Campaña contra la violencia digital

'La fría hoja de un cuchillo'

Blog - Punto de fuga - Cristina Prieto - Jueves, 7 de Abril de 2022
Palacio de Justicia de Sueca.
RTVE
Palacio de Justicia de Sueca.

El pasado fin de semana, un niño de once años encontró la muerte a cuchilladas a manos de su propio padre, un hombre que tenía un orden de alejamiento de su exmujer por violencia machista y la falta de comunicación entre dos juzgados –los de Primera instancia e Instrucción número 5 y 4 de la localidad valenciana de Sueca- tienen mucho que decir. El primero, resolvió la demanda de divorcio entre los cónyuges y estableció un convenio regulador de custodia compartida del menor y el segundo condenó, en un juicio rápido, al hombre por un delito de malos tratos, dictó una orden de alejamiento de su mujer a la que dio la patria potestad y la custodia del niño y suspendió el régimen de visitas al padre. Sin embargo, un mes más tarde, ambos cónyuges ratificaron en el Juzgado de Primera Instancia número 5 el convenio regulador que establecía la custodia compartida sin que se informase de la sentencia condenatoria por malos tratos al padre. Esta situación nos lleva a la plantearnos varias preguntas. ¿Por qué los juzgados no comparten información? ¿Dónde estaban los abogados, especialmente el que representaba a la madre? ¿Tenía información del proceso anterior? ¿Por qué ninguno de los cónyuges, especialmente la madre, puso en conocimiento del juzgado la sentencia por malos tratos?

Ella es una víctima por partida doble, primero de un hombre maltratador y, después, de un sistema judicial que deja en manos de los progenitores comunicar las sentencias sin conocer, exactamente, las condiciones en las que esas mujeres llegan hasta los juzgados

La madre de Jordi, el pequeño de Sueca lo hizo todo bien. Decidió poner fin a una relación en la que era víctima de violencia y, después, denunció los hechos. Emprendió el camino correcto para librarse de una alimaña, pero siempre se culpará de haber dejado que su hijo celebrase su cumpleaños con el padre. No es así. Ella es una víctima por partida doble, primero de un hombre maltratador y, después, de un sistema judicial que deja en manos de los progenitores comunicar las sentencias sin conocer, exactamente, las condiciones en las que esas mujeres llegan hasta los juzgados. Amenazadas, aterradas, con un futuro incierto, con economías muy débiles para subsistir, chantajeadas y sin autoestima, realizan un esfuerzo sobrehumano para acercarse a un juzgado y emprender el tortuoso camino de la denuncia. No se puede pedir más a estas mujeres, pero sí al sistema De entrada, el régimen de visitas de los padres debería suspenderse en todos los casos, no sólo cuando haya una orden de alejamiento, sino ante cualquier indicio de violencia machista y atendiendo los testimonios de la madre y el menor.

Además, es increíble que, en un tiempo en el que las nuevas tecnologías son capaces de contar y localizar desde un satélite los cadáveres en el suelo tras un ataque armado, los juzgados no estén conectados con herramientas informáticas que den la voz de alarma cuando se introduzca un nombre y un número de DNI

Además, es increíble que, en un tiempo en el que las nuevas tecnologías son capaces de contar y localizar desde un satélite los cadáveres en el suelo tras un ataque armado, los juzgados no estén conectados con herramientas informáticas que den la voz de alarma cuando se introduzca un nombre y un número de DNI. Si el Gobierno no sabe muy bien dónde emplear el porcentaje correspondiente al Eje Transversal II para la transformación digital de los fondos Next Generation, aquí tiene una pista. Debería desarrollarse una herramienta informática que fuera capaz de conectar los juzgados donde se resuelven los casos de violencia machista con el resto de órganos judiciales, consejerías de Educación de todas las comunidades autónomas, sistemas sanitarios y de servicios sociales en todo el territorio y urgencias hospitalarias. Con ello, la víctima y sus hijos contarían con un escudo de protección a su alrededor capaz de dar la alarma al compartir las sentencias de distintos juzgados, detectar cualquier cambio en la conducta de sus hijos en los centros educativos, alertar sobre problemas de salud en las consultas de atención primaria y registrar las entradas en los servicios de urgencias hospitalarias ante ingresos que pudieran tener relación con agresiones violentas o estados de ansiedad provocados por el hostigamiento de los maltratadores. Y, si creen que esto no es posible, no hay más que mirar el funcionamiento de Hacienda cuando de recaudar se trata. Incluso, cualquier plataforma de venta online nos atosiga con publicidad en todos nuestros dispositivos, aunque sólo se haya utilizado una vez.

Las madres están cansadas ya de repetir, una y otra vez, que temen por sus hijos, que las parejas violentas y agresivas no pueden ser buenos padres y, sin embargo, cada cierto tiempo volvemos a ver titulares que nos hielan la sangre cuando otro menor es brutalmente asesinado por aquel llamado a protegerle

En este momento, hay dinero para hacerlo y muchas personas sin trabajo con la preparación suficiente para introducir datos. Es solo cuestión de voluntad política. Dejen de trasladar el pésame a las familias a través de las redes sociales, de ondear banderitas con infinitas combinaciones de colores y clamar por los derechos humanos de personas a los que no les falta ninguno y arremánguense si, realmente, quieren salvar vidas de mujeres y niños.

Las madres están cansadas ya de repetir, una y otra vez, que temen por sus hijos, que las parejas violentas y agresivas no pueden ser buenos padres y, sin embargo, cada cierto tiempo volvemos a ver titulares que nos hielan la sangre cuando otro menor es brutalmente asesinado por aquel llamado a protegerle. Las amenazas sotto voce de los maltratadores, esos hombres que parecen haber hecho varios másteres en infligir el mayor daño posible a sus exparejas, se convierten en gritos de dolor de las madres cuando comprueban, en los inertes cuerpos de sus pequeños, que el aviso se cumplió. Se llama violencia vicaria. Y, entonces, comprueban, una vez más que todo ha fallado, que de nuevo el sistema las ha dejado tiradas y que tendrán que vivir el resto de sus días en un duelo permanente.

En tres días, un niño de once años y una mujer han sido asesinados. Desde el Ministerio de Igualdad van a tener que cambiar ya el tuit-plantilla de las condolencias porque, con el goteo continuo de muertes, quedan ya muy vistos. Pero, ¿van a hacer algo más?

Si no has tenido la oportunidad de leerlos y quieres volver a hacerlo, estos son otros artículos de Cristina Prieto en este blog, 'Punto de Fuga':

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Imagen de Cristina Prieto

Madrileña afincada en Andalucía desde 1987, primero en Almería y posteriormente en Granada donde he desarrollado mi carrera profesional como periodista. Me licencié en Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid, cursé mi suficiencia investigadora en la Universidad de Granada dentro del programa Estudios de la Mujer y leí mi tesis doctoral en la Universidad de Málaga.