Los fieles adquieren numerosos recuerdos en la tienda adyacente, que aumenta sus ventas notablemente en este día, en que los servicios religiosos, desde las 8,00 horas, también son multitudinarios, ha agregado el fraile capuchino, quien ha destacado el "bonito" ambiente que se forma cada año en torno al beato Leopoldo de Alpandeire, en un entorno en que se dan cita también vendedores de flores, rosarios o lotería.
El número de visitantes se mantiene cada año, si bien se ha incrementado notablemente desde que Fray Leopoldo fue beatificado en 2010, y los fieles proceden ahora no sólo de otros puntos de la geografía española, sino también de la internacional, sobre todo de países como Francia, Alemania, Italia, Portugal o Australia.
Llegados en autobuses desde distintas localidades, principalmente de Andalucía, para visitar los restos del fraile capuchino, los devotos contribuyen además con un donativo para su obra social o el proceso de canonización, depositando lo que estiman oportuno en una urna.
Ya este viernes por la tarde, comienza el triduo preparatorio en honor a Fray Leopoldo de Alpandeire, en el convento de los Capuchinos de Granada, con posterior celebración de la eucaristía, seguida de la veneración de las reliquias en la cripta.
Beatificado en Armilla
Fray Leopoldo fue beatificado el 12 de septiembre de 2010 en un acto que tuvo lugar en la Base Aérea de Armilla (Granada) al que asistieron más de 60.000 personas. Culminaba así un proceso que tuvo como consecuencia primera que la Iglesia instituyera el 9 de febrero, fecha de su muerte, como el día del beato Fray Leopoldo.
Nacido en el pueblo de la Serranía de Ronda de Alpandeire (Málaga) el 24 de junio de 1864, Francisco Tomás, Fray Leopoldo, se dedicó en su niñez a cuidar un pequeño rebaño de ovejas y cabras y a arar la tierra, y años más tarde, el 16 de noviembre de 1899, tomó el hábito de los capuchinos en Sevilla, donde continúo trabajando en el huerto de los frailes.
En el otoño de 1903 se trasladó a Granada y desde un principio desempeñó el oficio de hortelano, con estancias alternativas en los conventos de esta ciudad, Sevilla y Antequera. En 1914 regresó para quedarse definitivamente a Granada. De limosnero, recorrió los pueblos de Andalucía Oriental y en ocasiones llegó a ser insultado y apedreado, aunque su devoción, especialmente por la Virgen, no cesaba.
De hecho, cuando alguien le pedía un favor, siempre instaba al peticionario a rezar tres Ave Marías. Tres años antes de su muerte cayó rodando por unas escaleras y sufrió fractura de fémur, y, tras una convalecencia hospitalaria, consiguió volver a caminar con ayuda de dos bastones y continuar con su vida contemplativa, pero ya en el convento.
Fray Leopoldo falleció en la mañana del 9 de febrero de 1956, y multitud de fieles acudieron al convento a darle su último adiós. Desde entonces, cada año miles de devotos visitan la cripta en la que descansan sus restos, junto a los Jardines del Triunfo, en Granada c