El origen del tono azulado en las aguas del río Dílar
La incesante tarea de restauración del río Dílar no deja de regalarnos capítulos maravillosos de delicada belleza que alimentan nuestro asombro y avivan la urgencia de su custodia.
Durante la época de deshielo los paseos por el río nos sorprendían cada temporada con paisajes especialmente bellos debido a la amplitud cromática de las aguas que correteaban por el lecho, aguas abajo.
Para desentrañar el misterio que daba origen a este precioso blancoazulado la asociaciones ACPES (Asociación para la Conservación Piscícola y de los Ecosistemas del Sur) y Somos río Dílar nos dirigimos al Departamento de Minerología y Petrología de la Universidad de Granada, donde dimos con dos profesores dispuestos a compartir con nosotros su sabiduría y sus recursos.
Carlos Rodríguez Navarro y Fernando Nieto García nos pidieron muestras de agua y de grabas de tres puntos diferentes del río para su posterior análisis. Los sólidos en el agua, pequeñísimos y casi imperceptibles para el ojo humano, generaban un efecto que se denomina “Tyndall” al ser irradiados con un láser, como hemos podido comprobar en el despacho del profesor Carlos Rodríguez.
El contenido de partículas en dispersión es congruente con la transparencia del agua pero al mismo tiempo podría explicar que al incidir la luz solar (blanca) se produzcan fenómenos de absorción y dispersión selectiva de la luz blanca, dando lugar a la coloración azulada.
El efecto fue estudiado por el físico irlandés John Tyndall, que descubrió que cuando un haz de luz pasa a través de ciertas partículas estas desvían la luz y aparecen pequeñas y brillantes manchitas luminosas. Esas partículas microscópicas se dejaron reposar durante 48 horas para que decantasen los sólidos que, debidamente separados, se sometieron a un análisis por difracción de rayos X. Estos sólidos fueron también analizados por espectroscopia de infrarrojo y se midieron el pH y la conductividad con un pH-metro y un conductímetro Methron.
Este minucioso estudio arrojó una serie de conclusiones que nos permiten conocer mejor este espacio natural tan emblemático para los granadinos; por ejemplo, el contenido de partículas en dispersión es congruente con la transparencia del agua pero al mismo tiempo podría explicar que al incidir la luz solar (blanca) se produzcan fenómenos de absorción y dispersión selectiva de la luz blanca, dando lugar a la coloración azulada.
Por otro lado, el pH de las muestras es neutro, con una ligera tendencia a la alcalinidad y su conductividad es baja. A su vez, hemos averiguado que los sólidos dispersos en el agua incluyen no solo la dolomita, sino también mica, cuarzo, calcita, y feldespatos, todos ellos procedentes de la denudación de los materiales de Sierra Nevada.
Los ricos materiales que conforman el cauce del río Dílar han dado lugar, junto a sus ríos hermanos, a los suelos aluviales de nuestra fértil vega que constituye un patrimonio digno de ser preservado en total equilibrio con los ríos que le dieron origen y que la siguen alimentando.
Otro llamativo ejemplo de coloración azulada lo encontramos en los glaciares, que trituran y pulverizan rocas a lo largo de los pisos y paredes del valle. El proceso produce un polvo de grano fino que es recogido por las corrientes de agua de deshielo. Dado que las partículas son tan finas, son lentas para hundirse hasta el fondo, quedando suspendidas en el agua. Cuando la luz del sol incide sobre ella, estas partículas absorben las longitudes de onda más cortas: los púrpuras y los índigos. Eso deja principalmente azules y verdes para dispersarse de nuevo a nuestros ojos.
Otros casos localizados de caudales blancoazulados semejantes al del río Dílar se encuentran en el río Celeste, en Costa Rica, dentro del Parque Nacional Volcán Tenorio
Otros casos localizados de caudales blancoazulados semejantes al del río Dílar se encuentran en el río Celeste, en Costa Rica, dentro del Parque Nacional Volcán Tenorio, que es un importante destino turístico nacional e internacional de este país, debido a su particular coloración, resultado de un efecto óptico producido por la dispersión de la luz solar provocado por la alta concentración de silicatos de aluminio que poseen sus aguas.
Las sales de carbonatos del material rocoso de la zona, disueltas en el agua, son las que proporcionan el color azul brillante tan característico del paraje asociado al río mexicano Xanil.
Si bien debemos esperar al siguiente deshielo para poder gozar este regalo natural para el que la ciencia nos ha ofrecido una explicación, tras esta primera y entrañable colaboración brindada por este equipo de geólogos de nuestra universidad, sería un verdadero placer seguir acercando el conocimiento a la ciudadanía mediante talleres o paseos geológicos guiados que enriquecerían, aún más, la agenda de paseos monográficos programados por nuestras asociaciones.
Estamos en la certeza de que la participación ciudadana unida a las administraciones constituye un baluarte en la conservación de nuestros espacios naturales. Es por ello que seguiremos alimentando estos vínculos de colaboración e intercambio dados los frutos tan abundantes que estamos recogiendo.