Se busca alcalde
Luis Salvador amenaza a los granadinos con doce años de proyecto. Ya ven, no es capaz de explicar qué ha pasado en cien días de gestión y, sin embargo, su cabeza, otrora objeto de estudio morfosicológico, alberga un plan colosal que, por el momento, solo él conoce, y que según la disciplinada concejal de Turismo de Almuñécar lo elevará a los altares de los grandes próceres de la historia de la ciudad, la Costa Tropical y la Vía Láctea.
Granada es un barco zombi, con cuatro camarotes (ya saben, dos más dos) donde todo el mundo pide lo de siempre y dos huevos duros. Navegamos porque somos Granada y esa realidad no se hunde tan fácilmente
Pero vayamos por partes. Como quiera que el alcalde nuestro que era no ha dado la explicación que debía a los granadinos y esa explicación que nos debía no nos la ha pagado, me veo obligado a repasar, muy sucintamente, los logros del equipo de desgobierno que dirige nuestro más bronceado edil. Allá van: (...) Bueno, y una vez glosados los logros alcanzados por ejercito naranja, (les prometí brevedad) la situación, pasados los susodichos cien días de cortesía, es la siguiente: Granada navega por el río de la historia sin rumbo, a la deriva, sin nadie en el puente de mando que ordene la posición de las velas ni apuestos grumetes despejando la cubierta y haciendo que todo funcione.
Granada es un barco zombi, con cuatro camarotes (ya saben, dos más dos) donde todo el mundo pide lo de siempre y dos huevos duros. Navegamos porque somos Granada y esa realidad no se hunde tan fácilmente. Pero, en doce años, si la salud guarda a D. Luis como todos deseamos, no se confíen, barcos más grandes se han hundido. Y háganme el favor de ser más agradecidos, que D. Luis nos ha asegurado que su proyecto de doce años, no implica apego al cargo. Desde luego que no, en todo caso, más que apego sería fusión con el cargo, con el sillón; los dos, él y el sillón una sola cosa. Que bailar pegados es bailar. El caso es que, por el momento, no sé ustedes, pero yo tengo la impresión de que la ciudad no tiene ni alcalde ni gobierno, solo anuncios tan grandilocuentes como vacíos. Y así es imposible que algo funcione a pesar del voluntarismo de los funcionarios.
Salvador solo podría respirar cediendo a las pretensiones de Sebastián; eso le daría paz, proyecto y algo de tiempo para sobrevivir cómodamente dos años y apuntarse algún tanto y luego, como primer teniente de alcalde, marcar distancias unos meses antes de la cita electoral para rehacer su hueco electoral y hacerse fotos de perfil
Primero porque Sebastián nos recuerda casi a diario que el equipo de gobierno no es tal mientras no se aclare lo de la alternancia en la alcaldía. Y segundo, porque un alcalde que se apoya en solo tres concejales no puede controlar la institución de ninguna de las maneras. Salvador solo podría respirar cediendo a las pretensiones de Sebastián; eso le daría paz, proyecto y algo de tiempo para sobrevivir cómodamente dos años y apuntarse algún tanto y luego, como primer teniente de alcalde, marcar distancias unos meses antes de la cita electoral para rehacer su hueco electoral y hacerse fotos de perfil, cita en la que competiría con un cada vez más cuestionado Pérez, que dudo mucho pueda ganar las elecciones a pesar del gran impulso para la imagen que supone ser alcalde.
Pero el proyecto de Salvador, que no es otro que confundirse con el mobiliario de la casa consistorial, esto es, convertirse en la institución misma, cual ninfa Dafne, cuando el respetable lo quiera sacar a gorrazos de la Plaza de Carmen, es un obstáculo para la pretensión de Sebastián. Así, a los granadinos solo nos cabe esperar; esperar a ver si en este mandato nos aparece un alcalde. O dos.