Un río que canturrea al amanecer
Durante la mañana del domingo 26 de mayo un grupo de familias interesadas en la biodiversidad participó en una ruta ornitológica en torno a las aguas del río Dílar en una convocatoria organizada por la asociación granadina Somos Río Dílar junto a ACPES (Asociación para la Conservación Piscícola y de los Ecosistemas del sur), ACCC (Árboles Contra el Cambio Climático), COLINA (Conservación y Limpieza de la Naturaleza), el Centro de Investigación Educativa Huerto Alegre, el espacio cultural Aula Abierta así como por diversos ayuntamientos ribereños.
La ribera del río Dílar alberga una gran variedad de aves que principalmente dependen del agua limpia, sobre todo en el contexto general de contaminación que vivimos, y por tanto, convierten a este cauce entre vegas y núcleos urbanos e históricamente maltratado, en un oasis para la fauna silvestre.
El agua y la vegetación de ribera del río Dílar, con el necesario caudal ecológico, debe regenerar poco a poco la vida del propio ecosistema fluvial (macroinvertebrados y peces) y desempeña un papel fundamental proporcionando a aves y pequeños mamíferos agua, alimento y lugares de reproducción, descanso y refugio.
Muchas especies avistadas
Durante la jornada del domingo pudimos observar una pareja de porrones pardos, paloma torcaz, mirlo común, verdecillos, verderones, vencejos, tórtola turca, lavandera cascadeña, carbonero común, trepador azul, águila perdicera, golondrinas comunes y daurica, ánades, aviones, oropéndolas, rapaces, abejarucos; ya en el merendero de los Alayos fueron identificados águila calzada, cernícalo común macho o avión roquero; también han sido avistados por otros observadores cormoranes, zorros etc. Son especies que ya se dejan ver por el río y nos hablan de la urgencia de preservar el caudal ecológico, no siempre respetado, pero que sí está garantizado por nuestro marco jurídico.
Es, por tanto, ese caudal ecológico, la base para la supervivencia de la biodiversidad y el impulso necesario para vivir en entornos saludables, tanto para el ser humano como para las especies con las que convivimos.
Si bien la expresión más escuchada durante el paseo fue “¡Qué maravilla ver el río con agua!” ese caudal necesario para que el río siga vivo no estará verdaderamente garantizado sin el control y vigilancia de la administración con competencias en materia de aguas. La custodia de los ríos está en manos de la ciudadanía activa pero recae, esencialmente, en quienes han asumido la responsabilidad de aplicar la legislación vigente y preservar, de este modo, el buen estado del agua y de sus ecosistemas asociados. Asumimos como propia la tarea de proteger nuestros espacios naturales, casa y refugio en la que todos los seres vivos somos ecodependientes.
Rafael Muñoz, ACPES (Asociación para la Conservación de la vida Piscícola y de los Ecosistemas del Sur)