Los mejores discos de 2020. Parte II: 10-1
Aquí está al fin: mi top 10 de discos de 2020. He disfrutado muchísimo de todos estos discos, de escucharlos, de analizarlos y de compartirlos. Por eso, como pequeño regalo de Reyes, hemos creado una lista de Spotify con una canción de cada disco de la lista, por si queréis seguir disfrutando esta música con nosotros. En 2021, más.
10. Source – Nubya Garcia
La escena del jazz londinense sigue produciendo discazo tras discazo. Este año le ha tocado el turno a Nubya Garcia. La saxofonista se ha rodeado de una banda estelar, en la que destaca el teclista Joe Armon Jones, para desarrollar sus fantásticas composiciones en tantas direcciones como ha podido. El elemento que unifica las múltiples influencias del disco es su origen: la cumbia de “La cumbia me está llamando”, el dub reggae de “Source”, el soul de “The Message Continues” o los sonidos cubanos de “Before Us: In Demerara & Caura” beben todos del mismo río que nos dio el jazz, el de la diáspora africana. La apertura a tantos sonidos hace que la música de este álbum se sienta viva. Para colmo, Garcia une a su gran talento compositivo, demostrado en ganchos melódicos como el de “Pace”, una envidiable habilidad como solista. Si alguien aún se pregunta cuál puede ser el camino para el jazz en el siglo XXI, aquí encontrará una buena respuesta.
9. Lilith – Maria Rodés
Maria Rodés no quiere echarse flores, pero es justo señalarla como pionera de la tendencia reciente del pop español a buscar inspiración en nuestro folclore. Vuelve a hacerlo, mirando también a Latinoamérica, en Lilith, este breve pero bellísimo LP conceptual sobre la figura de la bruja en Occidente. La catalana canta sobre pactos con el diablo, sobre mujeres poderosas y libres traicionadas por el Maligno, sobre amores, desamores y soledades. Todo ello sobre instrumentales diversos, pero siempre exquisitos. La desnudez de “Recuerdos de Ypacaraí” contrasta con la oscura “Les bruixes tornen”. La rítmica y sutilmente erótica “Seguramente fui yo” destaca frente a la limpia y falsamente naíf “Pelo rojo”. Lo que todas estas canciones tienen en común es que explotan al máximo la expresiva y cristalina voz de Maria, que se muestra aquí versátil y poderosa. Una maravilla de disco cargado de canciones que escuchar una y otra vez.
8. For You – India Jordan
Nominalmente será un EP, pero For You ha sido para mí uno de los discos esenciales de 2020. En un año especialmente difícil para la música electrónica, tan dependiente de algo que se ha vuelto un imposible en el mundo post-COVID como es la pista de baile, India Jordan nos ha regalado un trabajo que ha resultado ser un excelente acompañamiento para los altibajos emocionales que hemos padecido. En cierto modo, este era el álbum perfecto para el confinamiento. Las dos primeras canciones presentan un eufórico filter house con el que olvidarnos de la situación y de nuestros problemas y bailar en nuestro salón. Las siguientes tres, especialmente “Emotional Melodical” y “Westbourne Avenue”, rebajan los beats por minuto y reflejan emociones más sombrías, perfectas para guiarnos por los momentos más difíciles e introspectivos, hasta llegar a ese cierre, “Dear Nan King”, que nos deja con el buen sabor de boca que acompaña a la redención. Y lo mejor es que en cuanto termina lo puedes volver a poner y hacer otra vez el viaje completo.
7. Lianne La Havas – Lianne La Havas
Algunos discos solo necesitan unos compases para transportarte a su universo emocional. Es el caso de este LP: apenas suenan esos acordes de piano al unísono con la batería y el bajo en “Bittersweet”, antes incluso de que la guitarra y la voz de Lianne La Havas empiecen a acariciar mis oídos, ya se me eriza el vello y me preparo para lo que viene. Qué gusto acompañar a la londinense en esta versión musicalizada del recorrido emocional de su última relación, desde el sensual estallido de la atracción en “Read My Mind” hasta el renacer de las cenizas que narra “Sour Flower”. Por el camino, sufrimos con ella la imposibilidad de alejarnos de quien nos hace mal en “Can't Fight”, rogamos a la otra persona que se abra en “Paper Thin” y nos hartamos al fin en “Seven Times”. En todo momento la voz de La Havas resulta impresionante, mientras su banda demuestra la química que tiene tocando en vivo. Quien necesite pruebas solo tiene que escuchar su alucinante versión de “Weird Fishes”, de Radiohead: a esta mujer se le cae el talento de las manos.
6. RTJ4 – Run The Jewels
Llegados a su cuarto disco, no habría sido extraño que el nivel de este dúo bajase. Ha sucedido lo contrario: RTJ4 es mejor que la tercera entrega, y encima el contexto ha ayudado a que se convierta en uno de los discos definitorios del año. Lanzado en junio, en mitad de la mayor ola de protestas en la historia de EE.UU., este álbum se convirtió en la banda sonora perfecta para ese momento. Su mensaje contra la violencia policial y estatal, contra el racismo y contra el capitalismo, presentado a través de sus carismáticos alter ego Yankee & The Brave, encajó a la perfección con el movimiento #BlackLivesMatter. En ese ambiente, los sucios y poderosos beats de El-P han tenido aún más resonancia. Por supuesto, líricamente tanto el neoyorquino como Killer Mike siguen siendo dos de las voces más potentes de la escena; pero además todos los invitados brillan, desde 2 Chainz hasta Pharrell Williams, pasando por una leyenda como Mavis Staples. Para rematar, el disco termina con el dramatismo de “a few words for the firing squad (radiation)”, donde ambos le dedican un sentido “fuck you too” a un imaginario pelotón de fusilamiento. Porque Run The Jewels son los héroes musicales que necesitábamos, y desde luego han cumplido.
5. Set My Heart On Fire Immediately – Perfume Genius
Mike Hadreas ha perfeccionado el arte de abrirse en canal. Porque él sabe perfectamente que no vale con expresar tus emociones a diestro y siniestro, con cantar a pleno pulmón las propias penas o miserias. No, lo que distingue al verdadero maestro en esto de la canción confesional es saber cuándo gritar y cuándo susurrar, cuándo acompañarse de lujosos arreglos y cuándo ser austero, cuándo hablar en primera persona y cuándo hablar a través de personajes que, sin embargo, cuentan tu historia, mi historia, la de todo el mundo. Incluso, cuándo alterar tu voz hasta que casi no sea reconocible, porque esa voz tan grave de “Leave” también es una ventana a su alma. El estadounidense sabe, ante todo, que lo más importante al mirar hacia adentro no es buscar lo que te hace único: es buscar lo que te asemeja a los demás. Que encima sea capaz de darnos temazos tan adictivos como “On the Floor” y “Describe” lo convierte en uno de los mejores artistas de nuestros tiempos.
4. Punisher – Phoebe Bridgers
Hay algo milagroso en este disco, algo difícil de explicar. Todos los ingredientes están ahí, desde luego. Están esas cuidadas pero espontáneas letras que hablan sobre sueños, giras, relaciones tóxicas, su obsesión con Elliott Smith, su afición a ir a tiendas de madrugada sin intención de comprar nada, su deseo de ser abducida por aliens o el mismísimo fin del mundo. Está esa producción tan rica e inteligente, que transforma la devastadora “Kyoto” en un himno de indie rock guitarrero, arreglos de viento incluidos; pero que también da a “Graceland Too” ese tono rústico en el que brillan las armonías con sus compañeras de boygenius. Y está ese final épico con “I Know The End”, que enlaza además con la primera canción, con lo que podemos escuchar el disco en bucle. Pero la magia de este álbum transciende esos elementos. Está en el vértigo y la ternura y la esperanza que captura ese final de “Garden Song”: “No, I'm not afraid of hard work: I get everything I want, I have everything I wanted”. Amén, Phoebe, amén.
3. oɹɹɐzıqɹoɯɐǝpolnƃuɐıɹʇ – Triángulo de Amor Bizarro
En algún momento los superlativos se quedaron cortos para hablar de este grupo. Cabía pensar que, después de rozar la perfección en Salve Discordia, los gallegos dieran un pasito atrás. Nada más lejos de la realidad. oɹɹɐzıqɹoɯɐǝpolnƃuɐıɹʇ es otra obra maestra que sumar a su repertorio. Llegado nada más empezar el confinamiento, este bombazo nos consoló, desde luego, pero también nos hizo echar de menos los conciertos más que nunca. En su quinto álbum han equilibrado, como siempre, las baladas (“ASMR para ti”, “Cura mi corazón”) con los hitazos pop (“Vigilantes del espejo”, “Acosadores”) y los trallazos punkarras (“Ruptura”, “Canción de la fama”). Esta vez, además, han sumado varias canciones que empiezan calmadas y crecen hasta un clímax épico, como la electrónica “Fukushima” o “No eres tú”. Y como remate, dan la sensación de tener más confianza en sí mismos que nunca como músicos y como cantantes (en especial lo de la voz de Isa es tremendo). En resumen: Triángulo de Amor Bizarro han hecho pleno, cinco discazos de cinco, y se confirman como el mejor grupo de pop de España. Que vengan muchos más.
2. Farsa (género imposible) – Sílvia Pérez Cruz
Nadie dudaba de que Sílvia Pérez Cruz es una de las cantantes más talentosas de su generación, con una capacidad aparentemente sobrenatural para emocionar a través de su voz. Pero lo que ha demostrado con Farsa (género imposible) es que es una artista completa, capaz de componer, de escribir, de interpretar y versionar y de colaborar con otros creadores, sean músicos o se dediquen a otras disciplinas artísticas. La versatilidad de la catalana se refleja aquí en su máxima expresión. Joyas melódicas como “Plumita” o “Mañana” conviven con experimentos tan interesantes como “Fatherless”, donde adapta un poema de Sylvia Plath, o “Ensumo l'Abril”, donde dialoga con Lluís Homar. El “Tango de la Vía Láctea” engancha tanto como el son cubano de “Estimat”. Sea en canciones producidas de forma austera, interpretadas solo con percusión, como “Pena salada” o “Intemperie”, o cuando opta por preciosas orquestaciones como la de “Todas las madres del mundo”, Sílvia brilla y desarma. Incluso la oscuridad de algunos temas se nos olvida con esa simpática coda, “Futuras madres del mundo”, en la que un coro de niñas despide el disco cantando “chimpón, ¡macarrón!”. Lo que más apetece cuando este álbum se acaba es volver a pulsar el play.
1. Fetch the Bolt Cutters – Fiona Apple
Este año ha sido el más extraño de nuestras vidas. Inesperada y violentamente nos hemos visto distanciados de nuestros seres queridos, aislados en nuestros hogares, la realidad de pronto suspendida. Y entonces, cuando estábamos en medio de un confinamiento brutal, nos llegó esta maravilla sonora grabada en casa. Cuando echábamos de menos a nuestra gente, nos llegaron estas canciones obsesionadas con la conexión humana. Cuando no sabíamos qué iba a ser de nosotros el día de mañana y nos consumía la angustia, nos llegó esta obra maestra cargada de esperanza, rabia y humor. Fiona Apple siempre había sido una outsider; ¿cuándo, si no en este 2020 que ha puesto el mundo patas arriba, iba a lanzar el indiscutible disco del año? Un trabajo que parece constantemente que va a estallar por sus costuras, como si la energía de Fiona traspasara la grabación y nos impactara directamente. Por momentos parece que las composiciones se van a deshacer: el final de “I Want You to Love Me”, los furiosos pasajes instrumentales de “Shameika”, los últimos compases de “Relay”, las transiciones de “For Her” o la despedida de “On I Go” son momentos de caos (relativamente) controlado. Como si Fiona quisiera decirnos algo muy importante pero tuviera miedo de no poder terminar de decirlo, empezara a acelerarse, se trabara... pero aun así el mensaje nos llegara. Nos llega en las letras, que pugnan por una liberación personal y política. Nos llega en la música, visceral y desnuda, compleja y elemental. Sobre todo, nos llega en la forma en que se ha hecho el disco: compuesto y grabado por Fiona y un grupo de amigos a lo largo de años, a fuego lento, escuchando sus instintos. Esa complicidad, esa escucha, ese afán de crear, comunicar y compartir – en resumen, estar juntos: eso es lo verdaderamente importante.