'Los mejores discos de 2024. Parte I: 25-11'
Llega la Navidad y, con ella, el regalo que todos esperabais: mi lista de discos favoritos del año. O lo que es lo mismo, mucho texto. Este 2024 ha sido de lo más interesante, con movimientos que podrían parecer contradictorios dándose al mismo tiempo. Por una parte, algunas de las mayores popstars de la generación pasada han tenido años difíciles, pero por otra ha habido fenómenos de masas como el BRAT de Charli XCX o el ascenso fulgurante de Chappell Roan que han obsesionado al público durante meses, arrastrando con ellas al pop mainstream hacia sonoridades más arriesgadas. Al mismo tiempo, el rock y la música de guitarras en general han seguido floreciendo, con veteranos que han vuelto al nivel de sus discos clásicos y jóvenes que han hecho propuestas renovadoras y orgullosamente underground. El hip hop, a su vez, ha pasado por el beef más determinante de su historia y está en pleno proceso de recomposición. Incluso la electrónica está viviendo un nuevo momento de mayor visibilidad. Todo ello aparece reflejado en esta lista, si bien diría que este año, en comparación con los pasados, los álbumes han sido secundarios a la hora de dar forma a los acontecimientos en comparación con los singles, los videoclips y los conciertos. Y aun así, he tenido que dejar fuera muchos discos excelentes: me he pensado hasta el último momento si incluir Where's My Utopia de Yard Act, CHROMAKOPIA de Tyler, The Creator, Sky Hundred de Parannoul, 2 de Ática o The Thief Next to Jesus de Ka, entre otros.
Pero, finalmente, estos son mis 25 discos favoritos de 2024. Comparto esta semana la primera parte, del 25 al 11. La semana que viene podréis ver el top 10. ¡Felices fiestas!
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25. Porridge Radio – Clouds In The Sky They Will Always Be There For Me
Los británicos Porridge Radio llevan ya unos años lanzando periódicamente buenos discos de indie rock sencillo y elegante. Guiados por la fuerza aparentemente inagotable de su magnética frontwoman, cantante, letrista y guitarrista Dana Margolin, al terminar la gira de su anterior LP, Waterslide, Diving Board, Ladder to the Sky (2022), los de Brighton llevaban una década de trabajo constante entre grabaciones y giras. Y de pronto, Margolin dijo basta. Clouds In The Sky They Will Always Be There For Me es el resultado de su intento por reconstruirse a partir de los restos de esa crisis y de una dolorosa ruptura. En consecuencia, sus canciones tienen un gran poder catártico, gracias a la combinación del lirismo reconcentrado de sus letras y el buen gusto a la hora de adornar instrumentalmente sus canciones. Y gracias también, por supuesto, a las impresionantes interpretaciones vocales de Margolin, que emociona hasta el tuétano tanto en los cortes más reposados, donde canta de manera más limpia, como en los más rockeros, donde se le quiebra la voz de la emoción. Canciones del nivel de “Anybody”, “Lavender, Raspberries”, “In a Dream I'm a Painting” o “You Will Come Home” ponen la piel de gallina. Además, en esa canción de despedida que es “Sick of the Blues”, Margolin consigue desembarazarse de la tristeza y sentirse liberada... lo justo para que queramos volver a darle al play y revivir toda la experiencia. En fin, nada como un buen disco de indie rock tristón con final feliz para pasar los fríos y oscuros días de este invierno que apenas empieza.
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24. Pony Bravo – Trópico
Pony Bravo lo han vuelto a hacer. Uno de los grupos esenciales de la música alternativa andaluza de este siglo volvió este año tras un lustro de silencio con su quinto álbum, y se trata de una nueva demostración de su buen gusto y su peculiar visión artística. En esta ocasión, crean el mundo del disco partiendo de una especie de versión idealizada, como de ensueño, de los trópicos, ese lugar que desde Occidente imaginamos como un espacio exótico y mágico, un nuevo paraíso en la tierra. La mayor parte de las canciones del disco son, en consecuencia, bailables y ligeras, construidas sobre ritmos sencillos y repetitivos, con líneas de bajo hipnóticas. Es el caso de la aterciopelada “Magic Feeling”, que suena a una versión vaporosa e irreal de la música disco; o de “Jazmín de Megatron”, más robusta e intensa, con ese groove tan irresistible. Al mismo tiempo, no dan la espalda a su habitual perspectiva política, como muestra “Piedra de Gaza”, que nos cuenta la historia de un habitante de la Franja cuyo único recurso ante el régimen de apartheid al que está sometido es arrojar piedras contra su opresor. Y por supuesto, no podía faltar su humor surrealista, especialmente presente en “C'est Chic – C'est Bon”, que contiene frases tan descacharrantes como “Jesucripto procesa por nosotros/Llueva o no llueva el paso sale/Mejor tener wifi que fe, mejor tener uno que cero”. El LP lo cierra “Reflejo exacto”, una canción más serena pese a tener también un ritmo atrapante, que se despide con una frase para enmarcar: “el amor no se pide: se da”. Eso es lo que Pony Bravo lleva haciendo tantos años: darnos un discazo tras otro sin que se lo hayamos tenido que pedir. Y por eso los queremos de vuelta.
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23. Denzel Curry – King of the Mischievous South Vol. 2
Después de hacer el álbum más elaborado, cuidado y complejo de su carrera hace un par de años con Melt My Eyez See Your Future, Denzel Curry quería un cambio de registro. Nada de ideas complejas, nada de instrumentales de jazz, nada de introspección: solo una colección de temazos de rap sureño. Recuperando un concepto que ya exploró en 2012, este King of the Miscievous South Vol. 2 es un homenaje a la tradición hip hop de Memphis. Hitazos del nivel de “ULTRA SHIT”, “G'Z UP”, “HIT THE FLOOR”, “HOODLUMZ” o “SKED” combinan lo mejor del trap, el horrorcore y demás subgéneros característicos de la ciudad, con sus bajos atronadores, 808s y sintes inquietantes. También hay canciones más melódicas, como “WISHLIST”, con su maravilloso sample de soul y funk setentero, o “COLE PIMP”, con esos fantásticos ritmos sincopados que insuflan vida a las luminosas cuerdas y pianos y las perfectas aportaciones de Ty Dolla $ign, con su voz aterciopelada, y el legendario Juicy J, con su flow clásico y su letra chulesca. Pero ya sea en uno u otro registro, sus 35 minutos llenos de ganchos excelentes, flows variados y una plétora de colaboradores están pensados para que menees la cabeza sin parar, con la frescura propia de una mixtape y el acabado profesional propio de un álbum de estudio. Desde el momento en que le das al play, es imposible resistirse.
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22. Floating Points – Cascade
Tras su exitoso experimento con Pharoah Sanders y la London Symphony Orchestra, que nos dio uno de los discos más bellos y únicos de la década, Sam Shepherd, más conocido como Floating Points, ha vuelto este año a la electrónica pura. Cascade es todo un viaje: cada uno de sus nueve cortes avanza despacio, en desarrollos lentos que atrapan gracias a la precisión de sus pequeños cambios y la riqueza de sus texturas, hasta sumar casi una hora de duración. Este espíritu progresivo atraviesa todo el tracklist, que sin embargo está dividido entre una primera mitad tech-house, más apegada a la pista de baile (“Vocoder [Club Mix]”, “Key103” o “Del Oro” te van llevando allí poco a poco; “Birth4000” te planta en medio de la pista sin mediar introducción), y una segunda mitad más abstracta, de querencias IDM (“Afflecks Palace” es un maravilloso ejercicio de caos controlado). Entre ambos polos, como bisagra del disco, está esa monstruosidad que se llama “Ocotillo”, casi nueve minutos que te tienen en trance, entre sintes, arpas, clavicordios y, por fin, en su último tercio, una percusión adictiva que acaba devorando la mezcla y pone tu cuerpo a bailar sin remedio. Hemos visto de lo que es capaz Shepherd cuando se sale de lo establecido en el mundo de la electrónica, pero desde luego si algo demuestra Cascade es que tampoco queremos que se aleje de ella en exceso: pocos discos de techno encontraréis que estimulen de esta manera tanto vuestra cabeza como vuestro cuerpo.
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21. Billie Eilish – HIT ME HARD AND SOFT
Billie Eilish es ya una veterana: alcanzó la fama siendo aún menor de edad, y lleva desde entonces maravillándonos con su pop de masas con alma alternativa. Para su tercer álbum, la californiana y su hermano Finneas han optado por depurar al máximo su propuesta: en lugar de la expansividad y diversidad de Happier Than Ever, encontramos aquí una colección de solo diez canciones con una paleta sonora similar, minimalista, y unificada además por el uso de una serie de motivos líricos y melódicos, que ganan impacto con cada nueva aparición. Predominan las baladas, como la preciosa introducción que es “SKINNY”, el megahit mundial “BIRDS OF A FEATHER” o el relato de un triángulo amoroso en “WILDFLOWER”. Pero también hay espacio para canciones más directas y físicas, como la chulesca y sáfica “LUNCH”, la amenazante “THE DINER”, contada desde el punto de vista de un acosador, o “CHIHIRO”, marcada por ese bajo tan potente. La segunda mitad del álbum está poblada de canciones con múltiples fases. “THE GREATEST” empieza solo con guitarra y voz para acabar estallando en un espectacular final rockero cargado de emoción, mientras que “L'AMOUR DE MA VIE” se inicia como una bossa nova y se transforma en un temazo de synthpop ochentero. “BITTERSUITE” y “BLUE” son casi un único tema en seis movimientos, que despide el disco incidiendo en la tristeza y recupera, para terminar, el precioso motivo de cuerdas que recorre todo el álbum. Eilish sigue demostrando que es una de las popstars más originales y con más personalidad del mundo, y yo al menos no puedo esperar para ver qué hará a continuación.
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20. Dame Área – Toda la verdad sobre Dame Área
Dentro del inmenso, trascendental otoño de lanzamientos que se han marcado en Humo Internacional, el cuarto LP de Dame Área destaca como el más espartano. La música de este dúo originario de Barcelona combina sintetizadores afilados y percusión marcial (tanto orgánica como electrónica) para crear un sonido avasallador a medio camino entre el industrial, la electrónica y el synth-punk. A ello se suma la impresionante presencia en el micro de Silvia Konstance, que más que una cantante es una dinamo: sus gritos demenciales imprimen una energía incontenible a estas canciones. Throbbing Gristle y sobe todo Suicide son referencias obvias, pero Dame Área no caen en el nihilismo de aquellos grupos: la aspereza y brutalidad de su sonido está al servicio de un mensaje, de unas convicciones. No en vano hay un tema que se llama “grito de guerra” (“Urlo di guerra”). Canciones como “Si no es hoy cuándo es”, “Esto es nuestro ruido” o “Si no eres nada puedes ser todo” tienen la vocación de delimitar un “nosotros” y un “ellos” e invitan al oyente a elegir, a “creer”. Esta es una de las huellas que han dejado en este disco sus tiempos en Màgia Roja, el club y sello en el que nacieron como proyecto y que cerró en 2019. Y de hecho hay temas, como “Devoción”, que nos transportan a la pista de baile. Otros, como “Vengo dall'aldilà”, se llevan a su terreno industrial elementos folk, como el ritmo de doce tiempos típico del flamenco o la letra de aire sobrenatural. En cualquier caso, lo que prima es esa furia primitiva y brutal que, sin embargo, nos quiere acoger en su seno, que quiere que participemos de la conflagración que desata.
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19. Jlin – Akoma
Jlin proviene del footwork, ese género de música electrónica originario de Chicago e íntimamente conectado a la pista de baile. Progresivamente, sin embargo, su música se ha ido escapando de esos confines para expandirse en todas direcciones, incorporando influencias tan diversas como la clásica contemporánea o el trap. El corazón de su música, no obstante, sigue estando en el ritmo. Ese álbum esencial, catedralicio y espartano que fue Black Origami (2017) se caracterizaba por unas composiciones herméticas, de una precisión rítmica imposible, pero en constante evolución. De ese modo, no quedaba ni medio resquicio a la melodía, a otra cosa que no fuera el siguiente giro, la siguiente entrada de un sonido metálico y frío y abrumador. Akoma permite, en cambio, una mayor diversidad sonora, con sintetizadores luminosos, pianos, flautas, cuerdas y voces que aportan más colorido, integrándose, eso sí, en su inconfundible estilo. Sus canciones siguen presentando progresiones lineales e impredecibles, pero ahora hay espacio para la luz, como en “Granny's Cherrie Pie”, “Iris” o ciertas partes de “Open Canvas”. Aunque también sigue habiendo canciones de una oscuridad absorbente, como “Speed of Darkness” o “Eye Am”. Por último, las colaboraciones son de altura, si bien son al mismo tiempo la mayor marca de la singularidad de Jlin: la voz de Björk en “Borealis”, las cuerdas del Kronos Quartet en “Sodalite” o el piano de Philip Glass en “The Precision of Infinity” se convierten, a través del sampleo, en herramientas al servicio de su visión única. Porque no hay nadie más capaz de hacer lo que ella hace, y Akoma es la enésima demostración de ello.
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18. Cindy Lee – Diamond Jubilee
El fenómeno underground del año se llama Cindy Lee. Después de seis discos a lo largo de más de diez años con una visibilidad casi nula, el proyecto de le canadiense Patrick Flegel se convirtió de pronto en el grupo de moda entre los gafapastas de medio mundo gracias a Diamond Jubilee. Es imposible separar eso de la mística asociada a la estrategia (anti-)promocional del álbum: durante meses, sus treinta y dos canciones y más de dos horas de música solo se podían escuchar en YouTube y descargar en una web de GeoCities (ahora está disponible incluso en Spotify), y Flegel canceló la gira de presentación cuando ya había empezado y sin dar explicaciones. Pero es que la música se da la mano con ese aura analógica y polvorienta. Combinando el espíritu romántico de las girl bands de los cincuenta y sesenta, la garra con corazón pop del rock alternativo de los setenta y el punto psicodélico lo-fi del indie rock de los noventa, Cindy Lee condensa en este artefacto el poder evocador de décadas de música popular. Todo ello pasado por un filtro que, más que nostalgia, le imprime una melancolía profunda pero ligera, con un inconfundible poso LGBT (Cindy Lee, el personaje, es una drag queen decadente de estética anclada en los sesenta). Aunque se haga algo cuesta arriba escucharlo de una sentada y no todas las canciones sean tan esenciales y redondas como “All I Want Is You”, “Flesh and Blood” o “Kingdom Come”, Diamond Jubilee es una de las propuestas musicales más cuidadas y completas del año. Y es que la gracia del disco es su desmesura, su carácter excesivo e incontenible: la forma en que tema tras tema te va pasando por encima, dejando a su paso huellas de tristeza y carmín.
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17. The Smile – Wall of Eyes
Lo que en algún momento pareció un mero proyecto paralelo de los dos miembros más destacados de Radiohead con el batería de Sons of Kemet se ha confirmado en este 2024 como un grupo con entidad propia. Este año The Smile han sacado no uno, sino dos LPs; no obstante, el segundo era ya desde el título, Cutouts (“recortes”), algo de menor peso. En cambio Wall of Eyes, lanzado en el lejano mes de enero, sirvió para demostrar que esta banda ha desarrollado un lenguaje propio. Su sonido es más abstracto y contemplativo que el del álbum anterior, lo cual les permite cocer a fuego lento unas composiciones excelentes. Ya sea sobre la base de unos sintetizadores alienígenas en “Teleharmonic”, de un piano mortecino en “You Know Me!”, o mediante esa peculiar producción que hace que todos los instrumentos parezcan sampleados en “I Quit”, estos tres nos llevan exactamente por donde quieren con paciencia, pero siempre de forma cautivadora. Tampoco han renunciado a usar guitarras eléctricas afiladas de inspiración post punk, como en “Read the Room” o “Under Our Pillows”. E incluso se asoman al jazz del que proviene el batería Tom Skinner en la estupenda “Friend of a Friend”, con su magnífico riff de bajo, el piano sincopado y esos arreglos de viento. Dicho sea de paso, Skinner demuestra su valía a lo largo de todo el álbum, extrayendo de su instrumento ritmos y timbres sorprendentes y siempre perfectos para las canciones. Y por último, el grupo consigue incluso crear una canción a la altura de cualquiera de la discografía de Radiohead, como es “Bending Hectic”. Ya no quedan dudas: The Smile tienen futuro, y eso es algo a celebrar.
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16. Le Parody – Remedios
Después de coronarse con Porvenir (2019), uno de los discos esenciales de la música española de la última década, Sole Parody se ha tomado su tiempo para lanzar un nuevo álbum, entre otras razones porque ha sido madre. Pese a todo, habíamos tenido noticias suyas; pero el peculiar EP Trilla (2022) y sus singles de techno como Horma se sentían como pequeños excursos mientras se cocinaba algo más grande. Finalmente nos ha llegado Remedios, un LP breve pero redondo, completo, que sigue explorando el cruce de las músicas populares y la electrónica, esta vez incorporando más instrumentación orgánica como trompetas y tambores, que remiten a las verbenas de los pueblos. Compuesto aprovechando las siestas de su bebé, el disco empezó por las letras, que se preguntan por cómo será la vida en un mundo distópico, un mundo que quizás sea ya el nuestro. Así, los singles “Se clavan” y “Virtudes” presentan profundas y poéticas reflexiones sobre lo relativo e inasible de estos tiempos (“no tomo por virtudes lo sólido y lo estable”; “pero si miro patrás/lo que creía saber/se enreda y desaparece”). Otros cortes, como “Un remedio” o “Blacaut”, hablan sobre la fiesta y el disfrute a pesar de todo lo malo, y esta última comparte con “Cántese por cantar” la exaltación del inicio del amor y el vértigo por su impermanencia (“Qué bonito al principio/qué fácil qué suave/cuando se va gastando/qué difícil dejar que se acabe”). Así, y en concordancia con la decisión de ser madre o padre hoy en día, el disco se enfrenta a todos los desastres de nuestra época y responde, a pesar de todo, con una risa desafiante, un zapateao alegre y un guiño de esperanza.
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15. JPEGMAFIA – I LAY DOWN MY LIFE FOR YOU
Después de ese éxito brutal que fue su disco colaborativo con Danny Brown el año pasado, ¿qué podía hacer nuestro rapero y productor experimental de confianza? Pues está claro: subir aún más los decibelios y las ganas de gresca. En su quinto álbum de estudio en solitario, Peggy ajusta cuentas con sus enemigos, ya sean raperos como Drake o Freddie Gibbs o aquellos que él considera haters, como quienes lo han criticado por colaborar con Kanye West. Para ello, en temas como “SIN MIEDO”, “vulgar display of power” o “i scream this in the mirror before i interact with anyone” incorpora guitarras eléctricas distorsionadas y baterías atronadoras que le dan a la música la agresividad del metal o el hardcore. Al mismo tiempo, también sigue explorando el lado más sensible de su música, con base en samples de R&B, como en “either on or off the drugs”, “I'll Be Right There” o la final “i recovered from this”, quizás el tema más introspectivo y vulnerable de su carrera. Y además nos deja temas colaborativos de altura, como “New Black History” con Vince Staples o “JPEGULTRA!” con Denzel Curry. En fin, estamos ante otro disco más que notable por parte de uno de los artistas esenciales del hip hop contemporáneo, en el que tanto las letras (“I pledge allegiance to my ni***s, my hoes, my bitches and me”, sentencia en la monumental “Exmilitary”) como la dedicatoria del álbum (“this album is for me”, dice la escueta nota de prensa) demuestran que, ante la duda, Peggy siempre va a apostar por sí mismo.
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14. Ugly – Twice Around the Sun
El renacer del rock en esta década, en especial en Reino Unido, ha proseguido en 2024. Dentro de esta ola de art rock con distintas declinaciones, el disco que más me ha atrapado este año ha sido el de Ugly. Pese a ser etiquetado como un EP, sus 36 minutos lo convierten, para mí, en un proyecto de la misma envergadura que los LPs aquí listados, y de hecho es sin duda uno de los discos que más he escuchado y disfrutado. Con su combinación de melodías corales de folk pastoral y estructuras progresivas, Twice Around the Sun trae la influencia de grupos como Fleet Foxes, Grizzly Bear o Dirty Projectors a este nuevo contexto influido por la energía del post-punk y el afán rupturista del post-rock, y consigue satisfacer tanto a quienes buscan la gratificación instantánea del pop como a quienes esperan giros más experimentales. Cortes tan inmediatos y juguetones como “Sha” conviven con canciones largas, llenas de cambios de ritmo y registro, como “The Wheel”, “Icy Windy Sky” o “I'm Happy You're Here”. En un punto medio se encuentra “Shepherd's Carol”, quizás la más bella de todo el tracklist, que juega con texturas diversas, pero brilla especialmente por la melodía de su maravilloso estribillo. Y las letras, aunque en general juegan a enlazar sonidos y palabras rimbombantes sin preocuparse en exceso por su significado, contienen versos de la calidad de “have the times become your only friend?” o “failure falls to fault, simple saves the soul”. Si esto ha sido solo un EP, no puedo esperar a ver qué harán estos seis en un álbum propiamente dicho.
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13. Xiu Xiu – 13” Frank Beltrame Italian Stiletto with Bison Horn Grips
Después de más de dos décadas de carrera, cabría esperar que cualquier grupo bajase el ritmo de producción y el nivel de calidad de la misma. Pero Xiu Xiu no es cualquier grupo. Los californianos se han hecho un nombre por su capacidad para retorcer el pop hasta llevarlo a sus formas más experimentales, ruidosas y violentas. Sin embargo, en comparación con buena parte de su discografía reciente, casi se podría decir que las canciones de su decimocuarto álbum de estudio resultan accesibles. Canciones como “Veneficium”, “T.D.F.T.W.” y “Maestro One Chord” siguen la estela de ese monumental single que es “Common Loon”: sobre una base de rock sencilla y reconocible, se van acumulando capas y más capas de distorsión, ruido e instrumentos varios, que llevan la canción a un extremo casi psicodélico. Pero hay más: “Sleep Blvd.” pasa de unas estrofas calmadas, solo voz y una guitarra tensa, a una explosión de electropop bailable y sucio en el estribillo; “Piña, Coconut & Cherry” tira de unos sintes espeluznantes para narrar una terrorífica historia de desamor y obsesión; “Arp Omni” consigue que se te salten las lágrimas con sus arreglos de cuerda y su desgarradora letra (“I have done almost nothing right/My entire adult life/But having dared to touch the fire with you/Breaks the chain of my being nothing too”). Y es que lo que todas las canciones tienen en común es el excelente trabajo vocal de Jamie Stewart, capaz de emocionar por igual con susurros y con gritos. Otro triunfo en la discografía de una banda que ya es leyenda.
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12. SLIFT – ILION
Los franceses SLIFT empezaron su carrera a mediados de la década pasada ubicados en el rock psicodélico garajero, pero con el paso de los años y de los discos han ido endureciendo su sonido y creciendo en sus ambiciones conceptuales y compositivas. Ese proceso ha culminado en ILION, un mastodonte de álbum de ocho cortes y hora y veinte de duración, con muchos temas que se van por encima de los diez minutos. Estas dimensiones épicas van de la mano de la historia que cuenta el álbum: las letras, inspiradas en la Iliada de Homero, hablan sobre un viaje espacial en busca de la inmortalidad, que desde el principio está destinado al fracaso. Sin embargo, en realidad esto es lo de menos. Lo que atrapa de ILION es la forma en que Jean Fossat (guitarra), Rémi Fossat (bajo) y Canek Flores (batería) construyen estas canciones, con una mezcla perfecta de precisión compositiva y dinamismo instrumental, de tal modo que, pese a su extensión, no aburren ni un solo instante. De hecho, a veces uno se pregunta cómo es posible que solo tres instrumentos generen tantísimo ruido y llenen tantísimo espacio; más aún en sus arrolladores directos. Así, ya sea con pasajes de hipnótica psicodelia, con momentos de una contundencia propia del stoner metal, o con requiebros compositivos característicos del rock progresivo, SLIFT nos fascinan en todo momento y hacen que el exigente viaje que nos proponen merezca la pena. Cómo no embarcarse en él una y otra vez, si es con estos tres.
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11. Charli XCX – BRAT
Si ha habido un disco-evento este año, ese ha sido BRAT. El lanzamiento del sexto álbum de estudio de Charli XCX ha sido una auténtica masterclass de branding, creando un fenómeno cultural de proporciones titánicas que ha ido mucho más allá de la música, hasta el punto de que su título ha pasado condensar toda una estética y hasta una filosofía. Además, los sucesivos lanzamientos de la versión deluxe y el disco de remixes han prolongado su completa dominación del Zeitgeist más allá del final de ese “brat summer” y hasta la llegada del invierno. Eso sí, nada de eso habría importado si no hubiese sido por la altísima calidad del disco en sí. Se trata seguramente del trabajo más coherente y uniforme de su carrera, con su electropop bailable y futurista como hilo común. Al mismo tiempo, Charli muestra más caras de sí misma que nunca: en BRAT, la británica es una fiestera irredenta, y lo muestra en temazos como “360”, “Club classics”, “Von dutch” o “365”, pero también es una mujer con inseguridades respecto a su carrera (“Rewind”, “I might say something stupid”), respecto a otras mujeres y artistas (“Sympathy is a knife”, “Girl, so confusing”), respecto a sus amistades (“So I”), respecto a sus deseos de ser madre (“I think about it all the time”). Y además de todo ello, también muestra estar enamorada hasta las trancas en canciones tan eufóricas como “Talk talk” o “Everything is romantic”. Lo importante es que, ya sea al mostrarse vulnerable o al presentar un personaje mitificado, Charli destila carisma en todo momento y tiene grandes estribillos para dar y regalar. Larga vida a BRAT.