En Honor, Memoria y Justicia de José Alganza Granizo
Obviamos las primeras palabras de agradecimiento de la autora a los organizadores del acto en Memoria de las víctimas del Golpe de Estado contra la II República de 1936 y de la dictadura franquista y, en particular, a la Asociación Granadina Para la Recuperación de la Memoria Histórica y a su presidente, Rafael Gil Bracero, por invitarle a participar en representación de los familiares.
Recuperamos este testimonio para honrar la memoria de los familiares de Minerva Alganza Roldán. Incluimos, por su impoprtancia, las reflexiones finales. Para que nunca se olvide; para que nunca se repita.
Esta es la semblanza de tres hombre buenos, con ideales, esperanzas..., asesinados por el fascismo, que dejaron tres viudas y 8 huérfanos desamparados./IG
Es para mí un gran honor tomar la palabra en este lugar sagrado y por una causa, para mí sagrada, en su sentido laico y a la vez, más profundo y genuino, de dignos del mayor respeto y que deben ser preservado de cualquier ofensa.
El espacio donde hoy nos encontramos es un Santuario de la Memoria, delimitado por un Monumento de muerte, la Tapia donde fueron fusilados miles de hombres y mujeres, cuyos cimientos empapó la sangre y que conserva las huellas de las armas de sus asesinos, y, desde el pasado año, por un Memorial con los nombres de las víctimas, que las saca de la nebulosa del anonimato y del olvido, y nos invita a rememorar sus vidas. Pues bien, en este lugar de la Memoria pública y común, voy a compartir retazos de la memoria de la vida y la muerte de tres nombres del Memorial, miembros de mi familia que pagaron con sus vidas su apuesta por una sociedad igualitaria, más justa y más libre.
El 4 de agosto de 1936, sobre las 4 de la tarde, un coche se paró en lo alto de la Cuesta del Chapiz y despertó a Sebastián Arganza de la siesta. Le dijo a su mujer: ya vienen a por mí
Sebastián Arganza Puertas, mi tío bisabuelo, nació en el Albaicín en una familia humilde, pero gracias a su trabajo e inteligencia para los negocios, adquirió diversas propiedades e inmuebles, cuyas rentas le permitieron disfrutar de una situación económica desahogada,. No por ello renegó de orígenes: quienes lo conocieron lo definen como una persona generosa y humanitaria, que no solo ayudó a su familia, en especial a su madre y varios sobrinos huérfanos, sino que siempre estuvo dispuesto a socorrer desinteresadamente a los vecinos cuando no tenían ni para comer o iban a ser desahuciados. Era simpatizante socialista, amigo de Wenceslao Guerrero, concejal por el PSOE, y de los Alcántara, conocidos sindicalistas del Albaicín. Su hija Pepa, recordaba emocionada cuando, siendo muy pequeña, lo acompañó al mitin en la plaza de toros de Fernando de los Ríos y a la manifestación cívica que acompañó desde la estación del tren hasta el Albaicín a los presos políticos amnistiados en febrero de 1936, tras la victoria electoral del Frente Popular. Entre ellos, estaba el primo Gabriel Gallegos Arganza, miembro de la FAI, que caería abatido por la Guardia Civil cerca de Güeéjar Sierra.
La hija de Sebastián Arganza recordaba cómo al llegar al barrio, las mujeres sacaban las sabanas blancas y las colchas a los balcones, gritando ¡Viva la República!… Y también, cómo el 23 de julio de ese año, de nuevo se colgaron sábanas blancas en las ventanas y balcones del barrio, esta vez, en señal de rendición incondicional de quienes habían intentado defender la República, haciendo frente con piedras y escopetas de perdigones a la artillería y la aviación de los sublevados.
El 4 de agosto de 1936, sobre las 4 de la tarde, un coche se paró en lo alto de la Cuesta del Chapiz y despertó a Sebastián Arganza de la siesta. Le dijo a su mujer: ya vienen a por mí.
Efectivamente, en la casa un grupo de hombres armados con pistolas, algunos con la camisa azul de Falange, otros, conocidos integrantes de las llamadas “Escuadras negras”. Mi familiar fue ingresado en prisión y aunque su mujer intentó mover a familiares y conocidos de derechas, se le cerraron todas las puertas.
La hija, ante la imposibilidad de identificar a su padre, los sepultó a todos en un nicho de su propiedad, porque, decía, eran hermanos de muerte
Fue fusilado en esta tapia el día 22 de septiembre de 1936. La sirvienta del capitán que dirigió el pelotón, de fusilamiento le contó a la viuda que tuvieron que atarlo porque se resistía y proclamaba su inocencia. Fue enterrado en una fosa, junto a otras dos personas. Cuando en la década de 1960 se abrió la fosa había tres cadáveres de varones, ametrallados por la zona de la cintura y con el cráneo destrozado por el tiro de gracia.
La hija, ante la imposibilidad de identificar a su padre, los sepultó a todos en un nicho de su propiedad, porque, decía, eran hermanos de muerte.
El sobrino mayor de Sebastián era mi abuelo, José Alganza Granizo, también albaicinero. Durante el poco tiempo que asistió a la escuela, demostró no solo gran inteligencia, sino dotes artísticas. Pero la pobreza de su familia le obligó a trabajar desde niño, en la Fábrica de Cerámica de Fajalauza, donde llegaría a ser oficial de pintura.
Aficionado al flamenco, anticlerical y libertario, tuvo una participación muy activa en los paros y huelgas de su empresa para exigir mejoras en las condiciones de trabajo, en particular, de los niños aprendices.
Siempre estaba dispuesto a secundar las movilizaciones sindicales y muchas veces fue el portavoz de sus compañeros frente a los patrones. Como represalia, cuenta mi tía Pepa, su hija, también era de los primeros que mandaban al paro y por tanto a la familia le tocaba ayunar.
Sobre la 1 de la madrugada del 13 de noviembre de 1936 llamaron a la puerta del primer piso de una casa de vecinos de la Placeta del Salvador, donde dormían mis abuelos y sus cuatro hijos. Al abrir, entraron cuatro individuos armados con metralletas y con el uniforme de la Guardia Civil, mientras otros permanecían en la escalera de la casa.
Sacaron a mi abuelo de la cama y se lo llevaron a medio vestir. Poco después se oyó arrancar un camión. Al amanecer, mi abuela fue a buscar a su suegra y su cuñada y las encontró llorando. Ella pensó que ya se habían enterado del arresto de mi abuelo, pero entonces supo que esa misma noche también se habían llevado al marido de su cuñada, Juan de Dios Carpintero Talavera.
Es el tercer nombre de familiares míos que figura en el Memorial, y era un humilde hojalatero ambulante con tres hijos, la última, una niña de pecho.
Las mujeres de mi familia recorrieron ese día y los siguientes el Gobierno Civil, la Comisaría y la Cárcel buscando noticias de ellos, pero en ningún lugar constaban datos sobre su detención. De madrugada, como otras muchas mujeres, iban a la puerta de la Cárcel, por si los veían en alguno de los camiones llevaban a los detenidos para fusilarlos en esta tapia.
Finalmente, alguien avisó a mi abuela de que habían vistos a su marido y al cuñado, muertos en una cuneta de la carretera de Armilla. Mi abuelo estaba tendido boca arriba, con los ojos abiertos y los brazos extendidos. Al parecer, los dos fueron echados en una fosa para los fusilados abierta cerca del antiguo osario, fosa sobre la que luego se colocaron tumbas de personas fallecidas por muerte natural, con lo que se esfumó la última esperanza de mi familia de lograr recuperar los restos y darles una sepultura digna.
Estos son los nombres de tres hombres que tenían proyectos de vida, ideales y esperanzas, madres y hermanos, que dejaron tres viudas y 8 huérfanos desamparados…
Todos ellos, los vivos, fueron condenados a llorar en silencio, a no vestir luto, a bajar la cabeza por ser “rojos”, a que se les incautasen sus bienes, a que se les negase el trabajo, al hambre y a todo tipo de privaciones
Todos ellos, los vivos, fueron condenados a llorar en silencio, a no vestir luto, a bajar la cabeza por ser “rojos”, a que se les incautasen sus bienes, a que se les negase el trabajo, al hambre y a todo tipo de privaciones.
Esta es la pequeña memoria, conservada por la familia y que me transmitieron sus hijas, de las vidas y las muertes de tres víctimas de un genocidio perpetrado por razones ideológicas y de clase, de un crimen de Lesa Humanidad.
A nosotras y nosotros, los que nos hemos reunido hoy aquí, nos corresponde seguir empeñándonos, cada cual en la medida de su responsabilidad y sus posibilidades, para que se les haga Justicia.
Conste que conozco perfectamente lo difícil que ha sido recorrer el camino simbólico que separa la Tapia del crimen del Memorial con los nombres, y que se ha logrado gracias al esfuerzo de familiares, asociaciones memorialistas y muchas y muchos ciudadanos ausentes o presentes hoy aquí.
Pero ya va siendo hora de dar un paso más largo, de derogar la Ley de Amnistía, acabando con la impunidad a los criminales del Golpe de Estado de 1936, de torturadores y asesinos de la Dictadura y de la Transición, de tipificar el delito de apología del fascismo y el genocidio….
Pero sobre todo, cada uno de los presentes, y la sociedad toda, debemos comprometernos en nuestro día a día con la defensa de los ideales por los que centenares de miles de compatriotas perdieron la vida y la libertad. Hay que plantar cara a esa Bestia de mil rostros que es el fascismo; hay que comprometerse sin tibiezas en todo tiempo y lugar con los Derechos Humanos. Y hacerlo, en mi opinión, será el mejor y más imperecedero monumento a la Memoria de las víctimas
- José Becerril Madueño, defensor de una avanzada educación pública de calidad, al servicio de Baza
- Pedro Domínguez Mazo, el escultor bilbaíno fusilado en Víznar
- Ángel Matarán y Justa de Vicente, maestros de la República
- Diana y Libertad, las mujeres que se vieron obligadas a cambiar de nombre por la represión franquista
- Las Tres Rosas de Chimeneas
- Menoyo Baños, semblanza del ingeniero militar comprometido con la República
- Últimas horas de Federico en el Gobierno Civil, lugar de violencia, terror y represión
- Dióscoro Galindo, el maestro cojo fusilado junto a Federico García Lorca
- La anhelada reparación para los catorce de Pinos Genil
- Constantino Ruiz Carnero
- La búsqueda de Rosalía
- Eufrasio Martínez, el periodista que cambió la pluma por el fusil para defender la legalidad de la República
- Los hermanos Quero, iconos de la lucha contra el Régimen
- Rosario Bustos Prados, memoria de La Desbandá
- Los nietos de guerrilleros de la Alpujarra se movilizan para hallar sus cuerpos y dignificar su memoria
- Cúllar desentierra la memoria de sus represaliados
- Agustín Gómez Bonilla, el carpintero de El Fargue
Para que nunca se olvide. Para que nunca se repita.
En colaboración con y las asociaciones memorialistas de la provincia de Granada.