Poesía y música contra la intolerancia
Un año más, nos hemos reunido en la Plaza de Bib-Rambla, en una nueva edición de Arde la Memoria, para recordar la quema de libros ordenada por el cardenal Cisneros, hace 520 años. En este encuentro poético-musical, estudiantes de la Universidad de Granada, dirigidos por la profesora Nadia Hindi, han recitado poemas en árabe y castellano para promover la convivencia entre las dos lenguas. Prohibida hace cinco siglos por Cisneros, la lengua árabe ha vuelto a escucharse en la emblemática plaza granadina. Y el músico Kamal Nawawi ha interpretado un emotivo concierto de música andalusí. Es nuestra forma de celebrar la Feria del Libro de Granada y reivindicar una ciudad intercultural.
Recordamos que el cardenal Cisneros decidió imponer en 1499 la fe cristiana en Granada, incumpliendo las capitulaciones que los Reyes Católicos se habían comprometido a respetar “para siempre jamás”. El cardenal ordenó el asalto a la Biblioteca de la Madraza y arrojó más de 5.000 libros a una hoguera en Plaza de Bib Rambla. No conforme con eso, mandó requisar todos los libros que hubiera en casas particulares para arrojarlos igualmente a las llamas. Juan de Vallejo, cronista de Cisneros, lo describe así: “Y para desarraigarlos de su perversa y mala secta, mandó a los alfaquíes tomar todos los coranes y otros libros particulares, hacer grandes fuegos y quemarlos todos”.
'La UGR debería reclamar la recuperación de este patrimonio bibliográfico granadino que ha sido expoliado'
Sin embargo, Vallejo añade: “Se quemaron todos, sin quedar memoria, excepto los libros de medicina y botánica. Su señoría mandó traer 30 o 40 volúmenes, que están hoy puestos en la librería del insigne Colegio y Universidad de Alcalá de Henares”. El cronista se refiere al saqueo que sufrió la Biblioteca de la Madraza, unos 40 libros que Cisneros salvó de la quema para llevárselos. La Universidad de Granada debería reclamar la recuperación de este patrimonio bibliográfico granadino que ha sido expoliado. También se salvaron algunos coranes particulares que sus dueños ocultaron hábilmente, logrando burlar los registros de la Inquisición. Uno de estos coranes apareció en 1996 en la alacena de una casa del Albayzín, donde había permanecido oculto más de cinco siglos. El libro sagrado de los musulmanes fue restaurado por los Padres Escolapios, un gesto de tolerancia y reconciliación, reconocido por Granada Abierta con el Premio Carlos Cano.
La quema de manuscritos continuó luego en la America conquistada con la cruz y la espada. Los frailes españoles llevaron a cabo, con particular delirio, la destrucción de códices que ellos consideraban como “obras del demonio”. Por ejemplo, el bello colorido y los extraños caracteres de los libros autóctonos mayas hicieron pensar que se trataban de objetos que “contenían mentiras del Diablo”.
Y durante el sitio de México, en 1521, los conquistadores destruyeron la capital azteca y un número incalculable de documentos.
Recordamos también que, en 1933, los nazis quemaron miles de libros judíos y comunistas en la Plaza de la Ópera de Berlín y, seis años después, en 1939, el régimen franquista celebró una infame Fiesta del Libro, consistente en arrojar al fuego miles de ejemplares republicanos. El diario falangista Arriba justificó así este nuevo atentado contra nuestro patrimonio bibliográfico: “Condenamos al fuego a los libros separatistas, liberales, marxistas, a los de la leyenda negra, anticatólicos, a los del romanticismo enfermizo, a los pesimistas, a los del modernismo extravagante, a los cursis, a los cobardes pseudocientíficos, a los textos malos y a los periódicos chabacanos”.
'La quema o expolio de libros se ha repetido en la historia reciente. En la guerra de Bosnia, años noventa, los serbios destruyeron más de cuarenta bibliotecas. Especialmente dramático fue el bombardeo de la de Sarajevo'
La quema o expolio de libros se ha repetido en la historia reciente. En la guerra de Bosnia, años noventa, los serbios destruyeron más de cuarenta bibliotecas. Especialmente dramático fue el bombardeo de la Biblioteca de Sarajevo, en el que la artillería acabó con dos millones de libros y miles de manuscritos. Y en 2003, durante la toma de Bagdad por el ejército de Estados Unidos, la Biblioteca de Irak también fue incendiada y centenares de libros expoliados. Y el último ataque a la cultura lo sufrió la Biblioteca de Tombuctú, destruida en 2012 por integristas de al-Qaeda, en la guerra de Malí.
Granada Abierta denuncia todas las hogueras de la intolerancia que intentan destruir la memoria escrita de los vencidos a lo largo de la historia y recuerda las palabras del poeta alemán Heinrich Heine: “Allí donde queman libros, acaban quemando hombres”.