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Contaminados y sin agua

Granada maltrata sus ríos

Ciudadanía - IndeGranada - Martes, 9 de Julio de 2024
Un simple paseo por la Vega sirve para comprobar que el Genil va lleno de espuma tras recibir agua a la altura de la depuradora de Emasagra y que el Dílar está seco en su último tramo, así como el Beiro en su desembocadura.
A la izquierda, el río Genil, lleno de espuma a su paso por la Vega, y el río Dílar, seco en su último tramo.
IndeGranada/somos río dílar
A la izquierda, el río Genil, lleno de espuma a su paso por la Vega, y el río Dílar, seco en su último tramo.

Granada maltrata sus ríos. Los deja secos o los contamina. Y a veces las dos cosas. Un simple paseo por la Vega es suficiente para comprobarlo, especialmente en verano. 

El río Genil, en la Vega, a la altura de la depuradora de Emasagra, a menos de dos kilómetros del Parque de las Ciencias y el parque Tico Medina, recibe un emisario de agua cargada de espuma, que contamina las aguas que van río abajo: 

Abajo a la izquierda de la imagen vierte un canal de agua espumosa al río, que llena de manchas blancas sus aguas, ya contaminadas de su paso por el casco urbano de la capital. 

A lo largo de los dos kilómetros siguientes se puede apreciar la contaminación y la espuma en varios pequeños saltos de agua del río, donde se acumula especialmente la espuma, como se puede apreciar en las siguientes imágenes, tomadas el pasado domingo: 

 No siempre el agua que se vierte de ese emisario a la altura de la estación depuradora va cargada de esa espuma, pero suele ser bastante frecuente. Fotos: IndeGranada

Al llegar a la desembocadura del río Beiro, nos encontramos que este río, uno de los tres que atraviesan la capital, ya prácticamente seco. El río Beiro todavía dispone de una buena vegetación gracias a la lluviosa primavera, que ha mantenido el caudal con agua suficiente, pero al llegar el verano ya en su último tramo y desembocadura está sin agua: 

Vista del río Beiro en sus últimos metros antes de desembocar en el Genil, mirando hacia el Genil (foto de arriba), hacia la ciudad (foto central, con la planta de Puleva al fondo), y detalle del cauce, ya seco al llegar al Genil. Fotos: IndeGranada
Lo mismo ocurre con el río Monachil, que ya va seco en su último tramo antes de desembocar en el Genil, como se ve en la imagen, a su paso por el Zaidín, entre los cruces con las avenidas de Dílar y Cádiz. 

Pero el paradigma de un río seco -o secado, más bien- es el Dílar, que tradicionalmente ha ido sin una gota de agua en verano tras ser extraída para riego agrícola a su paso por la Vega. Y este es el aspecto que presenta en la actualidad en su último tramo antes de desembocar en el Genil (apenas 500 metros más abajo de la desembocadura del Beiro): 

Las asociaciones Somos Río Dílar y ACPES (Asociación Conservación Piscícola y Ecosistemas Acuáticos del Sur), junto a otros colectivos, llevaron a cabo este pasado domingo uno de sus paseos didácticos por el río Dílar y esta es su crónica, cuya lectura recomendamos: 

"Era un país tan pobre, que no cuidaba sus ríos lo suficiente…" 

Las asociaciones Somos Río Dílar y ACPES junto a otros colectivos conservacionistas de la naturaleza tratamos de poner en el punto de mira a los ríos puesto que en ellos se concentra el 10% de la biodiversidad de nuestro planeta a pesar de constituir únicamente el 1% de la superficie de la Tierra. Paseos de identificación de la biodiversidad asociada, limpiezas de cauce, plantaciones y mantenimiento de flora autóctona, concursos escolares o charlas en centros educativos son algunos de los instrumentos que nos permiten conseguir este objetivo. La agenda en torno al río Dílar ofrecía un paseo botánico durante la tarde del domingo día 7, en el que un grupo de personas interesadas en la identificación de la flora de este río pudo disfrutar del conocimiento, la experiencia y la pedagogía de la activista y presidenta de la asociación Árboles contra el Cambio Climático, Lola Ortega. Durante un tramo de 2,5 km Lola dibujó el recorrido geológico que ha configurado esta arteria de vida y fue señalando las especies asociadas al ecosistema acuático, sus peculiaridades y beneficios curativos o gastronómicos. Caminamos al abrigo de fresnos, olmos, chopos o álamos y sobre una alfombra tapizada por la jabonaria, la flor de San Antonio y la de la viuda, hierba de los pordioseros, gordolobo o la nevadilla entre otras tantas…. Abordamos las consecuencias derivadas de la introducción de especies alóctonas e invasoras en un hábitat natural y del uso de productos químicos en zonas próximas al río en cultivos arbóreos o de huerta. Pasear el río con los cinco sentidos suscitó la inevitable pregunta que sonó en boca de todos los asistentes: “¿Dónde está el agua?” Junto al resto de heridas que atentan contra este hábitat singular se añade la más grave de todas ellas, que es la ausencia de caudal. Un caudal denominado “mínimo ecológico” que permitiría conservar vivo el hábitat de la flora y fauna asociadas a cualquier río y que está contemplado por la ley estatal como una restricción a cualquier uso del agua, incluido el abastecimiento humano, si hubiese una alternativa. El sentido de esta restricción radica en salvaguardar el buen estado de nuestros ríos y en garantizar, así, un patrimonio de todos. El equilibrio entre los diferentes usos y la conservación del ecosistema acuático es posible y necesario y debemos procurarlo tras una reflexión profunda acerca de las infracciones flagrantes de la ley y que se consienten diariamente.En la subcuenca del río Dílar están muy arraigados hábitos humanos totalmente irresponsables sumados a la insuficiente intervención por parte de Confederación Hidrográfica del Guadalquivir. El propio Organismo de Cuenca intenta, con menos éxito del esperado, aplicar las limitaciones recogidas en la legislación española para frenar este expolio del bien común. Algunos usuarios tratan de justificar el saqueo del agua de este río utilizando argumentos manidos y carentes de lógica y de fundamento legal, cuando las consecuencias nefastas de los actos que se pretenden enmascarar están provocando un impacto letal en la relación de ecodependencia con la naturaleza. No dejan de ser irregulares, además, otras detracciones de usuarios que carecen de concesión administrativa o que se encuentran en trámite y que están captando agua sin la prescriptiva autorización.  Para ahondar un poco más en el escenario, desde la cabecera de este río hasta la desembocadura ninguno de los usuarios que capta agua para diversos usos tiene instalado en su punto de captación un contador que registre el agua que se detrae ni otro contador que registre el agua que se retorna al cauce. La obligatoriedad de la instalación de estos dispositivos viene recogida en una normativa que también exige el control de los vertidos que se hacen a dominio público hidráulico, infracción que también hemos observado y notificado. Es constatable, por otra parte, el desarrollo de actividades industriales sin autorización, duplicidades de aprovechamientos o la presencia de vallas o cerramientos en la zona de servidumbre de paso del río que impiden el libre tránsito de las personas por ese ancho de cinco metros cuyo acceso debe permanecer expedito. Es por todo ello que esperamos la excelencia por parte de la autoridad en la intervención en este río y en todos los ríos en los que se esté incumpliendo la ley para que sea efectiva la aplicación de la norma en toda su densidad.

Es el momento de encontrarnos con nuestros ríos, humedales, arroyos, lagunas, barrancos o acuíferos. Es el momento de revalorizar el agua como patrimonio universal vital para la conservación de la vida.  La participación ciudadana en la sociedad es síntoma visible de la toma de conciencia en la reivindicación legítima del respeto del marco legal que preserva nuestros ecosistemas acuáticos. Imágenes: Somos Río Dílar

Para saber más sobre la degradación de los ríos granadinos, te recomendamos este artículo del catedrático de Ecología de la UGR Manuel Villar Argaiz que publicamos en 2022: