Capítulo IX: 'Un granadino en la Quinta del Biberón'
Concepción Labrac López (1923-2014) y Francisco Moreno Valverde (1919-1986) eran mis tíos abuelos. En la época de las fotos todavía estaban de novios. No se casarían hasta más de un año después, el 26 de octubre de 1950.
Los Chachos se conocieron en Colomera, un pueblo de la comarca granadina de los Montes Orientales, la localidad natal de Paco y de los padres de Conchita, los bisabuelos Salvador Labrac Escudero (1892-1956) y Encarnación López Valverde (1892-1974)
Los Chachos se conocieron en Colomera, un pueblo de la comarca granadina de los Montes Orientales, la localidad natal de Paco y de los padres de Conchita, los bisabuelos Salvador Labrac Escudero (1892-1956) y Encarnación López Valverde (1892-1974).
Conchita pasaba muchas temporadas en la población de los Montes (veranos y fiesta de guardar, sobre todo), con sus tíos y primos, y allí encontró al que sería el amor de su vida, un antiguo soldado republicano de la familia de los Posaíllas.
El Chacho Paco formó parte de la Quinta del Biberón, siendo uno de las decenas de miles de muchachos movilizados por el Gobierno legal a partir de 1938, para intentar revertir el rumbo de la guerra civil, que comenzaba a ser favorable para los intereses del bando faccioso.
Enviado a Cataluña junto con una hornada de quintos de Colomera (otro de ellos era su futuro cuñado, Juanico, Juan Escudero Rodríguez), abandonó España hacia Francia tras la caída de Barcelona, a principios de 1939. Internado por las autoridades galas en uno de aquellos campos de concentración de infausto recuerdo (quizás el de Argelès-sur-Mer), al volver a su patria, fue forzado a realizar el Servicio Militar en las Islas Canarias (se ve que no valía con haber combatido en una contienda). La dictadura castigó de esa manera a muchos españoles que sirvieron en el Ejército Popular de la República, sin distinguir entre partidarios de la causa constitucional y simples reclutas obligatorios, como fue el caso del Chacho.
Sin embargo, sus comisarios políticos hicieron un buen trabajo de concienciación y Paco se convirtió en un hombre de izquierdas, que llegó a votar al PSOE tras la muerte del carnicero de El Pardo
Sin embargo, sus comisarios políticos hicieron un buen trabajo de concienciación y Paco se convirtió en un hombre de izquierdas, que llegó a votar al PSOE tras la muerte del carnicero de El Pardo.
El elegante joven colomereño que paseaba con su novia en plena posguerra, una década después del fin del conflicto, sin haber alcanzado aún la treintena, murió de cáncer de pulmón el 5 de septiembre de 1986, dos semanas antes de mi primer cumpleaños.
En sus últimos días, encamado ya en el viejo Hospital Clínico de la avenida de Madrid, se reía a carcajadas mientras yo tatareaba y bailaba uno de los éxitos musicales de aquel verano del 86, "La Puerta de Alcalá", de Ana Belén y Víctor Manuel, quizás sin prestar atención a la letra de la canción. Él también había resistido al fascismo internacional bajo el "No Pasarán" y yo le rendía homenaje inconscientemente, anticipando una faceta muy importante de mi propia vida.
- Capítulo I. 'En un bar, a orillas de la acequia Gorda'
- Capítulo II: 'Aquella niña de la Quinta'
- Capítulo III: Un indiano sin palmera
- Capítulo IV: Pavesas de la guerra civil en el Carmen de los Mínimos
- Capítulo V: Entre paratas y chumberas
- Capítulo VI: 'Estampas del abuelo perdido'
- Capítulo VII: 'El crimen de una noche de verano'
- Capítulo VIII: 'Bajo la sombra del patriarca alpujarreño'