'Elle'
Hace tiempo que el feminismo llegó a la conclusión de que hablar mucho de lo que está ocurriendo entre la juventud con el despliegue sin fin de las identidades era lo mejor que podía ocurrir porque, de esta manera, la población en su conjunto llegaría a entender la cantidad de tonterías que se llegan a inventar para distraernos de las cosas importantes. Y parece que todo se conjuga para que así sea y espectáculos que concentran miles de miradas se alían con las feministas, aunque sus responsables piensen que la publicidad les favorece.
Gente que está fuera de las redes sociales y de la eterna 'perfomance' en la que viven jóvenes y no tan jóvenes con una enorme atracción por la nueva religión 'queer' se preguntaba, desde sus confortables sofás caseros, qué era eso de ser no binario
El pasado fin de semana miles de oídos y ojos escucharon y vieron a través de las pantallas que una persona que se consideraba a sí misma no binaria se hacía con el triunfo del Festival de Eurovisión y que había que dirigirse a ella como ‘elle’. Gente que está fuera de las redes sociales y de la eterna perfomance en la que viven jóvenes y no tan jóvenes con una enorme atracción por la nueva religión queer se preguntaba, desde sus confortables sofás caseros, qué era eso de ser no binario.
Entre canción y canción, coreografías bien ensayadas, cantantes que no cantan, luces cegadoras y estrafalarios estilismos, los del sofá se miraban pensando que debía de ser algo excepcional muy escondido en el interior de aquel ser especial porque, en apariencia, sólo veían a un joven con carita añiñada vestido con una faldita rosa y una chaquetita con muchos colores más propia de la gallina caponata. La confusión ganó enteros cuando la pareja de comentaristas de RTVE explicó, con mucha convicción y pocos argumentos, que, además, había que llamarle ‘elle’ porque ese era su pronombre.
...pero llega un momento en el que la comprensión se agota cuando se intentan imponer fantasías como verdades absolutas e incuestionables como un obligado credo
Quizás alguien piense que estas líneas son irrespetuosas, que banalizan los profundos sentimientos de algunas personas y que trivializan sobre ánimos ajenos. Es posible, pero llega un momento en el que la comprensión se agota cuando se intentan imponer fantasías como verdades absolutas e incuestionables como un obligado credo. Y es hora de decir basta a tanta estulticia, de elevar a categoría de principio irrenunciable tanta bobada y dar carta de naturaleza a tanta memez mientras la mayoría de jóvenes no pueden emprender un proyecto de vida porque es imposible acceder a una vivienda, la precariedad laboral sigue cebándose con las mujeres y la violencia sexual continúa sumando dígitos en las estadísticas.
Lo peor es que todas estas tonterías no tendrían ninguna consecuencia si no se hubieran plasmado en leyes algunas actuaciones que perjudican gravemente los derechos de las mujeres y niñas
Lo peor es que todas estas tonterías no tendrían ninguna consecuencia si no se hubieran plasmado en leyes algunas actuaciones que perjudican gravemente los derechos de las mujeres y niñas. Nemo -no el capitán del Nautilus creado por la maravillosa mente de Julio Verne sino el no binario del Festival de Eurovisión- tiene ahora por delante unos meses para promocionarse y lanzar al mundo se mensaje sobre lo maravilloso que es ser una persona no binaria. Mientras, en España, funcionarias con responsabilidades en los registros civiles aseguran que ya no cuentan con ninguna herramienta para detectar los fraudes de ley entre quienes se acercan hasta estos servicios para cambiar su mención registral del sexo. No se pude preguntar nada, no se puede poner en duda nada, aseguran mientras explican que, cada vez con más asiduidad, son señores entre 35 y 45 años los que se acercan para realizar este trámite administrativo sin haber modificado un ápice ni su apariencia ni su nombre. Ya son 5.000 desde que entrara en vigor la Ley.
Ante esta realidad sólo nos queda preguntarnos cuál es el objetivo del cambio porque desplazarse hasta el Registro, solicitar los formularios y volver pasados tres meses a ratificar lo expuesto con anterioridad supone una molestia que debe lleva aparejada una contraprestación. ¿Para qué quieren constar en el Registro como mujeres?