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'Otro 25N'

Blog - Punto de fuga - Cristina Prieto - Jueves, 23 de Noviembre de 2023
Homenaje a las víctimas de la violencia machista, este miércoles, de la Asociación La Volaera.
INDEGRANADA
Homenaje a las víctimas de la violencia machista, este miércoles, de la Asociación La Volaera.

El próximo sábado, 25 noviembre, es el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Y no hay que aceptar otras denominaciones. Confieso que, últimamente, escuchar la palabra diversidad me obliga a desplegar las alertas. Y más, cuando lo diverso –que realmente significa, según la Real Academia, de distinta naturaleza, desemejante y varios o muchos- se convierte en un término aplicable a todo, una palabra comodín en la que se diluyen las realidades para conformar un conjunto de cosas sin características comunes. La diversidad o lo diverso se puede utilizar en cualquier ocasión porque no molesta y queda muy cool en esta amalgama de términos que la progresía aplica aquí y allá, sin ton ni son en cartelería, charlas y jornadas donde los colores eclipsan a las ideas.

El 25 de noviembre es, para las feministas, un día para alzar la voz, para gritar que nos matan por ser mujeres y, por lo tanto, todas podemos compartir el mismo destino. La misoginia y el machismo no son diversos, son los de siempre. Ellos sólo aplican la diversidad cuando se trata de elegir entre las variadas y abundantes formas de acabar con la vida de las mujeres o matarlas en vida cuando se habla de violencia vicaria

El 25 de noviembre es, para las feministas, un día para alzar la voz, para gritar que nos matan por ser mujeres y, por lo tanto, todas podemos compartir el mismo destino. La misoginia y el machismo no son diversos, son los de siempre. Ellos sólo aplican la diversidad cuando se trata de elegir entre las variadas y abundantes formas de acabar con la vida de las mujeres o matarlas en vida cuando se habla de violencia vicaria.

Este año se han registrado 93 feminicidios y, de ellos, 52 se han contabilizado como violencia machista de hombres hacia sus parejas o exparejas. No hemos acabado el año y ya se ha sobrepasado la cifra de 49 con la que se cerró el pasado ejercicio 2022. Hay más de mil niñas y adolescentes registradas como víctimas en el sistema Viogén y la Policía sigue de cerca los pasos de 350 agresores, con edades comprendidas entre los 14 y los 17 años que son objeto de control por el maltrato ejercido contra sus víctimas. El Ministerio del Interior confirma que, entre ellas, las hay con sólo 12 años. La inspectora jefa de la Oficina de Estudios de la Unidad Central de Atención a la Familia y la Mujer (UFAM) de la Policía Nacional, Elena Palacios, asegura que ha habido casos de agresiones sexuales contra niñas de 3 y 4 años perpetradas por niños de 7, 8 y 9 años. ¿Hacemos algo o seguimos en la diversidad?

En fin, el cúmulo de cosas de lo diverso. La nada. Pero, seguro, que no falta la batucada. Todavía no sabemos si para bailar por las víctimas, ahuyentar los malos espíritus o festejar que sólo han sido 93 las mujeres asesinadas. A ver si, alguna vez, lo explican

El equipo que ha ostentado la responsabilidad del Ministerio de Igualdad en la legislatura ya finalizada y a quienes correspondería dar alguna explicación a estas cifras junto con el resultado de las acciones que desde su cartera se han emprendido para presentar un balance tan desastroso, anda organizando una manifestación alternativa en Madrid para el próximo día 25 al margen de la convocada por el Foro25N y las decenas de organizaciones feministas que secundan esta protesta desde 1997. Debe ser que las reivindicaciones de estas últimas ya están anticuadas y no lucen los colorines del brilli brilli que tanto gustan a las primeras cuyo manifiesto está lleno de realidades diversas, sentimientos profundos, violencias varias, un catálogo completo de feminismos para elegir sin dejar atrás a las personas trans, no binarias, el pacifismo, el antiespecismo, las personas migrantes, las queer (muchos, hombres), el ecologismo… En fin, el cúmulo de cosas de lo diverso. La nada. Pero, seguro, que no falta la batucada. Todavía no sabemos si para bailar por las víctimas, ahuyentar los malos espíritus o festejar que sólo han sido 93 las mujeres asesinadas. A ver si, alguna vez, lo explican.

En Granada, la Asociación La Volaera, que conoce muy bien la realidad, trabaja con seriedad y está siempre dispuesta a ayudar a quienes se encuentran desamparadas ante las terribles situaciones vividas, rindió homenaje ayer en la Plaza del Carmen a las asesinadas este año. Nombre a nombre, tumba a tumba, todas fueron recordadas junto a las familias que han perdido a algunas de sus mujeres. Su comunicado no habló de diversidades, ni de géneros sentidos, ni de cis ni de trans, sino de los déficits que presentan las casas de acogida, la falta de formación en algunos juzgados de violencia que obligan a las mujeres a pasar por un calvario, de los recursos privatizados que sólo se ocupan de sus beneficios empresariales. Ellas, como las integrantes de las asociaciones que se desgajaron de la ‘oficialidad’ de la Comisión 8M de Madrid, dijeron ya hace tiempo adiós a la Plataforma 25N/8M y sus batucadas por las calles de Granada. “No estamos para festejar nada” asegura María Martín, presidenta de La Volaera.

Comienza una nueva legislatura y aún está por ver si, de nuevo, las mujeres seremos traicionadas por unos partidos que se dicen de izquierdas y no entienden que no hay nada más retrógrado que la ola de posmodernismo que nos invade. Que el feminismo no va a abandonar la lucha por muchos palos en las ruedas que se coloquen en nombre de la diversidad. Que las mujeres somos la mitad de la población, que los estereotipos no convierten a nadie en una de ellas y que están tan acostumbradas a la lucha que la han convertido en una forma de vida.

 

 

Imagen de Cristina Prieto

Madrileña afincada en Andalucía desde 1987, primero en Almería y posteriormente en Granada donde he desarrollado mi carrera profesional como periodista. Me licencié en Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid, cursé mi suficiencia investigadora en la Universidad de Granada dentro del programa Estudios de la Mujer y leí mi tesis doctoral en la Universidad de Málaga.