¿Cuántas Ana Orantes más?
En este 2017 que ahora termina, veinte años después del asesinato machista que conmovió a toda España, el de Ana Orantes en Cúllar Vega, se ha alcanzado un Pacto de Estado contra la Violencia de Género. Un pacto importante pero con aspectos aún pendientes y que llega dos décadas después de ese día en el que Ana Orantes fue quemada viva por su exmarido, José Parejo.
Una fecha que medios de comunicación, instituciones, partidos y colectivos de mujeres llevamos semanas recordando con la angustiosa sensación de que, pese a los innegables pasos dados, incluidos los legislativos, el terrorismo machista golpea con fuerza sin que haya las suficientes herramientas para atajarlo. Las cifras oficiales tienen registradas este año 46 asesinatos de mujeres y 7 de menores, hijos e hijas a los que arrebataron la vida para causar el mayor dolor posible a sus madres. Son cifras oficiales y conservadoras. Si buscamos los registros de las asociaciones comprometidas en la lucha contra las violencias machistas esos números crecen.
Y, como una de las hijas de Ana Orantes, Raquel, decía con emoción y tristeza esta semana en una carta a su madre que hizo pública a través de la Cadena Ser, no podía contarle que ya no había niños y niñas que tienen que permanecer alerta en sus sueños o que ninguna mujer tiene que convivir con su maltratador. No, no se puede contar eso.
Queda mucho por hacer, como han admitido esta semana la presidenta de la Junta de Andalucía y la consejera de Igualdad y Políticas Sociales.
Ojalá que este triste aniversario no sirva únicamente para echar la vista atrás, sino para mirar hacia delante con la convicción de que los asesinatos machistas exigen compromiso para combatirlos, políticas y presupuesto. Y un cambio definitivo para que la tolerancia cero ante los malos tratos no sea una frase hecha, sino una realidad.
Monolito a Ana Orantes y Encarnación Rubio en Cúllar Vega. p.v.m.
El Independiente de Granada ha pedido a dos activistas por la igualdad y contra la violencia hacia las mujeres que recuerden aquella fecha. Un modesto homenaje a Ana Orantes con el deseo de no tener que contar ni un solo feminicidio más y ni un crimen más de hijos e hijas.
Me enteré de la noticia por la radio y mi primer impulso fue llamar a dos socias y amigas de mi colectivo de mujeres, Natalia y María José, y proponerles que teníamos que hacer algo, que no podíamos quedarnos quietas ante tal brutalidad. Y decidimos encaminarnos al Hospital Clínico.
Recuerdo el paso del coche fúnebre que portaba el cadáver de Ana Orantes por el jardín de la Sala Forense del antiguo Hospital Clínico y me escucho a mi misma gritando: "No comprendo cómo puede coger el sueño el juez que se ha encargado de su causa" y a un grupo reducido de personas gritando y aplaudiendo como muestra de nuestra repulsa ante la injusticia de su asesinato.
Algunas cámaras de TV, fotógrafos, agitación…incredulidad...desesperación.
Ese día se celebraba la comida de Navidad de la Delegación de Asuntos Sociales en el Hotel Corona, y aunque no recuerdo dónde compré el lazo blanco y los alfileres, solo recuerdo que entré al salón comentando de donde venía y entregando el incipiente símbolo de lucha contra la violencia hacia las mujeres a mis compañeras y compañeros de trabajo, quienes recibían el lazo y sus caras mostraban horror. Tengo de testigo a María José Sánchez Rubio, con la que compartí esa vivencia y más recientemente otra de un cariz similar, como ha sido el caso de Juana Rivas de Maracena.
Durante los días siguientes organizamos concentraciones en las que nos encontrábamos un puñado de personas no muy numeroso, que respondían a las convocatorias de una flamante Federación Provincial de Asociaciones de Mujeres María Lejárraga de Granada que estrenaba sus estatutos cumpliendo el primer y prioritario objetivo de su constitución: denunciar la barbarie de un asesinato al que entonces no apellidamos de machista.
Esas concentraciones tuvieron como centro de operaciones la Plaza Nueva, la sede de la Audiencia Provincial, el lugar al que trasladaron unos días después al asesino de Ana Orantes a declarar, recibiendo las reacciones airadas de una ciudad que poco a poco iba tomando conciencia de la magnitud del acontecimiento que había ocurrido, a través de la extensa cobertura que le dedicaron los medios de comunicación, dado que nos encontrábamos en Navidad y no era una época que ofreciera muchas noticias. En esta ocasión la convocatoria fue de mañana, muy, muy temprano y hacía mucho frío. En las siguientes ocasiones, la Plaza Nueva estaba oscura con poca luz, con mucho frío y una intensa lluvia.
Improvisadas pancartas de tela, a ratos el silencio, otros gritos de denuncia. Una familia muy numerosa y desconocida para nosotras las manifestantes, que asistía y participaba dolorida. Hijas e hijos mayores, Raquel jovencilla y un niño que ahora es un adulto y al que hemos escuchado en los medios de comunicación con motivo de la aparición de su madre en el programa de Irma Soriano.
Hoy día me cuesta trabajo entender que para esas convocatorias no disponíamos más que de teléfonos fijos y de faxes, pero allí estábamos.
Pasadas las fiestas, fuimos convocadas a un encuentro para nosotras inédito. El Instituto Andaluz de la Mujer nos reunió en una mesa de trabajo con jueces y juezas, Fiscalía, y otros representantes de la Autoridad Judicial de aquel momento.
La aportación del Colectivo Independiente de Mujeres, a través de su Vocalía de Malos Tratos, fue el testimonio de vida de una socia que era víctima de violencia y que se encontraba inmersa en un proceso judicial muy complicado.
A partir de ese momento, las mujeres de Granada seguimos nuestro camino, incorporando el asesinato de Ana Orantes a nuestra historia de vida y de lucha por la igualdad, contra la discriminación y contra la violencia hacia las mujeres por el solo hecho de ser mujeres.
Se acuñó la expresión: "un antes y un después" a nivel de todo el estado español, cuando se hacía referencia a la situación de malos tratos.
El asesinato de Ana Orantes fue un revulsivo que conmovió y removió las conciencias tanto individuales como institucionales, aunque a tenor de los resultados de los feminicidios que identificamos cada año y el sumatorio desde que existen registros, no lo suficiente como para incidir de forma real y efectiva en su erradicación y en la imprescindible modificación de las actitudes machistas que manifiesta de forma ostentosa y peligrosa una parte importante de la población masculina española.
Un precio muy alto, para un resultado muy pobre. Estoy segura de que Ana Orantes con su arriesgada acción, no pretendió convertirse en una mártir para ser recordada una vez al año o cada vez que asesinan a una mujer en los años siguientes.
Veinte años es mucho tiempo, y a pesar de ello, la memoria de Ana Orantes permanece viva en nuestras conversaciones
Por Francisca Fuillerat, activista de la Plataforma 25 de Noviembre
Calle dedicada a Ana Orantes en Cúllar Vega. p.v.m.
En Cúllar Vega el recuerdo de Ana Orantes en este veinte aniversario, como también el de Encarna Rubio, otra vecina del municipio que años después, en 2004, fue atropellada hasta la muerte por su expareja, está muy presente. Preguntas dónde está la calle o el monolito en su homenaje y hay palabras emocionadas de recuerdo. y de rabia.
NO TE OLVIDAMOS, Por María Martín Romero
"Un hombre mata a su ex mujer prendiéndole fuego tras atarlaLa víctima había denunciado varias veces a su ex marido, con el que compartía domicilio por sentencia judicial".
Ese era el titular el 18 de Diciembre de 1997 sobre el asesinato de Ana Orantes, y ya ha pasado 20 años.
Días antes había acudido a Canal Sur a relatar su terrible historia. Recuerdo como si fuera hoy ese programa. Recuerdo como describía desgarrada como la cogía por el pelo y la machacaba a golpes. Y recuerdo su valentía cuando dijo que iba a tener consecuencias. La sociedad quedó impactada con el relato de Ana, no era usual que una mujer víctima de violencia machista contara con pelos y señales su espantosa vida... (aunque todos supiéramos de casos similares) pero eran asuntos de familia ¿verdad?
Ana destapó la caja de Pandora de la realidad de la violencia machista en este país donde no se le daba ninguna importancia. Y ella sabía que estaba firmando su sentencia de muerte,15 días más tarde sucedió el asesinato, de la manera mas atroz, de la forma más terrible y espantosa. Y con su niño delante. ¿Se podía haber evitado?
Ella sabía perfectamente que en las circunstancias en las que la dejó la sentencia judicial ya tenía firmada dicha pena de muerte, era cuestión de tiempo. Ella aceleró el proceso, quizá era más terrible la agonía de vivir con el miedo constante de vivir con tu asesino en el piso de abajo, vigilando todos tus movimientos...
Ella lo sabía...
Y subió valiente a la pira de fuego dejando constancia de que su historia cambiaría la forma de mirar la violencia machista o de género de esta cobarde sociedad...
Ella lo sabía...
Y denunció públicamente a una justicia que le obligó a vivir con su asesino...
Ella lo sabía...
Sus hijos también...
Veinte años después podemos darle las gracias porque su asesinato quitó la venda a una sociedad enferma de machismo y patriarcado.
Espero que a la justicia poco a poco también le quitemos entre todos y todas esa venda.
Querida heroína Ana Orantes,
NO TE OLVIDAMOS
María Martín Romero, presidenta de la Asociación la Volaera
Todas íbamos a ser reinas
Yo soy una mujer.
No soy un sueño.
Yo soy una mujer.
Yo tengo un sueño.
Tengo un sueño llamado libertad.
Yo soy una mujer:
soy Ana Orantes
y Carmen Caballero
y Ana López.
Yo soy Encarna Rubio,
quiero la libertad y me persigue
la furia de los lobos.
Quiero la dignidad y una serpiente
antigua me atenaza.
Yo soy una mujer;
yo sólo quiero la manzana de la vida
entre el sol y las nubes de la Vega.
Yo soy una mujer.
Yo soy Encarna Rubio.
Quería caminar las calles limpias
que barrí con un aire
de libertad. Quería
ir a un café o a un cine.
Ir sola, compartir o no mi vida.
Atarme al viento.
Y surgieron feroces,
una vez más
los colmillos del lobo,
las zarpas del lobo
defendiendo
un territorio perverso.
yo soy Encarna Rubio.
Estaba viva ayer.
Yo soy Encarna Rubio.
Mi muerte en vuestras vidas
reinará para siempre.
Poema de Ángeles Mora.
Grabado sobre el monolito que recuerda a Ana Orantes y a Encarnación Rubio -atropellada mortalmente por su expareja en Cúllar Vega en 2004-.
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