Nos sacan los colores
Lo de que en Granada el aire se está volviendo irrespirable se está convirtiendo no sólo en una metáfora sobre el clima político sino también en una descripción literal de la situación medioambiental.
Hace unos días hemos conocido que nuestra ciudad aparece destacada como la primera de Andalucía, y a la par de grandes ciudades como Madrid y Barcelona, aunque en este caso nuestra entrada en el top-ten elaborado por Ecologistas en Acción, se deba desgraciadamente a que somos una de las ciudades más contaminadas de España.
Podrán alegar algunos responsables, (no os toméis el término en sentido estricto, es una forma de hablar), del gobierno de la ciudad que el 95% de las ciudades españolas superan los niveles recomendados por la Organización Mundial de la Salud y es verdad, tan verdad como lo de “mal de muchos consuelo de tontos”. Es cierto que nuestra ubicación geográfica y bajo determinadas condiciones meteorológicas en nuestra ciudad, pese a no ser una ciudad industrializada, se padecen niveles más elevados de los que nos tocaría por la carga contaminante, pero no es menos cierto que la gestión de la movilidad y el modelo urbanístico al que hemos derivado, son corresponsables de estar en la lista de las ciudades con peores aires y eso no se lo podemos achacar a avatares de la Naturaleza.
Por la misma razón también se ha hecho público días pasados que determinadas zonas de la ciudad soportan niveles de ozono superiores a los permitidos por la legislación europea que tienen su origen principalmente en los problemas del tráfico, agravados por culpa de la “ola de calor”.
Al ser preguntado el ayuntamiento sobre las medidas a desarrollar para luchar contra la contaminación en la ciudad, bien para disminuir estos índices, bien para actuar en episodios de riesgo o bien para establecer medidas de alerta a la población afectada, se ha acogido a ese apartado famoso de la encuestas (NS/NC).
Cuando se distribuyeron las áreas del ¿nuevo? gobierno municipal y le fue asignada la competencia sobre Medio Ambiente a la Telesfora, el alma mater de la LAC, pensé que sólo nos cabía empeorar, lo que pude confirmar al comprobar que en la agenda de los acuerdos del Partido Popular y de Ciudadanos ni se “mientan” los problemas ambientales. Y es que en nuestra ciudad, esto no es una cuestión endémica aunque también en esto estamos a la vanguardia, la primera acción a realizar en este apartado es una descontaminación mental de sus dirigentes, (tampoco os toméis el término al pie de la letra, es una costumbre llamarles así), ya que entienden el asunto del medio ambiente como una simple cuestión cosmética, un adorno político. Y por los valores y parámetros de los contaminantes referidos más que maquillaje se necesita una buena operación quirúrgica, y no me refiero a cirugía plástica, sino a un verdadero cambio de modelo productivo y de Urbanismo, (lo he puesto con mayúsculas para distinguirlo de la mera construcción), en el que incluyo los aspectos relativos a la movilidad y accesibilidad. Otro día explicaré el matiz que los diferencia.
¿Es necesario a estas alturas del siglo XXI recordar que los problemas de calidad en el aire causan la muerte prematura de 27.000 personas al año en nuestro país, (16 veces más que los accidentes de tráfico), y que las enfermedades que generan provocan un coste sanitario que ronda el 2,8 de nuestro PIB, como ha señalado el concejal socialista Miguel A. Fernández, para que nos hagamos una idea de qué estamos hablando?
Una vez escuché al alcalde decir que él era muy ecologista porque “tenía muchas macetas en su casa”. Pues eso, que así nos va y que se entiende que nos pongan colorados porque en esta ciudad en política ambiental estamos muy verdes.