'Los mejores discos de 2025. Parte I: 25-11'

Ahora sí: casi un mes después de que la mayoría de medios hayan publicado sus listas, os dejo por aquí mi recopilación de los mejores discos de 2025. Este año siento que hay algo menos de variedad: aunque he incluido más discos de metal de lo habitual, no hay nada de electrónica ni jazz puros. Y además, apenas hay un par de discos españoles. En parte esto se deberá, sin duda, a mis sesgos; pero también creo que ha influido el hecho de que este haya sido el año más potente para el hip hop en mucho tiempo, con una explosión de diversidad y calidad que abordé en una serie de tres artículos de los que estoy especialmente orgulloso. Por supuesto, como siempre, hay rock y pop, con mi habitual querencia por lo experimental bien presente. Y quizás haya alguna decisión polémica, sobre todo en el top 10. Pero para eso están estas listas: para debatir, comentar y seguir expandiendo nuestra comprensión de la música.
Decidí irme de Spotify en favor de Tidal. No hay ninguna plataforma que sea perfecta, porque los problemas con el modelo del streaming son profundos, pero al menos sé que mi dinero no está financiando tecnología militar
Aunque antes de dejaros con ella, hay dos cosas que quiero decir. La primera es que, aunque haya incluido 25 discos, hay otros que merecen una mención, como el Sinister Grift de Panda Bear, el Stardust de Danny Brown o el Kabakriba de los vascos EZEZEZ. Y la segunda es que, como quizás hayáis podido comprobar, he dejado de poner enlaces a Spotify. Ya antes ponía enlaces a Bandcamp siempre que podía, pero dados los últimos acontecimientos y en apoyo a la decisión de muchos artistas valientes, tanto internacionales como del País Vasco, de irse de la plataforma, decidí irme de Spotify en favor de Tidal, así que ahora enlazo a esa plataforma. No hay ninguna que sea perfecta, porque los problemas con el modelo del streaming son profundos (aquí podéis ver una comparativa razonada entre las más importantes), pero al menos sé que mi dinero no está financiando tecnología militar.
Sin más dilación, os dejo con la primera parte de mi lista. La semana que viene, el top 10. ¡Felices fiestas!
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25. Kae Tempest – Self Titled
Kae Tempest siempre ha tenido la capacidad de integrar los grandes temas de nuestro tiempo, los conflictos y problemas sociales que nos preocupan a todes, en sus vívidos retratos de la vida más íntima y personal de los personajes que pueblan sus canciones. Si en sus primeros discos lo hacía a través de personajes ficticios, desde que hizo pública su transición de género ha comenzado a hacerlo en primera persona, a través de su propia experiencia. El elocuentemente titulado Self Titled es la culminación de ese proceso, un álbum en el que Kae se expone más que nunca al tiempo que enlaza su historia personal con la experiencia colectiva de las personas trans. Canciones como “I Stand on the Line” o “Statue in the Square” llevan por bandera el orgullo de ser trans, mientras que “Know Yourself” y “Breathe” son cartas a su yo más joven, confuso y atemorizado, escritas desde el deseo de que, en el mismo proceso de componerlas, lo conviertan en alguien de quien ese joven estaría orgulloso. “Prayers to Whisper” habla de un aspectos desgraciadamente común de la experiencia trans, como es el suicidio de una amiga; mientras que otros abordan preocupaciones más transversales y típicas de su obra, como el colapso ecológico (“Forever”) o la tensión entre el deseo de tener hijes y el miedo a legarles un mundo en ruinas (“Bless the Bold Future”). Todo ello sobre unas potentes bases de hardcore hip hop y electrónica, sonidos directos que le permiten reivindicarse como quien es, sin disfraces y sin miedo.
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24. Lambrini Girls – Who Let the Dogs Out
No olvidaré la sensación de escuchar “Bad Apple” por primera vez. La primera canción del álbum debut de Lambrini Girls ya condensa todas sus virtudes: a lo largo de sus dos minutos y medio de punk sucio y distorsionado, Phoebe Lunny no para de lanzar invectivas contra la policía, cantando a toda velocidad y con una furia inusitada. Pero lo que la hace memorable es ese momento en que se hace brevemente el silencio y la británica exclama, con toda la bilis que es capaz de reunir: “Officer, what seems to be the problem?”. Este es el modelo que sigue el dúo de Brighton a lo largo de los once cortes y 29 minutos de Who Let the Dogs Out: siempre sobre una instrumentación sencilla y ruidosa, cada canción aborda una temática diferente de una forma ocurrente y politizada, como si de una colección de aforismos punk se tratara. El acoso sexual en el trabajo, las industry plants en el mundo de la música, las presiones estéticas y los trastornos de la conducta alimentaria, la gentrificación, la arrogancia masculina, la neurodivergencia... Lambrini Girls tienen algo ingenioso y sarcástico que decir sobre cada uno de estos temas. Este formato llega a su culmen en “Cuntology 101”, cuyo compendio de frases icónicas funciona como un tratado de autocuidados riot grrrl. Así pues, este disco hace lo que mejor hace el punk: usar música simple y potente para articular políticamente la rabia que sienten sus autoras y transmitirla sin filtros.
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23. Perfume Genius – Glory
Mike Hadreas es uno de los reyes del art pop de los últimos lustros gracias a obras maestras como No Shape (2017) o Set My Heart On Fire Immediately (2020), pero su LP más reciente había ido por caminos más abstractos. Con Glory ha vuelto a un formato más tradicional, variando de nuevo su sonido: esta vez adorna sus canciones de forma más acústica, con toques de folk, country, rock, jazz y hasta algo de ambient. En singles como “It's A Mirror” o “No Front Teeth”, los pasajes más tranquilos se alternan con otros electrificados, mientras que cortes posteriores tienen un sonido más preciosista y un desarrollo más calmado, donde el sonido del contrabajo eléctrico aporta mucha calidez y cercanía. “Full On” está adornada con flautas, arpa y unos coros deliciosos; “Hanging Out”, por su parte, parece flotar, con cada instrumento suspendido en el aire. Una vez más, el excelente trabajo de Blake Mills en la producción permite que las composiciones y la voz de Hadreas brillen aún más: la dulcísima melodía vocal de “Left for Tomorrow” se despliega sobre un nebuloso lecho de sintetizadores que la acoge a la perfección, mientras que “In a Row” funciona gracias a la tensión que crean su piano y las peculiares explosiones de percusión que aparecen por momentos, y no se me ocurre un mejor final para “Clean Heart” que ese derroche orquestal que acompaña a los suspiros de Hadreas. Pero si algo demuestra una canción más sencilla y directa como “Me & Angel” es que el talento del estadounidense brilla siempre con luz propia.
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22. The Last Dinner Party – From the Pyre
Este quinteto londinense debutó el año pasado con Prelude to Ecstasy, un disco notable en el que ya destacaban por su dramatismo marca de la casa. Sin apenas dejarnos tiempo para respirar, han vuelto con este From the Pyre que refina aún más la fórmula: la combinación de glam rock, pop barroco y toques de folk orquestal las sitúa como continuadoras del legado de Florence + The Machine o Queen. Su habilidad para el estribillo potente o el single redondo es incuestionable: temas como “The Scythe”, “Second Best” o “This Is the Killer Speaking” te enganchan desde la primera escucha. Por su parte, “Agnus Dei” es una de las mejores introducciones a un álbum que he escuchado en los últimos años: sus cinco minutos y medio pasan por todo tipo de picos emocionales, con cada nuevo giro musical acercándonos más al éxtasis. Esta maestría para la intensidad emocional hace que sus canciones más discretas a veces puedan quedar algo desdibujadas en el tracklist. No obstante, “I Hold Your Anger”, donde exploran la exigencia de maternar y cuidar a todo el mundo que implica la feminidad normativa, es una demostración de que también son capaces de encontrar un equilibrio. Su inicio calmado conduce, mediante un desarrollo exquisito, a un crescendo perfectamente ejecutado, que se disuelve al final para dejarnos con la incomodidad de esos últimos versos en los que Abigail Morris muestra lo difícil que es escapar de ese imperativo moral (“Nobody asked me to/It's not what I was made to do/But believe me, I still care”). Si algo deja claro este segundo LP es que The Last Dinner Party tienen el potencial de convertirse en estrellas.
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21. Little Simz – Lotus
Después de lanzar dos discos brillantes (el orquestal y conceptual Sometimes I Might Be Introvert y el íntimo y reflexivo NO THANK YOU) con solo quince meses de diferencia, Little Simz estaba en la cima del mundo. La rapera británica era considerada una de las más talentosas de su generación, y parecía que nada podría detenerla. Sin duda, esa sensación de haber llegado a lo más alto debió de hacer aún más dolorosa la traición que sufrió: su productor y amigo Inflo abusó de su confianza y le pidió préstamos que nunca devolvió, llevando a una demanda judicial aún por resolver. Así, tal como confiesa en “Lonely”, durante los dos años y medio que pasaron entre su anterior álbum y este Lotus, Simbi pasó por un bloqueo creativo, intentó grabar varios discos que acabó descartando y pensó incluso en abandonar la música. Afortunadamente, no fue así: la solución fue abordar explícitamente en su música lo que estaba viviendo, de modo que Lotus es en buena medida una diatriba contra su antiguo colaborador (“Thief”, “Flood”, “Hollow”). En consonancia, se trata de un disco en general más sombrío, aunque incorpora animadas influencias latinas (“Only”) y africanas (“Lion”). Y desde luego, ella sigue siendo una MC excepcional, versátil y elocuente, capaz de componer canciones tan emocionalmente cargadas como “Blood”, sobre una difícil relación entre hermanos, y otras tan divertidas y bobaliconas como “Young”. No hay sombra de duda: después de quitarse de encima a Inflo, Little Simz sigue siendo una de las mejores artistas de hip hop del mundo, y no hay razón para pensar que deje de serlo en el futuro.
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20. SUMAC & Moor Mother – The Film
Una colaboración entre SUMAC, el supergrupo de sludge metal experimental que me enamoró el año pasado con su disco The Healer, y Moor Mother, una poeta y artista de spoken word que siempre anda metida en algún proyecto musical interesante, prometía darnos música cuya calidad fuera tan alta como su abstracción. Y en efecto, el álbum que lanzaron en abril, The Film, es una escucha difícil, pero impresionante. Aaron Turner, Brian Cook y Nick Yacyshyn, como es habitual en ellos, pergeñan composiciones largas, fluidas y ruidosas, sobre las cuales Moor Mother, también en su línea, declama con una convicción y una furia proféticas acerca de las violencias que sufren los pueblos colonizados. A lo largo de casi una hora, avanzamos entre bombardeos y asesinatos, contemplando la devastación tanto física como psíquica y espiritual que provocan el racismo y el imperialismo, hasta llegar a una “Scene 5: Bresthing Fire” que acepta la derrota y renuncia a cualquier esperanza sobre este planeta. Por el camino, la de Philadelphia se pregunta, por momentos, si esta exploración tan explícita del horror, el contemplar los cuerpos destruidos y las almas cercenadas de los oprimidos, servirá para curar la ceguera racista de la blanquitud. Ella parece resignada a que no sea así; pero a pesar de todo, este disco existe, ella hace su arte, y nos da así una oportunidad de deshacernos de nuestros velos y afrontar de cara las consecuencias del sistema en el que vivimos y del que sacamos provecho. Si hay alguna esperanza, está en obras de empatía radical como esta.
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19. MIKE – Showbiz!
En un año decisivo para el hip hop, MIKE ha sido uno de los mejores representantes de quienes llevan ya mucho tiempo en su propia burbuja underground, alejados de los focos y centrados en construir rimas complejas sobre ritmos extraños. Showbiz!, su séptimo álbum, ha sido recibido como una de sus mejores obras gracias, sobre todo, a que su efectiva secuenciación convierte convierte sus 24 cortes y 48 minutos en un viaje que te atrapa de principio a fin. El rapero y productor neoyorquino convierte samples de soul clásico y jazz en bases ricas y detalladas, con un peculiar toque psicodélico que nace de la repetición constante. Sobre estos instrumentales, rapea con una versatilidad envidiable y una precisión engañosa, dado su estilo algo farfullado, construyendo patrones métricos sorprendentes y creando rimas donde no debería haberlas mediante la manipulación fonética y rítmica de las palabras. Sus letras abordan tanto los aspectos menos agradables de la industria musical como el luto por la muerte de su madre, con múltiples referencias a su uso de las drogas como vía de escape, pero también a su constancia y determinación como artista, que le han permitido llegar hasta donde está. Además, aunque la fortaleza esté en el conjunto, hay aquí canciones tan memorables y meritorias por sí solas como “Pieces of a Dream”, “Lucky”, “You're the Only One Watching”, “Then we could be free..”, “Strange Feeling”, “man in the mirror” o “Artist of the Century”. En fin, MIKE es un artesano del hip hop a la vieja usanza, y Showbiz! es quizás la mejor demostración que ha hecho hasta ahora de lo que es capaz.
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18. Tyler, The Creator – DON'T TAP THE GLASS
Tyler Gregory Okonma está en una posición envidiable: gracias a la excepcional racha de grandes álbumes que lleva lanzados desde aquel trascendental Flower Boy (2017), está instalado en lo más alto del trono comercial del hip hop y, al mismo tiempo, disfruta de un reconocimiento crítico casi universal. Sus discos son siempre complejos conceptual y musicalmente, y su anterior LP, CHROMAKOPIA, lanzado a finales del año pasado, había sido quizás su trabajo más personal e íntimo, lleno de reflexiones sobre la paternidad, su identidad, la creatividad, la fama... planteadas desde la vulnerabilidad y la transparencia. ¿Qué ha hecho Tyler tras lanzar su disco con más carga emocional? Lanzar otro al cabo de solo ocho meses en el que se entrega al hedonismo. Rescatando estilos como el electro, el Miami bass o el bounce de Nueva Orleans, las diez canciones y 28 minutos de DON'T TAP THE GLASS están diseñados para entregarse al baile y el disfrute sin miedo al qué dirán, sin un solo instante de aburrimiento gracias a una secuenciación impecable. Así lo expresa el propio Tyler en sus “instrucciones” para escuchar el álbum, que nos instan a movernos, olvidarnos de la profundidad de sus obras anteriores y dejar de lado las pantallas para dejarnos llevar por el ritmo. Y desde luego, el californiano ha conseguido lo que se proponía: lo dicen los números, con su cuarto número 1 en Billboard consecutivo; y me lo dice el cuerpo, que cada vez que escucha los primeros compases de “Big Poe” se prepara a darlo todo.
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17. Lonnie Holley – Tonky
A sus más de setenta años, Lonnie Holley sigue desarrollando su visión artística y su pulsión creativa. El escultor de Alabama comenzó a hacer música a una edad en la que la mayoría de gente está pensando en la jubilación, y a lo largo de los últimos años ha fusionado los distintos estilos de la historia de la música negra en una combinación única, organizada en torno a su voz quebradiza pero hipnótica. En las manos de Holley y de su productor, Jacknife Lee, el blues, el jazz, el soul, el funk y hasta el hip hop adquieren nuevas texturas, a medio camino entre lo electrónico y lo orgánico. Todo ello sirve para prestar un altavoz a su poesía, cuyo profundo poso espiritual no elude la dureza del racismo y de las violencias sufridas por él (“Seeds”) y por su gente (“We Was Kings in the Jungle, Slaves in the Field”, “What's Going On?”, “The Same Stars”). Frente a todo este sufrimiento y a la incomprensión con que se ha recibido su arte (That's Not Art, That's Not Music”), la respuesta de Holley es clara: en “Protest with Love” nos exhorta a usar el amor como herramienta revolucionaria, y en “A Change Is Gonna Come” responde a sus propias dudas sobre la capacidad del ser humano para cambiar con un sí tan rotundo como frágil. Porque Holley es un alma bella que, además, ha decidido dedicar su vida a hacer el gesto más generoso que se me ocurre: compartir esa belleza con el resto de la humanidad.
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16. Rufus T. Firefly – Todas las cosas buenas
No es habitual que el séptimo disco de un grupo de rock que se acerca ya a las dos décadas de existencia muestre auténticos signos de crecimiento, pero eso es lo que encontramos en Todas las cosas buenas. En su tracklist, Rufus T. Firefly reúnen canciones de lo más diversas, desde el synth-pop bailable de “Dron sobrevolando Castilla-La Mancha” o “El coro del amanecer” hasta el rock psicodélico épico de “Todas las cosas buenas”, con su brutal riff en 9/4, pasando por el indie pop dulce y de aroma brasileño de “Canción de paz”. En todos estos estilos, los de Aranjuez brillan siempre tanto por su capacidad compositiva, que les permite armar canciones tan redondas como “El principio de todo”, “La plaza” o “Trueno azul”, como por la excepcional producción, a cargo de su colaborador habitual, Manuel Cabezalí. Y naturalmente, también hay que destacar lo buenos que son estos seis como intérpretes, con mención especial para la potentísima sección rítmica que forman Julia Martín-Maestro (batería) y Miguel de Lucas (bajo). Hay también otras novedades, como que Julia se anime a cantar en “Ceci n'est pas une pipe”; aunque Víctor Cabezuelo sigue siendo quien se pone al micrófono en el resto de temas, con su habitual solvencia. En fin, que Rufus T. Firefly no bajan el ritmo, y hay que celebrar que un grupo de su veteranía siga expandiendo su universo musical sin traicionar de dónde vienen ni olvidar lo que mejor saben hacer. Eso es lo que los convierte en una banda imprescindible de la escena alternativa de nuestro país.
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15. Horsegirl – Phonetics On and On
Hay grupos que trituran el cliché del “difícil segundo disco”. Es el caso de Horsegirl: estas tres jovencísimas músicas de Chicago habían debutado cuando aún estaban en el instituto con Versions of Modern Performance (2022), un acercamiento al indie rock más ruidista del estilo de Dinosaur Jr. o Sonic Youth que sonaba competente, pero no muy original. En cambio, con Phonetics On and On, han ido en la dirección contraria, optando por un minimalismo extremo que les ha permitido desarrollar su propia voz. Las canciones de este álbum se basan en diálogos sencillos de la guitarra eléctrica y el bajo, con percusión elemental y las voces de Nora Cheng y Penelope Lowenstein trenzando bonitas armonías vocales. A esta base se suman pequeños detalles, según el tema: un violín por aquí, un sintetizador por allá, algún piano, toques de xilófono... Cada uno de estos instrumentos destacan mucho más gracias a la sencillez del armazón de las canciones. El resultado es un indie pop cálido y naíf, como unos Beat Happening que hubieran escuchado a los Yo La Tengo más sosegados. Esa inocencia de apariencia casi infantil en la música esconde la profundidad de lo sencillo; algo que también sucede con a las letras, que a menudo emplean el balbuceo, el mero sonido, la mera fonética (de ahí el título), para comunicar emociones tan complejas que escapan al lenguaje. Así, Horsegirl han hecho un disco sobre madurar que es, en sí mismo, un ejercicio de madurez, y que no para de crecer con las escuchas. Si en su segundo disco ya han hecho esto, quién sabe de lo que serán capaces en el tercero.
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14. JID – God Does Like Ugly
JID ya se coronó como uno de los mayores artistas de hip hop del mundo con The Forever Story (2022), y cualquiera que lo escuche aprecia de inmediato que estamos ante un prodigio técnico, con una variedad de flows incomparable en la escena actual. Con God Does Like Ugly, el de Atlanta ha radicalizado aún más su propuesta: lo que en su anterior LP eran reflexiones sobre su propia trayectoria personal y familiar, aquí son furiosas impugnaciones del racismo imperante en su país, que ha recibido un espaldarazo con la segunda elección de Donald Trump. En canciones como “Gz” y “Community”, esta última con la colaboración estelar nada menos que de Clipse, JID expresa su rabia por la percepción descontextualizada de la opinión pública blanca acerca de la vida en los guetos y lo que significa ser un “gangsta”. Al mismo tiempo, el álbum está atravesado por una espiritualidad gracias a la cual se resiste a responder a la deshumanización con más deshumanización. Pero en todo momento el centro moral del disco se ubica en ese enfado que nace de su sentido de pertenencia a ese espacio tan malinterpretado y estigmatizado. Lo que vemos, pues, es a JID enfrentándose a las consecuencias de la descontextualización, romantización y despolitización del gangsta rap a través del lenguaje expresivo del gangsta rap, llevando a cabo así una repolitización del mismo. Es cierto que el tracklist no fluye de la mejor manera, dada esa curiosa sección intermedia más juguetona y ligera que rompe un poco la progresión del disco. Pero, como demuestran canciones tan únicas como “Of Blue”, God Does Like Ugly es otra demostración del talento de JID, la confirmación definitiva de que estamos ante uno de los grandes.
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13. caroline – caroline 2
Los londinenses caroline siguen la estela de otros grandes grupos del post-rock de diversas maneras: su estructura más cercana a un colectivo que a una banda de rock tradicional, con sus ocho miembros cambiando a menudo de instrumento de un tema a otro, recuerda a los primeros Godspeed You! Black Emperor, mientras que la técnica de grabar sus largas improvisaciones y después reestructurarlas en el estudio evoca a los legendarios Talk Talk. Pero lo que más define su propuesta en caroline 2 es la sensación de que todo en él es provisional. Este es un disco en el que nada encaja del todo, y eso es lo que lo hace perfecto. Sus canciones parecen estar siempre en proceso de formarse, y de hecho hay momentos en que parece que dos canciones diferentes se superponen, ya que las guitarras, el violín, la viola, los vientos y la ocasional batería que forman la base del álbum tiran en direcciones contrarias. Además, con frecuencia da la impresión de que estuviéramos cerca de donde se está grabando la música, pero no exactamente en esa misma habitación. También las letras tienen esa característica incompletitud, como si fueran bocetos improvisados, fonéticamente preciosos, pero semánticamente imprecisos. Así, en “Two riders down” tiran de homofonía (“two riders now/to write it down”), mientras que repiten el verso “Now I know your mind” en tres canciones diferentes. Con todo, no eluden las estructuras algo más definidas, como en “U R UR ONLY ACHING” o “Tell me I never knew that”, donde colaboran con... Caroline Polachek, mostrando su sentido del humor. Aunque el verso clave para entender su propuesta es el último: “Not everything needs to even out” (no todo tiene por qué equilibrarse/resolverse). Es en esa indefinición donde caroline se encuentran cómodos, sacando brillo a una confusión que se parece mucho a la vida.
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12. Deafheaven – Lonely People With Power
Después de las decepciones que me había llevado con sus últimos discos, especialmente con un Infinite Granite (2021) que me pareció una broma pesada, no esperaba disfrutar de lo nuevo de Deafheaven. Pero aquí estamos: Lonely People With Power es, sin lugar a dudas, uno de los discos del año. Tras el desastre de aquel experimento shoegaze, los californianos han vuelto al metal extremo con más furia y, al mismo tiempo, con más precisión y cuidado que nunca. Esta es posiblemente la colección de canciones más equilibrada de su carrera, llena de composiciones excelentes y adictivas que, además, interpretan a la perfección. El quinteto exhibe su maestría tocando todos los palos que han explorado a lo largo de su carrera, desde el blackgaze de “Winona” al post-metal de “Amethyst”. Los guitarristas Kerry McCoy y Shiv Mehra son tan hábiles a la hora de crear atmósferas densas como al machacarte con riffs arrolladores. Daniel Tracy exhibe su maleabilidad a la batería, aportando consistencia tanto a los momentos más calmados como a los más apabullantes. Por su parte, George Clarke usa su voz aquí en todos sus registros, desde los shrieks puros al spoken word, pasando por el uso de efectos sobre su voz cantada o los gritos más moderados de “Body Behavior”, y siempre al servicio de lo que necesita cada pasaje, reflejando a menudo el significado de las letras. Así pues, lo más importante que consigue este álbum es dejarnos con la sensación de que el grupo ha madurado durante su creación, depurando su proceso creativo y mostrando todos sus puntos fuertes y ninguno de los débiles. Un disco que, como su clásico Sunbather, te pide que vuelvas a él una y otra vez.
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11. Model/Actriz – Pirouette
¿Cómo suceder a un disco tan redondo, tan original y tan particular como Dogsbody (2023)? No lo tenían fácil, pero Model/Actriz decidieron refinar la fórmula sonora de aquel álbum, acercando su propuesta aún más a la música de baile: su dance-punk industrial se vuelve más rápido, preciso y repetitivo, emulando los sonidos sintéticos de la electrónica, con momentos claramente deudores del techno o la EBM. Al mismo tiempo, sigue habiendo tanto momentos atronadores, donde la distorsión te engulle, como baladas cuya delicadeza impresiona aún más entre tanto ruido. Pero la clave de la evolución del grupo en este álbum no está tanto en el sonido, sino en las letras: Cole Haden ha decidido abandonar las máscaras y poses tras las cuales se protegía y exponerse de forma más directa, sustituyendo las metáforas estetizadas por confesiones directas que, viniendo de un frontman tan carismático, resultan desarmantes. Sigue habiendo imágenes desbordadas de erotismo queer, pero también hay momentos en que prefiere desnudarse emocionalmente. Así, en “Cinderella”, sin duda la canción esencial del disco, Haden yuxtapone de forma explícita todos sus artificios con la sencilla honestidad de su interlocutor, y decide corresponderle compartiendo una historia de infancia gay tan común como desoladora: la de cuando quiso celebrar una fiesta de cumpleaños temática de Cenicienta hasta que se arrepintió por las presiones sociales (“And when the moment came and I changed my mind/I was quiet, alone, and devastated”). En Pirouette, Haden comprende hasta qué punto su poesía es una evasiva, una forma de ocultar y esquivar sus emociones en lugar de afrontarlas, y trata de ponerle remedio a través de su propia música. El resultado es otro disco imprescindible de uno de los grupos esenciales de esta década.
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El próximo miercoles, 31 de diciembre: 'Los mejores discos de 2025. Parte II: 10-1'

























