'Soy parte de tu familia'
Si no fuera por la tristeza que provoca, la noticia podría resultar graciosa: Un hombre se desplazó desde Roquetas de Mar hasta Puerto Lope únicamente para deshacerse de su perro y en el intento fue grabado por una cámara de vigilancia que lo acabó delatando. Tantos kilómetros para despojarse del pobre animal y no podía imaginarse que dejándolo en medio de la nada podrían localizarle. Esta persona viajó en su furgoneta y en cuanto el perro salió disparado del vehículo, él volvió a montarse en él y arrancó, un hecho que, en cuanto fue contemplado por el protagonista, provocó que corriera para alcanzarle y volver a subirse sin ningún rencor, aunque no lo consiguió. Fueron los vecinos quienes al verle solo por la carretera, apunto de ser atropellado o de causar un accidente, llamaron a las autoridades y cuando el SEPRONA empezó a investigar se topó con que la cámara de un establecimiento cercano había grabado toda la secuencia. Afortunadamente, el perro se encuentra actualmente a buen recaudo gracias a un vecino de Moclín que se ha ofrecido a custodiarlo mientras se decide lo que hacer y el dueño está siendo investigado por un delito de abandono de animal.
Ahora que llega el verano, por desgracia, seguramente volveremos a tener que asistir a una repetición continuada de este tipo de delitos por decenas de propietarios a los que les estorbará en sus casas cuando vayan a salir de vacaciones
Ahora que llega el verano, por desgracia, seguramente volveremos a tener que asistir a una repetición continuada de este tipo de delitos por decenas de propietarios a los que les estorbará en sus casas cuando vayan a salir de vacaciones. Las Protectoras de Animales nos cuentan que la época de más adopciones y adquisiciones de mascotas se produce en Navidades. Los niños obtienen así su regalo más deseado para Nochebuena o Reyes, pero con el paso de los meses, los padres se arrepienten al ver que sus hijos no son suficientemente responsables como para ocuparse de un ser vivo y, es precisamente en verano cuando los progenitores se cansan de encargarse de ellos, justo coincidiendo con el momento de las vacaciones y por eso en estas fechas se dispara la cifra de casos de abandono. Quién no sabe querer a un animal es incapaz de querer a nadie.
No es fácil comprender cómo es posible que alguien acepte que se maltrate de esa forma a un pobre animal solo para satisfacer sus desviados gustos
Pese a que cada vez se persiguen más estos delitos y que las penas se han recrudecido en los últimos años, seguimos asistiendo a una avalancha de casos que no se amedrentan por ello. Uno de los ejemplos más flagrantes de los últimos meses y que ocupó portadas de los diarios granadinos a finales del año pasado fue la investigación policial que destapó dos criaderos ubicados en Vegas del Genil y Santa Fe donde sus propietarios se dedicaban a cortar las cuerdas vocales de los perros para evitar el ladrido y después venderlos a propietarios exquisitos que buscaban el placer de la compañía canina sin el engorro de sus ladridos. No es fácil comprender cómo es posible que alguien acepte que se maltrate de esa forma a un pobre animal solo para satisfacer sus desviados gustos, como si fuera lo mismo que tratar de obtener tomates cuadrados para que coincidan con el tamaño del sándwich.
Solo el año pasado, en el de la pandemia, se produjeron nada menos que un cuarenta por ciento más de abandonos en la provincia Granada que en 2019
Solo el año pasado, en el de la pandemia, se produjeron nada menos que un cuarenta por ciento más de abandonos en la provincia Granada que en 2019, en total casi setenta casos en los que la vida del animal corrió serio riesgo. Y a esa cifra hay que añadir los 900 casos de los que se habían separado de él que se tradujeron en infracciones administrativas porque no había peligro de muerte.
Durante mis años en televisión he conocido decenas de casos de maltrato que me helaban la sangre. Animales famélicos, con orejas cortadas, cojos, tuertos, con el cuerpo completamente magullado, aterrorizados al ver a un ser humano por el tiempo que se han visto obligados a convivir con algún desalmado. He sido testigo del encomiable esfuerzo de las protectoras por tratar de hacer sobrevivir a animales que llegaban en un estado deplorable y cómo al recuperarse localizaban un hogar en el que, después de un periodo de adaptación, se convertían de nuevo en los fieles compañeros cariñosos y agradecidos. Y también he visto a otros que no han podido superarlo, que estaban tan aterrados que quedaban marcados para el resto de sus vidas.
No es fácil ponerse en el lugar de un animal al que le tratan a diario a golpes, la incomprensión que le puede surgir, la tristeza, el miedo… Que nadie piense que un can no sufre porque no es verdad. Su injusta situación solo me parece equiparable a la de los esclavos, por la vulnerabilidad que ambos desprenden
No es fácil ponerse en el lugar de un animal al que le tratan a diario a golpes, la incomprensión que le puede surgir, la tristeza, el miedo… Que nadie piense que un can no sufre porque no es verdad. Su injusta situación solo me parece equiparable a la de los esclavos, por la vulnerabilidad que ambos desprenden. Es probable que muchos lectores consideren exagerado tratar a un perro como a alguien de la familia, pero aquellos que están acostumbrados a convivir con uno, lo entenderán perfectamente. Al fin y al cabo, no se trata de él sino de nosotros mismos, de lo que somos capaces de ofrecer a los demás, porque el amor está en nuestro interior y las mascotas nos ayudan a extenderlo fuera. Así que aquellos que son capaces de maltratar reiteradamente a un perro es evidente que no son personas de fiar, que ese odio que lanzan hacia él, lo enviarán a otra parte cuando no esté, a un hermano, a un amigo, a un compañero de trabajo o incluso a sus propios hijos.
Nos hemos acostumbrado a sentirnos los reyes de la creación, a oprimir a los animales para utilizarlos como alimento o para ocio y muchos ciudadanos no entienden lo que supone adoptar o adquirir un animal para integrarlo en la familia
Afortunadamente, hay todavía una mayoría de personas que aceptan a su perro o a su gato como un integrante más de la familia y le demuestran el mismo afecto que a los demás. Y es que los hacemos dependientes de nosotros, los alimentamos, los acogemos en casa y nos ofrecen su lealtad más profunda solo por el hecho de hacerlo. No hay nadie más agradecido que un perro, vive exclusivamente para ayudarnos a ser más felices y nos cuida, nos defiende, nos quiere pese a todo.
Nos hemos acostumbrado a sentirnos los reyes de la creación, a oprimir a los animales para utilizarlos como alimento o para ocio y muchos ciudadanos no entienden lo que supone adoptar o adquirir un animal para integrarlo en la familia. Son esos que se ríen de alguien que llora porque su mascota acaba de morir con quince años o sufren cuando se ha puesto enfermo.
La noticia del abandono de ese animal en Puerto Lope solo pone en evidencia que ahora que nuestra vida va retornando poco a poco a la normalidad, nuestros peores hábitos como humanos no han desaparecido con la pandemia y eso implica que se repetirán una vez tras otra en los próximos meses. Solo espero que haya al menos una persona que recapacite y recuerde que las vidas de todos los seres son preciosas y que su perro nunca entenderá el motivo por el que ha decidido deshacerse de él, será algo inconcebible. Afortunadamente, aún estamos a tiempo, todavía es posible echarse atrás y conservarlo.