Inagra en Navidad

'Poder'

Blog - Punto de fuga - Cristina Prieto - Jueves, 31 de Octubre de 2024
Errejón, cuando era portavoz de Sumar.
A. Martínez Vélez/Europa Press
Errejón, cuando era portavoz de Sumar.

Llegó junto a sus amigos dando lecciones de política, de filosofía, de economía, de feminismo y de todo lo que se le pusiera por delante después de que él y los suyos se vieran encumbrados a la política institucional por millones de votos que confiaron en las nuevas formas que prometían. Él y su camarilla, que poco a poco fue abriendo huecos para dejar más claridad, hablaban con soltura, venían avalados por buenos expedientes académicos y un piquito de oro que, en poco tiempo fue muy útil para acuñar nuevas expresiones que calaron rápidamente entre un nicho de votantes descontento con el bipartidismo. Cómo olvidarse de aquel ¡Sí se puede! o las alusiones continuas a esa casta que tan familiar les ha resultado después.

Y, ha quedado patente que, aunque se tenga carita de no haber roto nunca un plato, es fácil tirar de bragueta para ejercer el poder del que se disfruta. Es la socialización masculina aprendida

En este momento y después de tachar muchas caras de aquellas fotos iniciales que llenaron las portadas de los medios escritos y esas imágenes de tertulias en las que siempre tomaba asiento algún representante de la cúpula, nos hemos dado cuenta de que los machos de aquella pandilla son tan machos como los de la casta que tanto criticaban. Por qué será que las mujeres, en general, no nos hemos extrañado. La bomba -no se pierdan en otras consideraciones- es más por la situación política que ha provocado el cese inmediato del portavoz de una de las subdivisiones de la izquierda caviar, que por su conducta con las mujeres. Y, ha quedado patente que, aunque se tenga carita de no haber roto nunca un plato, es fácil tirar de bragueta para ejercer el poder del que se disfruta. Es la socialización masculina aprendida.

Ahora ya entendemos bien aquella estupidez que repetían constantemente él y sus coleguitas de lo importante que era “poner el cuerpo”

Ahora ya entendemos bien aquella estupidez que repetían constantemente él y sus coleguitas de lo importante que era “poner el cuerpo”. Se referían siempre al cuerpo de otras, cuerpos a disposición de mujeres para gestar para los ricos, dar placer a través de la prostitución o ver cómo son maltratados en la pornografía. De eso se trataba. Eso sí, todo revestido de los feminismos diversos de los que hablaban sin parar en lo que entraban y salían hombres y mujeres con todo tipo de atributos porque de lo que se trataba era de diluir la realidad material del sexo para flotar en el universo woke que pretendían vendernos. Humo y más humo que empieza a disiparse ya.

De esos hay a montones en los partidos políticos, en las universidades, en las empresas, en las instituciones, en cualquier tienda de barrio con varios empleados y en las comunidades de vecinos. La única diferencia entre ellos es el grado de poder del que disfrutan, una chaqueta de Celin o el perfume de Dior, aunque al final todos apesten a la misma misoginia

No sólo han resultado ser como todos, sino peores. Uno de sus líderes -hoy caído, pero por el que ya lloran algunas preocupadas por su futuro profesional- habitaba entre nosotras para enseñarnos feminismo mientras su cerebro se freía a fuego lento viendo pornografía, escenas que después quería replicar con las mujeres que elegía desde el privilegio del poder. Nada nuevo bajo el sol. El niñito miope y barbilampiño no se diferencia en nada de cualquier otro agresor sexual en potencia. De esos hay a montones en los partidos políticos, en las universidades, en las empresas, en las instituciones, en cualquier tienda de barrio con varios empleados y en las comunidades de vecinos. La única diferencia entre ellos es el grado de poder del que disfrutan, una chaqueta de Celin o el perfume de Dior, aunque al final todos apesten a la misma misoginia.

Pero, debemos de estar tranquilas porque los dirigentes de los restos del partido que un día fueron han dicho que van a impartir un cursillo a toda su gente para enseñarles feminismo del bueno porque parece que el diverso no sirve para tratar con respeto a las mujeres. Claro, no es de extrañar, aún no se han aclarado muy bien y no saben distinguirlas porque se lían con los penes y las vulvas y, al final, pasa lo que pasa.

Mientras, como siempre, a quien se ha puesto en el disparadero, una vez más, es a quien ha denunciado las agresiones sexuales del político en cuestión

Mientras, como siempre, a quien se ha puesto en el disparadero, una vez más, es a quien ha denunciado las agresiones sexuales del político en cuestión. Ya le pasó a Nevenka Fernández cuando sentó en el banquillo a Ismael Álvarez, alcalde de Ponferrada por el Partido Popular. Cientos de personas coreaban en la calle el nombre del regidor mientras linchaban a la joven concejal de Hacienda que, a pesar de haber ganado el juicio, tuvo que abandonar el país ante la presión social.

Déjense de protocolos y pregúntense por qué, de nuevo, se orilla a las víctimas, por qué el silencio cómplice de quienes estaban a su alrededor y lo sabían callaron, por qué su comportamiento sabido no obtuvo ninguna sanción política, por qué llegó a lo más alto y se mantuvo a pesar de su agresividad con las mujeres. Y dejen de hacerse las sorprendidas, especialmente vosotras, las compañeras, porque estas conductas ni se adquieren en dos días ni se pueden ocultar. Precisamente, como tendemos a protegernos entre nosotras, estos comentarios corren como la pólvora. Dejen de mentir porque el tiempo de ocupar sillones se acaba, aunque pongan cara de sorpresa, de ser ‘tonticas’ como nos quieren los hombres y de no pronunciar su nombre. Se llama Íñigo Errejón.  

 

 

 

 

 

Imagen de Cristina Prieto

Madrileña afincada en Andalucía desde 1987, primero en Almería y posteriormente en Granada donde he desarrollado mi carrera profesional como periodista. Me licencié en Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid, cursé mi suficiencia investigadora en la Universidad de Granada dentro del programa Estudios de la Mujer y leí mi tesis doctoral en la Universidad de Málaga.