Ya lo tenemos aquí y muy pronto haremos borrón y cuenta nueva al Borbón emérito, que le quedan pocos años de vida y hay que conseguir que sus restos puedan descansar en este país al que tanto ha defraudado. Se ha confirmado la llegada de Juan Carlos I desde Abu Dabi, un país que incumple reiteradamente los derechos humanos, donde el ex monarca español mantiene una preciosa amistad con el emir que le paga los gastos de un exilio temporal autoimpuesto con el fin de aplacar los ánimos más caldeados por su actitud poco ejemplar, como mínimo. El municipio pontevedrés de Sanxenxo le abre sus puertas a través de un alcalde que ha reconocido que «al rey emérito se le quiere aquí. Estamos encantados de demostrar el cariño que sentimos por él» y los empresarios se frotan las manos considerando que su visita conllevará jugosos beneficios económicos para este municipio de 17.500 habitantes. Atrás quedaron las acusaciones de Fiscalía, que se archivaron no porque el emérito fuera inocente sino por su inviolabilidad como miembro de la corona y porque otra parte había prescrito. Tampoco se vio obligado a pagar toda la deuda a Hacienda como el resto de los españoles que llegan a embargarse para ello; él se conformó con regularizar el mínimo posible de todo lo defraudado después de que la opinión pública conociera que estaba siendo investigado. Así que la única deuda judicial que mantiene está en el Reino Unido, con su antigua amante, pese a que a lo largo de todos estos años hemos descubierto la impunidad con la que actuó, como si no fuera capaz de considerar que cometiera algún error moral al infringir la ley.

Menos mal que cuenta con el apoyo de políticos y agrupaciones que nos recuerdan a cada instante todo el supuesto beneficio que ha traído a España su reinado, como forma de blanquear su imagen para hacernos entender que el emérito va a volver cada vez que quiera, pese a quién le pese

Menos mal que cuenta con el apoyo de políticos y agrupaciones que nos recuerdan a cada instante todo el supuesto beneficio que ha traído a España su reinado, como forma de blanquear su imagen para hacernos entender que el emérito va a volver cada vez que quiera, pese a quién le pese. Ya les gustaría a los miles de reclusos que permanecen en las prisiones españolas haber tenido la posibilidad siquiera de que su imagen social quedara resguardada al recordar todo lo bueno que hicieron. ¿Es que acaso alguien duda de que cada preso en su historia personal guarda episodios llenos de heroicidad y buen corazón? Hace unos días, uno de mis alumnos de la prisión de Albolote me describía sin ningún afán de protagonismo cómo salvó la vida a un niño que deambulaba por una peligrosa carretera en mitad de la noche. La verdad es que este acto no le sirvió en absoluto para reducir su condena y, en su pueblo, su nombre ha quedado manchado desde que entró en el penal. Igual, igual que el emérito.

Y mientras vuelve a hacer alarde de su poder, su hijo, apoyado por el Gobierno, el Senado, el Congreso y el Ayuntamiento de Madrid acogen al emir de Qatar con todos los honores, con una recepción en el Consistorio de la capital y en el Palacio de Zarzuela

Y mientras vuelve a hacer alarde de su poder, su hijo, apoyado por el Gobierno, el Senado, el Congreso y el Ayuntamiento de Madrid acogen al emir de Qatar con todos los honores, con una recepción en el Consistorio de la capital y en el Palacio de Zarzuela, Medallas del Senado y el Congreso e incluso una carrera de caballos y un foro de la CEOE. Da igual que este país aparezca en la lista de los trasgresores de los derechos humanos, con una legislación que impone penas de hasta diez años a homosexuales, que rebaja el papel de la mujer hasta el punto de necesitar el consentimiento masculino para viajar al extranjero, pedir una beca o casarse. En el otro lado de la balanza está el asunto clave de su visita: Qatar es el segundo país exportador de gas del mundo.

Su poder económico es suficiente para neutralizar los efectos de sus políticas coercitivas y restrictivas. Por eso, no parece que importe a nadie que 6500 trabajadores inmigrantes hayan perdido la vida en las obras de construcción destinadas a albergar el Mundial 2022, que asombrosamente, sin una importante oposición, se celebra este verano allí.

Este cortejo del rey Felipe VI podría recordar a las relaciones de amistad que su padre cultivó durante todo su mandato con algunas de las peores dictaduras del mundo

Este cortejo del rey Felipe VI podría recordar a las relaciones de amistad que su padre cultivó durante todo su mandato con algunas de las peores dictaduras del mundo. Y la presencia de Juan Carlos en España reabre heridas no curadas, como su actitud como cazador de elefantes, su falta de interés por cumplir con Hacienda o su enriquecimiento irregular como rey.

Los defensores de la Monarquía aluden a que es más barata que una República, algo que es más que cuestionable, sobre todo después de ver lo que nos ha costado la de Juan Carlos I, y ponen énfasis en la preparación intelectual y solvencia de Felipe VI, algo que está fuera de toda duda pero que no se convierte en una vacuna contra la corrupción. Estoy de acuerdo con que el actual monarca parece honrado, pero, ¿alguien me puede garantizar si seguirá así toda la vida en vez de desviarse hacia el lado oscuro?

En fin, Sanxenxo vibra de emoción por la visita de alguien que será recordado para la historia de nuestro país por meter la mano en la caja poco después de que su hijo se haya unido a las fuerzas vivas del país para tender la alfombra roja a un infractor reiterado de los derechos humanos llegado en forma de emir desde Qatar. ¿De verdad alguien sigue creyendo que la justicia es igual para todos?