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Stanley Clark recibe la medalla del Festival de Jazz antes de ofrecer un concierto espectacular

Cultura - IndeGranada - Sábado, 10 de Noviembre de 2018
El músico demostró en el concierto central del festival por qué es desde hace muchos años una leyenda del jazz.
Stanley Clarke, con el bajo eléctrico.
Prensa Festival
Stanley Clarke, con el bajo eléctrico.

Si decimos que Stanley Clarke es uno de los grandes de la historia del jazz no estamos descubriendo nada nuevo; si añadimos que hablamos de un consumado coleccionista de discos de oro y platino, así como de premios, de un auténtico creador de sonidos e incluso de instrumentos, director de grandes orquestas, y que acumula en su haber varias bandas sonoras de película... tal vez tampoco lo hagamos. De hecho, con tan solo 25 años ya era llamado ‘The legend’. 

En el concierto central de la XXXIX edición del Festival de Jazz de Granada explicó pormenorizadamente por qué lo era, es y será. Y de aquí se llevó la medalla del festival que antes de comenzar su actuación le entregó en el centro del escenario el alcalde Granada,  Francisco Cuenca. 

Cuenca y Clarke se saludan antes la entrega de la medalla del Festival. P.F.

A pesar de estar cerca de la setentena, Clake se mantiene en perfecta forma física y musical. Para este concierto llevaban las entradas agotadas una semana. Clarke, al que hemos visto con Hiromi en el festival de Almuñécar y con su banda de jóvenes leones, como ahora, se benefició de las excelentes condiciones acústicas del teatro Isabel la Católica (y más cuando está lleno) con un sonido alto, poderoso y muy fiel. 

El bajista de Filadelfia repartió su tiempo con el contrabajo y el eléctrico, el que le permitió ser un músico de fama planetaria, mostrándose más líder con este segundo, y más padrino/ profesor con el primero. A su alrededor una academia de músicos jovencísimos llegados de su país, como de Rusia o Afganistán. Una banda estable formada por los teclistas Beka Gochiashvili y Cameron Graves, el baterista Shariq Tucker con el añadido tímbrico diferencial de las tablas hindúes de Salar Nader y el violín de Evan Garr. 

La banda descargó casi dos horas de concierto apenas sin solución de continuidad haciendo de cada tramo sonoro una suite llena de contrastes y dinámicas chocantes, desde el silencio casi, de sus solos armoniosos y de digitación imposible que desprende absoluta naturalidad, hasta picos de altísimo nivel decibélico.

Clarke, con el contrabajo. p.f.

El pianismo feliz de Chick Corea sobrevoló la parte central del concierto con cristalinos juegos de piano y un trabajo de voz sintetizada que traía a la memoria la voz de Flora Purim en los fundacionales RTF. 

El final del concierto fue ya de traca con todo el público de pie bailando y una exhibición de funk feroz sobre el 'OhOh' de los exitoso tiempos en los que Clarke y George Duke estuvieron en lo más alto de las listas de éxito. 

El festival de Granada en su trigésimo novena edición está organizado por el Ayuntamiento de la ciudad con la colaboración de la Diputación y el patrocinio de la Obra Social de la Caixa, Blinker, el Instituto Italiano de cultura y la Alianza Francesa.