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Deporte femenino

Blog - Punto de fuga - Cristina Prieto - Jueves, 5 de Septiembre de 2024
Fabrizio ‘Valentina’, a la izquierda, y Petrillo y Imane Khelif, derecha.
Fabrizio ‘Valentina’, a la izquierda, y Petrillo y Imane Khelif, derecha.

Hace ya algunos años que se apostó por promocionar el deporte femenino. Desde los equipos de base en los centros educativos hasta las competiciones auspiciadas por instituciones o clubes especializados en distintas disciplinas, se consideró necesario presentar atractiva la práctica del deporte entre las mujeres y contar con especialistas en modalidades que, hasta ese momento, sólo habían contado con representantes masculinos. Los campeonatos nacionales e internacionales y las citas olímpicas empezaron a contar con más mujeres mientras las niñas en los equipos modestos comenzaron a soñar con alcanzar el reconocimiento deportivo y social de algunas aclamadas deportistas.

¿Cómo explicamos a nuestras niñas que hay quienes hacen trampas, engañan al resto de sus contrincantes y, aun así, cuentan con el apoyo de quienes tenían que dejar al descubierto sus mentiras para salvaguardar el juego limpio? Tal ignominia no tiene explicación más que la burla de quienes ostentan el poder y la impunidad para hacerlo

Los juegos olímpicos, cada cuatro años, son el mejor escaparate para comprobar cómo el trabajo y el esfuerzo consiguen modelar las capacidades innatas de cada deportista para obtener el mejor rendimiento y subir a esos podios en los que se coronan a quienes han demostrado ser mejores que el resto de oponentes mientras el mundo observa sus hazañas. Sin embargo, ¿cómo explicamos a nuestras niñas que hay quienes hacen trampas, engañan al resto de sus contrincantes y, aun así, cuentan con el apoyo de quienes tenían que dejar al descubierto sus mentiras para salvaguardar el juego limpio? Tal ignominia no tiene explicación más que la burla de quienes ostentan el poder y la impunidad para hacerlo.

El verano que expirará en unos días ha sido olímpico. La inspiradora París ha sido la sede de la cita mundial y también la capital de la vergüenza. Y no por su ciudadanía sino porque  será recordada como la sede en la que dos mujeres perdieron sus medallas y su reconocimiento deportivo a manos de dos impostores.

La inspiradora París ha sido la sede de la cita mundial y también la capital de la vergüenza. Y no por su ciudadanía sino porque  será recordada como la sede en la que dos mujeres perdieron sus medallas y su reconocimiento deportivo a manos de dos impostores

Las críticas de organizaciones feministas, de especialistas en biología y genética o de deportistas que conocen perfectamente las diferencias entre hombres y mujeres cuando se enfrentan a la misma disciplina no han servido de nada ante la indolencia de un Comité Olímpico Internacional (COI) que ha terminado afirmando que no tienen forma de distinguir entre un hombre y una mujer y que si alguien les presenta un sistema científicamente sólido de cómo identificar hombres y mujeres serán los primeros en aplicarlo ¿Se han pensado que somos imbéciles?

Tanto a Khelif como a Lin Yu Ting se les apartó de la competición por parte de la Asociación Internacional de Boxeo (IBA, por sus siglas en inglés) porque presentan cromosomas XY cuando la composición cromosómica de las mujeres es XX. Es decir, no son mujeres biológicas sino que tienen anomalías en alguna de las etapas del desarrollo fetal del sexo genético, gónadas o genital, lo que en medicina se denomina ADS (Anomalías del Desarrollo Sexual)

Un mes antes de la cita olímpica, distintas organizaciones feministas comenzaron a llamar la atención sobre la entrada en competición de  Imane Khelif y Lin Yu Ting, deportistas de Argelia y Taiwán, respectivamente, en la categoría femenina de boxeo. Tanto a Khelif como a Lin Yu Ting se les apartó de la competición por parte de la Asociación Internacional de Boxeo (IBA, por sus siglas en inglés) porque presentan cromosomas XY cuando la composición cromosómica de las mujeres es XX. Es decir, no son mujeres biológicas sino que tienen anomalías en alguna de las etapas del desarrollo fetal del sexo genético, gónadas o genital, lo que en medicina se denomina ADS (Anomalías del Desarrollo Sexual). En la mayoría de los casos, presentan unos genitales confusos al nacer pero, con la llegada de la pubertad, todo se define y, las que en un principio podrían considerarse mujeres, se encuentran con testículos descendidos y penes funcionales así como unos niveles de testosterona correspondientes al sexo masculino. En resumen, son hombres y no intersexuales como erróneamente se asegura ya que, en el sexo, no hay situaciones intermedias. O se es hombre o mujer. El sexo no es un espectro como se quiere hacer creer.

Sin embargo estas mismas voces han enmudecido cuando Khelif y Yu-Tingin han prohibido, expresamente, a la Asociación Internacional de Boxeo hacer públicos los resultados de sus análisis. ¿A qué tienen miedo? Cualquier mujer zanjaría así la polémica

No hay que explicar que tanto Khelif como Yu-Ting han conseguido sendas medallas de oro en sus correspondientes pesos, wélter y pluma, respectivamente, robándoselas a dos mujeres en peleas desiguales sobre el ring al igual que han usurpado el puesto a dos mujeres que no han podido estar en esta cita olímpica porque sus lugares ya habían sido ocupados. Las feministas han tenido que aguantar, una vez más, acusaciones de fascistas y racistas por decir que los hombres no pueden ser mujeres. Sin embargo estas mismas voces han enmudecido cuando Khelif y Yu-Tingin han prohibido, expresamente, a la Asociación Internacional de Boxeo hacer públicos los resultados de sus análisis. ¿A qué tienen miedo? Cualquier mujer zanjaría así la polémica.

Lo mismo ha ocurrido en la cita paralímpica. La atleta española Melani Bergés perdió el año pasado la oportunidad de clasificarse para estos juegos porque su plaza ha sido ocupada por Fabrizio ‘Valentina’ Petrillo, un hombre de 50 años, casado y con una hija, que desde hace dos años dice que se siente mujer

Lo mismo ha ocurrido en la cita paralímpica. La atleta española Melani Bergés perdió el año pasado la oportunidad de clasificarse para estos juegos porque su plaza ha sido ocupada por Fabrizio ‘Valentina’ Petrillo, un hombre de 50 años, casado y con una hija, que desde hace dos años dice que se siente mujer. Y para quienes aseguran que estos son casos aislados, consulten el sitio web shewon.org dedicado a archivar los logros de las atletas femeninas que han sido desplazadas por hombres en distintas competiciones. Según los datos recabados por esta web, desde 2003, un total de 717 deportistas han sido desplazadas, se han perdido 1055 medallas y 522 competiciones han sido invadidas en 37 deportes.

Las Olimpiadas de París 2024 han abierto la puerta definitiva al borrado de las mujeres

Las Olimpiadas de París 2024 han abierto la puerta definitiva al borrado de las mujeres. Si la categoría sexo ya no importa porque, como dice el COI, para sus responsables lo importante es lo que diga el pasaporte y ya sabemos lo fácil que es cambiar el sexo registral según algunas leyes (España tiene una que sólo requiere de la voluntad expresada por quien quiere realizar tan modificación), el deporte femenino ha firmado su acta de defunción. ¿Se lo explicamos ya a las niñas del deporte base?

Lo cierto es que el COI necesita un curso intensivo para saber diferenciar a las mujeres. Los proxenetas lo tienen claro cuando necesitan surtir sus burdeles de carne fresca, los talibanes saben perfectamente quiénes no pueden traspasar los muros de sus aulas, las clínicas de reproducción asistida no tienen ninguna duda sobre a quiénes extraer óvulos o pagar para utilizar sus vientres como incubadoras. Incluso, hasta esos hombres tan buenos compañeros y tan educados con los vecinos de su comunidad que muelen a sus mujeres a palos saben muy bien quiénes no les van a devolver los golpes. Cosas de la naturaleza.

 

 

 

  

 

 

Imagen de Cristina Prieto

Madrileña afincada en Andalucía desde 1987, primero en Almería y posteriormente en Granada donde he desarrollado mi carrera profesional como periodista. Me licencié en Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid, cursé mi suficiencia investigadora en la Universidad de Granada dentro del programa Estudios de la Mujer y leí mi tesis doctoral en la Universidad de Málaga.