'Nos faltan 49'
Cuando un artículo preparado con cierta antelación -por si algún imprevisto surgiera y no se pudiera cumplir con el compromiso adquirido- necesita ser retocado varias veces porque los datos de la realidad superan todas las expectativas, algo ocurre. Si esos cambios se refieren a la pérdida de vidas humanas, la preocupación aumenta. Y si esas vidas son de mujeres asesinadas a manos de sus parejas o ex parejas, es necesario interpelar a quienes detentan las políticas públicas contra la violencia machista para obtener respuestas satisfactorias. Buscar excusas no es dar una explicación. Escudarse en “repuntes” fortuitos, tampoco. Y, mucho menos decir que otros están peor.
Hemos cerrado hace cinco días el mes de diciembre más negro en lo que se refiere a la violencia contra las mujeres con la peor cifra de los últimos veinte años y parece ser que este dato ha removido las conciencias y, por primera vez en esta legislatura a la que le queda un solo año, el Ministerio de Igualdad ha decidido convocar un gabinete de crisis
Hemos cerrado hace cinco días el mes de diciembre más negro en lo que se refiere a la violencia contra las mujeres con la peor cifra de los últimos veinte años y parece ser que este dato ha removido las conciencias y, por primera vez en esta legislatura a la que le queda un solo año, el Ministerio de Igualdad ha decidido convocar un gabinete de crisis. No estaría mal la reunión si de ella se extrajera alguna conclusión que pudiera revertir esta sangría permanente de vidas pero, las primeras declaraciones apuntan a que, únicamente, se insistirá en la idea de que las mujeres deben protegerse, tener cuidado, llamar al teléfono 016 y no cenar con los cuñados porque, ya se sabe, en las discusiones vuelan cuchillos. Tampoco ha faltado el recordatorio de que España tiene una de las leyes más avanzadas contra la violencia machista, somos de los pocos estados que cuentan a sus víctimas y tenemos que darnos con un canto en los dientes porque otros están peor. Ni una crítica a la actuación gubernamental, ni el reforzamiento de medidas, ni la implementación de actuaciones en centros educativos, empresas o universidades para cambiar mentalidades que continúan viendo a las mujeres como posesiones u objetos. También podrían revisar los protocolos y, sobre todo, rescatar esos servicios de atención a la víctimas privatizados que se están mostrando completamente ineficaces. Soluciones si, realmente, están preocupados. O, incluso, soluciones si sólo están pensando en el horizonte electoral pero necesitamos que algo demuestre la presencia de alguien al volante.
Hace unos días me contaba una amiga que acompañaba a una víctima de violencia machista al juzgado para unas diligencias que allí mismo, frente a los funcionarios, empezó a sonarle la pulsera telemática porque su agresor había violado la distancia de seguridad
Hace unos días me contaba una amiga que acompañaba a una víctima de violencia machista al juzgado para unas diligencias que allí mismo, frente a los funcionarios, empezó a sonarle la pulsera telemática porque su agresor había violado la distancia de seguridad. Nadie hizo nada. Incluso ella misma percibió el sonido del dispositivo con cierta calma porque ya estaba ‘acostumbrada’. Así viven las mujeres la tortura diaria de saberse asediadas, de no estar seguras de permanecer vivas al día de siguiente, de tener que ver limitada su libertad de movimientos mientras ellos guardan con esmero en sus carteras un papelito que les dice que no pueden acercarse a sus ex parejas. Y mientras, el mundo sigue girando y continuamos escuchando declaraciones vacías, pésames impostados y mensajes en las redes sociales que lamentan no haber llegado a tiempo. Señora ministra, el pasado año 2022 llegó tarde cuarenta y nueve veces y otras tantas mujeres fueron asesinadas. Usted parece ser algo más que impuntual.
No se está yendo a la raíz del problema y así es imposible atajarlo.
No se está yendo a la raíz del problema y así es imposible atajarlo. En nuestro país, hace años, existía una gran preocupación con los accidentes de tráfico y las cifras de víctimas en nuestras carreteras han ido descendiendo con machaconas campañas para ponernos el cinturón de seguridad o no beber alcohol cuando se va a coger un vehículo. Y, junto a estas intensas campañas, algunas muy duras, se han reforzado los controles en las carreteras e incrementado las cuantías de las multas por exceso de velocidad, no llevar los elementos de seguridad apropiados para menores o conducir con más alcohol del permitido a la vez que se han eliminado puntos negros de las carreteras y mejorado los trazados para ofrecer buenas condiciones en los desplazamientos. El conjunto ha resultado muy positivo y hoy las cifras de víctimas en la carretera no tienen nada que ver con las de hace veinte años. En este tema sí ha habido alguien al volante.