Alcantarilla-trampa en Ogíjares

Cartas al director - Juan Antonio Aguilera Mochón - Martes, 31 de Julio de 2018

En junio de 2016, cuando caminaba por una acera de Ogíjares, una alcantarilla que tenía la tapa mal puesta me ‘tragó’ hasta la altura del pecho y quedé con los pies colgando. Me rompí tres costillas, y la rodilla izquierda quedó tan maltrecha que durante meses apenas podía caminar. Hubo que operarme para extraer un trozo del cóndilo del fémur desprendido por el golpe, y en total tardé casi un año en recuperarme plenamente.

Cuando reclamé al Ayuntamiento de Ogíjares, se tomó seis meses (apurando el plazo legal) para responderme que no se hacía cargo de “los desperfectos sufridos en la rueda de su vehículo” (¿le atribuirán a Rambo la frase “¡No siento las ruedas!”?) y que “no se aportan testigos” (¿se les fueron por una arqueta los tres testimonios que aporté?). Para rematar, el Ayuntamiento me argumentaba ¡en su descargo! que “la situación en la zona de la acera es muy deficiente y no transitable”, alarmante afirmación sobre una calle (Argentina) abierta al tránsito peatonal y rodado tanto antes como ahora, y sin ninguna advertencia sobre su peligrosidad.

Hace unos días se celebró el juicio por el caso; me defendió muy bien el letrado de mi seguro de hogar, sobre todo habida cuenta de que tuve en mi contra tres abogados, tres. La que representaba al Ayuntamiento (apoyada por el de su aseguradora) puso en duda que hubiera testimonios, pero, ay, entraron las testigos a declarar; negó daños importantes, pero, ay, no un mecánico de coches, sino un médico, los dejó muy claros. Quizás el colmo de los despropósitos fue lo que propició la presencia de una abogada de Endesa: el Ayuntamiento quiso cargarle el ‘muerto’ (aunque para suerte mía sigo muy vivo) a esta compañía eléctrica. ¿Pueden creerse que en dos años el Ayuntamiento no tuviera tiempo de mirar que bajo la tapa de la alcantarilla lo que había eran aguas fecales (en palabras de una testigo, “más mierda que una llueca”) y no cables?

La magistrada se olió bien lo sucedido y obligó a que se me indemnizara. Pero lanzo este aviso a navegantes (léase paseantes): tengan cuidado por dónde andan, y no lo hagan solos, que puede haber trampas peligrosas en aceras mal mantenidas por Ayuntamientos negligentes, y, si meten literalmente la pata en una, algunos Ayuntamientos mezquinos, lejos de protegerlos, pueden renegar de ustedes y de sus “ruedas”.