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'Rocío Márquez y Bronquio alumbran el cruce entre el flamenco y la electrónica'

Blog - Un blog para melómanos - Jesús Martínez Sevilla - Miércoles, 8 de Junio de 2022
Rocío Márquez y Bronquio – 'Tercer Cielo'.
Portada de 'Tercer Cielo', de Rocío Márquez y Bronquio.
IndeGranada
Portada de 'Tercer Cielo', de Rocío Márquez y Bronquio.

La unión de flamenco y electrónica no es ya una idea novedosa, ni mucho menos. Solo en el último lustro habría que mencionar un puñado de nombres. Está la propuesta queer militante de RomeroMartín. Están Califato ¾, los de discurso más andalucista y al mismo tiempo los más gamberros. Está Tremenda, el reciente trabajo de la siempre rompedora Rosario la Tremendita. Está la fusión de acentos funky de los jóvenes granadinos La Plazuela. Y por supuesto está ese monumento de disco que es Porvenir, de Le Parody, uno de los mejores álbumes de la música española en los últimos tiempos. Hay pues multitud de artistas explorando, con diferentes matices, esa intersección tan rica y potente entre lo jondo y lo sintético. Pero claro, ninguno de los artistas mencionados tiene el impresionante talento vocal y el incontestable pedigrí flamenco de toda una ganadora de la Lámpara Minera del Festival de Cante de las Minas como es Rocío Márquez.

La onubense se ha consolidado desde hace hace tiempo como la artista que mejor hace de puente entre el público flamenco y los aficionados a la música alternativa

La onubense se ha consolidado desde hace hace tiempo como la artista que mejor hace de puente entre el público flamenco y los aficionados a la música alternativa. Sus colaboraciones con el productor Raül Fernández “Refree” probablemente ayudaron a ponerla en ese lugar, empezando por su homenaje al maestro Pepe Marchena en El Niño (2014). Después fue nominada al prestigioso Premio Ruido a mejor álbum español por Firmamento (2017), un fantástico ejercicio de estilo en el que ella y el trío de jazz experimental Proyecto Lorca descompusieron y rearmaron diversos palos jugando con los instrumentos con mucho ingenio y valentía. Y aún guardaba bajo la manga un álbum bestial como es Visto en El Jueves (2019), para mí uno de los mejores discos de la década pasada en España. Junto a Canito y Agustín Diassera, Rocío se dedicó a aflamencar canciones y “acancionar” cantes, hasta que las fronteras entre una cosa y otra se hicieron borrosas. ¿Qué mejor forma de mostrar el flamenco como lo que siempre ha sido: ¿una música popular, en diálogo abierto con otras músicas?

La inquietud constante que delata su discografía la ha llevado también a realizar múltiples colaboraciones: desde sus conciertos junto a Jorge Drexler buscando “Aquellos puentes sutiles” entre el folklore español y el latinoamericano al álbum Diálogos de Viejos y Nuevos Sones (2018), junto al violagambista sevillano Fahmi Alqhai, que exploraba puntos en común entre el flamenco y la música antigua. Pero Tercer Cielo, su nuevo disco junto al artista jerezano Bronquio (alias de Santiago Gonzalo) parece tener una mayor centralidad en su trayectoria y su discografía. Tras tres años de silencio, que parecen haber sido difíciles, este retorno es todo un triunfo para Márquez, que ha encontrado una nueva manera de desafiarse a sí misma y a su público sin que nada suene forzado o impostado. Las canciones de este disco tienen muchas virtudes, pero sin duda una de las principales es que suenan de lo más naturales. No hay nada extraño en la metálica percusión de las bulerías de “Exprimelimones”, ni en la hipnótica construcción del pregón de “Mercancía”: desde la primera escucha, parece que lo que Bronquio y Rocío han compuesto estaba ahí, esperando a ser encontrado.

La ternura que transmite Rocío al cantar “toda ciencia trascendiendo/que uno más uno es uno/desde que te estoy queriendo” tiene mucha más fuerza gracias a la energía incontenible de esa base

Ya la primera canción, “Paraíso. Cuántos cuerpos por venir”, nos sitúa en el universo del disco: el uso de efectos y ecos fantasmagóricos en la voz de Rocío contrasta con la brutalidad de los beats, y ambos quedan entretejidos gracias a unos órganos sintéticos simples y cálidos. Con estos ingredientes crean algunas canciones de factura bastante clásica, como los tangos de “Agua”; pero otros temas transitan por terrenos verdaderamente experimentales y siniestros, como la debla “Grande”. El uso de samples también es prominente: ya sea en los verdiales frenéticos de “Niña de sangre” (inspirados por RaVerdial, el mítico show de Los Voluble y Niño de Elche en el Sónar de 2015, y para mí cercanos también a la energía diabólica de Embruxo, de Baiuca) o en la preciosa canción por soleá “Prefiero la muerte”, los bucles instrumentales y vocales dan lugar a algunas de las mejores bases del disco. De hecho, el mejor tema de todos, la bulería “Mmmm”, se construye sobre samples de palmas, jaleos y algún verso, a las que se suma una sencilla línea de sintes de dos notas, claramente inspirada por “Gosh”, de Jamie xx. La ternura que transmite Rocío al cantar “toda ciencia trascendiendo/que uno más uno es uno/desde que te estoy queriendo” tiene mucha más fuerza gracias a la energía incontenible de esa base.

También destacan dos singles fantásticos y muy diferentes entre sí: mientras que en el garrotín “Un ala rota” sobresale  una guitarra eléctrica cuyo efecto 'wah-wah' evoca a Las Grecas

También destacan dos singles fantásticos y muy diferentes entre sí: mientras que en el garrotín “Un ala rota” sobresale  una guitarra eléctrica cuyo efecto 'wah-wah' evoca a Las Grecas, la rumba “De mí”, con la colaboración de 41V1L, es mucho más animada e inmediata gracias a su estupendo estribillo. La verdad, salvo por la instrumental “El mengue y la zarabanda”, no hay prácticamente puntos débiles en el álbum. Además, la secuenciación es perfecta, incluida la presencia de tres interludios hermanados, las tres partes de “La piel”, una seguiriya espectral y descompuesta cuyas sucesivas apariciones van marcando hitos en el devenir del tracklist. Todo culmina, tras “La piel #3”, con la más puramente electrónica de las canciones del álbum: “El corte más limpio”. Sus ocho minutos de afilado techno berlinés saben a pista de baile y anfetaminas, y la aparición de Rocío es mínima, como si Bronquio usara un mero sample vocal, pero el punto flamenco se lo da un sample de taconeo sacado de YouTube que robustece la percusión. Después de esto, “La marca” ejerce claramente de coda, despidiendo el álbum con esa frase icónica sacada de las paredes de la Peña Flamenca de Mairena: “aquel que se va/va diciendo en el silencio/qué grande es la libertad”.

Pero el espíritu del álbum lo expresa especialmente el aguilando “Droga Cara”. No solo por su gran equilibrio entre lo electrónico (esos sintes graves, ese bajo sintético) y lo folclórico (los sonidos navideños de flautas y botellas de anís, el coro que irrumpe de pronto), sino sobre todo por esa frase maravillosa que entona Rocío: “quiero ser quien soy de nuevas/voy a parirme a mí misma”. Ese parece que es el objetivo de la onubense en cada proyecto: desarmarse y reconstruirse cada vez de una manera diferente, mudar su piel, crear una nueva Rocío Márquez. En Tercer Cielo, Bronquio y ella han dado con una de las más interesantes hasta ahora, y han conseguido plasmar esta nueva identidad en un álbum excelente que abre aún más posibilidades en la unión del flamenco con la electrónica. Veremos si más artistas se atreven a adentrarse en este terreno fértil.

Puntuación: 8.7/10

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Imagen de Jesús Martínez Sevilla

(Osuna, 1992) Ursaonense de nacimiento, granaíno de toda la vida. Doctor por la Universidad de Granada, estudia la salud mental desde perspectivas despatologizadoras y transformadoras. Aficionado a la música desde la adolescencia, siempre está investigando nuevos grupos y sonidos. Contacto: jesus.martinez.sevilla@gmail.com