Mujeres altruistas
Hace unos días charlaba con un matrimonio amigo sobre la gestación subrogada y ambos me trasmitían sus dudas al respecto. Es lógico. La postura institucionalizada es que hay que proteger a los recién nacidos y que esa protección pasa porque la persona que lo ha tenido en su vientre se encargue de su educación; el caso contrario es tachado de inhumanidad. Aún en este país deberíamos cambiar de mentalidad para llegar a entender lo que supone este sistema legal en muy pocos países y que para los españoles sólo es accesible en una parte concreta del mundo: Estados Unidos.
La mayoría de las mujeres andaluzas se echan las manos a la cabeza de pensar que alguien es capaz de tener dentro a un bebé y después entregárselo a otra pareja. Muchas veces consideran que se trata de un negocio, que lo hacen a cambio de dinero y que no tienen corazón al desprenderse de su supuesta descendencia.
Lo que probablemente desconocen estas mismas mujeres es que la gestación subrogada muy poco tiene que ver con una forma de ganar dinero para estas personas. Lo primero que hay que aclarar es que de los 100.000 ó 120.000 euros que le cuesta a una pareja de españoles contratar el servicio para llegar a tener un niño, sólo un 20% aproximadamente puede ir a parar a la gestante; el resto se consume entre médicos, psicólogos, juristas y mediadores. De hecho, entre las condiciones que tienen que reunir las candidatas destaca el hecho de que la mujer debe someterse a ello no sólo por razones económicas sino también, altruistas: por ayudar a otra pareja a ser padres. Para asegurarse, son sometidas a un análisis sicológico riguroso que lo corrobore.
También es necesario que esa candidata tenga entre 20 y 35 años y que haya sido madre al menos una vez en su vida. Es la forma de garantizar que sabe por lo que va a pasar y que está convencida de sus actos sin que después pueda arrepentirse en mitad del proceso.
La mayoría de las veces se realiza a través de una subrogación gestacional, es decir, la portadora de dicha gestación carece de lazos afectivos con el bebé porque se crean embriones por medio de la Fecundación In Vitro con los gametos, es decir, los óvulos y los espermatozoides, de la pareja o de otros donantes que después son transferidos a esta mujer. De hecho, por ejemplo, en California, hacia los 6 meses de embarazo, los futuros padres ya tienen potestad legal sobre el niño y toman las decisiones médicas que consideren por él.
Todas estas condiciones, que se amplían dependiendo de si ocurre en un estado norteamericano u otro, dan seguridad a las parejas pero, sobre todo, convierten a la gestación subrogada en un acto de generosidad y solidaridad suprema.
Mientras que en España no sea legal, la sociedad seguirá creyendo que se trata de una fórmula para que se negocie con los bebés, sin conceder un minuto de nuestros pensamientos a la felicidad que esas parejas que no han podido ser padres de forma natural experimentan al acoger por primera vez al pequeño en sus brazos. Para entonces, ellos han sido testigos de cada paso en la evolución del embarazo o bien a través de comunicación a distancia o directamente, porque viajan hasta el estado en el que se está realizando.
Otra característica importante es que esa persona no se considera madre del bebé que va creciendo en su vientre porque ni tiene vínculo genético ni siquiera se le denomina de esa manera; se habla siempre de mujer gestante, no de madre. Es algo que es necesario tener sumamente claro.
Sé que mucha gente comparte la misma idea: “Yo no podría llevar dentro a un niño 9 meses y luego abandonarlo” y ése es precisamente el error. No es un abandono, es una cesión de una parte del cuerpo durante un tiempo para que nazca el hijo de otros.
Por supuesto que estas valientes y altruistas mujeres sienten afecto por el bebé que está por nacer y que ni es fácil ni todo el mundo está preparado para afrontarlo; precisamente por eso se busca a candidatas idóneas, que sean capaces de superar el trance. Ahí radica principalmente su valor: ayudan a otros aún a costa de un sacrificio que consideran necesario.
Tal vez llegue un día en que dejemos de juzgar a los demás por sus actos, especialmente cuando no nos afecten directamente y no suponga sufrimiento ni dolor para ninguno de los implicados, y demos paso a una época en la que sepamos aceptar todas las opiniones aunque sean contrarias a las nuestras. Ese día, quizás, sea posible que las parejas afligidas por no vivir la experiencia de ser padres y que no sean solventes para asumir el coste de una gestación subrogada en Estados Unidos, la puedan emprender en nuestro país, con todas las garantías oportunas y adaptándola a una nueva legislación que podría variar con respecto a la norteamericana. Es el sueño de mucha gente y no supone dolor para el resto, así que sólo por eso merecería hacerse realidad.