones o cuestaciones de dinero las iniciaron los periódicos con motivo del terremoto de Alhama de 1884. Durante los tres años siguientes, gracias al director de El Defensor, Luis Seco de Lucena, se mantuvo viva la petición de ayuda local, provincial, nacional e internacional. El resultado fue la captación de 5.455.000 pesetas de entonces; con estas fabulosas cantidades se pudo construir “ex novo” el pueblo de Arenas del Rey, se construyeron barrios nuevos en Alhama, Albuñuelas, Güevéjar, etc. Fue la mayor cuestación jamás montada en Granada. También fue destacable la que se organizó con motivo del terremoto de Albolote en 1956 y las inundaciones del Sacromonte de 1963, aunque de menores dimensiones.
El gustillo por organizar suscripciones populares arraigó en el cuarto de siglo final del XIX y se ha mantenido desde entonces cada vez que ha hecho falta
El gustillo por organizar suscripciones populares arraigó en el cuarto de siglo final del XIX y se ha mantenido desde entonces cada vez que ha hecho falta. Aunque el recurso más habitual ha sido para montar homenajes, monumentos y estatuas a personas o acontecimientos famosos. La mayor parte de las veces surgían desde medios de comunicación, con la complicidad de los políticos del momento, que durante meses machacaban a sus lectores o radioyentes en busca del céntimo, el real o la peseta.
En cambio, otras cuestaciones se prolongaron durante años y años sin que llegaran a buen término. O tardaran más de tres décadas en materializarse
Algunas de las cuestaciones o suscripciones populares arraigaron muy pronto porque estaban relacionadas con un fin que caló hondo en los corazones o los sentimientos de los granadinos. Se cubrieron pronto y se cumplieron en pocos meses. En cambio, otras cuestaciones se prolongaron durante años y años sin que llegaran a buen término. O tardaran más de tres décadas en materializarse.
En este artículo me voy a centrar en la que tocó la fibra más sensible y encontró el terreno abonado en la rabia patria: la compra del Aeroplano Granada para bombardear Marruecos; el frustrado regalo de un carmen a Natalio Rivas Santiago, político y conseguidor para Granada desde los gobiernos de Madrid; el fallido y pendiente recuerdo al más grande empresario e impulsor de la economía granadina, Juan López-Rubio; y la eternidad en colocar una simple cabeza para el científico Dr. Fleming, inventor de la penicilina.
Un aeroplano para la guerra de África
Una de las suscripciones que despertó mayor entusiasmo y recaudó el dinero con más rapidez fue la compra de un aeroplano para la guerra de África de 1921. La derrota de Annual de julio-agosto de 1921 caló honda en el sentimiento patriótico nacional. El ejército del aire disponía por entonces de sólo seis aviones, insuficientes para asegurar una victoria o, al menos, contener a las tropas marroquíes. El periódico La Verdad de Murcia publicó el 3 de agosto una carta del capitán de la Guardia Civil José Martínez Vivas en la que proponía que cada provincia donase un aeroplano al arma de aviación. En Murcia se hallaba de vacaciones el poeta oscense Bruno Portillo Portillo (Huéscar, 1855-1935); aquel hombre era habitual articulista del Noticiero Granadino en temas de la guerra de África. Además, tenía una considerable fortuna y había sido diputado provincial. Desde Murcia, envió el día 5 telegramas al presidente de la Diputación y gobernador civil de Granada, además de copias a los periódicos provinciales. Les instaba a secundar la idea del guardia civil. Para predicar con el ejemplo, abrió una suscripción con su aportación de 1.000 pesetas.
El día 6 de agosto dio la noticia La Publicidad. El día 7, el director de este periódico –Rafael Gómez de la Cruz, 1866-1946– arengó a que Granada se sumara a la idea de adquirir el “Aeroplano Granada” para la guerra de África, y envió a su hijo a donar 50 pesetas al Banco Hispano Americano
El día 6 de agosto dio la noticia La Publicidad. El día 7, el director de este periódico –Rafael Gómez de la Cruz, 1866-1946– arengó a que Granada se sumara a la idea de adquirir el “Aeroplano Granada” para la guerra de África, y envió a su hijo a donar 50 pesetas al Banco Hispano Americano. Este diario empezó a organizar espectáculos en la plaza de toros, conciertos masivos, sorteos y visitas de casa en casa pidiendo dinero. La iniciativa de La Publicidad, a raíz de las 1.000 pesetas de Bruno Portillo, la asumieron el presidente de la Diputación –Enrique Hitos Hitos– y el gobernador civil –Dámaso Gil Municio–. Convocaron una reunión de autoridades en el gobierno civil la tarde del 9 de agosto. Ahí echó a rodar la bola de la cuestación para comprar el Aeroplano Granada. El presidente de Diputación, el gobernador y el alcalde Gil de Gibaja aportaron a título personal entre 250 y 100 pesetas; después les seguirían sus instituciones con plenos de urgencia el día 10.
Ya el mismo 18 de agosto tuvo lugar el primer espectáculo en la plaza de toros, organizado por La Publicidad. La asistencia y al recaudación fueron importantes
Ya el mismo 18 de agosto tuvo lugar el primer espectáculo en la plaza de toros, organizado por La Publicidad. La asistencia y recaudación fueron importantes. Siguieron los días finales de agosto y primera quincena de septiembre conciertos en las plazas del Campillo Alto y Bajo, Puerta Real, Embovedado, etc. Los cafés sacaron sillas a la calle y montaron una especie de palcos; los taxistas prestaron sus coches con puertas y ventanas abiertas para que sirvieran también de palcos improvisados. Por todos los rincones del centro había actuaciones musicales.
La repatriación de los primeros heridos para ser tratados en los hospitales de sangre habilitados en el Seminario y en el Hospital Militar espoleó la recaudación
La repatriación de los primeros heridos para ser tratados en los hospitales de sangre habilitados en el Seminario y en el Hospital Militar espoleó la recaudación. A finales del mes de noviembre se habían superado las 100.000 pesetas. Mientras tanto, la comisión que se encargaba de la compra del aparato ya trabajaba en la adquisición de un biplano Havilland DH9-A, de fabricación inglesa. Los hacían por encargo; por aquellos meses la empresa británica debió tener mucho trabajo como consecuencia de que prácticamente todas las provincias españolas se sumaron a la iniciativa. Todas, excepto las catalanas, que dijeron que aquella no era su guerra. La campaña de suscripción y compra de aeroplanos para la guerra de África fue un éxito en casi todas las provincias españolas: hubo algunas, como Murcia y Cádiz, que consiguieron dinero para donar tres aviones; Salamanca, dos; en tanto que otras provincias donaron otro tipo de material de guerra y hospitales de campaña.
Y surgía la habitual polémica: saltó la idea de subir al aparato la imagen de la Virgen de las Angustias para que diera protección a los pilotos y éxito en sus batallas
Mientras se acababa el montaje del Aeroplano Granada, en la ciudad y por parte de la Escuela de Artes y Oficios, se le bordaba un escudo para colocarlo en el fuselaje. Y surgía la habitual polémica: saltó la idea de subir al aparato la imagen de la Virgen de las Angustias para que diera protección a los pilotos y éxito en sus batallas; en tanto que otro amplio sector ciudadano se negaba a mezclar a la Patrona en el ardor guerrero.
El precio del Havilland ascendió a 83.981,95 pesetas, más 5.000 de transporte en barco hasta Santander
Por fin, el 31 de diciembre se anunciaba desde Madrid que el aparato estaba acabado y dispuesto a su entrega. La provincia de Granada había conseguido recaudar 106.781,28 pesetas para pagarlo. El precio del Havilland ascendió a 83.981,95 pesetas, más 5.000 de transporte en barco hasta Santander. Las aproximadamente 17.000 pesetas sobrantes buscaban destino: se pensó que la solidaridad debía continuar repartiendo comida entre los pobres de Granada, que eran legión por entonces. En la Semana Santa de 1922 fueron repartidas tres mil raciones a las puertas del Hospicio (Hospital Real), consistentes en un lote que contenía 2 kilos de pan, 1 kilo de arroz, 1 kilo de bacalao, 1 kilo de patatas, 1 litro de aceite y medio kilo de garbanzos. El reparto se complicó debido a que en la cola aparecieron más de 15.000 personas demandando su ración. La prensa de Madrid publicó una foto con la larguísima fila.
El 5 de febrero se recibió un telegrama desde el Ministerio de Guerra anunciando que el Aeroplano Granada estaba en Cuatro Vientos. Había que bautizarlo, pintarle el rótulo de Granada y colocarle el escudo de la provincia bordado. Para allá marchó una representación granadina; el aparato fue apadrinado por la reina Victoria y bendecido por el obispo de Sión el 20 de febrero. El biplano se concentraría en Burgos formando parte de la escuadrilla que iba a partir próximamente a la guerra de África.
El Havilland voló hasta Granada el 8 de mayo; una inoportuna avería le obligó a aterrizar en una haza próxima a Pinos Puente. Al día siguiente, ya arreglado, pudo dar el salto hasta Armilla, donde dio varios vuelos sobre la ciudad y la Vega
No obstante, previamente debía hacer un viaje a Granada a que lo vieran sus donantes. De paso, iba a estrenar el aeródromo que paralelamente se estaba construyendo en los Llanos de Armilla. El Havilland voló hasta Granada el 8 de mayo; una inoportuna avería le obligó a aterrizar en una haza próxima a Pinos Puente. Al día siguiente, ya arreglado, pudo dar el salto hasta Armilla, donde dio varios vuelos sobre la ciudad y la Vega. Su primer piloto fue el capitán Sáenz de Buruaga.
Tuvo una participación muy activa en la guerra del Rif. Hasta que fue derribado por fusilería cuando volaba muy bajo en las faldas del monte Yebel Alam, el 28 de marzo de 1927, ya a punto de finalizar la contienda
El Aeroplano Granada tuvo una vida ciertamente larga para lo azarosa que fue su implicación guerrera. Si bien, para entonces las defensas antiaéreas eran limitadísimas. Tenía un motor Napier-Lion de 450 caballos y era capaz de desarrollar una velocidad de crucero de 160 km/h. Lo equiparon con una ametralladora Vikers fija y dos Lewis móviles. Cargaba hasta 480 kilos de bombas. Tuvo una participación muy activa en la guerra del Rif. Hasta que fue derribado por fusilería cuando volaba muy bajo en las faldas del monte Yebel Alam, el 28 de marzo de 1927, ya a punto de finalizar la contienda. Fue, de entre el medio centenar de donados por las provincias españolas, de los que mayor vida útil desempeñó.
Un cineasta filmó un documental de más de 350 metros sobre el Aeroplano Granada. Durante los años 1922 y 1923 fue proyectado repetidamente en todos los cines de la capital y provincia
Un cineasta filmó un documental de más de 350 metros sobre el Aeroplano Granada. Durante los años 1922 y 1923 fue proyectado repetidamente en todos los cines de la capital y provincia. Se titulaba “Bendición y entrega oficial del Aeroplano Granada”. La cinta está hoy en paradero desconocido, pero la prensa gráfica de Madrid al menos nos dejó unas fotografías.
El fracaso del carmen de Natalio Rivas
Natalio Rivas Santiago fue el diputado que más consiguió traerse del Gobierno de España durante su larguísimo periodo de diputado por la comarca de Órgiva, en las dos primeras décadas del siglo XX. Desde la adquisición del Bañuelo, la Casa del Chapiz, la conclusión del Instituto de Secundaria, Escuela de Artes y Oficios, etc. Fue un personaje que tramitó más de 100.000 gestiones y favores para ayuntamiento y particulares de la provincia de Granada. Residía en Madrid pero frecuentaba mucho Granada.
En 1919 fue nombrado ministro de Instrucción Pública. Un grupo de granadinos promovió hacerle un homenaje como agradecimiento a tanta gestión en favor de la provincia
En 1919 fue nombrado ministro de Instrucción Pública. Un grupo de granadinos promovió hacerle un homenaje como agradecimiento a tanta gestión en favor de la provincia. Entre ellos se encontraba Fernando Gómez Castilla (1888-1926), abogado y concejal del Ayuntamiento de Granada. Hijo del empresario y director de La Publicidad y primo de Virgilio Castilla y de los comerciantes Sáez. La idea surgió a principios de 1920, cuando era ministro; el homenaje consistiría en reunir 375 pesetas, a peseta por persona, para regalarle un espadín de gala. Era tradición por entonces regalar este tipo de arma en los homenajes de despedida o ascensos a personalidades.
Pero al poco de iniciarse la colecta intervino el catedrático de Medicina Rafael García Duarte, en representación de un grupo de la Universidad, para quejarse de que un espadín parecía poco homenaje para una persona que tanto estaba haciendo por su provincia natal
La suscripción inicial en pro de Natalio Rivas circulaba en entornos próximos de amigos y algunos alcaldes de pueblos alpujarreños. Se llegó a ritmo lento hasta junio de 1920. Pero al poco de iniciarse la colecta intervino el catedrático de Medicina Rafael García Duarte, en representación de un grupo de la Universidad, para quejarse de que un espadín parecía poco homenaje para una persona que tanto estaba haciendo por su provincia natal. Propuso ligarlo más a Granada “haciendo así más presentes sus temporadas entre nosotros”, y qué mejor forma de conseguirlo que regalándole un carmen como residencia. El edificio y sus jardines debían estar a la altura de un ministro.
Se creó la correspondiente comisión organizadora y empezó a buscar residencia adecuada en el Abayzín y en el Realejo. Pero no se encontró ningún edificio adecuado; o porque estaba ruinoso o resultaba caro. Se constató que los vendedores subían en precio en cuanto se olían el destino de la casa. Recuérdese que mientras los granadinos buscaban un carmen adecuado para el conseguidor Natalio Rivas, el Centro Artístico mantenía abierta la suscripción pro-monumento a Ganivet (que estaba resultando un fracaso y tocó pagar la mayor parte precisamente a Natalio Rivas, su principal promotor). Y para empeorar la situación, en agosto de 1921 surgió la exitosa iniciativa de la suscripción del Aeroplano Granada. Esa fue la sentencia de la cuestación pro Natalio Rivas.
Las cantidades estaban siendo ingresadas en el Banesto de la Gran Vía. Cuando llegó enero de 1922, tras dos años de recaudar dinero real a real, peseta a peseta, y buscar denodadamente un carmen o palacete para residencia de Don Natalio, los ánimos se vinieron abajo
En noviembre de 1921 los bolsillos de los granadinos habían quedado exhaustos con lo del aeroplano. Los promotores habían impreso 375 talonarios para repartir entre otros tantos ayuntamientos, instituciones y personas. Las cantidades estaban siendo ingresadas en el Banesto de la Gran Vía. Cuando llegó enero de 1922, tras dos años de recaudar dinero real a real, peseta a peseta, y buscar denodadamente un carmen o palacete para residencia de Don Natalio, los ánimos se vinieron abajo. Las cuentas en Banesto dejaban bien a las claras que Don Natalio hacía miles de favores a los granadinos, pero a la hora del homenaje la gente le respondió cerrando el puño. A 31 de enero de 1922 habían sido recaudadas 4.642,50 pesetas, que sumados los intereses del banco daban 4.806,15 pesetas. La cantidad era irrisoria para intentar comprarle un carmen o palacete. Por comparar cantidades, en septiembre anterior el ministro Natalio había destinado una partida de 164.000 pesetas para construir la verja que rodea el Instituto General de Secundaria de la Gran Vía.
Una deuda pendiente con López-Rubio
La contribución de Juan López-Rubio Pérez al desarrollo económico y social de Granada es innegable. El inicio del cultivo de la remolacha azucarera en 1882 propició medio siglo de negocios que hicieron que a Granada se la llamara el “banco de Andalucía”; fue así porque surgió una numerosa burguesía enriquecida que incluso creó varios bancos. Fue el impulsor de la apertura de la Gran Vía a través de la sociedad Reformadora Granadina.
Montó un laboratorio en el que analizaba alcoholes y azúcar de caña; con esas experiencias acabó inventando la extracción de azúcar de la remolacha
López-Rubio nació en 1829 en Alájar (Huelva); vino a estudiar Farmacia en Granada, donde abrió su botica en el Puente del Carbón en 1854, junto con su socio y paisano José Diego Zambrano. Montó un laboratorio en el que analizaba alcoholes y azúcar de caña; con esas experiencias acabó inventando la extracción de azúcar de la remolacha.
No fue hasta julio de 1927, con motivo de los actos que se preveían para conmemorar el centenario de su nacimiento, cuando la ciudad de Granada cayó en la cuenta de que no le había sido dedicado un monumento que recordase sus méritos
Falleció en el año 1913, cuando su magna obra de la Gran Vía estaba a medio hacer. No fue hasta julio de 1927, con motivo de los actos que se preveían para conmemorar el centenario de su nacimiento, cuando la ciudad de Granada cayó en la cuenta de que no le había sido dedicado un monumento que recordase sus méritos. Se creó una comisión preparatoria formada por infinidad de instituciones y ayuntamientos; incluso publicaron un boletín mensual informando de todo lo que hacían. El 21 de enero de 1929 (centenario de su nacimiento) hubo conferencias, misas y publicaciones con este motivo. También fue diseñado un monumento por el arquitecto Felipe Giménez Lacal, con los bronces a cargo del escultor Pablo Loyzaga.
La iniciativa del centenario/monumento corrió por cuenta de Miguel Pizarro-Zambrano Aparicio. Pronto contó con importantes aportaciones dinerarias de particulares y empresas
La iniciativa del centenario/monumento corrió por cuenta de Miguel Pizarro-Zambrano Aparicio. Pronto contó con importantes aportaciones dinerarias de particulares y empresas. Miguel Pizarro (1866-1938) era padre del poeta y embajador del mismo nombre y apellidos, el “flecha sin blanco” amigo de García Lorca. También procedía de Alájar, como Juan López-Rubio y su tío José Diego Zambrano (que dio nombre a la farmacia cerrada hace cinco años en Reyes Católicos). Miguel Pizarro estudió corredor de Comercio; en 1900 enviudó de su primera mujer, la madre del poeta, y se trasladó a Granada; en 1904 volvió a contraer matrimonio con María Isabel Martínez de la Victoria. Se empleó como corredor de bolsa en la Banca Rodríguez-Acosta y desde ahí fue designado secretario general de la Sociedad Económica de Amigos del País. Desde aquel importante puesto institucional promovió la dedicación del monumento a su paisano y padrino en los negocios: Juan López-Rubio. También se contemplaba abrir una escuela agrícola en la fábrica de azúcar de San Juan.
Se barajaron varias ubicaciones para el monumento. Hasta que el arquitecto municipal indicó que el mejor sitio sería el triángulo situado en la Gran Vía, junto al edificio el Americano, frente a la Escuela Normal
Se barajaron varias ubicaciones para el monumento. Hasta que el arquitecto municipal indicó que el mejor sitio sería el triángulo situado en la Gran Vía, junto al edificio el Americano, frente a la Escuela Normal. Posteriormente se pensó que sería lugar más vistoso ubicar el magno monumento a López-Rubio en los jardines que había en el Triunfo, entre el Bulevar y la Acera del Triunfo (actual manzana que ocupa Hacienda). Con esa idea se recaudó pronto el dinero. Por los listados que iba publicando periódicamente la prensa conocemos que se había recaudado prácticamente el coste total hacia mitad del año 1929. El 17 de agosto se llevaban 52.003,50 pesetas, al sumarse las aportaciones de Concepción Rodríguez-Acosta (250 pesetas); su cuñado Gustavo Gallardo García (250); familia López Mezquita (50); Baldomero López Robles (10); José Martos de la Fuente (25); Victoriano Fuente (20); Julio Moreno Martínez (25); Olmedo Hermanos (50); Ayuntamiento de Pinos Puente (150)… El inicio de la obra parecía inminente. No obstante, la colocación de la primera piedra se retrasó hasta octubre por petición del Colegio de Farmacéuticos (fundado por López-Rubio) ya que organizó para esa fecha el Congreso Farmacéutico Iberoamericano y se pretendía darle realce internacional. Así se hizo constar el boletín periódico que se publicaba con el nombre de Centenario de Juan López-Rubio.
En poco más de dos años y medio que llevaba rondando la idea del monumento a López-Rubio se sentaron en el sillón de alcalde de Granada nada menos que siete alcaldes. Ninguno de ellos demostró el más mínimo interés por colocar el monumento en el Triunfo
Al Ayuntamiento debió venirle bien el retraso. La inestabilidad política era mucha en el tramo final de la Dictadura de Primo de Rivera. Cuando surgió la idea del monumento a López-Rubio era alcalde Mariano Fernández-Sánchez Puerta. Llegó octubre de 1929 y no se iniciaron las obras ni fueron fundidos los bronces, aunque todo el dinero estaba en un banco. Ocuparon la alcaldía en los meses siguientes Francisco Garrido Jiménez, Joaquín Ramírez Antrás y Fermín Garrido Quintana. Hasta que con el último llegó la II República y se sucedieron otros tres alcaldes entre el 14 de abril y el 11 de septiembre de 1931. Es decir, en poco más de dos años y medio que llevaba rondando la idea del monumento a López-Rubio se sentaron en el sillón de alcalde de Granada nada menos que siete alcaldes. Ninguno de ellos demostró el más mínimo interés por colocar el monumento en el Triunfo.
El 8 de diciembre de 1931, ocupando la alcaldía el socialista Francisco Menoyo Baños, mantuvieron una reunión con él los representantes de la Sociedad Económica (Pascual Nácher como presidente y Miguel Pizarro como secretario). Le exigieron el inicio de la obra, ya que parecía estar más calmada la efervescencia tras la llegada republicana. No obstante, también reconocieron que algunas instituciones no habían cumplido con sus promesas de aportaciones y, al haberse encarecido los costes en los tres años trascurridos, habría que reactivar la cuestación. O que la ciudad corriera con la parte de albañilería que faltaba.
El alcalde Menoyo pidió paciencia, pues la ubicación (el jardín lateral del Triunfo) iba a ser modificada al acometerse una reforma profunda de la zona: mejor sería colocarlo en el centro de la rotonda que saldría en la confluencia de la Gran Vía, Avenida del Hospicio, Camino de Santa Fe y San Juan de Dios
El alcalde Menoyo pidió paciencia, pues la ubicación (el jardín lateral del Triunfo) iba a ser modificada al acometerse una reforma profunda de la zona: mejor sería colocarlo en el centro de la rotonda que saldría en la confluencia de la Gran Vía, Avenida del Hospicio, Camino de Santa Fe y San Juan de Dios. Menoyo dejó la alcaldía el 27 de abril de 1932 y la reforma se quedó para más adelante. Sobrevoló la sospecha de que los sucesivos gobiernos republicanos consideraban a Juan López-Rubio un ricachón, monárquico y derechista; por tanto, ni agua. Y llegó la guerra civil; Miguel Pizarro Zambrano –de 72 años y enfermo– se había quedado solo promoviendo y defendiendo el proyecto de monumento. Falleció el 21 de agosto de 1938 sin ver ni una sola piedra en los cimientos.
La única actuación de aquella corporación de 1931 fue quitar el nombre de Avenida Alfonso XIII al bulevar y poner las placas de Avenida de la República
La única actuación de aquella corporación de 1931 fue quitar el nombre de Avenida Alfonso XIII al bulevar y poner las placas de Avenida de la República. La rotonda no se hizo realidad hasta el año 2006, en el gobierno de José Torres Hurtado. En lugar del monumento al gran reformador de la Gran Vía quedó sólo el papel de Giménez Lacal. Las aportaciones las guardó la Sociedad Económica de Amigos del País; algunos fueron a retirarlas, el resto del dinero tuvo un final enigmático. La Económica de Granada (fundada en 1775) dejó de existir en 1948; parte de sus papeles quedaron dispersos en la UGR y en el Archivo Histórico Provincial.
Nunca más se ha vuelto a hablar del olvidado homenaje al hombre que cambió el destino económico de Granada y buena parte de la industria azucarera española
Nunca más se ha vuelto a hablar del olvidado homenaje al hombre que cambió el destino económico de Granada y buena parte de la industria azucarera española. Solamente se le puso su nombre a la callecilla del Puente del Carbón (donde estuvo su farmacia). Dentro de seis años será el bicentenario del hombre que seguramente ha hecho más por Granada en el terreno de la economía y el empleo en toda su historia.
La constancia por el Dr. Fleming
En 1955 falleció el doctor Alexander Fleming, el inventor de la penicilina. Hubo homenajes y publicaciones a nivel mundial. En Granada se recordaba que gracias a su invento se habían conseguido salvar muchas vidas durante la reciente guerra civil y las muchísimas infecciones de la posguerra del hambre. En 1956 saltó la ocurrencia en Radio Granada de iniciar una cuestación popular, al estilo de la prensa antigua, para hacerle un monumento en su recuerdo. Fue el famosísimo locutor Pepe Real el que tomó las riendas desde su micrófono; durante meses estuvo llevando a los más afamados médicos a hablar desde las ondas. Por entonces el poder de esta emisora era inmenso.
Se presupuestó todo en 30.000 pesetas y su instalación iba a ser en los jardines de acceso al flamante Hospital Ruiz de Alda
Para esculpir el monumento en piedra se ofreció, gratuitamente, el profesor del Instituto Virgen de las Nieves Nicolás Prados López. Hizo sus dibujos y la correspondiente maqueta a pequeño tamaño. La gente desfilaba por la emisora a contemplarla. Se presupuestó todo en 30.000 pesetas y su instalación iba a ser en los jardines de acceso al flamante Hospital Ruiz de Alda.
El 19 de abril sobrevino el terremoto de Albolote y hubo que abrir otra cuestación urgente para socorrer a las víctimas y sus daños
Pero hambre había mucha y las aportaciones llegaban por céntimos y perras gordas. Entre enero y marzo de 1956 la suma iba por 8.000 pesetas. El 19 de abril sobrevino el terremoto de Albolote y hubo que abrir otra cuestación urgente para socorrer a las víctimas y sus daños. La del Dr. Fleming quedó postergada en segundo plano.
En agosto de 1958 decidieron retomar la colecta del Dr. Fleming y exponer la maqueta en una tienda. Se sumó a la campaña el diario Ideal. Parecía que se dispararía la recaudación, pero se estancó en 40.000 pesetas; más una empresa que ofreció el mármol y materiales necesarios y otra el personal de albañilería
En agosto de 1958 decidieron retomar la colecta del Dr. Fleming y exponer la maqueta en una tienda. Se sumó a la campaña el diario Ideal. Parecía que se dispararía la recaudación, pero se estancó en 40.000 pesetas; más una empresa que ofreció el mármol y materiales necesarios y otra el personal de albañilería. A finales de 1958 todo parecía listo para labrarla y colocarla. En aquel punto ya empezó el periódico a señalar al Ayuntamiento otro lugar mejor para erigirla: en los jardines del Genil, próxima a la Biblioteca del Salón. La maqueta constaba de un obelisco sobre el que se colocaría la cabeza de Fleming; en la base habría un ángel de la guarda; a ambos lados, unas figuras que representaban a la salud y la vida en forma de maternidad. En su cara posterior tenía una antorcha que encabezaba la dedicatoria al descubridor del antibiótico protector de enfermedades.
Hasta que en 1990, con motivo de obra de mejora en calles del barrio de los Doctores, alguien retomó la idea y consiguió que, al menos, se utilizara la cabeza de bronce del profesor Prados para colocarla sobre un modesto plinto de piedra
La vida continuó su rumbo sin que nadie materializara el homenaje al famoso médico. En 1969 fue expuesta en Cortefiel, a ver si alguien se daba por aludido. En 1973 volvió a reactivarse el asunto, con el presupuesto ya empequeñecido. Hasta que en 1990, con motivo de obra de mejora en calles del barrio de los Doctores, alguien retomó la idea y consiguió que, al menos, se utilizara la cabeza de bronce del profesor Prados para colocarla sobre un modesto plinto de piedra. La situaron en el centro de la placetilla del Doctor López Neyra, bajo unos árboles repletos de tordos que tienen el monumento adornado de excrementos y roña
De la euforia a las cuentas pendientes
Cuando se inició el siglo XX eran realmente pocos los homenajes en forma de estatua que lucían en plazas en calles de Granada. El más importante era sin duda el de Isabel la Católica y Colón, instalado en el Salón con motivo del IV Centenario del Descubrimiento de América. Le antecedieron el del actor Isidoro Máiquez, pagado por dos admiradores suyos y convertido en itinerante desde su erección en 1829 (El Campillo, Jardines del Genil, el Cementerio y la actual Plaza del Padre Suárez); y el de Mariana Pineda en la plaza del Campillo y actual plaza con su nombre.
Desde entonces han ido apareciendo y desapareciendo bustos o conjuntos escultóricos según la actualidad de los personajes o hechos, al pairo del interés de los políticos de turno
Desde entonces han ido apareciendo y desapareciendo bustos o conjuntos escultóricos según la actualidad de los personajes o hechos, al pairo del interés de los políticos de turno. Los partidarios de Cánovas del Castillo y de Práxedes Mateo Sagasta iniciaron cuestaciones, pero a lo más que llegaron fue a renombrar calles tradicionales con sus nombres (Plaza del Carmen a Cánovas y calle San Antón a Sagasta). En la plaza del Carmen se tuvo dibujado un boceto para dedicarlo a los Héroes de la Guerra de la Independencia, que fueron varios los granadinos destacados en Ciudad Rodrigo, Madrid, Cataluña, etc.
Los que sí cuajaron fueron el monumento a Fray Luis de Granada, iniciado en 1900 por el alcalde Tejeiro y colocado primero en Bibarrambla (1909) y después en su lugar actual
Los que sí cuajaron fueron el monumento a Fray Luis de Granada, iniciado en 1900 por el alcalde Tejeiro y colocado primero en Bibarrambla (1909) y después en su lugar actual. Lo mismo que el erigido a Francisco de Paula Valladar, gran erudito y periodista, que primero (1925) le fue colocado en los jardines de Hacienda y en 1956 fue trasladado a los Jardines del Salón. Por esas fechas, 1923, le fue dedicado el monolito al Duque de San Pedro de Galatino en estos jardines; es de los poquísimos personajes vivos que contaron con estatua en Granada (falleció en 1936); se le agradeció por ser empresario constructor del tranvía de la Sierra y dos hoteles, entre otras iniciativas empresariales. En 1921 fue colocado el de Ganivet en la subida a la Alhambra, por iniciativa de Natalio Rivas y el Centro Artístico; la cuestación popular fue un fracaso que le costó los cuartos al diputado.
En el listado de monumentos que quedaron en el olvido se encontraban Pedro Antonio de Alarcón, Miguel de Cervantes, Martínez de la Rosa, Álvaro de Bazán y Pedro de Mendoza
En el listado de monumentos que quedaron en el olvido se encontraban Pedro Antonio de Alarcón, Miguel de Cervantes, Martínez de la Rosa, Álvaro de Bazán y Pedro de Mendoza. Al primero se le incluyó en el listado que decora el Bulevar de la Constitución desde el año 2006. A Álvaro de Bazán se le iba a hacer uno para colocar en el solar de Correos (actual Plaza Isabel la Católica), ya que Colón e Isabel se pensaba trasladarlos, inicialmente, unos metros a la rotonda prevista en el Humilladero. Pero al final el conjunto de Benlliure acabó quitándole el sitio al almirante, precisamente en el solar del palacio donde nació en el siglo XVI. Miguel de Cervantes fue olvidado en cuanto pasó el tercer centenario de la publicación de la segunda parte del Quijote; de Martínez de la Rosa nadie se ha acordado, más allá de una calle; y del accitano fundador de Buenos Aires no se ha vuelto ni a mencionar su nombre. También fue mencionado Elio Antonio de Lebrija, cuyos hijos montaron la primera gran imprenta en Granada.
La de Fray Leopoldo de Alpandeire fue una de las cuestaciones populares que mayor respaldo ciudadano tuvo; la encargó el alcalde Díaz Berbel y fue colocada frente a la Puerta Elvira
En los primeros años de Gallego Burín como alcalde fueron instaladas las de Alonso Cano frente a la Curia y la de Carlos V en la Plaza de la Universidad (la de bronce y otra de piedra están en el Rectorado y en la Alhambra). La de Fray Leopoldo de Alpandeire fue una de las cuestaciones populares que mayor respaldo ciudadano tuvo; la encargó el alcalde Díaz Berbel y fue colocada frente a la Puerta Elvira (en 1999). Pocos años más tarde fue trasladada a un lateral de los jardines del Triunfo sin una explicación clara; las lenguas afiladas de los propios concejales de entonces dijeron que había sido un capricho de su colega concejal de Urbanismo, que se la llevó delante de la ventana de su madre, gran devota del fraile capuchino. Allí sigue.
En este caso no se hicieron por suscripción popular ni con participación alguna del pueblo granadino; el listado –un tanto cuestionable– fue decidido en una mesa camilla por un reducidísimo número de concejales de Torres Hurtado
Con la instalación de varias más en el Bulevar de la Constitución se cumplió con otros personajes granadinos que merecían ser recordados. Unos más que otros. En este caso no se hicieron por suscripción popular ni con participación alguna del pueblo granadino; el listado –un tanto cuestionable– fue decidido en una mesa camilla por un reducidísimo número de concejales de Torres Hurtado. Las sufragaron empresas proveedoras del Ayuntamiento y entidades financieras, con aportaciones que rondaron los 35.000 euros por unidad. Fueron encargadas a cinco escultores, con resultados bastante desiguales. En este paseo están la del Gran Capitán, Federico García Lorca, Elena Martín Vivaldi, Manuel Benítez Carrasco, San Juan de la Cruz, Manuel de Falla, Pedro Antonio de Alarcón, María la Canastera, la Emperatriz Eugenia de Montijo y el torero Frascuelo.
La fundió y modeló el taller de Miguel Moreno Romera hace ya un cuarto de siglo. La encargó el alcalde Gabriel Díaz Berbel; está prácticamente pagada
Precisamente Antonio Gallego Burín, el “mejor alcalde del siglo XX”, tan aficionado a los adornos, los exornos y homenajes en forma de estatuas, fue objeto de encargo de una estatua. La fundió y modeló el taller de Miguel Moreno Romera hace ya un cuarto de siglo. La encargó el alcalde Gabriel Díaz Berbel; está prácticamente pagada. Se exhibe en el jardín del taller del escultor, en Santa Fe. Ninguno de los alcaldes que ha habido desde entonces ha ido a recogerla ni ha tomado la decisión de instalarla en calle, patio o cementerio de la ciudad.
Para conocer los monumentos de Granada, el mejor libro es “Agua, mármol y bronce”, de Gabriel García Guardia.
Para el desarrollo más extenso del “Aeroplano Granada”, consultar el libro “La Base Aérea de Armilla: 100 años de historia”, de José Miguel Peregrina. De este mismo tema publicó un resumen en la revista cultural Alhóndiga, número 26.
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