Escuchemos a la Madre Tierra

“No hemos heredado la Tierra de nuestros padres,
la tenemos prestada de nuestros hijos”
Proverbio indio
Como cada 22 de abril, se celebra hoy el Día de la Tierra, una efemérides que se centra en la importancia de proteger y preservar nuestro planeta. El lema elegido en este año 2025 es “Nuestro poder, nuestro planeta”, e invita a todos en el mundo a unirse en torno a las energías renovables y a triplicar la generación global de electricidad limpia para 2030. Millones de personas en todo el mundo piden consolidar una alianza global para actuar, innovar e implementar medidas de protección del medio ambiente entre todos: empresas, gobiernos y ciudadanos.
Esta celebración nació en Estados Unidos hace 55 años, fruto de los movimientos sociales que cobraron auge en aquel país a finales de la década de los sesenta del siglo pasado
Esta celebración nació en Estados Unidos hace 55 años, fruto de los movimientos sociales que cobraron auge en aquel país a finales de la década de los sesenta del siglo pasado. Impulsado por el congresista estadounidense Gaylord Nelson y apoyado en los movimientos estudiantiles, y surgió como respuesta a un derrame masivo de petróleo en California, que condujo a una manifestación masiva para exigir la protección de la naturaleza y los recursos naturales de nuestro planeta. El gobierno de entonces de USA, como ocurre con el actual, no mostraba ningún interés en frenar la explotación indiscriminada de los recursos. En el año 2009 se celebró por primera vez el Día Internacional de la Madre Tierra como un evento internacional instituido por la Asamblea General de las Naciones Unidas que se ha convertido en un llamamiento global a la acción para proteger el medio ambiente y fomentar la sostenibilidad.
Si le diéramos voz a la Madre Tierra nos diría que no quiere más discursos, reflexiones ni declaraciones, que es tiempo de acción. Que lo que necesitamos no es ‘entretenernos’ en los análisis de la realidad sino que es tiempo de revertir la situación, de transformarla. Nos hablaría, sobre los océanos cada vez más calientes, ácidos y llenos de plásticos; sobre los incendios forestales, las sequías y las inundaciones (cada vez más frecuentes y más intensas), y como el cambio global de origen antropogénico está afectando a todos los hijos de la Tierra, acelerando el ritmo de destrucción del planeta.
De la salud de nuestros ecosistemas depende directamente la salud de nuestro planeta y la de sus habitantes
Nos diría, nos dice para los que sabemos escucharla, que los ecosistemas sustentan todas las formas de vida de la Tierra, que más allá de la importancia de la conservación de los espacios y de las especies está el mantenimiento de los bienes y servicios que los ecosistemas nos proporcionan, es decir nuestro bienestar y nuestra vida misma. De la salud de nuestros ecosistemas depende directamente la salud de nuestro planeta y la de sus habitantes. Hay una salud única, la salud humana, la salud animal y vegetal y la del medio ambiente, están interrelacionadas en ese concepto del que teníamos constancia desde hace mucho tiempo pero que ahora ‘ha tomado cuerpo’ como One Health. Pero también nos diría, nos dice, que la protección, conservación y la restauración de los ecosistemas dañados puede ayudarnos a acabar con la pobreza, a combatir el cambio climático y a prevenir una extinción masiva.
Esta celebración no debe ser un día más en ese mar de efemérides que se suceden cada día. Una de sus características es que promueve la necesidad de tomar acciones, tanto individuales como colectivas, para conservar la biodiversidad, proteger los recursos naturales, promover estilos de vida sostenibles y mitigar el cambio climático. En este Día de la Tierra tenemos que ser conscientes de que el cambio empieza en cada persona, que la suma de muchas acciones individuales tiene una gran fuerza y es el motor que debe empujar grandes cambios también en las instituciones, en las empresas.
En esta edición se pone el acento en la necesidad de abogar por una rápida y acelerada implementación de las energías que provienen de fuentes renovables, que no producen gases de efecto invernadero y, por lo tanto, no impulsan el cambio climático. Es una energía que pone fin a nuestra dependencia de los combustibles fósiles y al daño a nuestro medio ambiente y la salud humana.
La energía renovable puede transformar la situación actual, mejorando los estándares de vida y mejorando los resultados de salud. Por ejemplo, reducir las emisiones de gases de efecto invernadero reduce los riesgos para la salud asociados con el cambio climático, como las olas de calor, inundaciones y la propagación de enfermedades infecciosas. La reducción de la contaminación del aire disminuye las enfermedades respiratorias y cardiovasculares, incluidas el asma y los accidentes cerebrovasculares.
Pero además la energía renovable no solo es más limpia y saludable, sino que también representa una gran oportunidad económica y está contribuyendo a la creación de millones de nuevos empleos a nivel mundial que forman parte de la gran transición ecológica hacia una economía baja en carbono.
Durante muchos años se había instalado la idea de que no existía alternativa a los combustibles fósiles, pero lo cierto es que para la próxima década la mayor fuente de generación de electricidad serán ya de energías renovables
Durante muchos años se había instalado la idea de que no existía alternativa a los combustibles fósiles, pero lo cierto es que para la próxima década la mayor fuente de generación de electricidad serán ya de energías renovables. Disponemos ya de la tecnología para satisfacer nuestras necesidades energéticas globales con energía limpia y asequible proveniente de recursos solares, eólicos, geotérmicos, mareomotrices e hidroeléctricos, que se pueden almacenar cada vez más y de manera más eficiente, utilizando baterías y celdas de combustible.
Aunque muchos catastrofistas y muchos negacionistas lancen mensajes que se unen y conducen igualmente a la inacción, a la paralización, actualmente medio centenar de países ya generan más de la mitad de su electricidad a partir de recursos renovables (Canadá, Suiza, Austria, Nueva Zelanda, Brasil, Noruega, Suecia, Dinamarca...). Islandia obtiene el 99,99% de su electricidad a través de fuentes renovables. En España nos estamos colocando a la cabeza de Europa superando en los últimos años el 60% de la electricidad generada obtenida de fuentes renovables.
Los movimientos mundiales desde la base de la sociedad han impulsado históricamente grandes cambios positivos, desde la conquista de derechos civiles hasta los avances en la igualdad de derechos y oportunidades entre hombres y mujeres. Los 20 millones de personas que marcharon el 22 de abril de 1970 en USA, dieron inicio al movimiento ambiental moderno, llevando a un aire y agua más limpios y a la protección de la vida silvestre. Los jóvenes que hoy se manifiestan en todo el mundo son una gran esperanza que debemos alimentar para que llegue su mensaje de alerta, de llamada a la acción decidida y urgente contra el cambio climático.
Pero este ‘poder popular’ tiene enfrente enemigos también muy fuertes, con poderosas campañas de desinformación, por medio de grandes corporaciones e intereses que alientan el negacionismo climático y blanquean los impactos del modelo energético basado en combustibles fósiles. Los recursos que dedican a mantener el status quo son inmensos pero la fuerza de una sociedad organizada, de los movimientos ciudadanos ha podido y podrá invertir la tendencia y hacer girar hacia una transición ecológica, que debe ser justa, que no deje a nadie atrás, “sin que el fin del mundo choque con el fin de mes”. Nos va la vida de la Madre Tierra, de nuestra madre, en ello.
“Todo lo que le ocurra a la Tierra
le ocurrirá a los hijos de la Tierra”
Jefe indio Noah Seattle