'The Smile ya no son un sucedáneo'

Blog - Un blog para melómanos - Jesús Martínez Sevilla - Miércoles, 14 de Febrero de 2024
The Smile – 'Wall of Eyes'
Portada de 'Wall of Eyes', de The Smile.
INDEGRANADA
Portada de 'Wall of Eyes', de The Smile.

Cuando salió el primer disco de The Smile, ya me pregunté si habría alguna vez un nuevo disco de Radiohead. En ese momento, la pregunta era quizás algo más abstracta; A Light for Attracting Attention era un disco majo y fue bien recibido, pero no dejaba de ser uno más en toda la serie de proyectos con los que los diversos miembros de la banda británica llevan años experimentando. En 2024, la cosa ha cambiado: mientras que los LPs de Radiohead se venían espaciando cada vez más (ya hace casi ocho años de A Moon Shaped Pool), el nuevo trío formado por Thom Yorke y Jonny Greenwood con el batería de Sons of Kemet, Tom Skinner, apenas ha tardado año y medio en lanzar un segundo álbum. Parece claro que, para los dos miembros más reconocibles del grupo de Oxford, ahora mismo The Smile es un vehículo más cómodo para componer, grabar y tocar música. No solo eso: se nota que el grupo va engrasando sus motores, porque este segundo disco es una mejora sustancial sobre el primero.

Ante todo, y aunque la continuidad con el sonido de Radiohead sigue siendo evidente, Wall of Eyes presenta un sonido más propio y distintivo para The Smile. Sus canciones son largas y densas, más abstractas y menos basadas en la constancia rítmica del post punk que las de su predecesor

Ante todo, y aunque la continuidad con el sonido de Radiohead sigue siendo evidente, Wall of Eyes presenta un sonido más propio y distintivo para The Smile. Sus canciones son largas y densas, más abstractas y menos basadas en la constancia rítmica del post punk que las de su predecesor. Algunas de ellas tienen la intrigante cualidad de no tener un centro o una estructura reconocible: “I Quit”, en especial, desorienta de forma encantadora gracias a esa construcción tan peculiar, por la cual sus instrumentos suenan casi como samples que aparecen en momentos inesperados. Transmite la sensación de que estás flotando a la deriva sobre ella, lo cual encaja con esa letra que habla de seguir un nuevo camino adonde quiera que lleve. Por otra parte, la producción, esta vez a manos de Sam Petts-Davies en lugar de Nigel Godrich (otro cambio que los aleja del grupo matriz), es excelente: los detalles sonoros que adornan estos temas son deliciosos, tan pronto etéreos como físicos, pero siempre fascinantes.

Ya la primera canción, “Wall of Eyes”, atrapa con esa percusión apagada y la guitarra acústica de Yorke, que tiene esa idiosincrática magia a lo “High and Dry” o “True Love Waits”

Ya la primera canción, “Wall of Eyes”, atrapa con esa percusión apagada y la guitarra acústica de Yorke, que tiene esa idiosincrática magia a lo “High and Dry” o “True Love Waits”. Poco a poco aparecen efectos electrónicos, pequeños toques de disonancia y las inquietantes cuerdas de Greenwood, excelentes a lo largo de todo el tracklist. Así, a pesar de que la canción no cuenta con un estribillo demasiado interesante, la atmósfera embelesa y la banda nos conquista. En la siguiente pista, demuestran lo que son capaces de hacer con una composición más potente: “Teleharmonic” es una verdadera maravilla. Construida sobre unos sintes acuosos y bellos, a los que se suman poco a poco la percusión de un Skinner en estado de gracia, un bajo sutil y unas flautas preciosas, el desarrollo del tema es perfecto y consigue que olvidemos la paranoia que transmite la letra. Y, por si pensábamos que el grupo había renunciado a las guitarras eléctricas tensas y disonantes, a continuación viene “Read the Room”, cuyo ritmo arrastrado no hace sino aumentar el efecto enervante de sus estrofas... hasta que su estribillo cambia por completo el tono hacia la calidez paradisiaca. El tramo final supone un nuevo giro: la banda adopta un medio tiempo post punk con el que coge carrerilla hacia un gran cierre.

Estos ocho minutos en los que Yorke fantasea con dejarse caer con el coche por un barranco pueden ser una de las mejores canciones de toda su carrera

Menos entusiasmo me genera el otro tema que empieza con guitarras disonantes, “Under Our Pillows”. Aunque la banda suena aquí de lo más conjuntada, vuelvo a sentir que falta algo de finura melódica en la primera parte, mientras que el interesante tramo medio, que va ganando tensión y fuerza con ese ritmo motorik, al final no da lo que prometía y se disuelve en un cierre ambient algo anodino. Pero la segunda mitad del álbum es aún mejor que la primera. “Friend of a Friend” es el corte con más ecos jazz, con ese magnífico riff de bajo, ese piano sincopado, la expresiva batería y la aparición de los vientos metal, especialmente en el fantástico puente. Luego viene la ya comentada “I Quit”, y después esa barbaridad que es “Bending Hectic”. Estos ocho minutos en los que Yorke fantasea con dejarse caer con el coche por un barranco pueden ser una de las mejores canciones de toda su carrera. Al inicio, la música es tan grácil que parece que estemos suspendidos en el aire tras salirnos de la carretera; después va adquiriendo forma poco a poco, conforme nos acercamos al inevitable choque final; entonces, un muro de cuerdas escalofriantes absorbe la mezcla, y el grupo estalla en un final pesado, casi metal, que deja boquiabierto.

En este punto de sus carreras, parece que Yorke y Greenwood están más interesados en ese tipo de ejercicio, y que, al menos por el momento, la herramienta para ello seguirá siendo The Smile

Tras este abrumador viaje, el piano y el falsete de Yorke nos acogen con dulzura en “You Know Me!”. La letra, sobre plantar cara a alguien que te traiciona y amenaza constantemente, podría tener un trasfondo político, como tantas de las composiciones del británico en la última década; pero lo fundamental es que este es un gran final, imbuido de una belleza estremecedora, para un disco estupendo. Wall of Eyes no tiene la inmediatez de las mejores canciones del primer álbum, pero a cambio crea un mundo propio en el que se puede deambular, pararse un momento, seguir el camino. En este punto de sus carreras, parece que Yorke y Greenwood están más interesados en ese tipo de ejercicio, y que, al menos por el momento, la herramienta para ello seguirá siendo The Smile. Ante estos resultados, a ver quién se atreve a discutírselo.

Puntuación: 8.1/10

Imagen de Jesús Martínez Sevilla

(Osuna, 1992) Ursaonense de nacimiento, granaíno de toda la vida. Doctor por la Universidad de Granada, estudia la salud mental desde perspectivas despatologizadoras y transformadoras. Aficionado a la música desde la adolescencia, siempre está investigando nuevos grupos y sonidos. Contacto: jesus.martinez.sevilla@gmail.com