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artículo de Francisco José Fernández Andújar

'Anotaciones de una historia del barrio de cuevas de San Miguel Alto'

Ciudadanía - Francisco José Fernández Andújar - Domingo, 10 de Diciembre de 2023
Un artículo imprescindible de Francisco José Fernández Andújar, que ofrece un repaso crítico de la historia de esta singular zona de Granada y sus pobladores, frente a posibles maniobras especulativas o proyectos que cimentarían la turistificación.
Cuevas del Cerro de San Miguel.
María de la Cruz/archivo
Cuevas del Cerro de San Miguel.

La historia encuentra dificultades para relatar la historia de la gente común y del día a día, pues su forma clásica se ha dado en un formato de acontecimientos "importantes", por medio de guerras, decretos y descubrimientos. El estudio de la historia social y de las clases llamadas "subalternas" abrieron nuevos horizontes que se centraron en esa mayoría de campesinos, mujeres y trabajadores. Con todo, entre ellos existieron sectores aún más marginales de los cuales el registro histórico encuentra más obstáculos aún para anotar y describir su existencia.

El interés de este escrito es entrar en los aspectos históricos para aclarar lo que fue el barrio de cuevas de San Miguel Alto. Spóiler: nunca fue un simple mirador o "parque periurbano"

Mientras tanto, el turismo, tan importante en nuestra actual economía, nos arrastra hacia ciertos problemas e injusticias, como es la exaltación del goce del visitante por encima del bienestar de los habitantes. Visitantes que, por cierto, pueden ser extranjeros, españoles y andaluces; pero no debemos olvidar que los propios granadinos también hacen visitas a los distintos lugares de su ciudad y provincia.

El interés de este escrito es entrar en los aspectos históricos para aclarar lo que fue el barrio de cuevas de San Miguel Alto. Spóiler: nunca fue un simple mirador o "parque periurbano", aparente objetivo de algunos y de proyectos municipales que no llegaron a aprobarse ni llevarse a cab. Esta es una historia de esa subalternidad que hemos relatado anteriormente, una de esas que nos incomoda en la ciudad de las maravilla nazarí.

Historia del Cerro de San Miguel Alto

Cuevas siempre han existido junto a la humanidad, si no como vivienda, sí para labores de pastoreo o caza, o incluso enterramientos. En Granada se puede encontrar en la provincia algunas cuevas viviendas de época árabe, pero son casos más bien aislados. Los barrios de cuevas surgen en la época cristiana y concretamente tras el descubrimiento de los llamados Libros Plúmbeos en el Sacromonte a finales del siglo XVI[1]. Desde entonces lo que era Valparaíso empezó a poblarse, quizás atraídos por la nueva Abadía, y en el Censo del Marqués de Ensenada se contabiliza trescientas cuevas en el margen derecho del Valle del Darro: es lo que hoy conocemos como Sacromonte. ¿Aglutinaba la parte alta, hacia San Miguel? El Cerro de San Miguel era entonces una zona militar dependiente del Patronato de la Alhambra, regido por un Gobernador que obedecía directamente al rey. Ello se debía a que entonces dicha zona se caracterizaba por una muralla coronada por una torre de carácter militar, llamada del Aceituno. Sin embargo, el desplazamiento de la frontera hacia el mar, tras el fin del Reino de Granada, dejó sin sentido el uso castrense de la muralla y sus torres. Es muy probable que existiera una actividad pastoril en el Sacromonte y en San Miguel, que debió acrecentarse con la nueva Abadía, que tuvo sus propios pastores[2]. En el pastoreo se acostumbra a usar cuevas existentes o construirlas si no las hay, para los animales. Esta experiencia debió animar a mucha población marginal para excavar, con muy pocos recursos, cuevas como viviendas, aprovechando las facilidades que otorga el suelo granadino, y siempre mirando hacia el sur, por razones principalmente de iluminación. Se especula si estos primeros pobladores eran moriscos que volvieron clandestinamente de la expulsión, o bien nuevos pobladores llegados de distintos pueblos, o bien habitantes de la ciudad que encontraron el centro urbano incompatible para sus vidas[3].

Aunque era una zona militar y propiedad del rey, las autoridades ofrecieron facilidades para poblar los puntos alto de la ciudad, tras la traumática expulsión de los moriscos. Muchas casas abandonadas se entregaban gratuitamente con el único compromiso de mantenerlas en uso y habitadas

El actual Archivo del Patronato de la Alhambra contiene numerosa documentación sobre los pobladores de cuevas en San Miguel Alto. Aunque era una zona militar y propiedad del rey, las autoridades ofrecieron facilidades para poblar los puntos alto de la ciudad, tras la traumática expulsión de los moriscos. Muchas casas abandonadas se entregaban gratuitamente con el único compromiso de mantenerlas en uso y habitadas[4]. Lo cierto es que afectaron a zonas periféricas que rara vez recibían visitas de las autoridades, por lo cual el Gobernador de la Alhambra solo tenía noticias del Cerro de San Miguel muy de vez en cuando, y bien es cierto que tampoco se preocupaba mucho, por lo demás. En la documentación lo frecuente es encontrar pleitos con las autoridades municipales o la Real Hacienda, porque la confusión general provocaba el cobro de impuestos de los habitantes por medio del sistema ordinario, cuando se debía pagar la renta al Patronato de la Alhambra. Debemos tener presencia que las propiedades del Rey eran distintas a las de la Corona (el Reino, es decir, el Estado; el país). Si alguien podía pagar, entonces el dinero debía ir al Gobernador Político Militar de la Alhambra y no a otro destinatario, y si no podía cumplir con los impuestos, el mismo Gobernador acostumbraba a hacer la vista gorda, quizás esperando tiempos mejores para sus morosos habitantes.

Lo que hoy es el Cerro de San Miguel se llamaba antes Montes Claros, o Monte de los Ángeles e incluso Monte de los Diablos, por alguna referencia a sus tempestades. Asimismo, se le conocía por sus construcciones de referencia: Torre del Aceituno y Cerca de Don Gonzalo. La actual fuente aún recibe la denominación de "Aceituno"

Lo que hoy es el Cerro de San Miguel se llamaba antes Montes Claros, o Monte de los Ángeles e incluso Monte de los Diablos, por alguna referencia a sus tempestades. Asimismo, se le conocía por sus construcciones de referencia: Torre del Aceituno y Cerca de Don Gonzalo. La actual fuente aún recibe la denominación de "Aceituno". En 1671 unas tormentas destruyen la abandonada Torre del Aceituno y en 1673 se construye la Ermita de San Miguel Alto, que comienza a dar nombre al lugar. El derribo y construcción de algunas edificaciones y muros provocará algunos conflictos entre la Ermita y la Alhambra, pero también con un Comunal existente en el lugar, dentro de la propiedad y jurisdicción de la Alhambra, y es que en el Antiguo Régimen una propiedad no excluía necesariamente otra[5]. Para entenderlo, debemos pensar que la actual España es la propietaria de todo su territorio, pero permite que dentro existan propiedades de particulares, así como de diversos titulares públicos.

Encontramos en 1737 unas 164 cuevas, y en 1818 hay 221 registros, pero denotan 166 cuevas

Existen Censos de las cuevas habitadas en San Miguel en el Archivo del Patronato ya citado. Así, encontramos en 1737 unas 164 cuevas, y en 1818 hay 221 registros, pero denotan 166 cuevas. Todo ello para aclarar las lindes de lo que corresponde al Patronato y lo que es de la Real Hacienda[6].

 Por entonces también era frecuente cultivos de garbanzos y vid en la zona de San Miguel Alto

En los documentos encontramos lo que se hace llamar "hibridaciones de terrenos": tales casos es cuando una cueva recoge también un terreno que hace de entrada o patio, siendo habitual que contenga algún árbol, chumberas o higueras. Por entonces también era frecuente cultivos de garbanzos y vid en la zona de San Miguel Alto. El siglo XIX y XX vivió un proceso de privatización de tierras en la que se procuró vender las cuevas, a fin de cuentas, del Patronato de la Alhambra, a particulares, que generará posteriormente la concentración de varias propiedades, si bien sus habitantes parecen ajenos a la mayoría de los movimientos de compraventa. El alquiler o la cesión era muy habitual y no escaseaban casos de habitantes no legales.

En 1945, en pleno franquismo, se dio un censo en la ciudad de Granada, que arrojó la cifra de 456 habitantes en el Cerro de San Miguel Alto[7], siendo una de las zonas trogloditas más pobladas, si bien bastante por detrás de otras como el Sacromonte

En 1945, en pleno franquismo, se dio un censo en la ciudad de Granada, que arrojó la cifra de 456 habitantes en el Cerro de San Miguel Alto[7], siendo una de las zonas trogloditas más pobladas, si bien bastante por detrás de otras como el Sacromonte.

"Sanear" Granada: eliminar la historia de sus pobres y de su actual presente

Las élites sociales consideraban los barrios de cuevas como zonas inmundas pobladas de pobres y marginados. En plena guerra, los franquistas ya anunciaban sus propósitos de eliminarlas, construyéndose viviendas modernas en su lugar, que entregarían a sus combatientes[8]. Como se sabe, para acceder a estas ayudas, se debía tener informes positivos por parte de la Falange y del párroco, por lo que fue una herramienta política de control social y represión contra quienes protestaban o protestaron[9].

Los desastres de la década de 1960 producidos por tormentas y tempestades facilitaron los propósitos de expulsar muchos vecinos de San Miguel (y de otros barrios como Albaicín, Sacromonte, Barranco del Abogado, etc.), aún a la fuerza. Para ello se crearon, desde el Gobierno Civil y sus servicios de beneficencia, dos patronatos: el de la Virgen de las Angustias y el de Santa Adela

Los desastres de la década de 1960 producidos por tormentas y tempestades facilitaron los propósitos de expulsar muchos vecinos de San Miguel (y de otros barrios como Albaicín, Sacromonte, Barranco del Abogado, etc.), aún a la fuerza. Para ello se crearon, desde el Gobierno Civil y sus servicios de beneficencia, dos patronatos: el de la Virgen de las Angustias y el de Santa Adela. El primero protagonizará el nacimiento del barrio de la Chana y luego el de Almanjáyar, y el segundo el del Zaidín. De los movimientos de este último hay constancia en un archivo propio que se encontraba en la sede del antiguo Patronato de Santa Adela, cuando aún existía, hasta que se puso a subasta su sede. Sus fondos se encontraban en la Subdelegación de Gobierno, esperando una decisión hacia su destino: o bien el Archivo Histórico Provincial de Granada o bien el Archivo Municipal granadino.

Una vez con la propiedad, el proyecto de cesión a sus empobrecidos habitantes cambió al de su compra hipotecada por los propios habitantes, que mayoritariamente aceptó (167 unidades familiares de 222)

Afortunadamente, un joven investigador tuvo acceso a sus fondos y desveló mucha información interesante. Se observa que un propietario logró concentrar una importante área dentro del Cerro y estaba dispuesto a expulsar a sus moradores, casi todos ellos en situación irregular. El número de vecinos amenazados con la expulsión era muy importante, y el Gobierno Civil decidió actuar comprando el terreno a dicho propietario. Una vez con la propiedad, el proyecto de cesión a sus empobrecidos habitantes cambió al de su compra hipotecada por los propios habitantes, que mayoritariamente aceptó (167 unidades familiares de 222). Existen listas del seguimiento de pagos, algunas de ellas mostradas parcialmente en el documental sobre San Miguel Alto, La Cometa, que da nombre y apellidos a algunos de los vecinos que vivieron en aquella fecha, como Rafael López López, que son entrevistados para relatar el modo de vida que existía. Posteriormente, en 1986, estas viviendas, el Patronato de Santa Adela, en proceso de extinción, toma la decisión de poner en subasta el terreno donde se encuentran las cuevas vendidas a sus vecinos anteriormente, y es el Ayuntamiento de Granada quien gana la subasta. Uno de los propietarios ganó un litigio contra el Ayuntamiento en 1991, después de varios años de proceso judicial.

Cuevas de San Miguel, con la Alhambra al fondo, y senderistas en primer plano. María de la Cruz/Archivo

Desde entonces se ha intentado perjudicar al barrio para acrecentar su abandono, con declaraciones de ruinas y envíos organizados de dotaciones de la policía y obreros que derribaron algunas cuevas tras previo desalojo: tales derribos carecían de informes reales, elaborados desde los despachos y sin ninguna visita en vivo de inspectores o arquitectos

Desde entonces se ha intentado perjudicar al barrio para acrecentar su abandono, con declaraciones de ruinas y envíos organizados de dotaciones de la policía y obreros que derribaron algunas cuevas tras previo desalojo: tales derribos carecían de informes reales, elaborados desde los despachos y sin ninguna visita en vivo de inspectores o arquitectos. Muchos vecinos se mudaban a la ciudad convencional, pero fueron sustituidos por una población joven, los primeros de los cuales llegaron a acuerdos con los propietarios. Posteriormente, la fama del lugar se acrecentó y llegó una variedad de perfiles de nuevos pobladores que se puede precisar en el mencionado documental de Óscar Berdullas. El modo de vida que ofrecía, si bien lejos de comodidades, resultaba atractivo para quienes buscaban formas alternativas a lo ofrecido por la sociedad de consumo. La propia idea de ser zona "sin propiedad" o, acaso, "municipal", era aceptada por todos.

Estos vecinos, ya propietarios, no olvidaron cómo adquirieron sus cuevas, fruto de una iniciativa colectiva y social. El fuerte vínculo vecinal se transmitió a nuevos pobladores, con pocos lazos familiares con los antiguos habitantes

La realidad es algo más compleja, pues es una zona amplia con diversidad de situaciones jurídicas. Aún en su época unificada bajo el Patronato de la Alhambra, esta entidad permitía una gran diversidad de situaciones dentro de sus terrenos: en el censo que vimos anteriormente, de 1737, se observa 24 cuevas con sus propietarios viviendo en ellas; 88 con propietarios, pero con otras personas habitándolas; 49 sin propietarios, pero con habitantes; dos cuya jurisdicción es de la Real Hacienda y por tanto quedaba fuera del estudio; y una vacía. Ante la dejadez del Patronato, los numerosos casos irregulares, la presencia de tierras comunales y la antigua orden de Felipe II de poblar las zonas despobladas de Granada sin más compromiso que el mantenimiento de las viviendas, facilitó esa imagen de zona sin ley y de todos. Pero lo cierto es que el Patronato de la Alhambra facilitó su privatización tras la caída del Antiguo Régimen y la zona más empobrecida se adquirió por un propietario particular que vendió posteriormente al Gobierno Civil, que combinó su venta hipotecada con expulsiones de habitantes.

Lo cierto es que hoy, en su mayoría, y jurídicamente en los diversos casos que conocemos, están en manos de propietarios particulares. Por eso han sido escasos los éxitos del Ayuntamiento de Granada por hacerse con la zona

Estos vecinos, ya propietarios, no olvidaron cómo adquirieron sus cuevas, fruto de una iniciativa colectiva y social. El fuerte vínculo vecinal se transmitió a nuevos pobladores, con pocos lazos familiares con los antiguos habitantes. Quizás por ello, en muchos casos, reinterpretaron dicho relato y lo tradujeron bajo la idea de ser una zona libre y comunalista. Ahora, otros lo reinterpretan como zona municipal. Lo cierto es que hoy, en su mayoría, y jurídicamente en los diversos casos que conocemos, están en manos de propietarios particulares. Por eso han sido escasos los éxitos del Ayuntamiento de Granada por hacerse con la zona.

El Ayuntamiento ha intentado elaborar unos planes urbanísticos que procuran ignorar la historia de San Miguel Alto como un barrio cuevero vivo, para convertirlo en un Parque Periurbano cuyo principal propósito sería expulsar a los habitantes del lugar

Debido a los escasos resultados judiciales, el Ayuntamiento ha intentado elaborar unos planes urbanísticos que procuran ignorar la historia de San Miguel Alto como un barrio cuevero vivo, para convertirlo en un Parque Periurbano cuyo principal propósito sería expulsar a los habitantes del lugar. No vamos a entrar en los propósitos a largo plazo de si se va a redenominar los terrenos, ya sea como parque o zona urbana, y los objetivos turísticos o no que puedan contener. En un caso u otro, suponen el fin de un barrio histórico y su conversión, de un plumazo y contra la voluntad de sus actuales habitantes, en una especie de campo o mirador cercano a la ciudad.

Se elimina el presente de esa "historia nocturna" (Ginzburg) que existe en San Miguel y que solo puede incomodar a quienes quieren una ciudad de Granada levantada bajo las imágenes, más felices, de un Sacromonte de gitanos "de bien", de un próspero Albaicín morisco, de un sonriente García Lorca o de una espléndida Alhambra

Con ello, se cumple el destino que se repite una y otra vez en la historia contra las poblaciones que más sufren el desprecio y la discriminación. Se elimina el presente de esa "historia nocturna" (Ginzburg) que existe en San Miguel y que solo puede incomodar a quienes quieren una ciudad de Granada levantada bajo las imágenes, más felices, de un Sacromonte de gitanos "de bien", de un próspero Albaicín morisco, de un sonriente García Lorca o de una espléndida Alhambra. En Granada, durante siglos, la gente ha sido propietaria de casas amplias y bellísimas, con paseos en frondosos y aromáticos jardines, alimentándose con tapas (¡gratis!), dulces aguas del Albaicín (¿nadie recuerda esos insectos rojos y la habitual difteria granadina?), lectores de poetas y acogedora de artistas y funcionarios. No cabe duda de que debemos mejorar en la sociedad y tener mejores condiciones, pero el desalojo de vecinos, por mucho que molesten en un mirador, no va por ese camino, y sí el de ocultar lo que ha sido, nos guste o no, una parte de nuestra historia, y aún de nuestro presente.

Citas bibliográficas:

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  • [1]Ángel Isac, Historia Urbana de Granada, Publicaciones Diputación de Granada, Granada, 2007, pág. 27.
  • [2]Archivo del Patronato de la Alhambra, L-176-9, "Denuncias Montes Claros 1780-1800", nº 374. En el Cuadro de Clasificación es el número de entrada 9939.
  • [3]Carlos Asenjo Sedano, Las Cuevas de Guadix: sus orígenes, Cuadernos geográficos de la Universidad de Granada, nº 2, Granada, 1972, pág. 88. Este autor hace constar la existencia en Guadix de una cueva con una inscripción en árabe, que denota alguna construcción aislada de este tipo.
  • [4]Antonio Gallego Burín, Granada. Guía artística e histórica de la ciudad, Comares, Granada, 1989, pág. 367.
  • [5]Archivo del Patronato de la Alhambra, L-176-9, "Denuncias Montes Claros 1780-1800". Último expediente. La carpeta entera muestra la vitalidad de la zona de San Miguel Alto. Existen varios conflictos entre vecinos y pastores pero no debemos creer que la conflictividad era lo habitual: simplemente la documentación recoge los casos de conflictos y no de convivencia. Excepto cuando se trata de organizar romerías y fiestas, que naturalmente se pueden encontrar en los fondos del citado Archivo del Patronato de la Alhambra y en el Archivo Histórico Municipal de Granada.
  • [6]Archivo del Real Patronato de la Alhambra, L-265-1.
  • [7]Archivo Municipal de Granada, L.02780. Para contar los habitantes se usó las propias indicaciones del censo, seleccionando las calles, que fueron: calle Nueva de San Miguel, calle Cuevas de San Miguel, Montes Claros, Cerro de San Miguel.
  • [8]Ideal, 7 de Julio de 1936, pág. 10; Ideal, 10 de Julio, pág. 8. Puede observarse la aritmética: expulsión de cueveros, entrada de fieles veteranos de guerra. Esto fue, por supuesto, a priori.
  • [9]Jorge Marco, Hijos de una Guerra, Comares, Granada, 2010, pág. 209.

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Francisco José Fernández Andújar es licenciado y doctor en Historia por la Universidad de Granada. Dedicado a temáticas de historia social, se especializó en los estudios del anarquismo granadino. Ha publicado diversos libros y artículos en ámbitos académicos, periodísticos y activistas.

En El Independiente de Granada ha publicado en el Foro de la Memoria, Carmen Rodríguez Parra, 'Madre Carmela'.