Artículo de opinión

Un curso pleno de inquietudes

Ciudadanía - Ernesto Gómez, presidente del Consejo Escolar de Andalucía - Martes, 15 de Septiembre de 2015
Reflexiona el presidente del Consejo Escolar de Andalucía, Ernesto Gómez, en un artículo para El Independiente de Granada, sobre la inquietud que genera en este nuevo curso escolar la implantación de la LOMCE y los cambios, ya admitidos por el propio Ministerio de Educación, que tendrá que experimentar. Y en ese contexto, aboga por ganar tiempo e impulsar el debate para alcanzar un pacto educativo. Difícil tarea, ya avanza, que exige abordarlo "de forma serena, desinteresada, con amplitud de miras, elevados horizontes", y con "mucha generosidad" por parte de nuestros representantes políticos.
Ernesto Gómez, presidente del Consejo Escolar.
Ernesto Gómez, presidente del Consejo Escolar.

Por Ernesto Gómez, presidente del Consejo Escolar de Andalucía

En el ámbito educativo, septiembre es un mes de inquietudes. Todos los sectores, alumnado, profesorado, madres y padres, y hasta la propia Administración las tienen ante las novedades y los cambios que el curso que se inicia pueda acarrear. Porque siempre hay cambios, grandes o pequeños, pero cambios. Y este año, a las novedades habituales: nuevos compañeros y compañeras, nuevo profesorado, nuevas materias, nuevos libros, … se suma una que revolotea en la mente de la mayoría: ¿qué pasará con la LOMCE?, ¿tiene sus días contados, o pervivirá y traerá las catástrofes que algunos anuncian?, ¿será tan efímera como otras leyes educativas? Y sucede, que este dilema que debería constituir uno de los puntos centrales del debate educativo de la sociedad española, será el que más tarde en resolverse; habrá que esperar al resultado de las elecciones nacionales de diciembre.

Ahora bien, casi todos los sectores tienen claro que con independencia de los resultados electorales, la LOMCE tendrá que experimentar cambios; hasta el propio ministro de Educación, no su artífice sino su sucesor, lo admite y, ante ello, la pregunta que surge es si se precisará una nueva ley, o será suficiente aplicarle algunos retoques. 

Numerosas voces han repetido hasta la saciedad que nuestro país necesita un profundo cambio en la forma de abordar la educación; también se ha repetido innumerables veces que se necesita un acuerdo lo más amplio posible que facilite la construcción y continuidad de una política educativa sólida, en la que los cambios que se introduzcan sean aquellos derivados de la adaptación a las necesidades coyunturales de la sociedad española y no como resultado de los vaivenes electorales. De eso ya tenemos algunas experiencias y no han sido fructíferas; por el contrario, frente a esto, contamos con el ejemplo de algunas leyes educativas, como la Ley Moyano, o de otros países que han seguido esa senda y no les ha ido tan mal.

"No podremos abordar un pacto educativo partiendo desde postulados basados en privilegios ideológicos o económicos"

Si estamos de acuerdo en la necesidad de alcanzar ese acuerdo, ganaríamos tiempo propiciando el debate en torno al mismo, porque el tema educativo es de una difícil envergadura, es un tema que tiene numerosas actores y aristas, intereses y carencias y precisa que se aborde de forma serena, desinteresada, con amplitud de miras y con elevados horizontes, dando oportunidad a todos los sectores interesados en el mismo a documentarse, reflexionar y hacer aportaciones. Pero junto a las aportaciones, será muy importante también propiciar espacios y tiempos para las concesiones. No podremos abordar un pacto educativo partiendo desde postulados basados en privilegios ideológicos, económicos, laborales… 

Nos enfrentamos a un mundo en constantes y vertiginosos cambios que nos exigen hacer los mayores esfuerzos para que las nuevas generaciones tengan la mejor formación posible para interpretarlo, descifrarlo y estar capacitados para afrontarlos con éxito. Ya no sirven muchas de las fórmulas educativas que hasta ahora se han utilizado y algunas, hasta funcionado. Los modelos educativos basados en la tradición han periclitado, desfasados ante los avances científicos y tecnológicos. El conocimiento alcanzado sobre el funcionamiento del cerebro debe servirnos para elaborar unos programas educativos racionales que soslayen el enciclopedismo de otras épocas. Nuevas disciplinas y materias deberán hacer acto de presencia en los centros educativos, al igual que nuevos actores en los procesos de enseñanza y aprendizaje.

Como señalaba anteriormente, todo ello requiere de todos los implicados reflexión, comprensión y generosidad. Sobre todo, mucha generosidad por parte de nuestros representantes políticos para que no utilicen la educación como un arma arrojadiza a favor o en contra del gobierno de turno. Nos jugamos tanto en el futuro debate que se nos avecina este curso, que será necesario apelar a la cordura y a la sensatez en más de una ocasión. El mes de septiembre puede ser una buena fecha para comenzar a ejercerla.