Nymbismo, otro ‘palabro’
No hay debate político en la actualidad, sea el tema que sea, en este contexto socio-político de confrontación y polarización, que no aparezca viciado o contaminado en su origen, desarrollo y desenlace. Hoy quiero llamar la atención sobre lo que ocurre especialmente con la ubicación de determinadas infraestructuras o equipamientos.
Este rechazo local, comprensible en muchos casos, tiene también que ver con que durante décadas estas decisiones estratégicas se realizaban sin transparencia sobre los criterios empleados para decidir sus ubicaciones y sobre los ‘verdaderos’ riesgos que podían suponer dichas instalaciones
Es verdad que siempre ha habido una parte de la población que se ha rebelado o resistido a que se situaran en su entorno próximo determinadas instalaciones asociadas a diferentes factores de riesgo, mayores o menores, mejor conocidos o más desconocidos, más o menos reales o acrecentados, (cuando no inventados). Asociados a este síndrome de rechazo podemos encontrar el miedo o vértigo atávico de muchas personas a lo desconocido, a nuevos aparatos, tecnologías o ‘inventos’, que no acertamos a entender su funcionamiento.
Especialmente sensibles a estas reacciones de rechazo son los emplazamientos de infraestructuras energéticas (sobre todo si se aprecia que no reportan beneficios a la población local que ‘sufre’ la instalación) y los equipamientos de carácter ambiental como es el caso de la instalación de gestión de residuos, especialmente las de residuos tóxicos y peligrosos. Caso aparte serían los conocidos como cementerios nucleares, una cuestión no resuelta en nuestro país que todavía está pagando a Francia por hacerse cargo de una parte de nuestros residuos radioactivos y que tiene pendiente decidir si concentra o divide los residuos provenientes del cierre progresivo de las centrales nucleares, con las consecuencias económicas o ecológicas que se derivan de las diferentes opciones.
Este rechazo local, comprensible en muchos casos, tiene también que ver con que durante décadas estas decisiones estratégicas se realizaban sin transparencia sobre los criterios empleados para decidir sus ubicaciones y sobre los ‘verdaderos’ riesgos que podían suponer dichas instalaciones
Una de las características es que el rechazo no se produce directamente a los equipamientos sino a la implantación en un lugar determinado, por lo que muchas de las plataformas ciudadanas de oposición que surgen al respecto tienen nombres que nos dan pistas de lo que vengo reflejando: Sí, pero no aquí - Aquí, No...
A nivel concreto estos mismos mecanismos mentales funcionan hasta el punto de llegar al rechazo que se ha producido a las antenas de telefonía, o incluso, llegando al extremo, del uso de microondas o a meterse el móvil en el bolsillo del pantalón, con aquellos ya viejos bulos en el que decían que producían esterilidad.
Esta respuesta social, se ha acentuado en muchos casos, hasta llegar a acuñarse un término: síndrome NIMBY (Not In My BackYard, que se puede traducir como “No, en mi patio trasero”), el cual alude a la resistencia que provocan en la población local. Una de las características es que el rechazo no se produce directamente a los equipamientos sino a la implantación en un lugar determinado, por lo que muchas de las plataformas ciudadanas de oposición que surgen al respecto tienen nombres que nos dan pistas de lo que vengo reflejando: Sí, pero no aquí - Aquí, No...
En este ámbito he conocido rechazos, por aquí cerca, a instalaciones de organizaciones no gubernamentales como Calor y Café o Proyecto Hombre por los prejuicios de los perjuicios que iban a causar a la vecindad que nos retratan como sociedad
No es extraño que este rechazo alcance a equipamientos de carácter social, pero en este caso el nymbismo, tiene otras connotaciones y por lo tanto requiere maneras diferentes de abordarlos y de, en su caso, solucionarlos. Me refiero a la construcción de cárceles o centros para drogodependientes… o aquí, y ahora, a la eventual construcción de un centro de inmigrantes en las inmediaciones de la base aérea de Armilla. En este ámbito he conocido rechazos, por aquí cerca, a instalaciones de organizaciones no gubernamentales como Calor y Café o Proyecto Hombre por los prejuicios de los perjuicios que iban a causar a la vecindad que nos retratan como sociedad.
Yo siempre aconsejo separar el trigo de la paja porque en este mundo de bulos, fakes news e infoxicación hay que estar alerta para que no nos la cuelen, ni por un lado, ni por otro, y también porque se puede producir una anestesia social después de una campaña contraria.
Me ha sorprendido la virulencia con la que ciudadanos e instituciones de Armilla, Alhendín, Ogíjares, Las Gabias y Churriana de la Vega han reaccionado de manera unísona a este proyecto
Parece que el debate sobre el proyecto de centro de acogida de inmigrantes en el término municipal de Alhendín, pero más cerca de las localidades de Armilla y Churriana, obedece al mismo modus operandi expresado anteriormente. Me ha sorprendido la virulencia con la que ciudadanos e instituciones de Armilla, Alhendín, Ogíjares, Las Gabias y Churriana de la Vega han reaccionado de manera unísona a este proyecto.
Los mismos medios de comunicación que han colocado fotografías en las portadas y titulares a cuatro o cinco columnas con este asunto han alentado las protestas y han tirado de denominaciones nada neutrales como llamarlos ‘campamentos’ o definir las protestas como “en pie de guerra”
Podríamos aplicar aquí el conocido “excusatio non petita, accusatio manifesta” a todas aquellas personas que empiezan su argumentación contraria a este equipamiento con un: “Yo no soy racista, pero…”. Porque en principio, como ocurre en estos casos, no hay oposición a la necesidad y al fin del determinado centro (al menos en público no se expresan) pero sí a que se haga cerca de sus domicilios, algunos situados en zonas residenciales de ‘gente bien’, aunque veo que se utiliza más el argumento de que están próximos a centros educativos (como si la educación de las nuevas generaciones tuviera que estar ajena a esta ‘problemática’ o dando ya por ciertas las supuestas ‘amenazas’ de estas instalaciones). Los mismos medios de comunicación que han colocado fotografías en las portadas y titulares a cuatro o cinco columnas con este asunto han alentado las protestas y han tirado de denominaciones nada neutrales como llamarlos ‘campamentos’ o definir las protestas como “en pie de guerra”.
Tampoco parece que el gobierno haya manejado el debate de manera diligente, y preso de la urgencia y de la necesidad de dar respuesta a uno de los problemas que la actual crisis migratoria supone, no está gestionando este asunto de manera correcta
Observo también que hay una gran confusión sobre el tipo de equipamiento y que la mayoría de la población mezcla los Centros de Internamiento de Emigrantes (CIEs) con los Centros de Estancia Temporal de Emigrantes (CETIs, y no conoce cómo funciona el Sistema de Acogida de Protección Internacional y Temporal; aquí la inmensa mayoría no distingue entre instalaciones donde se retiene a personas en situación irregular pendientes de expulsión de los que vienen huyendo de la guerra y están en trámite de solicitud de asilo. Muchos pensarán, y dicen en privado y cada vez más en público, que en el fondo qué más da, “todos son potenciales delincuentes y violadores”.
Mucho hablar de que somos tierra de oportunidades y de reconocer que necesitamos a los migrantes para mantener nuestro tejido productivo o en la red de cuidados de nuestras familias, pero fuera de esas actividades no los consideramos ciudadanos, aprovechando algunos esa situación de vulnerabilidad para su explotación laboral. Aquí sigue habiendo muchos españoles, ‘muy españoles’, que señalan el cristianismo como una de las señas de identidad de los verdaderamente patriotas, que no se están comportando muy cristianamente que digamos.
Tampoco parece que el gobierno haya manejado el debate de manera diligente, y preso de la urgencia y de la necesidad de dar respuesta a uno de los problemas que la actual crisis migratoria supone, no está gestionando este asunto de manera correcta.
Lo más curioso es los que se oponen a su construcción “porque no van a estar en buenas condiciones”, preocupación que me ha hecho saltar un par de lágrimas al escucharla de determinados portavoces políticos. Resulta que el problema es que no quieren que los migrantes estén hacinados y que no puedan estar, siquiera temporalmente, en condiciones mucho más dignas…
Pero a mí me lo que me hace mucha gracia es ver los argumentos con los que algunos se están poniendo al ‘centro de acogida de migrantes’. Aparte de los que señalan, siguiendo las tesis del nymbismo, que no están en contra del centro, ni de los emigrantes, sino de que se haga en ese lugar concreto, lo más curioso es los que se oponen a su construcción “porque no van a estar en buenas condiciones”, preocupación que me ha hecho saltar un par de lágrimas al escucharla de determinados portavoces políticos. Resulta que el problema es que no quieren que los migrantes estén hacinados y que no puedan estar, siquiera temporalmente, en condiciones mucho más dignas…
Otro de los argumentos que provoca hilaridad es la preocupación por la legalidad urbanística. Oído de algunos de los que han aprobado la Ley para que todo el suelo rústico sea urbanizable da un poco de grima y ya cuando oigo que podrían generar problemas de colapso, (al Nevada no se le pusieron tantas trabas), es para mearse de risa o para llorar de pena.
Se puede estar a favor o en contra de este tipo de equipamientos y de su ubicación concreta más adecuada, pero no se escuden en razonamientos falsos, no hagan demagogia, no mientan y no escondan otros intereses más o menos confesables.
Muchos de los que ahora ponen trabas a la acogida de inmigrantes ‘de esta calaña’ han protestado porque el pasado Consejo de Ministros aprobase la eliminación de las Golden Visa que han permitido conseguir el permiso de residencia en nuestro país a otro tipo de inmigrantes, a los que pueden pagar más de 500.000 euros en una vivienda. A estos alfombra roja, y ojos ciegos a dónde y cómo obtienen sus rentas millonarias y por qué escogen nuestro país como refugio.
Yo por mi parte me uno a la Asociación Pro Derechos Humanos en mi preocupación porque no seamos capaces de entender la necesidad de equipamientos de acogida, ‘dignos’, para los que llegan a nuestro país empujados por las guerras, el hambre o por la opresión a los derechos humano
Yo por mi parte me uno a la Asociación Pro Derechos Humanos en mi preocupación porque no seamos capaces de entender la necesidad de equipamientos de acogida, ‘dignos’, para los que llegan a nuestro país empujados por las guerras, el hambre o por la opresión a los derechos humanos; para los que vienen soñando con una vida digna en nuestro país o de paso hacia otro país europeo, lo mismo que hicieron muchos de nuestros paisanos hacia otros lugares de España o de la, entonces lejanísima, Europa. Y recordemos que muchos se juegan la vida y que no vienen a quitarnos nada sino a trabajar en empleos que nosotros no queremos.
Y aplaudo que el Congreso de los Diputados haya tomado en consideración la Iniciativa Legislativa Popular avalada por más de 600.000 firmas para regularizar a cientos de miles de migrantes que ya viven y trabajan en España, de manera muy precaria, forzadamente al carecer de documentación legal. Espero que la mayoría parlamentaria obtenida, 310 votos a favor y sólo los 33 votos en contra de la ultraderecha de Vox, se mantenga durante la tramitación de esta norma, siquiera como muchos dicen, porque está en juego el futuro de las pensiones.