'Paco y sus derechos'
Una legislatura completa y otra con unos meses de recorrido y aún no nos hemos enterado de que los derechos crecen y se multiplican como hongos. Cualquier representante público de medio pelo –no digamos ya en las altas esferas- de cada cuatro palabras pronunciadas, una va dedicada a los derechos. Los que tenemos, los que hemos adquirido últimamente, los que nos quedan por conseguir, los que estamos luchando, los que nos quieren arrebatar, los que podríamos perder, los que ya hemos perdido, los que están en la Constitución, los que hay que introducir, los que soñamos y los que nos inventamos. Derechos, en plural –por lo que se deduce que hay más de uno- que, curiosamente nadie especifica. Son como ectoplasmas vagando sin rumbo ni nombre, sin definición concreta. Pero, lo que sí sabemos es que mejoran la situación, principalmente, de los hombres.
En pocos meses el juez ha informado favorablemente y Francisco Javier –Paco- es, a efectos legales, toda una mujer
Paco nos lo está demostrando. Por fin vive en calma sabiendo que es una mujer y así ha solicitado su reconocimiento porque tiene derecho a ello. Francisco Javier es de Sevilla y distribuye su jornada laboral entre el cuartel de Torreblanca donde es soldado y el centro de estética que regenta. Aprovechó su baja por una lesión en el hombro para acercarse en una ‘volá’ al órgano competente y solicitar por medio de un formulario sencillito y sin complicaciones el cambio de la mención registral relativa a su sexo. Tiene derecho. En pocos meses el juez ha informado favorablemente y Francisco Javier –Paco- es, a efectos legales, toda una mujer. El artículo 43.1 de la conocida como Ley Trans se lo permite a toda persona mayor de 16 años y de nacionalidad española. Más de dieciséis primaveras parece tener Paco y jamás se debe cuestionar la españolidad de cualquier militar. Todo correcto.
Lo primero que ha solicitado tras reincorporarse a la soldadesca ha sido su lugar en el vestuario femenino. Allí podrá cambiarse de ropa, ducharse y asearse rodeado de las mujeres del cuartel a las que les mostrará los cuidados que necesita una buena barba como la suya
Y como los derechos están para ejercerlos, Paco se ha puesto manos a la obra rápidamente. Lo primero que ha solicitado tras reincorporarse a la soldadesca ha sido su lugar en el vestuario femenino. Allí podrá cambiarse de ropa, ducharse y asearse rodeado de las mujeres del cuartel a las que les mostrará los cuidados que necesita una buena barba como la suya. No sabemos si también compartirá compresas y tampones, participará de las conversaciones sobre la incomodidad de realizar maniobras durante los días de la menstruación o lo complicado de la lactancia materna o la violencia obstétrica en los paritorios. Paco se moverá entre las mujeres como una más porque tiene derecho.
Seguro que esa gente tan poco moderna que no entiende de derechos –amplios, diversos e inclusivos todos- tendrá que mirar dos veces a Paco para entender que es una mujer. Y, además, una mujer lesbiana ¡Qué poca empatía! Los megaprogres y posmodernos mirarán en lontananza a Francisco con sus casi dos metros de altura, un peso que rondará los cien kilos y una fuerte complexión física y, rápidamente, verán a una mujer de bandera. Porque quienes defienden todos los derechos son así. Disfrutan de un entendimiento superior al resto de los mortales y pueden observar cómo las almas sexuadas se van posando poco a poco en cuerpos que las aceptan como un regalo de los dioses.
Ahora podrá volver al conocido programa de televisión para conseguir pareja donde ya estuvo. Entonces buscaba una mujer porque era un hombre heterosexual
Por eso son necesarios más y más derechos. Con la Ley Trans se han conseguido muchos. Ahora, cualquiera puede ser del sexo que quiera manteniendo su apariencia física, su nombre, sus costumbres y todos sus atributos. Es un gran avance. Francisco Javier –o Paco- ha asegurado que le encanta su nombre, su apariencia y su cuerpo al que le seguirá dando alegría siempre y cuando encuentre una buena mujer que quiera compartir su vida. Porque, hay que recordar, que Paco se dice lesbiana. ¡Qué maravilla esto de los derechos! Por fin no es necesario parecer lo que no se es. Basta con pedirlo. Ahora podrá volver al conocido programa de televisión para conseguir pareja donde ya estuvo. Entonces buscaba una mujer porque era un hombre heterosexual. Ahora, ocho meses después, puede expresarse como lo que realmente siente y dice su documentación. Ahora buscará una mujer lesbiana. Porque tiene derecho.
Paco podrá denunciar a quien diga que no es una mujer o a quienes no utilicen los pronombres correctos para dirigirse a su persona. Porque tiene derecho. Y tiene tantos que disfruta del más importante. El de pisotear los derechos de los demás
Paco podrá denunciar a quien diga que no es una mujer o a quienes no utilicen los pronombres correctos para dirigirse a su persona. Porque tiene derecho. Y tiene tantos que disfruta del más importante. El de pisotear los derechos de los demás. Por ley tenemos que decir que Paco es una mujer, abrir las puertas de todos los espacios seguros que nos protegen a nosotras para permitir su entrada, debe integrarse en las cuotas femeninas reservadas a las mujeres en cualquier organización, oposición, plazas vacantes o pruebas físicas. Paco puede reclamar su espacio en el vestuario femenino de su cuartel aunque sus compañeras hayan puesto el grito en el cielo. Porque Paco tiene derechos y cuando Paco los reclama el resto debe callarse, especialmente las mujeres que siempre pierden los suyos. Porque, al fin y al cabo, Paco o Francisco –da igual el nombre- ya sabe lo que se siente cuando se disfruta de la última palabra, de los privilegios, de ser una voz autorizada, de tener el poder, de estar siempre en el lado de los que mandan. Paco-Francisco tiene más derechos, los suyos y los de las demás.