'Feministas al Congreso'
Las próximas elecciones generales contarán con una nueva formación política para llevar su programa al Congreso. Una opción impulsada por mujeres feministas que se niegan a seguir esperando alguna acción contundente por parte del Gobierno más feminista de la historia. Una propuesta que se ha fijado como meta recuperar los puntos que integran la agenda del feminismo para poner freno a las políticas basadas en las identidades sentidas, una estrategia internacional a la que nuestro país quiere sumarse obviando la realidad de las mujeres. Se llaman Feministas al Congreso.
Las líneas generales de este nuevo partido político son la abolición de la prostitución, medidas contundentes para atajar la sangría de la violencia machista, terminar con los vientres de alquiler, luchar contra la pornografía, poner fin a la precariedad laboral que continúan sufriendo las mujeres, combatir la brecha salarial y frenar las leyes de autodeterminación del sexo
Las líneas generales de este nuevo partido político son la abolición de la prostitución, medidas contundentes para atajar la sangría de la violencia machista, terminar con los vientres de alquiler, luchar contra la pornografía, poner fin a la precariedad laboral que continúan sufriendo las mujeres, combatir la brecha salarial y frenar las leyes de autodeterminación del sexo. “Somos las herederas de las sufragistas” señaló Juana Gallego, profesora de la Universidad de Barcelona, en la presentación de este nuevo partido.
La iniciativa ya tiene sus detractores y, ante los nervios provocados por la desmovilización de la izquierda que se apunta ya desde el análisis político y el ascenso de la ultraderecha, han comenzado a gritar, exaltados, que Feministas al Congreso viene a dividir a las fuerzas progresistas e, incluso, han llegado a situar esta propuesta en la derecha. Huyan de la crítica facilona y pregúntense qué ha pasado para que las mujeres feministas decidan dar este paso. Levántense de sus sillones, tomen distancia, miren a su alrededor, revisen sus políticas y, quizás, encuentren algunas respuestas.
A sólo tres años de alcanzar el primer cuarto del siglo XXI, a las mujeres se les sigue preguntando en las entrevistas de trabajo si tienen hijos y de qué edades, las denuncias por violaciones continúan aumentando –se produce una cada cuatro horas, según datos del Ministerio del Interior- las mujeres ganamos un 14% menos que los hombres, el terrorismo machista mata a una media de 50 mujeres al año y la práctica de los vientres de alquiler se extiende cada vez más sin que se derogue la instrucción del 2010 del Gobierno español que permite traer a esos niños a nuestro país. A todo ello hay que sumar el anteproyecto de Ley que se quiere llevar al Congreso para la autoderminación del sexo (la conocida como Ley Trans) que compromete seriamente toda la legislación positiva para las mujeres, además de ser acientífica (el sexo es inmutable) y acrítica. Recuerden, que todas estas desigualdades las sufrimos el 52% de la población.
La izquierda posmoderna ha abandonado a las mujeres y hay que decirlo ya. Las ha dejado huérfanas de partido y llevan mucho tiempo avisando de que no volverían a apoyar ninguna opción política que dejara al margen la agenda feminista
La izquierda posmoderna ha abandonado a las mujeres y hay que decirlo ya. Las ha dejado huérfanas de partido y llevan mucho tiempo avisando de que no volverían a apoyar ninguna opción política que dejara al margen la agenda feminista. Mujeres de Izquierda Unida, Podemos y el PSOE se mostraron muy críticas con sus respectivos partidos el pasado año y se manifestaron contrarias al anteproyecto de la Ley Trans por lo que algunas fueron expulsadas. Como también lo fue el Partido Feminista liderado por Lidia Falcón de Izquierda Unida.
Trescientos años de lucha lleva el Feminismo por la igualdad entre hombres y mujeres para que vengan ahora quienes no se han bajado durante todo ese tiempo de las tribunas a decirnos que estamos equivocadas mientras intentan explicarnos qué es sentirse mujer. Las feministas no necesitan validaciones sino respuestas contundentes que pongan fin a las violencias que sufrimos por nuestro sexo, a los estereotipos de género que nos oprimen, a la prostitución y la trata que nos deshumaniza y a las nuevas leyes que nos quieren hacer desaparecer como sujeto político.
En estos momentos, el movimiento feminista en España es el único que está haciendo frente al transgenerismo y los ojos del feminismo internacional están puestos en nuestro país por el coraje demostrado ante esta lucha desigual contra un lobby excelentemente financiado, asentado en el poder y con muchos medios de comunicación a su favor.
En estos momentos, el movimiento feminista en España es el único que está haciendo frente al transgenerismo y los ojos del feminismo internacional están puestos en nuestro país por el coraje demostrado ante esta lucha desigual contra un lobby excelentemente financiado, asentado en el poder y con muchos medios de comunicación a su favor. Y no es discurso de odio, como quieren hacer creer, es la lógica aplastante y la demostración científica de que el sexo no puede elegirse.
Feministas al Congreso llega sin ninguna financiación más allá de las cuotas de su afiliación pero con el convencimiento de saber que esta vez no van a volver a ser engañadas, que la agenda feminista es su programa electoral.
El pasado domingo las elecciones en Castilla y León han puesto de manifiesto que obviar a las mujeres, entre otras consideraciones, no ofrece buenos resultados. Los dos partidos que están impulsando la ley Trans han perdido 166.097 votos -117.000 en las filas socialistas y 48.484 en las de Unidas Podemos que ha conseguido menos papeletas que en las elecciones de 2019 cuando Podemos e Izquierda Unida se presentaron por separado- y, a ello, hay que sumar dos puntos más de abstención en referencia a las elecciones de 2019. Con todas las matizaciones que quieran hacerse, como el reforzamiento de las propuestas provinciales en Ávila, León y Soria, reflexionen y piensen que quizá se estén equivocando. Las mujeres, el 52% de la población, están repartidas por todo el país y el feminismo lo tiene claro. No vota misoginia. Avisados quedan.
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