'Granada, zona catastrófica'
El alcalde de Granada lleva unos días pidiendo que Granada sea declarada zona catastrófica, una decisión que corresponde a ‘otros’, (en esto es un ‘hacha’, en echar balones fuera), y fijando la mirada en que esa medida es la panacea a todos los males que padecemos, (y esos otros, los responsables de la solución). Pilatos era un principiante al lado de algunos artistas del ‘escaqueo’. En ese sentido el Pleno del Ayuntamiento aprobó una moción, a propuesta de los partidos del gobierno municipal y respaldada por el resto de los grupos, en la que instan al gobierno central y al autonómico a que, aparte de las ayudas que se establezcan con carácter general para todo el país y la comunidad, se adopten medidas específicas y exclusivas para Granada.
La inclusión de Granada en esta categoría de zona catastrófica debe ser por el ‘accidente’ de tener en la actualidad un alcalde y un gobierno municipal tan nefastos e incompetentes
En el acuerdo adoptado se reconoce que el Puente del Pilar, con un 85% de ocupación hotelera y los puntos de venta de la Alhambra colgando el cartel de ‘no hay billetes’, supusieron un gran incremento del número de contagios que pusieron en peligro de saturación a nuestro sistema sanitario. No se reconoce sin embargo que se podía haber evitado, o al menos paliado en gran parte, si la Junta de Andalucía hubiera adelantado las medidas restrictivas, cuando ya se sabía que la tendencia de la curva granatensis iba al alza y que suponía un riesgo cierto que, luego, tristemente, se ha consumado y que ha tenido efectos más negativos por haber retrasado la adopción de dichas medidas, aunque el ‘gobierno del cambio’ (lo escribo conteniendo la risa), presume de anticipación.
Por una vez voy a estar de acuerdo con Luis Salvador. Me sumo a la petición de zona catastrófica para Granada, pero no solamente por los efectos que esta segunda ola de la pandemia está teniendo en la ciudad, que requieren un esfuerzo adicional de todas las Administraciones implicadas, sino que la inclusión de Granada en esta categoría de zona catastrófica debe ser por el ‘accidente’ de tener en la actualidad un alcalde y un gobierno municipal tan nefastos e incompetentes. Justo ahora en el peor momento posible, nos ha caído del cielo esta desgracia, esta calamidad, (¿o habrá surgido del infierno?).
Granada estaba despertando hace un par de años de una etapa oscura y gris, triste, que nos había colocado en toda España como una de las capitales de la corrupción y habíamos conseguido levantar el vuelo e iniciar un camino en el que la ciudad volvía a recuperar protagonismo en el campo de la cultura, nos habíamos colocado entre las capitales de la innovación, Ciudad del Deporte…
Granada estaba despertando hace un par de años de una etapa oscura y gris, triste, que nos había colocado en toda España como una de las capitales de la corrupción y habíamos conseguido levantar el vuelo e iniciar un camino en el que la ciudad volvía a recuperar protagonismo en el campo de la cultura, (con la vuelta del legado Lorca por ejemplo), nos habíamos colocado entre las capitales de la innovación, (siendo incluso referencia en la inteligencia artificial en el país), Ciudad del Deporte… Granada respiraba otro ambiente, recuperaba una ilusión y esperanza perdidas. Algo tan simple como que Granada funcionaba y aprovechaba todas sus grandes potencialidades, entre otras, la de ser más que una ciudad con una Universidad grande, ser una gran ciudad universitaria.
Pero tras las elecciones de mayo de 2019, ocurrió una catástrofe, una verdadera catástrofe que ha sido agravada porque nos ha pillado la crisis sanitaria y económica, que ha ocultado en parte la verdadera calamidad de los gobernantes de la Plaza del Carmen y que está haciendo que nuestra ciudad sufra su impacto por encima de la media, por la incapacidad y la indolencia de los regidores del gobierno municipal. Y me temo que tardaremos más en recuperarnos si no espabilan.
Mi teoría particular es que ‘nos ha tocado’ lidiar este toro bravo del coronavirus con un mal alcalde, que además no tiene equipo, cada uno va a su bola, menos el alcalde que va a la suya
Mi teoría particular es que ‘nos ha tocado’ lidiar este toro bravo del coronavirus con un mal alcalde, que además no tiene equipo, cada uno va a su bola, menos el alcalde que va a la suya. No soy supersticioso, porque dicen que trae mala suerte, pero pienso que Salvador es gafe y que la trayectoria del ahora primer edil y su llegada al despacho de la Mariana, no podía depararnos nada bueno. Lo conozco desde hace muchos años y he seguido su carrerón político y debería haber avisado con mayor énfasis en su momento de que “el que no lo conociera que lo comprara’.
Recordemos, para los que anden despistados, que su periplo (inacabado) arrancó siendo jefe de gabinete en Diputación y coordinador de la delegación del Gobierno de la Junta de Andalucía, cargos que aprovechó como catapulta para conseguir ser senador por el PSOE, desde el 2004 al 2011. Muchos años jugando con la camiseta ‘roja’. Salió de este partido tras optar a ser el secretario general y perder un Congreso Provincial, con el rechazo de la militancia socialista (que no le compró su discurso prefabricado) y tras perder todas las posibilidades de permanecer en un cargo público. En toda esta etapa debió tener un trabajo oscuro, sacrificado, (sobre todo para él que le gustan tanto los focos), porque no hay mucho rastro de su contribución al progreso de Granada.
Tras la salida del Partido Socialista, inició un viaje político, una nueva etapa, (luego de tontear con UPyD), en la que recaló en el partido, entonces emergente y hoy decadente, de Ciudadanos siendo elegido concejal en 2015 tras encabezar la candidatura de esta formación. En diciembre de ese año se piró de nuevo a la Corte de Madrid, ahora al Congreso de los Diputados, ahora con la camiseta naranja; fue reelegido diputado por Ciudadanos en las repetidas elecciones de 2016. En las dos elecciones de 2019 se quedó desplazado al segundo puesto y entonces Ciudadanos, su partido por ahora, solamente sacó un diputado en abril y ninguno en noviembre, por lo que no podía aspirar siquiera a doble cargo, él, que otrora se manifestaba en contra de la duplicidad de cargos y de la limitación de mandatos, (se ve que para otros).
Saberse aupado alcalde por la gracia de Vox no le crea ningún problema de ideología, él está en política por otras razones y no tiene que renunciar a ningunos principios porque carece de ellos
Y tras las últimas elecciones municipales nos cayó la catástrofe a los granadinos, en este caso antinatural, porque tenemos a Luis Salvador de alcalde, no porque ganara las elecciones, sino por el acuerdo de los #TraposSucios, nunca suficientemente aclarado, pero por el que sabemos que la alcaldía de Granada, como si fuera un cromo, fue cambiada por la de Málaga entre PP y Ciudadanos, en un pacto sellado en Madrid. En las últimas elecciones municipales Ciudadanos y el alcalde, solo obtuvieron 4 concejales de los 27, (3 menos que su socio de gobierno el PP) y 6 menos que el socialista Paco Cuenca, cuyo partido el PSOE, fue el vencedor con gran diferencia en las elecciones con las de 10 actas concejales logradas. Saberse aupado alcalde por la gracia de Vox no le crea ningún problema de ideología, él está en política por otras razones y no tiene que renunciar a ningunos principios porque carece de ellos. Por el camino dejó su vieja amistad con Sebastián Pérez, defenestrado ahora por su propio partido, y su acuerdo verbal del 2+2 para repartirse la alcaldía de Granada.
Luis Salvador es conocido desde entonces como ‘el alcalde por la cara’, en referencia al morro que le puso para ponerse el collar y la vara de mando en esas condiciones
Luis Salvador es conocido desde entonces como ‘el alcalde por la cara’, en referencia al morro que le puso para ponerse el collar y la vara de mando en esas condiciones; hay otras teorías sin embargo que indican que el mote de #AlcaldePorLaCara se debe a que en la campaña electoral él mismo publicó en su página web que su rostro indicaba que tenía grandes virtudes para el liderazgo, haciéndose eco de un estudio morfopsicológico de encargo, una ‘pseudociencia antediluviana’, que utiliza la técnica de la frenología para camuflar el ‘racismo de ciencia’ y que funciona como el espejito mágico de BlancaNieves.
El alcalde se pliega ante la Junta de Andalucía porque está bordando ya la gaviota/charrán en la nueva camiseta con la que pretende competir en las próximas elecciones. Otra chaqueta, otro color, con el que adornar su armario
Pero volvamos a la declaración de Granada como zona catastrófica. Salvador, a la hora de pedir colaboración a otras instituciones para paliar los efectos de las medidas restrictivas especiales impuestas a Granada por la Junta de Andalucía, es curioso que no levanta mucho la voz ante el gobierno andaluz, con lo socorrido que es en nuestra tierra poner la mirada ‘contra Sevilla’. Pero esa circunstancia tiene una explicación muy clara que barruntan por todos los mentideros, por todas las esquinas, y que algún medio de comunicación ya ha puesto en alerta. El alcalde se pliega ante la Junta de Andalucía porque está bordando ya la gaviota/charrán en la nueva camiseta con la que pretende competir en las próximas elecciones. Otra chaqueta, otro color, con el que adornar su armario. Por esta razón desde el gobierno municipal no se han reclamado más rastreadores, no se ha pedido la realización de más pruebas diagnósticas, ahora que eran tan necesarias para evitar el contagio comunitario, no se ha demandado refuerzos de la Atención Primaria a la Junta de Andalucía… A Sevilla ‘ahora no toca’ hacer reclamaciones ni peticiones y mucho menos exigir, no hay que poner en peligro el nuevo salto político que prepara el alcalde.
Porque el Ayuntamiento reclama que Granada sea zona catastrófica sin haber tomado apenas medidas, y las que ha tomado, lo ha hecho muy tarde, y casi a rastras, a empujones por la oposición y por los sectores más afectados
Está bien, en todo caso, que el Ayuntamiento pida colaboración a otras instituciones, a las demás instituciones, (a todas por igual, valientes), pero convendría que lo hiciera habiendo hecho sus deberes, no para escurrir el bulto de la responsabilidad propia. Porque el ayuntamiento reclama que Granada sea zona catastrófica sin haber tomado apenas medidas, y las que ha tomado, lo ha hecho muy tarde, y casi a rastras, a empujones por la oposición y por los sectores más afectados. Desde el ayuntamiento también se pueden, y se deben, adoptar decisiones para aliviar los efectos del coronavirus en las familias, en las pymes, en los sectores económicos más perjudicados. Por cierto, lo del ‘alcalde por la cara’ también se podía aplicar al hecho de que sea capaz de ponerse en cabeza de la manifestación de los hosteleros, como si no tuviera culpa y no fuera en parte responsable de tomar decisiones. En esto es también un maestro, en dar la cara (dura).
He oído de amigos de diferentes bandos del Partido Popular que me cuentan que tras haber hecho campaña contra él en las pasadas elecciones por el cambio de chaqueta roja a naranja les resultaría muy duro ‘tragárselo’ ahora encabezando sus filas
Lo que no es de recibo es que Luis Salvador utilice a Granada para hacer méritos e ir allanado su camino hacia ‘Granada Suma’, la OPA, más o menos hostil, ya veremos tras las elecciones catalanas, que desde el PP se prepara contra Ciudadanos y en la que nuestro alcalde, (y parece que también el vicepresidente de la Junta, Juan Marín, -en otro momento cordial enemigo interno de Luis Salvador y otro conocido camaleónico-), funciona como caballo de Troya. Por cierto, me parece mal nombre esa nueva alianza/bloque de la derecha para nuestra ciudad ya que este ‘elemento’, (lo digo sin ánimo de ofender, sin connotación peyorativa), a mí me da que más que sumar, resta. Y lo he oído de amigos de diferentes bandos del Partido Popular que me cuentan que tras haber hecho campaña contra él en las pasadas elecciones por el cambio de chaqueta roja a naranja les resultaría muy duro ‘tragárselo’ ahora encabezando sus filas.
Me gusta acabar con algo positivo y reconocer que no todo es negativo en el Ayuntamiento. Destacaré una decisión inteligente, tomada por el alcalde. Lo felicito por la decisión de encender el alumbrado navideño sin anunciarlo para evitar aglomeraciones. Una señal esperanzadora de que al alcalde, o a quien lo haya ‘iluminado’ en esta idea, le queda una neurona encendida como ha reflexionado mi hija. A ver si con ella podemos ir tirando para adelante y aguantar un poco estas catástrofes, la natural y la antinatural.