'Los celos, una prueba de amor'
Es evidente que las encuestas ofrecen tendencias y son útiles únicamente como indicativo de la evolución de los temas que tratan, pero no tienen por qué ser definitivas. Y si no, que se lo digan a todas las formaciones políticas, que acostumbran a escuchar resultados contradictorios en función de quién realice dicha investigación. Además, antes de cada fecha electoral nos hemos acostumbrado a asistir a una ristra de predicciones que nunca llegan a cumplirse.
Esas que son nuestras madres, nuestras hijas, nuestras amigas, jefas, compañeras de trabajo o vecinas han sufrido el machismo exacerbado desde su nacimiento, se han visto obligadas a doblegarse a un hombre alguna vez en la vida, su inteligencia ha sido cuestionada, se la ha considerado objeto, aún sigue cobrando menos que sus compañeros hombres en un puesto similar y, por mucho que haya quién se empeñe en negarlo, siguen muriendo a manos de sus parejas solo por ser mujeres
Seamos realistas: una parte de las encuestas es cierta, pero siempre hay un interés que decanta para un lado u otro la balanza. Aún recuerdo a un importante líder político de este país que encargó un estudio para conocer el apoyo con el que contaba en la sociedad y entre sus votantes y los resultados le disgustaron tanto que obligó a repetirlo para que revelasen algo diferente.
Es muy similar a lo que sucede con investigaciones interesadas de empresas cuyas conclusiones son más que cuestionables. En este sentido, yo mismo he dado a conocer estudios que aseguraban que beber una cerveza después de hacer ejercicio traía más beneficios al cuerpo que ingerir un vaso de agua. ¿Imaginan quién financió dicho estudio?
Es cierto que, igual que está ocurriendo con los adultos, se está dando demasiada voz a los sectores más reaccionarios de la población y eso está normalizando que haya personas que no tengan ningún problema en criticar a los marroquíes, a los senegaleses o a las mujeres, por el hecho de serlo
El caso es que esta semana hemos conocido los datos arrojados por una investigación del Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud de Fad sobre el ‘Barómetro Juventud y Género. Identidades, representaciones y experiencias en una realidad social compleja’, realizado a través de 1.200 entrevistas a jóvenes de entre 15 y 29 años. Según las conclusiones, un 20% de los encuestados considera que la violencia de género es un invento ideológico y niega que exista hoy en día. Y eso no es todo; además, pone de manifiesto que un 18,1% de los hombres considera normal controlar el móvil de la pareja y casi tres de cada diez chicos aseguran que los celos son una ‘prueba de amor’ ya que una pareja conlleva inevitablemente ciertos límites a la libertad, según los entrevistados.
La verdad es que podría cuestionar la encuesta, pero como decía antes, sobre todo sirven para indicar tendencias y me temo que en los últimos años estamos asistiendo a una evidente marcha atrás en la lucha por una sociedad igualitaria para todos, lo cual viene a ratificar el resultado de dicho estudio. Igual que han crecido el número de agresiones a personas LGTBI+, el número de víctimas de violencia de género es bochornoso. Esas que son nuestras madres, nuestras hijas, nuestras amigas, jefas, compañeras de trabajo o vecinas han sufrido el machismo exacerbado desde su nacimiento, se han visto obligadas a doblegarse a un hombre alguna vez en la vida, su inteligencia ha sido cuestionada, se la ha considerado objeto, aún sigue cobrando menos que sus compañeros hombres en un puesto similar y, por mucho que haya quién se empeñe en negarlo, siguen muriendo a manos de sus parejas solo por ser mujeres. Es una de las lacras que más debieran de avergonzar al ser humano en estas alturas del siglo veintiuno porque arremeten contra la mitad de la población que más hace para que la humanidad pueda seguir existiendo.
Ante estudios como este, que ponen de manifiesto que hay una parte de la juventud que no es capaz de encontrar nada malo en espiar el teléfono móvil de una pareja o que cree que los celos no solo no son malos, sino que sirven para demostrar el amor que uno siente, hay que encender todas las alarmas
Ante estudios como este, que ponen de manifiesto que hay una parte de la juventud que no es capaz de encontrar nada malo en espiar el teléfono móvil de una pareja o que cree que los celos no solo no son malos, sino que sirven para demostrar el amor que uno siente, hay que encender todas las alarmas. Y el respeto solo puede enseñarse en la infancia; si no puede ser a través de los padres, entonces debería suceder en los colegios. Más importante que las matemáticas o la física es guiar a las generaciones venideras hacia la igualdad entre hombres y mujeres en cuanto a capacidades y aptitudes. En este sentido, perdónenme si me equivoco, yo sigo contemplando que a los niños se les regalan coches y a las niñas, muñecas; que el rosa se reserva a chicas y el blanco o azul, a chicos; que en los recreos se juntan todavía por géneros, que las guapas son ellas y los brutos, ellos. Demasiados clichés, demasiada herencia aprendida y pocos avances.
Así que, aunque dude de la veracidad de algunas encuestas, tengo que poner énfasis en creerme los datos de este estudio que nos lanza un dardo a los adultos porque algo no estamos haciendo suficientemente bien para que haya jóvenes con una visión tan parcial y sesgada de la violencia que no incluyan en ella lo que las mujeres sufren desde hace siglos a manos de sus desalmadas parejas.