Carlos Mazón en las obras de la avenida Cervantes

A ustedes, lectoras y lectores les parecerá una exageración vincular la actuación de Carlos Mazón, presidente dimitido de la Generalitat valenciana por causa de su gestión criminal de la DANA, con la política de obras del actual gobierno municipal de Granada, liderado por la alcaldesa Marifrán Carazo. Les demostraré que no.
La actual derecha, que gobierna la mayoría de las comunidades autónomas y la mayoría de los municipios del estado desarrolla su acción política exclusivamente en beneficio de grandes capitales e inversores de carácter privado.
La derecha y la ultraderecha, también la derecha light que representa el PSOE en materia de política fiscal y económica, tienen como prioridad el beneficio de lobbies empresariales como el hostelero, el turístico, el de la construcción, el energético, el bancario, o de grandes grupos empresariales interesados en controlar los mercados de la vivienda, la sanidad, la educación o los cuidados.
En los últimos años la agenda para luchar contra el calentamiento global ha sido escondida bajo la alfombra del olvido para que desconozcamos las causas de las grandes catástrofes ambientales. En los últimos años, a fuerza de demonizar la política del bien común, de lo colectivo, de los cuidados, de los animales y del medio ambiente, se ha ocultado que lo que nos protege como personas y como sociedad, no es nuestra capacidad personal de gasto o de crédito por mucho sueldo que tengamos, sino las políticas de estado que invierten en servicios públicos gestionados desde lo público. En los últimos años se nos ha convencido de que el de al lado o el de abajo son la causa de nuestros males, y no el mil millonario que no paga impuestos, defrauda o corrompe.
Las obras en Granada están alimentadas por la pista del dinero, no por mejorar la calidad de vida, también la vida económica del pequeño y mediano comercio
La ideología económica de la derecha busca sostener el beneficio privado en pocas manos, nunca el bien común. Las obras en Granada están alimentadas por la pista del dinero, no por mejorar la calidad de vida, también la vida económica del pequeño y mediano comercio. Las obras de Granada que talan árboles, siembran granito y dispersan amianto, promueven el cambio climático y alimentan la muerte lenta por enfermedades cardiovasculares y respiratorias. Las obras de Granada son obra de la necropolítica.
El alma de Carlos Mazón está también en las obras de la avenida Cervantes, ejecutadas con la oposición vecinal y del empresariado trabajador de la zona, porque es el alma del capital que defienden las derechas, no la del bien común, por mucha cara de santo que pongan quienes las impulsan.






















