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'¿Un mojito o un bebé?'

Blog - Punto de fuga - Cristina Prieto - Jueves, 6 de Octubre de 2022
Imagen de La Habana.
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Imagen de La Habana.

Cuba, el país caribeño que ha presumido siempre de haber sido capaz de resistir a las presiones del capitalismo y mantener su Revolución durante más de 60 años, no ha sido capaz de enseñar los dientes para preservar la dignidad de sus mujeres. El pasado día 25 y con casi un 66% de votos afirmativos, la isla de los deliciosos mojitos se ha sumado al grupo de países que legalizan los vientres de alquiler. Por supuesto, no le han dado este nombre tan descriptivo de una práctica tan explícita, sino que lo han bautizado con el eufemismo de ‘gestación solidaria’. No podría esperarse menos de los herederos del Ché. Lo que nos han dejado claro es que poco importan los derechos de las mujeres cuando se trata de abrir la puerta a los deseos de unos pocos que, situando sus caprichos por delante, no dudan en utilizar a la mitad de la población. 

El nuevo Código de Familias, cuyo gran escaparate ha sido legalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo ha introducido también en el paquete la denominada ‘gestación solidaria’ porque, según reza su articulado, sólo estará permitida entre personas que mantengan un vínculo familiar o afectivo con la mujer que lleve adelante el embarazo y no habrá ninguna contraprestación económica.

Formalmente enfrentados al capitalismo, parecen haber seguido al pie de la letra manuales elaborados por despachos de abogados y grupos de presión ligados a colectivos LGTBI+ para introducir, poco a poco, en las legislaciones de los países, normativas que, si fueran presentadas en solitario, no encontrarían respaldo popular. Y, ni más ni menos, esto es lo que ha hecho el Gobierno cubano. El nuevo Código de Familias, cuyo gran escaparate ha sido legalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo –una decisión que cuenta ya con un amplio respaldo social en todo el mundo y con muy pocas personas que se opongan a ello- ha introducido también en el paquete la denominada ‘gestación solidaria’ porque, según reza su articulado, sólo estará permitida entre personas que mantengan un vínculo familiar o afectivo con la mujer que lleve adelante el embarazo y no habrá ninguna contraprestación económica. Así pues, el voto afirmativo o negativo se ejercía sobre todas las propuestas contenidas en el nuevo Código sin poder desvincular la práctica de los vientres de alquiler del matrimonio homosexual.

Con la intención de cerrar el círculo, ahora cuenta además con la legalización de los vientres de alquiler que, el tiempo dirá, si mantiene su carácter solidario o no

Una de las organizaciones que trabaja con un ingente presupuesto para presionar a los gobiernos de todo el mundo y conseguir introducir en sus leyes los postulados transgeneristas es la Asociación de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transexuales (ILGA) a la que pertenece el Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX) de Cuba. Su directora es Mariela Castro Espin, hija de Raúl Castro y sobrina de Fidel Castro, que en distintas entrevistas no ha ocultado estar a favor de la prostitución –a la que llama trabajo sexual- y es conocida en su país como el “hada madrina” de las personas transexuales. Mariela Castro, que es también diputada en la Asamblea Nacional, ha conseguido el compromiso del Ministerio de Salud cubano para realizar operaciones de reasignación de sexo. Con la intención de cerrar el círculo, ahora cuenta además con la legalización de los vientres de alquiler que, el tiempo dirá, si mantiene su carácter solidario o no.

Pero, más allá de la cuestión crematística –nada baladí en países donde las rentas de familias son escasas- la decisión del Gobierno cubano no hace más que utilizar a las mujeres como vasijas al igual que cualquier otro país capitalista. El propio texto del Código recientemente aprobado recoge que “la gestación que lleva a cabo una tercera persona, mujer distinta de quienes quieren asumir la maternidad o la paternidad, para lo cual aporta el útero, si bien los gametos (óvulo y espermatozoides) le corresponde a quienes quieren ser padre o madre o incluso a uno diferente, supone un acto de total entrega, solidaridad, altruismo y respeto a las personas que quieran tener hijos o hijas cuando biológicamente no los puedan tener”.

La entrega y el altruismo que pide ahora el Gobierno cubano a sus mujeres para que gesten y den a luz bebés para otros. Nada nuevo bajo el sol

Leer este texto trae a la memoria de quienes tenemos ya cierta edad, aquellas arengas de la Doctora Elena Francis y su consultorio sentimental dirigido al público femenino desde las ondas de Radio Barcelona, primero, y Radio Intercontinental, después, entre 1947 y 1984. La doctora –a la que pusieron voz varias locutoras- era en realidad un señor asesorado por un cura y un psicólogo que siempre recomendaba a las mujeres que dirigían sus cartas al programa abnegación, paciencia o sacrificarse por los hijos y la familia. En resumen, la entrega y el altruismo que pide ahora el Gobierno cubano a sus mujeres para que gesten y den a luz bebés para otros. Nada nuevo bajo el sol.

Lo que deja al descubierto el paso que ha dado la isla caribeña es que el entramado transgenerista es un pack en el que la legalización de la prostitución, los vientres de alquiler y la identidad de género son un único camino por el que transitar a lomos de las mujeres que en este viaje sólo pueden perder. El feminismo lleva mucho tiempo alertando sobre ello, pero desde las élites políticas siguen sin escuchar a la mitad de la población a la que quieren convertir en una suerte de subgrupo explotable al que han incorporado a menores para regocijo de la industria farmacéutica y la medicina estética. Cuando la población quiera darse cuenta, quizás sea ya muy tarde.

 

 

 

 

 

Imagen de Cristina Prieto

Madrileña afincada en Andalucía desde 1987, primero en Almería y posteriormente en Granada donde he desarrollado mi carrera profesional como periodista. Me licencié en Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid, cursé mi suficiencia investigadora en la Universidad de Granada dentro del programa Estudios de la Mujer y leí mi tesis doctoral en la Universidad de Málaga.