'La furia trans'
Estar en un cargo público ofrece mucha visibilidad pero también conlleva una gran responsabilidad y es necesario ser muy consciente de lo que se dice y las consecuencias de alentar ciertas actitudes. Desde el movimiento feminista puede entenderse que la Ministra de Igualdad, Irene Montero, quiera sacar adelante sus propuestas, al igual que todos los representantes políticos, tanto en el Gobierno como en la oposición. Pero, más allá de los deseos y la necesidad de presentarse ante sus votantes con el cumplimiento de la palabra dada, los cargos exigen además una gran dosis de sentido común para no enfrentar a la ciudadanía en las calles ni incitar a conductas violentas que se alejan de la convivencia y los principios democráticos básicos que deben regir la vida de un país.
Desde hace algunos años, pero especialmente los últimos doce meses, las feministas están explicando a quienes quieren escuchar, que la conocida como Ley Trans es un verdadero atropello a la salud de menores, los derechos fundamentales del resto de la ciudadanía a la que se pretende amordazar y el borrado jurídico del término “mujer” con todas las consecuencias que ello conlleva, entre otros asuntos de calado
Desde hace algunos años, pero especialmente los últimos doce meses, las feministas están explicando a quienes quieren escuchar, que la conocida como Ley Trans es un verdadero atropello a la salud de menores, los derechos fundamentales del resto de la ciudadanía a la que se pretende amordazar y el borrado jurídico del término “mujer” con todas las consecuencias que ello conlleva, entre otros asuntos de calado. Con un gran esfuerzo personal y unos sólidos argumentos, miles de feministas se han afanado en buscar espacios para difundir sus opiniones sobre el texto legal que, con el máximo ahínco, el Gobierno de coalición quiere sacar adelante. Aunque los medios de comunicación más seguidos cerraron sus puertas a las feministas e incluso despidieron a colaboradoras que, con análisis razonados, querían dar a conocer el Proyecto de Ley, en los dos últimos meses algo ha cambiado. Tímidamente y gracias a la insistencia de estas mismas mujeres que se han manifestado en Madrid (23 de octubre de 2021) y Barcelona (22 de octubre de 2022), han realizado un incansable trabajo en foros de organizaciones feministas, páginas web (echen un vistazo a Contra el Borrado de las Mujeres y redes sociales, la ciudadanía comienza a saber algo más de lo que se pretende con esta Ley. Y el consenso social del que presumían en Unidas Podemos, parece no ser tal.
La Ministra de Igualdad, que a pesar de su cargo, siempre ha menospreciado la fuerza de las mujeres, está contrariada porque, lo que ella pensaba que iba a ser un paseo militar para aprobar una normativa que supondrá una quiebra importante en la libertad de expresión, daños irreversibles a la salud de niñas y niños, barra libre para cambiar la mención registral del sexo a cualquiera sólo con su palabra, la pérdida de la patria potestad de madres y padres si no acceden a la hormonación y mutilación de sus hijas e hijos y una colisión directa con la normativa sobre violencia de género, se ha encontrado con algunos escollos. Su plan, que consistía en aprobarla sin ruido para que la ciudadanía no se enterase de lo que encierra, parece haberse desbaratado y cada vez son más las voces que se alzan en contra.
“No a la transfobia en la biblioteca”, afirmaba otro de los mensajes mientras que en la facultad se pegaban carteles con el lema “La noche los armarios rotos”, en clara referencia a la fatídica noche del 9 al 10 de noviembre de 1938 en la Alemania nazi que se saldó con noventa muertos y 30.000 detenciones. Esto es fascismo
Nerviosa y ansiosa, Irene Montero ha realizado un llamamiento a lo que ha denominado ‘la furia trans’ que, según la responsable ministerial, “forma parte de la mejor calidad democrática de nuestro país”. Y el resultado ha sido una serie de actos vandálicos en la Facultad de Filosofía de la Universidad Complutense de Madrid con pintadas, destrucción de libros críticos con la identidad de género y amenazas al profesorado que no comulga con la delirante Ley. Un alumnado, nacido a principios de este siglo y que tenía alrededor de diez años cuando ETA anunció el cese de su actividad armada, no ha dudado en utilizar las mismas amenazas que la organización vasca para amedrantar a quienes manifiestan una opinión contraria. “Profesores tránsfobos tenéis regalo bajo el coche” podía leerse en una de las pintadas realizadas sobre las páginas arrancadas de un libro que ha analizado desde el punto de vista de la psicología la Ley Trans. “No a la transfobia en la biblioteca”, afirmaba otro de los mensajes mientras que en la facultad se pegaban carteles con el lema “La noche los armarios rotos”, en clara referencia a la fatídica noche del 9 al 10 de noviembre de 1938 en la Alemania nazi que se saldó con noventa muertos y 30.000 detenciones. Esto es fascismo.
Y mientras la mejor calidad democrática de nuestro país se encarna en los libros vandalizados de una universidad utilizados como lienzos para amenazas terroristas vertidas con todo el cariño del colectivo más ‘oprimide’ de la historia, las agresiones sexuales con penetración han aumentado un 41% con respecto al 2019 (antes de la pandemia) según datos del Ministerio del Interior a pesar de los 525 millones de euros de los Presupuestos Generales del Estado al Ministerio de Igualdad. Aquí no hay equívocos. Seguro que a las víctimas nadie les preguntó sus pronombres, ni su género, ni su identidad sentida. Como siempre, las agredidas han sido mujeres y los agresores varones. Señora Montero, deje de hacer pucheros y póngase a trabajar.