'Degradados a los cuarenta y cinco'

Blog - El ojo distraído - Jesús Toral - Viernes, 13 de Mayo de 2022
El mítico anuncio de Bette Davis para buscar trabajo.
El mítico anuncio de Bette Davis para buscar trabajo.

Hace unos días el periódico El País publicaba una entrevista con Marisol Galdón, una reconocida comunicadora que se vio en la obligación hace ocho meses de publicar en Twitter un vídeo en el que directamente pedía trabajo. La presentadora, a través del diario madrileño, no tiene inconveniente en reconocer que desde hace unos años apenas se acuerdan de ella, pese a que en los años 90 y principios de 2000 se convirtió en un personaje mediático asiduo a programas como contertulia o colaboradora. Galdón explica que a partir de los cuarenta y cinco años percibió una reducción de llamadas y que la crisis de 2008 desplomó hasta tal punto los salarios que lo que obtuvo en sus limitados trabajos no fue suficiente como para poder ahorrar. Achaca a las incipientes arrugas y a los cincuenta y nueve años que arrastra que se vea obligada a pedir trabajo en las redes sociales y recuerda que las respuestas recibidas a ese vídeo viral ponen en evidencia que no se trata solo del sector de la comunicación ni únicamente es un problema que ataña a las mujeres, aunque sí es cierto que es mayor para ellas. Ingenieros, médicas, diseñadores… el efecto cuarenta y cinco años parece que impregna a toda la sociedad.

Visto con perspectiva, resulta poco menos que surrealista imaginar que cuando alguien, sea hombre o mujer, alcanza su mayor grado de conocimiento se prescinda de sus servicios por una crisis o cualquier otro motivo y que se vea en dificultades para acceder a otro puesto

Visto con perspectiva, resulta poco menos que surrealista imaginar que cuando alguien, sea hombre o mujer, alcanza su mayor grado de conocimiento se prescinda de sus servicios por una crisis o cualquier otro motivo y que se vea en dificultades para acceder a otro puesto. Conozco en primera persona el caso de algunos y algunas amigas, grandes profesionales en los suyo, a los que la sociedad le aboca al autoempleo, a crear su propia empresa como única puerta de salida, como si no hubiera hueco en los sectores a los que pertenecen y les instaran a invertir en ellos mismos. Me recuerda a algunos editores que me pedían dinero por publicar una novela alegando que yo era el que más tenía que creer en ella y, por tanto, quién más debía arriesgar. Este tipo de editores probablemente olvidaron que, hasta hace unas décadas, su profesión se identificaba con los buscadores de bestsellers o de grandes obras literarias para ser los primeros en publicarlas y apostar por ellas con el respaldo de la editorial. De la misma forma, a los muchos profesionales que se quedan en paro a partir de los cuarenta y cinco años se les considera problemáticos: tienen dolores, están más cansados, les importa menos el trabajo… son razones absurdas, generadas en el subconsciente colectivo como justificación para dejar aparcada una parte de la población cuya utilidad es incuestionable.

Es más que evidente que contar con alguien más maduro tiene grandes ventajas: la seriedad que impone a su trabajo no considera su puesto como un empleo temporal a la espera de algo mejor, mantiene los pies en la tierra, se ha liberado de los superficiales valores que adoró en su juventud...

Y lo cierto es que ni todo el mundo está preparado para poner en marcha un negocio, ni tiene por qué estarlo. Ya está bien de cargar en estas personas con la culpa de que las empresas carezcan de visión a largo plazo y no los contraten. Se trata más bien de una estructuración del mercado laboral en la que se valora sobre todo la juventud y los bajos sueldos, algo que choca frontalmente con la experiencia, porque a priori se debería de pagar mejor, aunque también los resultados fueran más gratificantes. Es más que evidente que contar con alguien más maduro tiene grandes ventajas: la seriedad que impone a su trabajo no considera su puesto como un empleo temporal a la espera de algo mejor, mantiene los pies en la tierra, se ha liberado de los superficiales valores que adoró en su juventud y es capaz de centrarse en mejorar paulatinamente sin necesidad de recibir continuamente palmadas en la espalda.

La famosa actriz Bette Davis publicó a los cincuenta y cuatro años en Variety un anuncio en el que solicitaba empleo: «Madre de tres hijos de 10, 11 y 15 años, divorciada. Estadounidense. Treinta años de experiencia como actriz de cine. Conservo movilidad; más amable de lo que dicen. Se ofrece para trabajo estable en Hollywood (experiencia en Broadway)»

La famosa actriz Bette Davis publicó a los cincuenta y cuatro años en Variety un anuncio en el que solicitaba empleo: «Madre de tres hijos de 10, 11 y 15 años, divorciada. Estadounidense. Treinta años de experiencia como actriz de cine. Conservo movilidad; más amable de lo que dicen. Se ofrece para trabajo estable en Hollywood (experiencia en Broadway)». Todo parece indicar que no tenía problemas económicos, pero sí pretendía poner el foco en la industria cinematográfica, que arrinconaba a profesionales de la talla de la actriz cuando cumplían determinada edad, lo cual pone de manifiesto que no se trata de un asunto actual únicamente ni ocurre solo en nuestro país.

A pesar de que no dejamos de escuchar que las pensiones están en peligro y que vamos a tener que cotizar cada vez más años para cobrar la jubilación, lo que nos encontramos a día de hoy es a profesionales a los que no se recurre y que van quedando en el olvido como Marisol Galdón, sin permitirles concluir su periodo activo con dignidad.

No se entiende que personas que han destacado durante su vida por su impecabilidad en el trabajo se vean obligadas a mendigarlo a una determinada edad u ocultarse en el ostracismo con el fin de no despertar lástima al resto de la sociedad

No se entiende que personas que han destacado durante su vida por su impecabilidad en el trabajo se vean obligadas a mendigarlo a una determinada edad u ocultarse en el ostracismo con el fin de no despertar lástima al resto de la sociedad. Eso es lo que explica esta comunicadora, que a raíz de orear su declive económico en aquel tuit que se hizo viral, obtuvo algunas pinceladas de empleos, tan escasamente remuneradas que después de ocho meses sigue en la misma situación, pese a que ha realizado un corto y ha colaborado en alguna serie de televisión.

Es necesario caminar hacia una sociedad más abierta, más inclusiva, sobre todo cuando sabemos que la esperanza de vida sigue alargándose y que, dentro de unos años, una buena parte de la población llegará a la centuria, porque no son solo los mayores de cuarenta y cinco los que pierden al no formar parte del mercado laboral, es la sociedad en su conjunto la que renuncia a toda la sabiduría que estas personas podrían derramar con el fin de que el mundo sea un lugar mejor.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Imagen de Jesús Toral

Nací en Ordizia (Guipúzcoa) porque allí emigraron mis padres desde Andalucía y después de colaborar con periódicos, radios y agencias vascas, me marché a la aventura, a Madrid. Estuve vinculado a revistas de informática y economía antes de aceptar el reto de ser redactor de informativos de Telecinco Granada. Pasé por Tesis y La Odisea del voluntariado, en Canal 2 Andalucía, volví a la capital de la Alhambra para trabajar en Mira Televisión, antes de regresar a Canal Sur Televisión (Andalucía Directo, Tiene arreglo, La Mañana tiene arreglo y A Diario).