La eterna lucha laboral de las mujeres
El caso no es el único, pero si fue el primero que acabó con la victoria de la clase obrera. Corría la década de los años ochenta. Una empleada del colegio de la Asunción de Granada, un centro religioso frecuentado por hijos de altos funcionarios, profesionales de prestigio y personal del ámbito judicial, fue despedida por su condición de madre soltera.
La institución docente entendía que tal situación privada y personal era incompatible con el ideario católico del centro y, por lo tanto, podía constituir un mal ejemplo para la institución y los docentes, a pesar de que la trabajadora desempeñaba labores auxiliares de mantenimiento y limpieza. En aplicación de una tergiversada e interesada moral, la dirección del colegio despidió a la trabajadora, lo que constituyó el primer caso de tales características en nuestro país. La afectada interpuso una demanda contra el centro, de la que se encargó el despacho laboralista de Miguel Fernández-Aceytuno.
Numerosas mujeres trabajadoras se movilizaron en solidaridad con la empleada despedida y realizaron una activa lucha que las llevó a manifestarse a las puertas del colegio, tal y como recoge la fotografía que acompaña esta información en la que aparece en el centro, vestida de oscuro la afectada.
Lo insólito del caso y las peculiaridades del mismo fueron de tal magnitud que se convirtió en noticia nacional, recogida en portada por la pretsigiosa revista "Interviú".
El excelente trabajo desarrollado por el despacho responsable del caso y la incansable presión de trabajadores y sindicatos logró una sentencia favorable para la madre soltera y condenatoria para el establecimiento educativo.
El movimiento laboral de las mujeres consiguió una extraordinaria victoria que corrió como la pólvora para ejemplo de la lucha de clase trabajadora. En aquel entonces fueron algunas instituciones y centros privados los que opusieron resistencia a las reivindicaciones de los legítimos derechos de la clase obrera, pero con el discurso del tiempo y las políticas neoliberales de los sucesivos gobiernos que hemos padecido, el obrero se ha convertido en el mejor objeto-diana de las sucesivas reformas laborales que, como es de esperar, han dotado a los patronos de todos los medios necesarios para hacer de los trabajadores carne de cañón, cuando no auténticos esclavos, de unas relaciones laborales que ignoran la condición humana del trabajador y, por lo tanto, pisotean a diario su dignidad.
La victoria de la madre soltera debe ser ejemplo a seguir en la lucha obrera, "hasta la victoria siempre", como proclamara el insigne revolucionario Ernesto Guevara, de cuyo asesinato se han cumplido ahora cincuenta y dos años.