Inagra en Navidad

'Por ser mujer'

Blog - Punto de fuga - Cristina Prieto - Jueves, 12 de Mayo de 2022
Plataforma Stop Vientres de Alquiler

Sonroja escuchar a Ketanji Brown Jackon, candidata de Biden a la Corte Suprema de Estados Unidos, cuando el pasado de marzo fue incapaz de responder una cuestión muy sencilla. “¿Puede definir la palabra mujer?”, le preguntó la senadora Marsha Blackburn y Brown contestó “No, no puedo. No soy bióloga”. La respuesta puede encontrarse en cualquier diccionario: hembra adulta humana. Difícilmente pueden defenderse los derechos de las mujeres si se obvia la realidad material del sexo y esto es lo que está ocurriendo en muchos países occidentales con la ola trans que fagocita todo y abduce a gobiernos, universidades o profesionales de la salud que obvian la realidad biológica para defender argumentos que, si no fueran tan peligrosos para más de la mitad de la población, podrían calificarse de ridículos. Denominar a la leche materna leche torácica, hablar del derecho al aborto para todas las identidades de género cuando sólo las mujeres pueden gestar o cambiar el nombre de las salas de maternidad en los hospitales por el de salas perinatales para eliminar cualquier vocablo relacionado con la palabra madre o mujer con la excusa de no ofender es, simplemente, demencial.

Y mientras las sociedades del bienestar se entretienen en el mundo de las identidades sentidas, el lenguaje posmo y los unicornios de colores, hay quienes tienen muy claro quiénes son las mujeres

Y mientras las sociedades del bienestar se entretienen en el mundo de las identidades sentidas, el lenguaje posmo y los unicornios de colores, hay quienes tienen muy claro quiénes son las mujeres, bien para encerrarlas en sus casas y privarlas del espacio público dejando el campo libre al poder de los varones, o para explotar sus cuerpos sexuados diversificando negocios cuya materia prima no ofrece ninguna duda en su selección.

Hibatullah Akhundzada, líder supremo del gobierno talibán en Afganistán, ha anunciado que las mujeres deberán cubrir su rostro, tanto en público como en privado, si están en presencia de hombres ajenos a su familia. La prenda perfecta para ellas será el burka, que cubre de la cabeza a los pies, para evitar una supuesta provocación. Atrás quedaron las promesas de moderación realizadas el pasado verano cuando se hicieron con el control del país después de que Estados Unidos y los países de su órbita abandonaran rápidamente sus posiciones allí. Desde entonces, el cerco sobre las mujeres se va estrechando y, antes del anuncio de la obligada vestimenta llegó el pasado mes de marzo el cierre de las aulas para las niñas mayores de 12 años, la prohibición de emitir películas donde aparecieran mujeres y la obligatoriedad de las que mantienen un puesto de trabajo de acudir al mismo acompañadas de un hombre. No han necesitado ningún diccionario para saber quiénes son las mujeres.

Y aunque estas decisiones pueden escandalizarnos, no se sitúan en mejores posiciones quienes han decidido que las mujeres pueden reportar grandes beneficios

Y aunque estas decisiones pueden escandalizarnos, no se sitúan en mejores posiciones quienes han decidido que las mujeres pueden reportar grandes beneficios. En este lado, podemos situar a los proxenetas. Aquí tampoco hay duda para realizar la criba. En el lado más débil, las poseedoras de un cuerpo femenino para el disfrute sexual de varones que compran su uso sin límites y, en el del poder, los explotadores y traficantes. Según el Gobierno, más de 45.000 mujeres y niñas se encuentran en nuestro país en situación de prostitución de las que el 95% son víctimas de trata.

Junto a los proxenetas, podemos situar al entramado que sustenta la aberrante práctica de los vientres de alquiler. Ellos también tienen muy claro quiénes son las únicas capaces de gestar y parir. La reciente crisis en Ucrania ha destapado algunas prácticas habituales recogidas en los contratos y el tráfico de mujeres en las fronteras con países limítrofes para que el negocio, a pesar de la guerra, no se detenga. Tampoco han necesitado enciclopedias para determinar qué sexo necesitan para aumentar sus beneficios.

No podemos olvidar que a estas situaciones que, de vez en cuando, asoman a los medios de comunicación, en muchos países de África y algunos de Latinoamérica o Asia, no consigue erradicarse la práctica de la mutilación genital femenina

No podemos olvidar que a estas situaciones que, de vez en cuando, asoman a los medios de comunicación, en muchos países de África y algunos de Latinoamérica o Asia, no consigue erradicarse la práctica de la mutilación genital femenina. Su sexo, de nuevo, no ofrece ninguna duda sobre quiénes deben ser cortadas.

En estos días, en los que está tan de moda hablar de los discursos de odio, quizá deberíamos invertir los términos y preguntarnos ¿por qué se odia tanto a las mujeres? Es evidente que no son las identidades las traficadas, explotadas, vendidas, mutiladas o utilizadas como vasijas sino las hembras humanas adultas y las niñas que, cada vez a edades más tempranas, también son captadas para la prostitución. Y a esta compra y venta deberíamos añadir la violencia machista y las discriminaciones laborales que hay que sumar a la larga lista de desventajas que tiene el sexo como denominador común.

Nos queda un último reducto y es la categoría jurídica mujer. También quieren derribarlo con la incorporación de las innumerables identidades sentidas. Estamos preparadas para mantener las barreras. La ilustración es una obra de la artista afgana Shamsia Hassani.

Si no has tenido la oportunidad de leerlos y quieres volver a hacerlo, estos son otros artículos de Cristina Prieto en este blog, 'Punto de Fuga':

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Imagen de Cristina Prieto

Madrileña afincada en Andalucía desde 1987, primero en Almería y posteriormente en Granada donde he desarrollado mi carrera profesional como periodista. Me licencié en Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid, cursé mi suficiencia investigadora en la Universidad de Granada dentro del programa Estudios de la Mujer y leí mi tesis doctoral en la Universidad de Málaga.