'Veladas'
La campaña del Ministerio de Igualdad protagonizada por una mujer con velo para denunciar el racismo ya ha encontrado respuesta entre las feministas. Poco más de un año lleva Ana Redondo al frente de esta cartera (su nombramiento se produjo en noviembre de 2023) y puede decirse ya que el presidente del Gobierno no tiene buen ojo para elegir, de entre sus afines, a la persona adecuada para situarse al frente de esta responsabilidad ministerial. Definitivamente, han convertido el Ministerio de Igualdad en una ‘María’ a pesar de que está obligado a tomar decisiones que afectan a más de la mitad de la población, directamente, y a la totalidad de la ciudadanía en su conjunto. Desconocemos si es ignorancia o parte de un camino diseñado ya para, de nuevo, hacernos tragar ruedas de molino. Quisieron que viéramos mujeres donde sólo había varones y ahora nos quieren convencer de que el velo en las mujeres de confesión musulmana es cultura y no un símbolo de opresión machista. No consiguieron lo primero y tampoco van a obtener una respuesta afirmativa a lo segundo.
Feministas y defensoras de derechos humanos han impulsado un manifiesto en el que califican de “inadmisible” que una institución pública promueva el uso del velo que, “lejos de ser un accesorio inocuo, ha simbolizado históricamente la sumisión de la mujer a la religión y al hombre”
Con el mensaje “Yo no soy racista pero te niegas a contratar a una mujer con velo” el Ministerio pretende hacer pasar por racista una situación que no deja de ser la discriminación más visible que vemos en nuestras calles todos los días. Normalizar que las mujeres de religión musulmana aparezcan veladas o completamente tapadas en parques o playas es condenarlas a ser ciudadanas de segunda. Feministas y defensoras de derechos humanos han impulsado un manifiesto en el que califican de “inadmisible” que una institución pública promueva el uso del velo que, “lejos de ser un accesorio inocuo, ha simbolizado históricamente la sumisión de la mujer a la religión y al hombre”, señala el escrito.
Desde la Administración del Estado se intenta, con este mensaje, normalizar un símbolo que para las mujeres significa situarse siempre varios escalones por debajo de los varones. Las imágenes inhumanas que cada verano vemos en nuestras playas con mujeres completamente tapadas debajo de las sombrillas sin mojarse un pie o entrando en el agua envueltas en ropajes que no les permiten moverse en profundidades que sobrepasen las rodillas, nos continúan sorprendiendo a pesar de que desde el Ministerio nos quieran hacer creer que es algo normalizado en nuestra sociedad.
Muchos años hubo que pelear para que ahora nos quieran vender el velo de las mujeres musulmanas como una liberación y un símbolo libremente elegido
En España nos costó mucho desprendernos de las imposiciones religiosas que nuestras madres y abuelas soportaron durante muchos años. Las normas que no permitían a las mujeres salir por la noche, las obligaban a cubrirse la cabeza en las iglesias, censuraban las faldas por encima de la rodilla o estigmatizaban a aquellas que se negaban a seguir los designios divinos encarnados por el sacerdote de cada parroquia y decidían hacer de su capa un sayo. Muchos años hubo que pelear para que ahora nos quieran vender el velo de las mujeres musulmanas como una liberación y un símbolo libremente elegido.
¿Es compatible criticar desde el Gobierno la situación que están viviendo las mujeres afganas, cubiertas de pies a cabeza, con el respeto al velo que se infiere de su campaña institucional? ¿Es una cuestión de metros de tela, señora ministra?
No es diversidad, señora ministra, no es racismo renegar del velo, señora Redondo, no es la cultura que debe promoverse desde una institución pública. Ese trozo de tela para cubrir el pelo de nuestras iguales las aleja de la igualdad que reclamamos, las sitúa al margen de las libertades que queremos para todas las mujeres del mundo. ¿Por qué unas sí y otras no, señora ministra? ¿Puede darnos una explicación plausible del motivo por el que debemos aceptar una limitación como una expresión cultural? ¿Puede convencernos de que la religión musulmana que impone a las mujeres ir veladas constituye una creencia liberadora y no un cúmulo de reglas y obligaciones que limitan a las mujeres como ocurre con el resto de confesiones? ¿Es compatible criticar desde el Gobierno la situación que están viviendo las mujeres afganas, cubiertas de pies a cabeza, con el respeto al velo que se infiere de su campaña institucional? ¿Es una cuestión de metros de tela, señora ministra?
Las leyes civiles y las constituciones en los países democráticos están por encima de las normas religiosas
Algunos países han dado un paso adelante y prohíben el uso de este accesorio a las mujeres en lugares públicos. Suiza y Dinamarca ya imponen multas a quienes visten niqab o burka, Francia ha dado un paso más y no permite las abayas –prendas largas desde los hombros hasta los pies que se colocan sobre los pantalones- a las alumnas en los centros educativos. Las leyes civiles y las constituciones en los países democráticos están por encima de las normas religiosas y en estados laicos, como el nuestro, no es posible que una parte de la población –las mujeres- esté sujeta a imposiciones que emanan de preceptos religiosos en el espacio público y las sitúe en los márgenes.