El Bajo Albaicín presenta un contencioso contra el decreto que permite música en vivo en bares
La entrada en vigor el pasado verano del nuevo decreto andaluz que regula horarios o música en vivo en establecimientos de hostelería y ocio decepcionó a los vecinos y vecinas de los centros históricos andaluces, que ven en esa norma un claro retroceso en la lucha contra el ruido. Ese descontento se hizo patente en la Asociación del Bajo Albaicín, una de las que ha liderado la oposición a la norma, junto a otros cuatro colectivos que pertenecen a la federación que reúne a estos colectivos.
Ahora, el Bajo Albaicín y esas asociaciones -de Marbella, Málaga, Córdoba y Jerez de la Frontera- han dado otro paso presentando un contencioso contra la norma. Ya habían presentado alegaciones, que no prosperaron. Y la filosofía que reflejaron en esas objeciones son las que han marcado ahora el recurso.
Los vecinos parten de la premisa de que el nuevo decreto incumple la normativa europea porque ampliará el ruido que tienen que soportar los residentes. Y cuando eso ocurre y no se respeta al máximo el medio ambiente, alertan de que se produce "la expulsión" de los vecinos, su "reclusión forzada" en las viviendas y "la degradación" del medio ambiente y el bienestar, entre otros efectos como descuidar al turismo residencial.
En su contencioso, como ya hicieron con las alegaciones, según informan a El Independiente de Granada desde la Asociación del Bajo Albaicín, inciden muy especialmente en uno de los aspectos que se han incluido como novedad en este decreto: la posibilidad de que haya música en vivo en establecimientos.
"No se justifica el sacrificio del descanso de todos los vecinos por los planes de un local", advierten
"No se justifica el sacrificio del descanso de todos los vecinos en un edificio porque haya un restaurante que queriendo ampliar el negocio a la vía pública, además desee amenizar a sus comensales con música, una situación que se sabe ex-ante difícilmente cumplirá los objetivos de calidad acústica", consideran las asociaciones que están liderando este frente contra el decreto.
"Sólo quienes padecen las molestias de ruidos y vibraciones saben el enorme daño que hacen: de hecho la producción de un constante ruido es una forma de tortura física y psicológica bien conocida", recuerdan los colectivos vecinales.
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