El abuelo estaba bajo el almendro
La tierra que cubrió la fosa a la que arrojaron el cuerpo sin vida de Francisco Pérez Fernández, 'El Toro', y a los otros dos vecinos que fueron fusilados junto a él, un humilde trabajador del campo de Moclín con cuatro hijos, nunca fue arada. Sobre esa fosa, en una era de Puerto Lope, se sembró un almendro que creció y floreció durante 78 años. Los mismos que pasaron hasta que su nieto Francisco Gálvez Pérez pudo recuperar sus restos para rendirle después el merecido homenaje y darle una digna sepultura.
Francisco Gálvez Pérez, nacido en Colomera y criado en Cataluña, la tierra a la que emigró su familia, siempre escuchó decir en su casa: "Tu abuelo está ahí, debajo del almendro". Él, que perdió a su madre cuando solo tenía ocho años, se propuso que un día buscaría a su abuelo. Y lo hizo. Fue en un momento duro, en plena crisis y en desempleo, cuando ya en vigor la Ley de Memoria Histórica impulsada por el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, se decidió a hacerlo.
En 2014 llegó la apertura de la fosa. La inhumación, años más tarde, en 2017
No fue una tarea fácil, como recuerda Francisco Gálvez Pérez en una conversación con El Independiente de Granada. Para hacer realidad su empeño recurrió a la historiadora Maribel Brenes, al arqueólogo Andrés Fernández, que formó parte del equipo encargado de las exhumaciones en el cementerio malagueño de San Rafael, y Cristóbal Alcántara. El permiso -que llegó al segundo intento-, la investigación en los archivos militares, la localización de la fosa...Y, por fin, la apertura en 2014. La inhumación de los restos llegaría tres años después, una vez completados los estudios de ADN y antropológicos. Lo explica el nieto de 'El Toro', que no olvida "las facilidades" del Ayuntamiento de los Pueblos de Moclín, y que menciona también, agradecido, al anterior Gobierno andaluz. "No tengo queja de nadie. Todo el mundo se portó muy bien", resume.
Francisco Pérez Fernández, 'El Toro', había ido a buscar leña. Le estaban esperando en la puerta de su casa, según los testimonios que reunió su nieto de vecinos del pueblo, ahora ya fallecidos. Allí lo detuvieron.
"Mi abuela les pidió que esperaran, que iba a darle una chaqueta para que se cubriera. 'No se preocupe, a donde va no la va a necesitar', le respondieron", recuerda su nieto.
Era el 4 de octubre de 1936. 'El Toro', apodo con el que se le conocía por ser un hombre corpulento, no fue el único detenido. Junto a él se llevaron a más vecinos. Los trasladaron a Puerto Lope. Al día siguiente, el cinco de octubre a las cinco de la mañana, tres fueron fusilaron en una era. Habían cavado una zanja y enterraron allí los cuerpos.
Aquella fosa se cubrió. Sobre ella, seguramente en secreto, se plantó un almendro y la tierra se aró a su alrededor.
La del almendro no es la única fosa localizada en Puerto Lope. Hubo varias sacas. La historiadora Maribel Brenes explica a El Independiente de Granada que otra fosa era conocida como 'la almazara', porque eso fue lo que se construyó sobre ese terreno. Los restos que yacían en la fosa de 'la almazara' se sacaron en su día -"de aquella manera"- y se llevaron en una caja al cementerio.
Como en tantos otros pueblos, nadie se esperaba que ocurriera aquello. Estaban en guerra, sí. Pero quién podía imaginar que llegarían las fuerzas sublevadas y meterían a hombres y mujeres en un camión para ejecutarlos. Como hicieron con una mujer recién parida, con un bebé de pocos meses. Muchos de ellos, sin ni siquiera el juicio sumarísimo en el que resultaron condenados otros miles. Con "la agonía" para sus familiares, sin saber a qué lugar los conducían.
Francisco Pérez Fernández no tenía militancia política. Pertenecía a una Sociedad de Trabajadores del Campo
'El Toro' no tenía militancia política. Sí perteneció a una Sociedad de Trabajadores del Campo. Ese dato, que apunta su nieto, era una situación habitual. "Para trabajar había que estar sindicado", precisa Maribel Brenes que hace hincapié en que ningún vecino del pueblo participó el revuelta alguna. Quienes incautaron casas ni siquiera eran del pueblo, eran carabineros procedentes de Alcalá la Real y Cartagena. Con la llegada de esos milicianos, "incluso la gente del pueblo protegió al cura". Pero nada de eso se tuvo en cuenta cuando los golpistas llegaron al pueblo, agrega.
En febrero de 2014, con la investigación completada y el permiso para la delimitación y localización, llegó el trabajo en el terreno. Bajo el almendro, como Francisco Gálvez había escuchado desde niño, se encontraron tres cuerpos. Fue entonces cuando se dio aviso a la Guardia Civil y al Juzgado. De nuevo, otra espera. El tiempo corre en contra de la memoria. En esos meses de espera murió el hijo de otro de los fusilados.
Los restos quedaron protegidos. Pero el terreno, como recuerda Brenes, rezumaba agua y mojaba los restos -que quedaron protegidos a la espera de su retirada-, deteriorándolos. Finalmente, en noviembre llegó la esperada exhumación.
"Yo sabía lo que íbamos a encontrar, pero me quedé sin habla. Porque pensaba todo lo habrían pasado mi madre y su familia, sin poder llevar unas flores. Pensaba en tantas injusticias, en tantos miles y miles aún sin localizar", evoca con emoción el nieto de 'El Toro', que enumera los objetos que se encontraron junto a los tres cuerpos. "Una navajilla", de esas que los hombres del campo utilizan tanto para cortar el pan como una cuerda o quizás una rama, "un monedero con algunas monedas, una hebilla y unos botones".
El último de los tres cuerpos fue exhumado un 9 de noviembre. Quedaron depositados en custodia en el Ayuntamiento.
La prueba de ADN fue determinante en uno de los tres. Se había cotejado con el ADN de su hija. Coincidió al 99 por ciento. En los otros dos casos, incluido 'El Toro', la coincidencia no fue tan elevada porque no había hijos con los que cotejar. Pero como detalla la historiadora Maribel Brenes, los estudios antropológicos, y la información histórica, aportaron más evidencias. Para ello la información de 'las quintas', en las que se tallaba a los jóvenes cumplidos los 18 años, es clave. La estatura, posibles lesiones...
Francisco Gálvez, durante la exhumación.
Los restos del vecino identificado con el ADN fueron trasladados a Pinos Puente, su pueblo, donde fue enterrado. Los otros dos quedaron en el Cementerio de Moclín, donde una lápida recuerda a los tres: Juan Trujillo Morales, Vicente García Sánchez y Francisco Pérez Fernández -en la lápida, por error, se talló Hernández como segundo apellido-.
"Esto no es abrir heridas, es cerrar las heridas que están abiertas desde hace más de 80 años"
Por fin recibieron una sepultura digna, en un columbario cedido por el Consistorio. Los cuatro hijos de 'El Toro', dos hijas y dos hijos, que habían emigrado a Cataluña, no pudieron vivir ese momento. Ninguno de ellos vio este final. Por ello, ese acto de dignidad y homenaje fue "en honor" a ellos, afirma Francisco Gálvez Pérez. Es contundente cuando responde a la pregunta que él mismo formula: "¿Se ha hecho justicia? No". Porque como destaca, "todavía hay miles en cunetas y tirados en fosas en el campo", como la de su abuelo. Es aún más contundente al señalar: "Esto no es abrir heridas, es cerrar las heridas que están abiertas desde hace más de 80 años. No es revanchismo. Hemos heredado unas heridas y las estamos cerrando".
Las fotos recogidas en este reportaje han sido cedidas por Francisco Gálvez, el nieto de 'El Toro'.
Para que nunca se olvide. Para que nunca se repita.
En colaboración con y las asociaciones memorialistas de la provincia de Granada.
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