La dignidad política traicionada
Llegaron con un limpio bagaje de ideas inquebrantables e impíos corazones de veterana camaradería, la que había compartido la larga noche de la represión y la mordaza. Las heridas de la tortura de las arbitrarias detenciones y las interminables persecuciones aún mantenían abiertas las cicatrices de una lucha encarnizada por lograr el régimen de libertades, por abrir una mañana las ventanas a los aíres liberadores de los nuevos tiempos de la democracia.
Es cierto que muchos de ellos apenas si habían tenido la oportunidad de conocer de cerca la gestión institucional, el desempeño de tareas públicas que el devenir les deparaba. Tal vez pudieron cometer errores de bisoños de la cosa pública, pero lo que jamás hicieron fue traicionar la dignidad de la Política, pues siempre tuvieron presente que su conciencia de clase era escrupulosamente respetuosa con la actividad política que a cada uno de ellos les había correspondido.
Lucharon, pelearon, padecieron, fueron represaliados, encarcelados y dejaron jirones de su vida en el prometedor camino hacia la democracia y la libertad. Cuando la constancia, la tenacidad y la perseverancia despertaron al viejo sueño anhelado supieron responder con la honestidad y la honradez que habían mamado en los cuadros y células de sus respectivas formaciones políticas, al margen de la honorabilidad personal que presidía todas sus actuaciones.
'No concebían la Política como una profesión, ni tan siquiera como un resquicio del desarrollo personal
No concebían la Política como una profesión, ni tan siquiera como un resquicio del desarrollo personal. Era el instrumento imprescindible de un credo sagrado para hacer realidad las legendarias aspiraciones de un proyecto de vida que iba más allá de la propia ideología: el de un mundo más libre, más justo y más solidario. Ejemplo de aquellas irrepetibles generaciones de una incorruptible clase política lo encontramos en la fotografía que acompaña esta reflexión, en la que se puede observar al desaparecido camarada Pepe Guardia, concejal y diputado provincial del Partido Comunista de Granada, junto a otros compañeros y cargos municipales, en un encuentro en la sede de la Corporación Provincial.
Ellos no conocieron casos y tramas como los de los Eres, la Gurtel, los Pujoles y tantos desmanes y latrocinios que han sumido en una auténtica cloaca la vida pública de un periodo que debiera haber sido modelo de nuestra reciente Historia.
Pero las posteriores generaciones de políticos, de todos los colores, no quisieron saber de la honradez de sus antepasados, no les interesó entender que la Política sólo se debe asumir como un ejercicio de servicio público, una entrega a la comunidad, una tarea solidaria a disposición de los más necesitados, de los conciudadanos más vulnerables, de los colectivos más empobrecidos. Por desgracia no ha sido así.
Las actuaciones y comportamientos reprobables de tanto sinvergüenza, depravado y landronzuelo se han apoderado de las siglas de las formaciones políticas y, por ende, de las instituciones, que han perdido así el respeto y la consideración de los ciudadanos, cuyo hastío ha provocado el negro panorama político que se cierne sobre nuestro país, donde han resucitado el fascismo y la intolerancia.
Estos oportunistas de la Política que se asieron a la teta de la vida pública, hasta exprimirla, y se han enriquecido o permitido que otros lo hagan, deberían emular la corrección, coherencia y enarbolar la bandera de la honradez
Estos oportunistas de la Política, que se asieron a la teta de la vida pública en cuanto tuvieron la más mínima oportunidad, hasta exprimirla, y se han enriquecido o han permitido que otros lo hagan con los presupuestos públicos, deberían emular la corrección, el talante, la seriedad, la coherencia y, sobre todo, enarbolar la bandera de la honradez y honestidad de una clase política que tuvo a gala no ser cuestionada, sino valorada y considerada por la alta dignidad, colectiva y personal, nunca traicionada.
En la imagen mis camaradas comunistas: Pepe Guardia, Manuel López, García Larios, Ruiz Valdivia, José Lucena, Paco Olvera, Pepe Sevilla, Luis López, Armando Castillo, Fernando Villena, Enrique Gómez, entre otros, estos alcaldes, concejales y diputados provinciales del Cinturón rojo de Granada