Solidaridad de clase y conciencia obrera
El camino recorrido por el colectivo de jornaleros del campo andaluz ha estado lleno de obstáculos y dificultades impuestos por el viejo espíritu burgués de los grandes terratenientes que, en lugar de apostar por el desarrollo y el progreso de su tierra, se han dedicado más a procurarse el mayor beneficio a costa de la explotación de los hombres y mujeres del campo, quienes no se han distanciado mucho de las interminables jornadas de sol a sol.
Y no todos podían optar a tan míseras limosnas, sino tan solo aquellos que tenían la suerte de ser elegidos por los capataces y patronos que se podían permitir hacer una caprichosa selección en las plazas de nuestros pueblos, clásica oficina de empleo. Casi siempre, la selección se fijaba en aquellos trabajadores que estaban más desligados de las organizaciones sindicales y de la lucha obrera.
Llevados por un sentimiento de unidad en contra de tales condiciones y en demanda de una reforma agraria que acabara con tan injusta situación, los jornaleros andaluces llevaron a cabo numerosas acciones reivindicativas y de protesta. Una de éstas fue una gran manifestación que se celebró en Sevilla, en 1984 -a la que corresponde la fotografía adjunta-, a la que acudió el entonces secretario general del Partido Socialista Unificado de Cataluña (PSUC), Antonio Gutiérrez Díaz, que también aparece en la cabeza de la marcha en el momento en que atiende a los medios de comunicación, en concreto al enviado especial de Diario de Granada, José Luis Masegosa, que junto a quien suscribe -que realizó las fotografías- prestaron la correspondiente cobertura informativa, un hecho relevante para los medios provinciales de aquellos momentos.
'Al contrario de lo que sucede hoy, la solidaridad de la clase obrera primaba por encima de toda diferencia, y constituía un nexo común que permitía salvar territorios y enemigos'
Un tiempo en el que, al contrario de lo que sucede hoy, la solidaridad de la clase obrera primaba por encima de toda diferencia, y constituía un nexo común que permitía salvar territorios y enemigos. Nadie podía imaginar que los obreros catalanes se olvidaran de los jornaleros andaluces, y a la inversa. La conciencia de clase era compartida por la mayoría de trabajadores, y aquella arma ha sido y es tan poderosa que es la única capaz de doblegar la manipulación y los manejos del poder político y económico en su desesperado intento por crear confusión y debilitar el espíritu de lucha que siempre ha imperado en los auténticos camaradas.
Esa clase consistente y sólida que denuncia el engaño y la alienación que desde las poltronas del gran capital montan un día sí y otro también, como la fiebre consumista que pretende anular la capacidad y libertad de pensamiento, pues en tanto que no exista más fácil será mantener el control y manejo del ser humano. O la pantomima de los empresarios benefactores -caso del emperador de Zara, Amancio Ortega- que de la noche a la mañana les entra tal carga solidaria que no reparan en donar cientos de millones de euros para paliar las carencias de medios sanitarios, cuya dotación es una obligación ineludible de la Administración pública, pues no es caridad lo que necesitamos, sino buena gestión y no enmascarar el obligatorio pago de impuestos con supuestas obras de beneficencia.
Frente a los abusos, las tretas, las maniobras y las estrategias interesadas del poder se ha de imponer la solidaridad de clase y la conciencia obrera, para que las proclamas provocadoras y engañosas de los responsables políticos de unos territorios y los de otros no supongan una pérdida de la conciencia común del proletariado que anhela justicia y libertad. No debemos olvidar, camaradas.